martes, 29 de noviembre de 2022

Comentario a las lecturas bíblicas, 2º domingo de adviento A

“El reino se está acercando”, lo dice el profeta

SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO -  "A"
Eduardo de la Serna



Lectura del libro de Isaías     11, 1-10

Resumen: La situación de devastación lleva a fortalecer la esperanza en que la dinastía de David volverá renovada. Y de allí surgirá  quién se deje conducir por el espíritu de Dios para hacer justicia en especial a los pobres y oprimidos. Es que la situación de los pobres corroe el interno de la vida del pueblo, por lo que en el tiempo futuro ideal no habrá cabida para la violencia y el miedo.


La imagen del tronco es metáfora de devastación y aniquilamiento (cf. 6,13). Los bloques anteriores (7,1-9,6 y 9,7-10,34) ya venían señalando que el juicio de Dios se manifestaría como devastación. El texto parece señalar la concreción del mismo. Pero este tronco es “de Jesé”, es decir, del padre de David; la dinastía que da fundamento a la monarquía en Judá se remonta a sus mismos orígenes. Quizás así se quiera señalar un “nuevo comienzo” en momentos críticos. 

Como es habitual, lo que se espera del rey es que esté lleno del espíritu de Dios (1 Sam 10,10; 16,13), sólo así puede ser un rey “como Dios manda”, es decir, fiel a la voluntad de Dios de instaurar el “derecho y la justicia”. Es el espíritu necesario para poder llevar adelante la misión que Dios le encomienda. En este caso se señala la cualidad de este espíritu presentado en tres pares de cualidades: “sabiduría e inteligencia” (cf. 1 Re 3,14-15; Is 9,5), “planificación y fuerza” (Is 36,5; cf. 1 Re 15,23; 16,5.27; 22,46. Como en 9,5 la fuerza no está al servicio de la guerra, sino de la paz), “conocimiento y temor de Yahve”. Estas características son propias de los reyes de Medio Oriente.  

«Míos [dice la sabiduría] son el consejo y la habilidad, yo soy la inteligencia, mía es la fuerza. Por mí los reyes reinan y los magistrados administran la justicia» (Pr 8:14-15). El rey tiene la plenitud de la capacidad para “juzgar”, que es tarea propia del “monarca”, y esta está expresada como hacer justicia a los pobres, liberar con su fuerza a los que no la tienen. El “temor de Dios”  es obedecerlo, respetar su ley. El texto refuerza esta última cualidad señalando que el temor de Dios “lo inspirará”.

Nota: la versión griega reemplaza la referencia al “temor” del último par por la “piedad” y mantiene el “temor” en el refuerzo, con lo que las características del rey esperado pasan a ser siete. De aquí fue tomado, tardíamente, el tema de los así llamados “siete dones del Espíritu Santo”.

Es interesante destacar que si es propio del rey, juzgar, aquí no se señala a la “obra de gobierno” sino su actitud con respecto a los pobres y oprimidos. La “rectitud” es sinónima de la justicia como se nota en el paralelismo (v.4); es propio del rey Yahvé (Sal 45,7; 67,5; Mal 2,6). Es justicia que se ejerce con la boca (ver v.4b) en sentencias justas en favor del pobre.

Este rey es “fiel” (’emunác). La fidelidad de Dios a su pueblo se manifiesta en la fidelidad de aquel al pueblo (Sal 33,4-5; 36,6-7; 40,11; 88,12-13; 96,13; 98,2-3…), ser fiel a su pueblo es la garantía de fidelidad del rey a Dios. Lo que devasta al pueblo no son enemigos externos, sino que es la injusticia, la fuerza de los malvados que oprimen a los pobres. Esto debe ser desarmado como lo señala claramente el programa del rey ideal (Salmo 72); en el nuevo tiempo inaugurado por la dinastía renovada no habrá víctimas de la violencia interna que deshace el país.

Este tiempo futuro será metafóricamente tiempo ideal de paz. No en el sentido de un paraíso perdido, pero sí en cierta semejanza a una armonía ideal. Es propio de la escatología bíblica imaginar los tiempos futuros como se imaginan los tiempos primeros. Los pares violentos de las parejas animales abandonan toda violencia y agresividad. Gen 1,30 ya había planteado que en el proyecto original de Dios no había lugar a la muerte, y la alimentación de todos sería vegetal, aquí como allí el león comerá paja con el buey. El miedo y la violencia han desaparecido porque el país “está lleno del conocimiento de Yahvé” (v.9); ya no se esperará a comer del “árbol del conocimiento” puesto que toda la tierra estará inundada de ese “conocimiento”.

