Las causas de una amenaza
Por estar viviendo en medio de
campesinos y comprometiéndose con su causa, ayer un cura de Santiago del
Estero, Rubén Lasaga, fue amenazado 'por meterse donde no le corresponde', o
sea, por acompañar al pueblo campesino que viene siendo avasallado desde hace
ya varias décadas. Gracias a Dios, a la lucha de un pueblo y de sus madres
abrazadas, pasaron esos tiempos – que cada tanto algunos pretenden revivir – de
que “por algo sería” o “en algo andaría” alguien cuando era amenazado o cuando
se concretaban las amenazas. El lavado de manos pretendía buscar una causa bien
lejana que permitiera simular estar en paz a los que la pronunciaban.
Desde siempre en nuestra Patria la
pretensión de poseer la tierra o distribuirla fue motivos de conflictos. Cuando
las fronteras agropecuarias se expandieron, los espacios ayer despreciados
fueron entonces, deseados. Deseados y apropiados. A nadie molestaba ayer que
campesinos ocuparan territorios que ellos veían como inservibles. Pero cuando
se descubrió que se los podía usufructuar, aunque tierra, agua y aire fueran
envenenados, casi mágicamente esa tierra pasó a tener apropiadores. Con la
complicidad de los poderes judicial y político, y la manipulación mediática,
los que ayer ocupaban tranquila y ancestralmente las tierras hoy pasaron a ser
presentados como usurpadores y delincuentes.
Y así fue que campesinos e indígenas
fueron desalojados, desplazados y asesinados. Sus tierras apropiadas, sus
animales matados, sus pozos envenenados y topadoras y fuerzas de seguridad,
legales e ilegales, se hicieron presentes donde ayer estaban ausentes. Muchos
campesinos se organizaron, muchos fueron acompañados. Y allí también se hizo
presente la fe del pueblo y sus ministros. «La iglesia no puede estar ausente
en la causa de los pobres» dijo, una vez, Juan Pablo II. Haciendo suya,
entonces, la causa de los campesinos e indígenas, sectores de la Iglesia
caminaron, compartieron y padecieron y padecen lo mismo que los olvidados. Que
haya movimientos sociales, curas y tantos otros que son amenazados no es sino
“a causa” de haber hecho suya “la causa” de las víctimas. Lo “que no le
corresponde” a un cura es permanecer indiferente ante el dolor, ante la
injusticia, ante la mentira. Sería ser indiferente al Evangelio de Jesús y su
causa. Solidarios con los campesinos e indígenas de Santiago del Estero
queremos recordarle al poder judicial que su causa es la justicia, al poder
ejecutivo, que su causa en el pueblo, a los Medios de comunicación que su causa
es la verdad, y a los apropiadores y violentos que ellos son la causa del dolor
y el sufrimiento de tantas y tantos. Cuando, con el Papa Francisco insistimos
en que todos deben tener Techo, Tierra y Trabajo, de esto estamos hablando.
Precisamente.
Grupo de curas en opción por los pobres
29 de junio de 2022
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