Qué dice la Biblia del “anticristo”
Eduardo de la Serna
La palabra “anticristo” parece ser usada en ciertas
ocasiones para designar algo o alguien terrible y negativo, pero sin que quede
claro a qué o de qué estamos hablando.
Si miramos el término exacto, este se
encuentra de un modo exclusivo en las cartas de Juan, aunque puede tener un
marco judeo-apocalíptico. El prefijo “anti”, es decir, en lugar de, referido a
Cristo (antijristós) no se encuentra en los escritos anteriores a las cartas
joánicas, y en los escritos cristianos inmediatamente posteriores (los llamados
“padres apostólicos”, sólo se encuentra en Policarpo, en un texto que es casi
idéntico a las cartas de Juan). No es difícil, entonces, suponer que se trate
de un término creado por la comunidad joánica. Más tardíamente (por ejemplo,
Hipólito e Ireneo) éste se utilizará en clave diabólica. Quizás, en el Nuevo
Testamento, no sea muy diferente de pseudojristós, usado en Mt 24,24 y Mc 13,22
para hablar de los “falsos mesías”.
No es este el lugar de referir a la interpretación
diabólica imaginada como las fuerzas enemigas de Dios y de Cristo que se
ubican, como decimos, en el terreno espiritual y es algo bastante más lejano de los tiempos bíblicos. Es interesante ver qué dicen las cartas de Juan y a
quién atribuyen la característica de pretender ocupar el lugar opuesto de Cristo.
Veamos brevemente los textos:
·
1 Jn
2,18 hace referencia a las venidas de “muchos anticristos” lo que es indicio de
la llegada de la “última hora”, tiempo en el que éste (estos) habría de venir.
·
1 Jn
2,22 el anticristo es el que niega al Padre y al Hijo, negando, a su vez, que
Jesús es el Cristo.
·
El
que no confiesa a Jesús, repite 1 Jn 4,3, es del anticristo. Ha venido.
·
Para
precisar lo aquí insinuado, en 2 Jn 7 precisa que los “seductores”, que han
salido al mundo son del Anticristo y niegan a Jesús “venido en carne”.
Estas son todas las
ocurrencias del término en toda la Biblia (notar la frecuencia del verbo
“venir”, quizás en contraste con Jesús, que ha venido de parte de Dios, el
Padre). Como se ve, el término alude a lo que es contario de la confesión de
Jesús como Cristo. Jesús es el ser humano (“venido en carne”) al que la fe
cristiana ha reconocido como el Cristo, el Mesías. Todo nos revela que algunos,
que afirman ser cristianos, no aceptan la encarnación. Reconocen un Señor
espiritual, no encarnado; como refieren también a un Dios espiritual al que se ha de
amar, pero algo que no implica amor a los hermanos y hermanas (1 Jn 3,14;
4,11). Frente a esos, que “han salido de entre nosotros” (2 Jn 7; 1 Jn 4,1; cf.
1 Jn 5,20) pero no eran de los nuestros (1 Jn 2,19) porque predican un Jesús
diferente, es que el autor de las cartas se muestra muy crítico. Esos niegan a
Jesús “venido en carne” (cosa que repite, como dijimos, también Policarpo).
En la comunidad del discípulo
amado hay algunos que han espiritualizado tanto el mensaje de su maestro que
terminan negando la carne de las y los hermanos, y la carne de Cristo. Todo es
espiritual. Y ese no es el mensaje de Cristo, repite el autor, sino lo contrario ("anti"). Los que dicen
eso, han salido de entre nosotros (vienen de la comunidad), pero han distorsionado el mensaje de Jesús.
Por eso son el anticristo. Como puede verse, el / los anticristo/s, en estos
casos, se refiere a personas o grupos que se reconocen cristianos y a los que el autor de
la carta y sus comunidades, desprecian y rechazan como tales por predicar lo contrario a Cristo, por "desencarnarlo".
Es síntesis, es frecuente que, al hablar, hoy, del anticristo se tenga en mente una imagen demoníaca, pero no es ese el sentido original en el Nuevo Testamento. En tiempos de Jesús los diferentes grupos judíos esperaban diferentes tipos de “cristos” (político, sacerdotal, profético, etc.). Al aplicar ese título a Jesús, los cristianos reconocieron que tenía un poco de cada uno de estos, pero ninguno lo agotaba totalmente. La novedad de Jesús debía descubrirse y profundizarse. Sin embargo, había algunos que predicaban un cristo que en realidad era “anti”, porque no tenía en cuenta algo fundamental: que “la palabra se hizo carne” (Jn 1,14). Y esa predicación, ese espiritualismo, distorsiona tanto el mensaje del Evangelio que, más tardíamente, será visto como una predicación diabólica. De descubrir y profundizar al Jesús encarnado del Nuevo Testamento como Cristo (y a la carne de los hermanos y las hermanas) es que se trata la fe “cristiana”. "Si alguno dice: «Amo a Dios», y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve" (1 Jn 4,20).
Foto tomada de https://es.vecteezy.com/foto/1991125-nino-caminando-descalzo-sobre-barro
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