miércoles, 19 de octubre de 2022

Teresa de Ávila no es “reformadora”

Teresa de Ávila no es “reformadora”

Eduardo de la Serna



A raíz del nombramiento del nuevo obispo auxiliar de Quilmes, el actual obispo, Carlos Tissera dijo esto:

En este día de Santa Teresa de Ávila, gran reformadora de la Iglesia, con su intercesión le pedimos al Señor que nos ayude para seguir renovando nuestra Iglesia de Quilmes con la fuerza y la alegría del Evangelio.

No haré ninguna referencia ni al nuevo obispo, ni a la nota del obispo; no tengo – al menos por ahora – ningún motivo para hacer comentarios, ni negativos ni tampoco positivos… como dice el dicho, “en la cancha se ven los pingos”. Lo que quisiera es comentar algo a partir de una mala imagen que existe sobre Teresa, a la que quizás, sin intención hizo referencia el Obispo, y sobre la que quisiera aportar. No es otra la intención de estos párrafos.

Como se sabe, Teresa (1515-1582) entra en la orden del Carmen (1535). Después de mucho tiempo, decide empezar una nueva experiencia (1562) y comienza a fundar una importante cantidad de comunidades (17), por ser en cierta continuidad con lo que había empezado, lo llamará “Carmelo descalzo”. Aunque, dada la novedad, sus comunidades no dependen del provincial "carmelita" sino del obispo del lugar.

A la muerte de Teresa, ya bastante acotada, perseguida, “rodeada” por la estructura eclesiástica en vida de la Santa, la Orden queda a cargo de Nicoló Doria (1539-1594). Él, no solamente buscó ralear a todo el círculo teresiano (Ana de san Bartolomé, Ana de Jesús, María de san José, Juan de la Cruz…) sino que buscó “encerrar” toda la novedad que Teresa había traído. 

María de san José en Lisboa, Ana de Jesús y Ana de san Bartolomé en Francia y Países Bajos, Gracián expulsado de la órden en Túnez y Juan de la Cruz destinado a México donde no puede ir por salud: afirma que se dirige "a indias mejores" (+ 1591).

No solamente empezó, por ejemplo, a reducir la importancia que Teresa daba en la vida comunitaria a la recreación, sino a “domesticar” todo lo que Teresa hizo. Es allí que empezó la imagen, por siglos dominante, de que ante la relajación que Teresa encuentra en los carmelos de su tiempo, ella decide “reformar” para lo cual empieza un proyecto más rígido, piadoso, y fiel. Así empieza, ante todos, la imagen de Teresa como una “gran reformadora”. Pera más, vive en la época de la “contrarreforma” con lo cual las palabras adquieren sentido ambiguo.

Recién los estudios teresianos del s. XX y XXI empiezan a dejar claro que Teresa no es “reformadora” sino que es “fundadora”. Ella no reforma el Carmelo, sino que crea algo totalmente nuevo. La imagen de Teresa como reformadora es una imagen tradicionalista de la mujer que viene “a poner orden” y hacer más religioso el descontrol de la mundanidad. No es esa Teresa. Teresa es esa “inquieta y andariega” que rompe con los esquemas y empieza algo totalmente nuevo. Para su tiempo y para la Iglesia. Es, precisamente, por tanta novedad que Teresa debe confrontar con tanto poder eclesiástico que pretende acotarla o silenciarla; así – a modo de ejemplo claramente ilustrativo – mientras ella cantaba “juntos andamos, Señor” hubo de modificarlo (¿a quién se le ocurre?) por “juntos andemos, Señor”.

Cuando se preparaba el reconocimiento de Teresa de Lisieux como doctora de la Iglesia (1997), un teólogo, perito de una de las congregaciones que debían dar el acuerdo, afirmó que de ninguna manera podría serlo ya que Pablo afirma que las mujeres deben “callar en la Iglesia” (sic). Ignoraba el perito que Teresa en primer lugar, y Catalina semanas después habían sido proclamadas tales (1970). Parece que la mujer Teresa, capaz de enseñar, de escribir, de tomar la palabra resultaba – todavía en los albores del s.XXI – motivo de escándalo. Era comprensible, así, que se la presentara como reformadora, que ante una Iglesia mundana y poco “religiosa” fue necesaria para mostrar a los ojos de todos una Iglesia “como Dios manda”.

Como Teresa había sido canonizada no se la podía negar. Se dedicaron entonces a “domesticarla”:

«¿Fundadora o Reformadora? Para sus discípulos, Teresa de Jesús fue siempre la madre Fundadora. Los discípulos del padre Doria la recibieron, al fin, pero como «Reformadora», escudándose en ella y atribuyéndole su propio ideal; con esta habilísima maniobra aseguraron su existencia para muchos años» (Ildefonso Moriones ocd, El P. Doria y el carisma teresiano, Pamplona 2017 2ª ed., p.139).


Foto tomada de https://www.cine-de-literatura.com/2015/04/tresa-de-cepeda-y-ahumada-teresa-de.html

1 comentario:

  1. Estoy viendo la serie española sobre la vida de Sta Teresa. Es de la década del 80 y la pintan como una fundadora incansable, más en línea con lo que plantea la nota.

    ResponderBorrar

Cualquiera puede comentar y no será eliminado, aunque no este de acuerdo con lo dicho, siempre que sea respetuoso (caso contrario, será borrado). Pero habitualmente no responderé los comentarios, ni unos ni otros, para no transformar este blog en un foro. De todos modos, podrán expresar su opinión.