martes, 18 de enero de 2022

Domingo 3C

 El Mesías de los pobres canta la liberación

DOMINGO TERCERO – “C”


Eduardo de la Serna



Lectura del libro de Nehemías          8, 2-4a. 5-6. 8-10

Resumen: el pueblo entero se reúne para escuchar la solemne lectura de la Ley, el texto que los identifica como “pueblo santo de Dios”. Esta lectura recibe un solemne “amén” por parte del pueblo que celebra su identidad.

El libro de Nehemías narra la consolidación del judaísmo luego del regreso del exilio babilónico por parte de la élite que había estado cautiva. Esto supone una serie de hechos desde edilicios (reconstrucción de las murallas) hasta militares (enfrentamiento de los enemigos). El libro de Nehemías debe leerse junto con el de Esdras para una mejor comprensión. En este caso, y sin dudas es uno de los momentos centrales de la obra, se leerá ante todo el pueblo (varones, mujeres y todos los que tienen uso de razón, lo que parece excluir a los niños) el libro de la Ley. 

Todo indica que es en este tiempo en que lo que se conoce como la Torah, la Ley (el Pentateuco) termina de darse forma en este tiempo, por lo que podemos decir que el texto que da identidad al pueblo es leído para que los participantes encuentren aquí su sentido como pueblo. La crisis que había constituido el exilio requiere dar respuesta a la pregunta por la propia identidad. Se suele decir, con bastante veracidad que esto constituye el nacimiento del judaísmo. 

Los gestos son solemnes (el pueblo se pone de pie para escuchar la lectura) y luego de bendecir a Yahvé “con las manos en alto” y un doble “Amén”, se postra en tierra. El texto parece tener un añadido en el v.7 omitido en el texto litúrgico (con una lista de nombres, como en v.4b, también añadido) en el que se menciona una larga lista de levitas pero donde se remarca que el pueblo está de pie (no es claro, entonces si está de pie o postrado rostro en tierra).

Pero Esdras no se limita a la lectura ya que “aclara e interpreta” para que “se comprendiera” la escritura (y quizás también traducir, ya que el texto está escrito en hebreo y el pueblo probablemente hablara arameo). Esdras es presentado como un escriba. Esta tarea es destacada en seguida (y en el añadido de v.7) como ministerio de Esdras y “los levitas”.  Pero precisamente por esta lectura es que se invita al pueblo entero al gozo (no hacer duelo ni llorar), a comer comidas de fiesta (manjares grasos, bebida dulce) e incluso compartirlo con el pobre porque es día de “la alegría de Yahvé”. Esta alegría de Dios en la lectura de la Torah es la fortaleza del pueblo. La lectura continúa con la celebración de la fiesta de las tiendas (vv.13-18), la fiesta más importante en Israel. 


Lectura de la primera carta de san Pablo a los Corintios       12, 12-14. 27

Resumen: recurriendo a la metáfora del cuerpo y los miembros, Pablo destaca la importancia del respeto a la diversidad - especialmente de los débiles - en la búsqueda de la unidad.

El tema del cuerpo es muy importante en la carta a los Corintios hasta el punto que alguno ha propuesto – de modo muy razonable – que allí radica uno de los temas principales del conflicto interno de la comunidad (particularmente un conflicto entre los sectores de la élite, las clases altas de la comunidad y la gran mayoría pobre).

En este caso, la imagen del cuerpo y los miembros es utilizada – como es frecuente en el ambiente griego, por ejemplo entre los estoicos – para destacar la unidad y la diversidad. De un ambiente semejante se nutre Pablo al hacer referencia al cuerpo y los miembros que, en este caso, son “de Cristo”.

El acento en el Apóstol es destacar que ningún “miembro” existe para sí mismo, y ninguno es exclusivo. Todos están en función del cuerpo. Incluso destacará (omitido en el párrafo litúrgico) que ninguno puede decir a los demás que no lo necesita, y tampoco ninguno ha de sentirse innecesario movido por la soberbia de otros. Incluso, destaca, los más débiles son indispensables, los menos deshonrosos los tratamos con mayor honor. Quienes se creen más importantes (los que hablan lenguas, en este caso) deben hacer sentir a sus hermanos más débiles como los más importantes y sentirse ellos mismos al servicio de todos.

Señalemos, antes de dar un paso más, que Pablo no está hablando de “cuerpo místico de Cristo” (ese es tema de San Agustín), sino de la metáfora del cuerpo para señalar que estamos unidos a Cristo (“místicamente”), al Cristo vivo. Tampoco que “Cristo es la cabeza de su cuerpo que es la Iglesia” que es tema de las deutero-paulinas (Colosenses y Efesios). Nos movemos en el terreno de la metáfora.

