Las cosas por su nombre… los mapuche no son argentinos
Eduardo de la Serna
Empiezo
con una precisión: por lo que sé es incorrecto hablar de “mapuches” ya que el
sufijo “che” en mapugundun significa “gente de”; es, entonces, un
gentilicio: “gente de la tierra”, por lo que sería incorrecto utilizar el
plural. El plural (según la RAE) solo se admitiría en “lengua literaria”, no en
el cotidiano (ver voz “gente” en el Diccionario panispánico de dudas).
Y
señalo esto por una cuestión que entiendo elemental: se trata de entender a
aquellas personas con las que voy a dialogar, a estar o no de acuerdo, por
ejemplo, pero a las que quiero conocer, entender y a partir de entonces
encontrarme. Otro elemento a tener en cuenta es lo geográfico. Así como para
los guaraníes el rio es espacio de encuentro y no un límite, es paso y no
barrera, lo mismo – así lo señala el museo Mapuche de Temuco, Chile – lo es la
cordillera para los mapuche.
Ya
pasamos aquellos tiempos en los que para gestar un “Estado nación” todo debía
ser “uniforme”, unívoco (e incluyo el único dios en esto, por cierto). Así, se
volvió necesario en la América hispana, con mayor o menor suceso, ser “uniformes”,
ni negros, ni “indios”, ni judíos ni moros… (no es muy diferente de lo que hace
España cuando expulsa a judíos y moros en 1492, y la “santa Inquisición” se
dedica – particularmente – a combatir contra protestantes). Los Estado-nación
de América latina debían ser lo más uniformes posible. Y así se logró que países
como la Argentina fueran vistos casi como europeos. “Sin negros ni indios” y “país
católico”, se decía.
Pero,
con el tiempo, pudimos ver que hay otros paradigmas. Países como Bolivia “osan”
decir que son un “Estado plurinacional”: son varias naciones dentro del Estado.
Otros países como Canadá o España – pasados los tiempos autoritarios en que Joan
Manuel Serrat era prohibido por pretender cantar en catalán – conviven, con las
tensiones normales de la convivencia, por cierto, con “autonomías” (o los “inuit”
en Canadá).
El
problema empezó, quizás, como tantas veces, cuando “compramos” el discurso de
los vencedores, y nos olvidamos que “eso quiere decir que hay otra historia”. El
estado-nación Argentina, blanca y católica (y así, además, nos vendimos ante el
exterior) no da cabida para “otros” a menos que se sometan a nuestro “ser
nacional”. Al fin y al cabo, no somos Bolivia, Perú, Ecuador, Guatemala,
México, por ejemplo, países “llenos de indios”. Y, si en todo caso, habitantes
del noreste hablan guaraní o del noroeste hablan quecha es solamente algo “pintoresco”.
Artesanía.
Y,
como, además, no solamente la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana es el
pilar de la patria, la otra pata que nos sostiene es el ejército. Y este, con
la gallardía que lo caracteriza ocupó territorios en los que habitaban antes
los que “no son”. La última cucarda fue la campaña al desierto, tan dignamente
destacada en el último “gobierno militar” (sic). Queda algo que puede confundir,
y en mi caso lo logra, y es un gobierno llevado adelante por militares que
defienden apropiadores extranjeros, particularmente británicos, asesinando,
deportando o esclavizando nacionales (a lo mejor eso sirva para entender algo
de Malvinas, supongo). No parece muy distinto de las actuales apropiaciones por
la fuerza de territorios ocupados ancestralmente por campesinos o indígenas que
hoy son expulsados por desmontes e incendios provocados desde el poder.
Lo
cierto es que el sur, tan despoblado, ocupado en su inmensa extensión con
indígenas – muchos de ellos finalmente aniquilados, hasta el punto que no queda
ni uno o una; al fin y al cabo, envenenar ballenas encalladas, que serán su
alimento no es algo demasiado complicado – fueron apropiados por los grandes
apellidos que “hicieron patria” … Porque para algunos, la patria no “es el otro”
sino que “la patria soy yo”, remedando los autoritarios de aquí y allá.
Antes
que Argentina existiera estaba allí, pero, ahora que Argentina “es”, sobra… o
se “adapta” o debe desaparecer, parece la idea.
Sería
importante saber que los mapuche no son argentinos… y tampoco son chilenos.
¡Son mapuche! Y si nos reconociéramos, como la constitución invita a verlo,
como un estado plurinacional otra sería la convivencia. Pero mientras el poder
hegemónico siga hablando de “terrorismo” (parece que el hecho de que, ante las
apropiaciones y cautiverio en tiempos del general Roca, que las mujeres
estrellaran sus hijos contra una pared antes que fueran esclavizados, no era
visto como algo “terrorista”). Terrorista siempre es si es de los otros, lo nuestro
se llama “civilización”, ¡qué duda cabe!
Reconocer
la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos.
Foto tomada de https://journals.openedition.org/nuevomundo/67326?lang=es
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Cualquiera puede comentar y no será eliminado, aunque no este de acuerdo con lo dicho, siempre que sea respetuoso (caso contrario, será borrado). Pero habitualmente no responderé los comentarios, ni unos ni otros, para no transformar este blog en un foro. De todos modos, podrán expresar su opinión.