El texto concluye con una nueva unidad comenzada por “en aquel día” (ver v.11.12; 12,1). La referencia a “Jesé” une el texto con lo anterior, mientras que la referencia al “día” futuro lo une con lo que sigue, en este caso ligado a la vuelta de los desterrados (algo más bien propio del llamado “Segundo Isaías”, como también la imagen del “nuevo éxodo”, cf. v.15).



Lectura de la carta de san Pablo a los cristianos de Roma     15, 4-9

Resumen: dos unidades diferentes son integradas en el texto litúrgico, una que refiere a los fuertes y los débiles, donde los primeros deben preocuparse seriamente de los segundos. Y otra referida a las judíos y los paganos que juntos buscan que Dios sea glorificado en sus vidas.


Como se señaló la semana pasada, la parte exhortativa de la carta a los romanos es motivo de debate entre los estudiosos. En el texto de hoy, está llegando a su fin para dar pasos a los saludos conclusivos. Con algunas reminiscencias a 1 Corintios, que probablemente la inspira, Pablo habla de la responsabilidad de los “fuertes” con los “débiles” (algo de lo que viene hablando desde 14,1 y parece concluir en 15,6 con la fórmula solemne “Dios y Padre de nuestro Señor Jesús, el Cristo”, cf. 5,11.21; 6,23; 7,25; 8,39). Esta unión entre unos y otros es destacada –ya a modo de conclusión de la carta, retomando lo que la motivó desde el comienzo- a la actitud de Cristo con los judíos y los paganos (15,7-13). A partir de v.14 Pablo finaliza dando algunas informaciones sobre su situación y sobre sus proyectos (15,14-33) y todo el cap. 16 envía saludos a diferentes personajes y a su vez destaca los saludos que algunos, que están cerca de él, les envían a los romanos. 

La unidad, entonces, integra el párrafo conclusivo de la perícopa sobre los fuertes y los débiles (15,1-6) y la unidad conclusiva de toda la carta (15,7-13). El texto litúrgico comienza con la digresión conclusiva de la primera unidad, y con el comienzo de la segunda, omitiendo la cadena de citas bíblicas (vv.9-12) y la oración conclusiva (v.13) de la segunda.

La referencia a los fuertes y los débiles parece que alude a los “débiles en la fe” (14,1) por lo tanto la relación está dada en las prácticas religiosas en las que unos creen que debe sostenerse la fe, mientras los fuertes se desentienden de eso. Para Pablo, la fe no consiste en una lista de preceptos, en una serie de prácticas religiosas a realizar, sino en la convicción de que la fe en sí misma es suficiente. Pero no se trata de una fe individualista ya que los fuertes (entre los que Pablo se cuenta a sí mismo, 15,1) deben sostener a los débiles, seguramente preocupados por los escrúpulos. Llevar unos las cargas de otros (cf. Ga 6,2) nos une a Cristo (15,1). En un ambiente en el que el honor era una suerte de “prioridad absoluta”, Pablo invierte el esquema cultural poniendo en el otro, especialmente en el débil la dedicación, en lugar de valerse de ellos, nuestra responsabilidad es “cargar” su debilidad. Para esto, se debe buscar “agradarle”, no buscar el propio agrado. No se trata de un preocuparse “genérico” sino preciso y concreto, se trata de un mirar sensiblemente la conciencia de los débiles (cf. 1 Cor 8,7.12; 10,29). Y esto, planteado como “edificación”, algo característico de Pablo (1 Tes 5,11; 1 Cor 14,12.26; 2 Cor 10,8; 12,19; 13,10. La solidaridad es el criterio fundamental. 

La búsqueda de la concordia mutua entre unos y otros (los fuertes y los débiles) parece el tema central de la primera parte, reforzada con la cita explicita de Sal 69,10 leída cristológicamente. Señalando el texto de modo cristológico en referencia a Jesús en su pasión. Este tema (“tener los unos con los otros los mismos sentimientos”, v.5) es frecuente en toda la exhortación: 12,10.16; 13,8; 14,13.15.19. Acá recurre al ejemplo de Cristo (v.3) como ejemplo a imitar de ese amor por los débiles, de no mirar su propia complacencia y su solidaridad. 


