jueves, 1 de septiembre de 2022

Los judíos ¿mataron a Jesús?

Los judíos ¿mataron a Jesús?

Eduardo de la Serna



En la antigua liturgia, antes de la feliz reforma conciliar, en la oración universal del Viernes Santo se rezaba por “los pérfidos judíos”. Cruel ironía en la que nosotros, tan buenos, rezamos por los malvados. Y rezamos porque nuestra bondad es excelsa, aunque los judíos, “deicidas”, es decir, asesinos de Dios, seguramente no se convertirán (al cristianismo, por supuesto). Como digo, felizmente esa atrocidad se reformó (aunque el Papa Benito XVI la restauró para luego ser nuevamente anulada por Francisco).

En realidad, especialmente desde que el cristianismo fue religión oficial en Europa, con algunas excepciones, el judaísmo fue rechazado, perseguido y expulsado. La gravedad del hecho de haber 'matado al Hijo de Dios' no era fácil de perdonar. Y así se configuró como judío al avaro, al usurero, y – en castellano – al “ladino”, que significa taimado, tramposo y, en su origen (ver RAE) refiere al judío español [un ejemplo más, y evidente, de cómo el lenguaje está cargado de ideología y deberíamos modificar… y vale también para lo patriarcal, lo homofóbico, etc.].

Ahora bien, ¿hoy podemos seguir sosteniendo que “los judíos mataron a Jesús”? Porque, es cierto - además - que, aunque así fuera, ninguna responsabilidad tendrían hoy los descendientes lejanísimos de los asesinos de ayer, pero, además, resulta que nada indica que “los judíos hayan matado a Jesús”. Veamos.

Un dato casi seguro de la muerte de Jesús es su muerte en cruz. Muerte cruel, sádica, humillante y ejemplificadora. Y, hemos de recordar, una muerte ejecutada por los romanos (“padeció bajo el poder de Poncio Pilato”). Lo que señalan los Evangelios es que Pilato no ve motivo para condenarlo, por lo que debe ser convencido por “los judíos” de hacerlo. Marcos dice que Pilato se daba cuenta que lo habían entregado por “envidia” y los sumos sacerdotes “incitaron” a la gente para pedir la libertad de Barrabás y no la de Jesús (15,10-11). La envidia es, para algunos escritos, algo propio del diablo (Sab 2,24) e “incitar” es subvertir, provocar (Lc 23,5). En Lucas, la que pide la condena de Jesús es “la muchedumbre” (23,18), sin que se señale responsabilidad o no de las autoridades judías que, eso sí, son las que presentan la acusación (23,2). En Juan, puesto que Pilato pretende soltarlo, “los judíos” gritan que no sería amigo del César si lo hiciera (19,12). El Evangelio más importante, utilizado para alimentar la judeofobia, es Mateo en la que se repite la convicción de Pilato de la “envidia” y la “persuasión” (“convencer”, ver 28,14) de los sacerdotes a la “muchedumbre”, se refuerza porque Pilato, como signo de que él no es responsable de ese crimen se lava las manos (27,24) y “todo el pueblo respondió, ‘su sangre sobre nosotros y nuestros hijos’…” (27,25).

Señalemos algunos elementos antes de mirar estos textos: el procurador, Pilato en esta ocasión, vivía con una guarnición militar en Cesarea (122 kms de Jerusalén) y se trasladaba a la ciudad capital de los judíos solamente para las grandes fiestas, como la Pascua, para garantizar que no hubiera tumultos o provocaciones. Allí se asentaba en una torre lindera del Templo. Pero desde hacía ya muchos años, el gobernante (rey, procurador, o quien fuere) tenía poder para poner o deponer al sumo sacerdote. Esto es indicio evidente de que, aunque las relaciones no fueran cordiales ni se comprendieran, había, entre ambos, procurador y sumo sacerdote, criterios en común. Evitar los tumultos era uno de ellos. Por tanto, es posible que los sumos sacerdotes (en realidad solo había uno, pero se suele usar el plural para indicar a unos pocos que lo secundaban) hayan presentado una denuncia contra Jesús a raíz de los tumultos provocados por él en el Templo. Pero, sin duda, Pilato también debe haber visto con preocupación a uno que llega para la fiesta y es reconocido por la “muchedumbre” como “rey” (¡nada menos! algo intolerable para Roma) en su llegada a la ciudad, y que, además, deja claro que el César no es Dios y está usurpando el lugar de Dios con su propaganda imperial en las monedas. De hecho, Juan revela una disconformidad entre Pilato y “los judíos” en el cartel sobre la cruz, porque Pilato afirma asesinar al “rey de los judíos”, mientras los judíos no lo reconocen así (19,19-21). La ciudad, además, solía llenarse de peregrinos (por eso iba el procurador para asegurar el orden) que iban – en este caso – a preparar la comida pascual con sus familias. Es verdad que una crucifixión tenía, además, una cuota de espectáculo sádico (Lucas habla de los que fueron a ver “el espectáculo”, 23,48) y que, además, al ubicarse las cruces en una de las puertas de la ciudad, fuera de la misma, tenía la finalidad de que la ejecución fuera vista – ejemplarmente – por todos los peregrinos.