A continuación Pablo cita un texto bautismal que es conocido en la comunidad adaptado a la situación. El mismo texto lo reiterará poco tiempo después al escribir a los gálatas. Veamos breve y esquemáticamente:

Como la pregunta es por los espirituales, Pablo habla del bautismo en el espíritu; en Gálatas, como el tema es “la fe en Cristo”, el acento es haber sido “bautizados en Cristo”. En Gálatas se destaca la unidad por eso destaca que “ya no hay” mientras que en Corintios remarca la unidad por eso unos “y” otros están en función del “cuerpo” que les da unidad. En Gálatas – quizás influenciado por temas que anteriormente había tocado en Corinto (ver 1 Cor 11,2-16) añade que tampoco hay “varón y mujer” (ver Gen 1,27). La conclusión en Gálatas vuelve a la unidad “en Cristo” y en Corintios al Espíritu que “todos” hemos “bebido” (recordar que el espíritu a veces supone metáforas líquidas: es derramado, bebido, es agua…).

Omitiendo las imágenes del cuerpo y los miembros que revelan la necesidad del respeto a la diversidad y el valor de los débiles, el texto litúrgico retoma la referencia al cuerpo y los miembros  que da conclusión a esta parte del debate de Pablo con los “espirituales”.


Lectura del evangelio según san Lucas        1, 1-4; 4, 14-21

Resumen: el comienzo del ministerio de Jesús, reforzado por la presencia del Espíritu destaca que Jesús es el Mesías de los pobres y anuncia que su situación cambiará. Dios no permanece indiferente ante el sufrimiento.

Claramente el texto litúrgico presenta dos unidades diferentes: el comienzo del Evangelio de Lucas y – saltando toda la infancia, referencia al Bautista, bautismo y tentaciones (que fueron lecturas en las semanas pasadas) – el comienzo del ministerio público de Jesús.

Lucas comienza su obra de un modo solemne, destacando su carácter “histórico” al estilo de las historiografías antiguas y en un griego excelente. El texto aparece como dirigido a un tal Teófilo del que desconocemos su identidad. Algunos han pensado que se trata de un personaje “simbólico” (teo-filos significa “amigo de Dios” con lo que el texto estaría dirigido a “todos los creyentes”), otros que se trata del “patrón” de una comunidad concreta a la que “Lucas” se dirige. 

Como puede verse en los textos que acompañamos, el vocabulario de Lucas es convencional:
“Considero, excelentísimo Epafrodito, haber demostrado suficientemente, por intermedio de los libros de las Antigüedades, a los que los han leído, que nuestro pueblo judío es antiquísimo, que tuvo origen propio y en qué forma llegó a habitar el país que tenemos en la actualidad. (…) sin embargo, puesto que observo que muchos dan crédito a opiniones malévolas, expuestas con ánimo perverso, y que no admiten lo que he escrito sobre nuestra antigüedad (…) he considerado escribir brevemente sobre el particular, tanto para rebatir la malevolencia y los dichos falsos de los detractores, como para corregir la ignorancia de los demás y para que todos se informen de nuestra antigüedad, si es que desean conocer la verdad. En lo que voy a decir utilizaré aquellos testigos que, entre los griegos han sido reputados dignísimos de crédito y conocedores de la antigüedad…” (Flavio Josefo, Contra Apión 1,1)
“Filócrates: Puesto que el informe de la entrevista que tuvimos con Eleazar, el Sumo Sacerdote de los judíos, es de interés; porque te gusta mucho escuchar con todo detalle el contenido y objeto de la embajada me he propuesto exponértelo con claridad, consciente de tu ansia de saber. En efecto, lo más grande para el hombre es ‘aprender y recibir siempre algo’, bien sea por narraciones históricas o por propia experiencia…” (Carta de Aristeas a Filócrates 1,1).


El esquema es sencillo: “puesto que” (vv.1-2 [motivo, lo hecho por “otros”]) “yo hago” (v.3 [objetivo principal, hecho de Lucas]) “para qué” (v.4 [propósito, finalidad]).