Sal 69,10 (hebr.)
Sal 64,10 (LXX)
Rom 15,3
Los insultos de los que te insultan caen sobre mi
Los ultrajes de los que te ultrajaron cayeron sobre mi
Los ultrajes de los que te ultrajaron cayeron sobre mi


Así se tratarían de palabras que Cristo se apropia para animar al cristiano a la solidaridad.

La referencia a los escritos del pasado (del cual el salmo es un ejemplo) para enseñanza nuestra establece un criterio hermenéutico (cf. 1,2), pero enseñanza en lo tocante a la vida cristiana. “lo escrito” es una invitación contante a esta hermenéutica en toda la carta. Dos elementos aparecen ligados a los efectos de las Escrituras en nosotros: consuelo (paráklêsis) y resistencia (hypomonê) y ambas promueven la esperanza como causa y efecto. Dios mismo se revela como Dios de la resistencia y el consuelo (v.5) y Pablo pide que Él “les” conceda “unanimidad” en una sola voz (lit. “boca”). Más que una oración se trata de un deseo de Pablo (cf. 12,5.10.16; 13,8; 14,13.19). Pero la unanimidad no se trata de uniformidad, precisamente en una unidad donde rescata las diversidades, pero alienta a la solidaridad. Es “una-anima” como Cristo que no buscó su propio placer. El término en hebreo en Qumrán alude a la coparticipación en la comunidad. En Hechos (10 veces) alude a la concordia y armonía comunitaria, no a la “unanimidad” entendida como “uniformidad” (1,14; 2,46; 4,24; 5,12; 7,57; 8,6; 12,20; 15,25; 18,12; 19,29). 

“Comerán juntos, bendecirán juntos y juntos tomarán consejo” (Regla de la comunidad, 1QS 6,2-3) [es interesante que a diferencia de Pablo que afirma que los fuertes deben sostener a los débiles, la regla de Qumrán afirma –en este mismo texto- que “el pequeño obedecerá al grande en el trabajo y en el dinero”]

La “una voz” debe pensarse, entonces, como una suerte de coro, el respeto a la diferencia, la armonía. El objetivo final es la “gloria de Dios” (v.6), el reconocer su grandeza.

La segunda unidad, deja el tema de los fuertes y los débiles y retoma un tema central de toda la carta que es el de los judíos y los paganos. Muchos elementos que se encuentran en la carta son aquí retomados a fin de darle síntesis: la “verdad de Dios” (1,25; 8,7), “las promesas a los padres” (4,9-22; 9,4.8-9), la “misericordia” a los paganos (9,15-18.23; 11,30-32).

La gloria de Dios vuelve a ser retomada (v.7) para integrar a los “circuncisos” (= judíos) y para los gentiles (v.9). Para afirmar esto, relee una serie de textos bíblicos encadenados por un simple “y también” (kaì palin, vv.10.11.12) y concluir con un breve deseo-oración de que ese Dios que era mencionado como de la “resistencia y el consuelo” (v.5), ahora es mostrado como “Dios de la esperanza” (recordar que los tres términos se encuentran en v.4). [Curiosamente el texto de Romanos (v.12) incluye entre estas citas la referencia a la “raíz de Jesé”, de Isaías que se encuentra en la primera lectura, pero no está incluido ese verso en el fragmento litúrgico de Romanos que finaliza en v.9].


Evangelio según san Mateo     3, 1-12

Resumen: Juan el Bautista predica como profeta semejante a Elías a gente de diferentes regiones que se acercan a él para ser bautizados, y les anuncia que Dios está empezando a reinar en alguien que viene y que es más importante que él mismo. Pero para recibirlo será necesaria una auténtica conversión, no solamente de palabra sino en frutos concretos.

Siguiendo al Evangelio de Marcos, aunque añadiendo elementos propios y elementos del Documento Q, Mateo presenta los acontecimientos previos al ministerio de Jesús. Podríamos resumirlos de esta manera: 

a) Presentación de Juan, el Bautista, 
b) Bautismo de Jesús y 
c) Tentaciones en el desierto. 

La liturgia –como corresponde al tiempo de Adviento- presenta a Juan como quien “prepara el camino del Señor”, es decir, la primera de las tres escenas mencionadas. Señalamos en tres columnas los tres evangelios sinópticos para que sea fácil de visualizar lo que Mateo toma de sus fuentes y lo que le es propio (como corresponde, se deja espacio en lo que no es paralelo, aunque hay que notar que algunas frases se encuentran desplazadas).


