jueves, 7 de julio de 2022

¿Será que está cerca el apocalipsis?

¿Será que está cerca el apocalipsis?

Eduardo de la Serna

 


En algunos momentos, especialmente cuando estos son críticos, es frecuente escuchar que el apocalipsis está próximo. En estos momentos de guerras, sequías e inundaciones, calores agobiantes y fríos gélidos, pandemias y demás cosas terribles se ha dicho algo semejante. Y dejo de lado la ausencia de preguntas por las responsabilidades humanas en guerras, cambio climático o pandemias, y me quiero detener específicamente en el apocalipsis (que, además, corre el riesgo de terminar responsabilizando a Dios por las cosas que nos ocurren, lo cual ya sería muy extraño).

El término apocalipsis es un término griego que significa “revelación”, por eso algunas traducciones bíblicas, al último libro del Nuevo Testamento lo llaman de ese modo, lo cual es correcto, pero no asume todas las riquezas que el término tiene. Sabemos que el mundo del Nuevo Testamento se expresa en griego, y entonces términos como bautismo, eucaristía, cristo, iglesia, evangelio y muchos otros son todos términos griegos. Y traducirlos, aunque sea correcto, le quitaría un poco de su novedad. Pero volvamos al apocalipsis.

En los últimos tiempos del Antiguo Testamento la situación que vivían los judíos era muy dura: había persecuciones, había martirios, había traiciones o apostasías… ¿Y Dios? ¿Dios no habla?, solían preguntarse. Muchos escritos (la mayoría no están entre los libros bíblicos, pero, aunque no los reconozcamos como inspirados por Dios son de gran ayuda para conocer el tiempo y los modos de expresarse de su época) se plantean que todo esto es un misterio, algo que por ahora Dios tiene escondido, pero del que, en un futuro, Él nos “revelará” su sentido. Pero, para sostener en el presente crítico la resistencia y la esperanza de su pueblo, Dios presenta un anticipo del sentido ("revelación") a un personaje privilegiado de la historia (obviamente de un modo ficticio, porque ese personaje ya ha muerto hace tiempo, el sentido es simbólico). Estos escritos son los apocalipsis.

Los muchos apocalipsis que conocemos tienen un estilo característico de escribir. El punto de partida es que un enviado de Dios (generalmente un ángel) interpreta a ese personaje importante de la historia (Henoc, Daniel, Baruc… Juan) las cosas que están ocurriendo, pero lo hace en un lenguaje figurado (seguramente para que no sea comprendido por los opresores y perseguidores). Y lo hace usando un lenguaje que es simbólico en los números, los colores, los animales…

El libro que conocemos como “Apocalipsis” intenta sostener la esperanza y la resistencia de las comunidades de Asia Menor (hoy Turquía) que están siendo hostigadas por los romanos (por partes de las autoridades hay obligación de reconocer al Emperador como un dios; hay prohibición de comprar o vender a quienes no lo hacen, y, a veces, hay martirios). El contraste entre una “bestia” (Roma) y un “cordero” (Cristo) resulta evidente, el “rojo” (la sangre martirial) y el “blanco” (la resurrección), entre una ciudad y prostituta (Roma) y otra ciudad y novia (Jerusalén), una que viene de abajo, del mar (lugar de los demonios, de donde proviene la armada romana) y otra que viene de arriba (Jerusalén del cielo, la Iglesia), una que persigue y mata durante 10 años y otra que vencerá 1000… Lo que se está “revelando”, entonces, a las comunidades, es que el representante del dragón (el diablo), que es la “bestia” (Roma), matará a los cristianos por un breve tiempo; suele hablarse de 1260 días, o de 42 meses, o de 3 años y medio, - todo es lo mismo – que es el tiempo que dura la persecución, es decir la mitad de 7, que es el número de la plenitud, número del triunfo definitivo del cordero, de la Jerusalén celestial. La “revelación” (apocalipsis), entonces, no es algo terrible que vendrá, sino algo terrible que está ocurriendo cuando se escribe el libro, y ante lo que se anuncia a los lectores de aquel tiempo que Dios acompaña la vida de su pueblo y no se desentiende de ella y que eso es algo que pronto cambiará.

El apocalipsis, entonces, no escribe sobre cosas que van a ocurrir, sino que “revela” el sentido de las cosas que ya están ocurriendo cuando se escribe el libro. Y no son "cosas que pasan” sino que hay un pueblo enemigo (los griegos primero, los romanos después) que persigue al pueblo de Dios y, ante esa crisis (¿Dónde está Dios?), alguien escribe de su parte invitando a resistir con aguante (ambas palabras son frecuentes en estos libros), a confiar que de parte de Dios viene la vida y el jinete del caballo blanco (la resurrección) triunfará sobre aquellos que montan los caballos negro, verdoso y rojo (de la injusticia social, el agotamiento y la muerte violenta; 6,2-8; 19,11). En esta nueva era por venir ya no habrá mar, ni templo, ni noche ni maldición (21,1.22.23.25; 22,3). El Apocalipsis, entonces, no es algo terrible que vendrá sino que, en tiempos de persecución y martirio, es un anuncio de la vida que se avecina. Y por eso, el Espíritu y la Iglesia, novia, dicen ¡Ven! (22,17).

 

Imagen tomada de https://elitediario.com/las-terribles-profecias-del-apocalipsis/

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