La “narración ordenada” (diêgêsis) en el vocabulario de Lucas (8,39; Hch 12,17) se utiliza en un sentido kerigmático, se trata de una “predicación”. Lucas no utiliza el sustantivo Evangelio (sí el verbo Evangelizar) por lo que diêgêsis parece aquí su sinónimo. Lo que “narrará” son las cosas que se han cumplido (plêroforêô), como las escrituras (cf. 4,16-21; 22,37; 24,25.27.44-47). El sentido es muy diferente al historiográfico, es creyente, refiere al obrar de Dios en la historia humana. Los “testigos oculares” (autóptês) no son suficientes, se requieren también los “ministros” (hypêrétês) de la palabra. El “orden” (kathexês) puede ser variado. Temático, cronológico, lógico, pedagógico… En Hch 11,4 Pedro explica “en orden” lo ocurrido, lo que parece indicar un orden lógico antes que cronológico. La próxima escena (en la sinagoga de Nazaret) nos mostrará que el orden no ha sido cronológico sino según una lógica teológica de Lucas. Conocer la “seguridad” (asfaleia), la firmeza (cf. Hch 5,23) refiere a la solidez que da estar fundada en las promesas de Dios.

El texto litúrgico pasa al comienzo de la vida pública de Jesús. Como se dijo más arriba, el orden es teo-logico más que crono-lógico: dice que Jesús hace la lectura “según su costumbre” y nunca nos ha narrado eso más que en el sumario de v.15, y los testigos le piden a Jesús que haga lo que oyeron decir que “hizo en Cafarnaúm” (v.23) pero Jesús nunca ha estado en Cafarnaúm (recién irá en v.31). Sin dudas Lucas ha puesto aquí este texto por su carácter kerigmático. Es lo primero que dice y hace Jesús, es una suerte de “programa de vida y predicación de Jesús” según Lucas.

El texto está muy bien estructurado (aunque continúa hasta el v.30) veamos:

A.- Vino a Nazará

B. Sinagoga
                   C.- se levantó
                          D.- le entregaron el rollo
                                 E.- lo desenrolló
                                            X.- lee el texto del profeta
                                 E’. enrolló
                          D’. devolvió el rollo
                    C’. se sentó

       I.     Todos admirados

  f. Muchas viudas…     en Israel… tiempos de Elías…  pero a ninguna… enviado…    sino a Sarepta (= extranjera)
  f’. Muchos leprosos… en Israel… tiempos de Eliseo… pero a ninguno… purificado… sino Naamán (= extranjero)

        II.    Todos se llenaron de ira

      B’. Sinagoga

A’. Se marchó

Puesto que el texto es – como se dijo – programático, veamos los elementos principales:

El texto comienza con un sumario donde se informa que Jesús era “alabado”, su “fama”, las noticias sobre su persona y ministerio crecían  (4,37; 5,25; 7,17) en la zona. Y que “enseñaba” (algo frecuente en Jesús, (x17 en Lc) en las sinagogas (6,6; 13,10; o en el Templo: 19,47; 21,1.37), lo que es “alabado por todos” (4,22; 8,25; 9,43; 11,27; 13,17; 19,48).

No sabemos con certeza el desarrollo de la liturgia sinagogal de tiempos de Jesús (poco más adelante – luego de la caída de Jerusalén – sí habrá una mayor estructuración; aunque el texto debe entenderse en tiempos de Lucas). Lo que parece es que el encargado de la sinagoga lee la Tora y luego alguno de los presentes puede leer un texto de los profetas (no sabemos tampoco si ya estaban preestablecidos los textos a leer o se trata de una lectura azarosa). Por tanto no es evidente si Jesús elige el texto, si es el correspondiente al sábado aquel o si se trata de coincidencia. Lo cierto, y es el tema central (particularmente por tratarse de lo “primero” que hace-dice Jesús en el evangelio) es que el relato nos señalará el “cumplimiento de las escrituras”, de “esta escritura concreta”.

Es interesante otra las diferencias entre el texto de Isaías y el texto que Lucas propone:

Isaías 61,1-2 (LXX)
Lucas 4,18-19
El espíritu del Señor está sobre mí
El Espíritu del Señor está sobre mí,
por cuanto que me ha ungido
para evangelizar a los pobres
me ha enviado, a sanar los corazones rotos
porque me ha ungido
para evangelizar a los pobres
me ha enviado
proclamar a los cautivos liberación
a proclamar a los cautivos liberación
y a los ciegos devolver la vista
y a los ciegos devolver la vista,

para dar la libertad a los oprimidos
llamar el año favorable del Señor,
proclamar un año aceptable del Señor.
y día de venganza / recompensa


Como se ve hay interesantes matices a tener en cuenta:

Lucas sigue insistiendo en la presencia del espíritu (algo que marca el comienzo del ministerio de Jesús desde el Bautismo: 3,22; 4,1.14). 

Jesús, el “ungido” (mesías, “cristo”) en Lucas es “ungido para evangelizar a los pobres”. Notar la diferencia con Isaías: allí es “ungido”, “enviado a anunciar buena nueva”, mientras que Lucas señala “ungido para evangelizar a los pobres”. Jesús es el mesías de los pobres. 