           Mateo 3,1-12
            Mc 1,2-8
           Lc 3,1-18






















1 Por aquellos días aparece Juan el Bautista, proclamando en el desierto de Judea:

 2 «Conviértanse porque ha llegado el Reino de los Cielos».
 3 Este es aquél de quien habla el profeta Isaías cuando dice: Voz del que clama en el desierto: Preparen el camino del Señor, enderecen sus sendas.








 4 Tenía Juan su vestido hecho de pelos de camello, con un cinturón de cuero a sus lomos, y su comida eran langostas y miel silvestre. [= Mc 1,6]
 5 Acudía entonces a él Jerusalén, toda Judea y toda la región del Jordán,
 6 y eran bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados.




 7 Pero viendo él venir muchos fariseos y saduceos al bautismo, les dijo: «Raza de víboras, ¿quién les ha enseñado a huir de la ira inminente?
 8 Den, pues, fruto digno de conversión,  9 y no crean que basta con decir en su interior: «Tenemos por padre a Abraham»; porque les digo que puede Dios de estas piedras dar hijos a Abraham.
 10 Ya está el hacha puesta a la raíz de los árboles; y todo árbol que no dé buen fruto será cortado y arrojado al fuego.
































 11 Yo los bautizo en agua para conversión; pero aquel que viene detrás de mí es más fuerte que yo, y no soy digno de llevarle las sandalias. El los bautizará en Espíritu Santo y fuego.


 12 En su mano tiene el bieldo y va a limpiar su era: recogerá su trigo en el granero, pero la paja la quemará con fuego que no se apaga».
2 Mira, envío mi mensajero delante de ti, el que ha de preparar tu camino.
 3 Voz del que clama en el desierto: Preparen el camino del Señor, enderecen sus sendas,















 4 apareció Juan bautizando en el desierto, proclamando un bautismo 

de conversión para perdón   de los pecados.






















5 Acudía a él gente de toda la región de Judea y todos los de Jerusalén, y eran bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados.
 6 Juan llevaba un vestido de pie de camello; y se alimentaba de langostas y miel silvestre.
























































7 Y proclamaba: «Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo; y no soy digno de desatarle, inclinándome, la correa de sus sandalias.  8 Yo los he bautizado con agua, pero él los bautizará con Espíritu Santo».







En el año quince del imperio de Tiberio César, siendo Poncio Pilato procurador de Judea, y Herodes tetrarca de Galilea; Filipo, su hermano, tetrarca de Iturea y de Traconítida, y Lisanias tetrarca de Abilene;
 2 en el pontificado de Anás y Caifás, fue dirigida la palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto.
3 Y se fue por toda la región del Jordán proclamando un bautismo 

de conversión para perdón de los pecados,

 4 como está escrito en el libro de los oráculos del profeta Isaías: Voz del que clama en el desierto: Preparen el camino del Señor, enderecen sus sendas;
 5 todo barranco será rellenado, todo monte y colina será rebajado, lo tortuoso se hará recto y las asperezas serán caminos llanos.
 6 Y todos verán la salvación de Dios.






7 Decía, pues, a la gente que acudía para ser bautizada por él:











«Raza de víboras, ¿quién les ha enseñado a huir de la ira inminente?
 8 Den, pues, frutos dignos de conversión, y no anden diciendo en su interior: «Tenemos por padre a Abraham»; porque les digo que puede Dios de estas piedras dar hijos a Abraham.
 9 Y ya está el hacha puesta a la raíz de los árboles; y todo árbol que no dé buen fruto será cortado y arrojado al fuego».
 10 La gente le preguntaba: «Pues ¿qué debemos hacer?»
 11 Y él les respondía: «El que tenga dos túnicas, que las reparta con el que no tiene; el que tenga para comer, que haga lo mismo».
 12 Vinieron también publicanos a bautizarse, y le dijeron: «Maestro, ¿qué debemos hacer?»
 13 Él les dijo: «No exijan más de lo que les está fijado».
 14 Le preguntaron también unos soldados: «Y nosotros ¿qué debemos hacer?» El les dijo: «No hagan extorsión a nadie, no hagan denuncias falsas, y conténtense con su soldada».
 15 Como el pueblo estaba a la espera, andaban todos pensando en sus corazones acerca de Juan,   si no sería él el Cristo;
 16 respondió Juan a todos, diciendo: «Yo los bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, y no soy digno de desatarle la correa de sus sandalias. El los bautizará en Espíritu Santo y fuego.