Señalemos, entonces, algunos elementos: Marcos tiene una clara intención de mostrar, en el final de su vida, a un Jesús que cada vez queda más solo… abandonado del pueblo, abandonado de los discípulos, abandonado hasta de Dios. La comunidad de Marcos, que padece la violencia y la muerte, está invitada a verse reflejada en Jesús que, como ellos, padece el abandono y el escarnio.

Lucas quiere mostrar un Jesús que en todo momento reconcilia y desde la cruz derrama su misericordia, Pilato y Herodes se hicieron amigos, un ladrón junto a Jesús recibe el perdón, el mismo que Jesús da a todos, “porque no saben lo que hacen” y la muchedumbre, que fue a ver el espectáculo vuelve “golpeándose el pecho” en señal de arrepentimiento.

Juan escribe en una ciudad donde pareciera que todos están en contra de la comunidad del discípulo amado. Hay – "afuera" – un “mundo” adverso, discípulos de Juan bautista que lo reconocen a él como Mesías, hay malos cristianos y ¡hay judíos! Solo los discípulos de la comunidad son hijos de la luz, de la verdad, de la vida. Es razonable, en Juan, que Pilato no sepa qué es la verdad, que los guardias “de los sumos sacerdotes y los fariseos” vayan a capturarlo con “antorchas y lámparas” y que “los judíos” digan no tener “más rey que el César”. Todos ellos son adversarios de Jesús en este Evangelio.

Mateo, como dijimos, es el más duro y, sin duda, el que ha sido la causa de la acusación de la “perfidia” de los judíos. Al fin y al cabo, aquí, “el pueblo” se hizo responsable de la sangre del justo. Ellos y sus hijos. Curiosamente, Jesús “salvará a su pueblo” (1,21), es “pastor de mi pueblo” (2,6) ya que “el pueblo que habitaba en tinieblas ha visto una gran luz” (4,16) porque Jesús “sanaba toda enfermedad en el pueblo” (4,23), pero, sin embargo, “el corazón de este pueblo” se ha endurecido (13,15) y el “corazón de este pueblo” está lejos de mí (15,8; ambas son citas de Isaías). Pero las autoridades religiosas son sacerdotes o escribas “del pueblo” y quieren evitar que los discípulos “prediquen al pueblo” la resurrección (27,64). En la comunidad de Mateo se ve patente un conflicto interno: ¿quién es el verdadero Israel? ¿Los discípulos de los fariseos (los rabinos) o los discípulos de Jesús (los cristianos, la Iglesia)? El tiempo era de crisis [fines del siglo I] y cada uno intentaba fortalecer su propia identidad (o cuestionar la del adversario). Se podrían poner decenas de ejemplos de esto de un lado y del otro. Lo cierto es que Mateo quiere decirle a su comunidad que Israel ha rechazado ser “el pueblo de Dios” y por eso “se les quitará el reino de Dios para dárselo a un pueblo que rinda sus frutos” (21,43), es decir, la Iglesia. Como puede verse, la frase de "su sangre sobre nuestros hijos" tiene directa relación con la comunidad de Mateo y su conflicto con los rabinos de su tiempo; de ninguna manera ha de entenderse en una clave histórica que ha comprometido a los judíos para siempre.

Es difícil dudar que la responsabilidad principal del asesinato de Jesús recayó en la autoridad romana, aunque, es posible, que unos (muy pocos) de la elite sacerdotal lo hubieran alentado o acompañado. Responsabilizar a un pueblo (y hacerlo violentamente a lo largo de siglos y siglos) parece hablar más de la perfidia de muchos “cristianos” que de un extraño compromiso que la boca de unos pocos habría sellado la suerte de todo un pueblo para siempre.

 

Pintura de judíos en el infierno tomada de https://es.wikipedia.org/wiki/Antijuda%C3%ADsmo_cristiano#/media/Archivo:12th-century_painters_-_The_Garden_of_Delights_(detail)_-_WGA15932.jpg

 

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