El cautiverio (aijmálôtos) es sin dudas algo terrible que no ha de espiritualizarse. El texto de Isaías lo confirma (sólo aquí en el NT); lo mismo hay que decir de los “oprimidos” (thraúô, también solamente aquí en el NT). A ambos grupos se les anuncia la “liberación” (áfesis, que también puede traducirse por “perdón” aunque ciertamente no es aquí que convenga utilizarlo (Lc 1,77; 3,3; 24,47; Hch 2,38; 5,31; 10,43; 13,38; 26,18). Sin duda que en Lucas siempre significa “perdón” pero no hay que descuidar que aquí se está citando a Isaías. La otra vez que “afesis” se utiliza en este profeta invita expresamente a no leer el término en sentido “espiritualizado”: “el ayuno que yo quiero es dar libertad a los quebrantados (thraúô)”; en Jer 41,8.15.17 se refiere expresamente a la liberación de los esclavos. 

La vista los ciegos, que no se encuentra en el texto hebreo (salvo que “abrir a los cautivos” se refiera – como es posible – a la vista en el sentido de los ojos libres de poder ver el sol luego del cautiverio). Pero en Lucas, la vista a los ciegos parece tener un “plus” de sentido: los ciegos se encuentran en el texto Q que parece inspirar el texto que comentamos: 
Llegando donde él aquellos hombres, dijeron: «Juan el Bautista nos ha enviado a decirte: ¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?» En aquel momento curó a muchos de sus enfermedades y dolencias, y de malos espíritus, y dio vista a muchos ciegos. Y les respondió: «Vayan y cuenten a Juan lo que han visto y oído: Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, se anuncia a los pobres la Buena Nueva; ¡y dichoso aquel que no halle escándalo en mí!» (7:20-23).

Y también los encontramos en una unidad propia de Lucas: “Cuando des un banquete, llama a los pobres, a los lisiados, a los cojos, a los ciegos” (14:13) y en la parábola que lo acompaña: «Regresó el siervo y se lo contó a su señor. Entonces, airado el dueño de la casa, dijo a su siervo: «Sal en seguida a las plazas y calles de la ciudad, y haz entrar aquí a los pobres y lisiados, y ciegos y cojos.» (14:21). Como se ve, los ciegos se encuentran en paralelo a los pobres, y se celebra que su situación cambiará: los ciegos verán, los pobres tendrán “buenas noticias” (= evangelización). 

El evangelizador de los pobres celebra que el espíritu lo ha ungido para proclamar el cambio de situación en la vida (terrible) de los pobres, lo mismo que ocurrirá en la de los ciegos y los cautivos. Y – obviamente – si la buena noticia de los ciegos es que verán, y los cautivos serán liberados, la buena noticia para los pobres es que dejarán de serlo. El tema es central en Lucas a lo largo de su Evangelio (y Hechos), por lo que es razonable que Lucas lo ponga en el “discurso programático”. E insistimos que no se ha de espiritualizar la realidad de los pobres de Lucas (no se refiere a “pobres de espíritu”, sino a personas que tienen “malas noticias” a las que el “mesías de los pobres” les anuncia que su situación cambiará.

Este cambio de situación en el texto de Isaías se concreta en el año jubilar, el “año favorable” (notar que Lucas omite la referencia a la venganza, lo cual es indicio de su evangelio de la paz). El “año favorable” sólo se encuentra en los dos textos que comentamos (Isaías y Lucas) pero en la Biblia es llamado “año de liberación” (áfesis, de perdón) al año jubilar (cf. Lev 25), el año en que se perdonan las deudas económicas, se liberan los esclavos, se rescata la tierra y devuelven las prendas.

Es interesante que Jesús termina el texto allí y se sienta. Lucas señala que “todos los ojos en la sinagoga estaban fijos en él” (“fijar la vista” es propio de Lc en el NT: x2 en Lc x10 en Hch y sólo x2 en Pablo en la misma unidad: 2 Cor 3,7.13). La palabra esperada de Jesús es sumamente simple, pero muy importante en Lucas: “hoy se ha cumplido ante ustedes esta escritura que han oído”. Sin duda el acento está puesto en el “hoy” que es término frecuente en Lucas (2,11; 5,26; 12,28; 13,32.33; 19,5.9; 22,34.61; 23,43). No se trata de cualquier “hoy”, es “el día de la salvación”, el “hoy” de Dios. Al comenzar su ministerio Jesús, “todos verán la salvación de Dios”. Hoy se cumple la escritura del tiempo de liberación y el mesías de los pobres celebra la vida nueva que trae, anuncia e inaugura.


Dibujo tomado de doroteiasprovsul.com.br

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