 17 En su mano tiene el bieldo para limpiar su era y recoger el trigo en su granero; pero la paja la quemará con fuego que no se apaga».
 18 Y, con otras muchas exhortaciones, anunciaba al pueblo la Buena Nueva.


Lo primero que llama la atención es que Mateo pone en boca del Bautista lo mismo que dirá Jesús al comenzar su ministerio: “el Reino de los cielos ha llegado” (ver 4,17), y que más tarde anunciará también la Iglesia (10,7), pero enseguida afirma que “este es”, relacionando la llegada del reino con una persona (el dicho de Jesús, en cambio, finaliza allí mismo con lo que deberemos esperar al desarrollo de todo el Evangelio para saber qué es este reino que él predica; especialmente las parábolas, cf. 13,11). Como Juan es parte de la historia, “predica” y “proclama” (v.1) como lo hará Jesús (4,17.23; 9,35) y lo harán también los apóstoles (10,7.27; 24,14; 26,13). Sin embargo hay que destacar que el bautismo de Juan, en Mateo, no es “para perdón de los pecados” como sí lo es en Marcos. El perdón para Mateo ocurrirá en la eucaristía (cf. 26,28).

A continuación destaca que de él habla el profeta Isaías, citando el texto de Is 40,3 (es interesante notar que Lucas extiende la cita a Is 40,3-5; y Marcos añade Mal 3,1 que Mateo citará –siempre en referencia a Juan- en 11,10, como también Lucas 7,27, mostrando que ambos siguen en esto al texto Q). La cita es idéntica a la versión griega de Isaías con la única diferencia que dice “sus senderos” en lugar de “senderos a nuestro Dios”. La diferencia sin embargo es notable por el contexto, como ya lo señalaba Marcos: en Isaías, el desierto es el tema sobre el que la voz habla. Como una suerte de nuevo éxodo (típico del discípulo de Isaías) ya no será el mar el que se abre sino el desierto el que será camino del pueblo de Dios que se dirige a la tierra prometida, y por eso destaca los milagros que acompañarán esto: los montes serán abajados, los valles rellenados (texto que –como se dijo- continúa Lucas). En los Evangelios, en cambio, el desierto es el lugar en el que la voz (= Juan) habla; cosa que queda confirmada no sólo por el contexto, sino por lo que afirma a continuación destacando que comía la comida frecuente en el desierto y allí acudían de toda la región. El tema, entonces ya no es “el desierto” sino “el camino” referido ahora a la vida humana que debe cambiar (“convertirse”). Algo semejante ocurre en Qumrán (también están "en" el desierto):
Y cuando estos existan como comunidad en Israel según estas disposiciones se separarán de en medio de la residencia de los hombres de iniquidad para marchar al desierto para abrir allí el camino de aquel. Como está escrito: ‘en el desierto, preparen el camino de…, enderecen en la estepa una calzada para nuestro Dios’. Este es el estudio de la ley…” (1QS 8,12-14)
Marcos añadiendo el texto de Malaquías nos había señalado que Juan era ese “Elías” que muchos judíos esperaban previo al “Día de Yahvé”. Mateo –como dijimos- lo referirá más adelante, e incluso lo destacará expresamente en 17,13: después que Jesús dice que “Elías ya vino” pero ni lo escucharon e hicieron con él lo que quisieron, Mateo acota: “entonces los discípulos comprendieron que se refería a Juan, el Bautista”. Este paralelo entre Elías y Juan queda reforzado con la vestidura (ya en Marcos): “vestido de pelos de camello y un cinturón de cuero”: cuando un extraño les sale al encuentro a los enviados del rey Ocozías con un mensaje para el rey, éste pregunta: 
« ¿qué aspecto tenía el hombre que les salió al paso y les dijo estas palabras?» Le respondieron: «era un hombre con manto de pelo y una faja de piel ceñida a la cintura». Él dijo: «es Elías el tesbita»” (2 Re 1,7-8). 
Como puede verse, a Mateo le interesa más Juan como profeta y predicador que en cuanto bautizador.

Es oportuno destacar que como ocurre en el castellano, también en griego “desierto” (érêmos) puede significar un lugar árido (p.e. desierto del Sahara) pero también un lugar deshabitado. Ciertamente si se trata del lugar donde Juan habita puede tratarse de ambas acepciones del término, pero al referirse –más adelante- a un bautismo en el Jordán, ha de entenderse en el segundo modo. El término es especialmente bíblico más que geográfico.

No es este el lugar para analizar el tema histórico, hablando de la persona de Juan, de los movimientos bautistas, de los diferentes bautismos, e incluso de la originalidad del bautismo de Juan con respecto a otros rituales. El texto señala algo que sabemos por un historiador, como Flavio Josefo: que la persona de Juan fue muy aceptada por los judíos y congregaba mucha gente, e incluso tenía discípulos (cf. 9,14; 14,12). La confesión de los pecados de los que acudían al bautismo remarca que el bautismo no se trata de algo meramente ritual sino de la firme decisión de “enderezar el camino”, de un cambio de vida. Este cambio de vida se justifica por la “ira inminente”. Juan identifica el reino-persona que llega con un tiempo de ira, como el “día de Yahvé” anunciado por muchos profetas: 
“¿quién podrá soportar el día de su venida? ¿Quién se tendrá en pie cuando aparezca? Porque es como fuego de fundidor y lejía de lavandero” (Mal 3,2; ver Nah 1,6; Jl 2,11; Am 5,18-20). 
Esto está dicho por Juan –como es propio de Mateo- a “fariseos y saduceos” (con lo que distinguirá la actitud del pueblo con la de sus autoridades), a los que llamará “raza de víboras” (fuera de este texto tomado de Q, el término se encuentra otras dos veces, ambas en Mateo dirigidas a los “fariseos”, lo que es propio de tiempos del evangelista y la situación que vive su comunidad con otros judíos en el debate sobre cuál de los dos grupos –fariseos rabínicos o cristianos- es el “verdadero Israel”). 

La conversión no es algo de “palabra” sino que debe manifestarse en “frutos”. Ser “hijos de Abraham” no es lo que cuenta, sino los frutos, esto es, la vida toda (“dar” fruto se encuentra en imperativo aoristo, una suerte de “¡ya mismo!”; acerca de las piedras y los hijos de Abraham, cf. Is 51,1-2). El árbol que no dé “buen fruto” tiene como destino el fuego. La imagen frecuente en la Biblia de comparar a Israel (los hijos de Abraham) con un árbol frutal del que se espera que dé frutos es la que subyace a esta unidad (cf. Is 5,1-7; Os 10,1; Jer 2,21; 6,9; 12,10; Ez 15,1-8; 17,6; Sal 80,9-19; Os 2,12; 9,10; Jl 1,7.12) y otros textos del NT (cf. Mc 11,12-14; 12,1-12; Lc 13,6-9). La unidad en vv.10 y 12 finaliza con la amenaza del fuego del juicio.

Pero esta referencia al día de ira está ligada –como se dijo- a una persona que está llegando. Juan entonces, contrasta su bautismo con el bautismo que traerá “aquel que viene detrás de mí”. El contraste entre ambos es importante en Mateo: de este se dice que es “más fuerte”, que Juan “no es digno de llevarle la sandalia” (en los restantes Evangelios, Juan incluido se manifiesta indigno de “desatar la correa de las sandalias”, algo propio del esclavo; es decir, menos aún que eso), el bautismo de agua para conversión contrasta con el nuevo bautismo en “espíritu santo y fuego” (ver 28,19), y lo que hará finalmente: limpiar la era para recoger el trigo y quemar la paja en ese fuego (ver Is 1,25; Za 13,9). Toda esta unidad está tomada de Q (Marcos decía que el que viene bautizará en espíritu santo, solamente). La superioridad entre uno y otro (Juan y el que ha de venir) queda destacada desde el comienzo (y cada evangelista la resaltará a su manera en otros momentos). Juan identifica al que viene con el reino que llega, y ese reino será de ira y fuego, de hacha a los que no den buen fruto, en una actitud ciertamente judicial (cf. 7,19; 13,40.42.50; 18,9; 25,41). Sin duda más adelante, viendo a Jesús que come con pecadores, se junta con ellos y es su “amigo” (11,19), eso provocará que Juan se desconcierte y pregunte si es Jesús “el que ha de venir” o hay que esperar a otro (11,3).

Lo cierto es que –especialmente teniendo en cuenta el texto en el tiempo litúrgico de Adviento- Juan anuncia la llegada de alguien que viene, y esa llegada, esa persona, está ligada estrechamente al reinado de Dios. Y Juan invita a todos los que desde diferentes regiones se aproximan a él a una conversión en palabras y hechos para dejar a Dios obrar en sus vidas y recibir a aquel que se aproxima.


El video con el comentario al Evangelio en:
https://blogeduopp1.blogspot.com/2022/11/video-con-comentario-al-evangelio-del_28.html
o también en
https://youtu.be/2aoLLnf1lPo


Foto tomada de http://es.wikipedia.org/wiki/Palestina_(región)

lunes, 28 de noviembre de 2022

Ironías navideñas

Ironías navideñas

Eduardo de la Serna



Se acerca la Navidad. Las góndolas de los supermercados nos lo informan visible y claramente; la luz del mundo del Mercado nos encandila e impide desviar la mirada; la gaseosa de siempre, con sus evidentes colores, nos invita a soñar; las publicidades hacen público lo que el público no alcanzará por falta de meritocracia, pero algo mágico está llegando.

Un anciano, bien abrigado, con nieve a los 40º C., nos enseña el misterio y lo inimaginable, con renos voladores, enanos que trabajan sin salario y un trineo sin trinos en casas sin chimeneas. ¡Si esto no es magia no sé qué lo sería!

Mientras tanto, en familias, se prepara – o sueña – con comidas elevadísimas en calorías y vinos dejados a temperatura ambiente en una mesa al sol. Se escuchan unas campanas sin campanarios, un jo.jo.jo sin alegría y en los zapatos de los niños que son pobres por que han sido malos, y por tanto no merecen regalos, que solo los bendecidos por dios recibirán, algo manifestado en los bienes que los llenan de paz y alegría, esos zapatos estarán vacíos y, a lo sumo, tendrán un beso de mamá y/o de papá.

Es verdad que, así como pasó con esas mujeres que contaron cosas de una tumba, “nos sobresaltaron diciendo que él vivía”, pero los sabios varones vieron todo como ellas decían, “pero a él no lo vieron”. “¿Qué salieron a ver?” A lo mejor lo que buscamos está “en los palacios” elegantemente vestidos. Hace falta tener los ojos muy distorsionados para creer que “un niño envuelto en pañales” y nacido con olor a estiércol pueda ser alguien importante. Sólo puede serlo para los padres de una familia disfuncional, porque “la alegría para todo el pueblo” ciertamente se encuentra en poder comprar y vender, poder ser incluido en el círculo de la vida y no rodeados de pastores.

En realidad, es evidente que Navidad solo hay en el Norte, lo del Sur es solo un remedo… La nieve es de plástico, los renos de cartón piedra, y “Santa” un señor al que le dan unos pesos para que sea lo que no es, haga lo que no hará y sonría sin felicidad. Sólo el Sur puede creer subversivamente que es verdadera una Navidad en un pesebre y no en el Polo y con un trineo, en un niño y no un anciano, un pueblo feliz y no un Mercado… Hasta la Navidad nos quieren subvertir estos curas raros; ¡ni las fiestas respetan!

 

Foto tomada de https://www.alamy.es/imagenes/ni%C3%B1o-pobre-durmiendo.html?page=4&sortBy=relevant

Ed P. Sanders (1937 -2022). Otro estudioso indispensable que viajó “a las fuentes”

Ed P. Sanders (1937 -2022). 

Otro estudioso indispensable que viajó “a las fuentes”

Eduardo de la Serna



Si se quiere hablar del “Jesús histórico” hay autores verdaderamente imprescindibles. Esto no implica estar necesariamente de acuerdo en todo, pero sí que no se puede investigar seriamente sin dialogar hondamente con ellos.

Hace pocos días despedíamos a uno de ellos: John Paul Meier. Hoy toca abrazar a otro: Ed P. Sanders. Enorme conocedor del judaísmo del llamado “Segundo templo” mostró – con erudición – que, habitualmente teníamos una imagen distorsionada de él, una imagen excesivamente “luterana” a la luz de Agustín. Y el judaísmo, de tiempos de Jesús y de Pablo, era muy distinto. Y, por tanto, entender a Jesús sin entender el judaísmo constituye un verdadero anacronismo. Lo mismo ha de decirse de Pablo.

Ciertamente, el diálogo con el judaísmo y las distintas iglesias cristianas fue una fructuosa consecuencia de la mitad del signo XX. El indispensable mea culpa cristiano post Shoa, los descubrimientos arqueológicos, entre los que Qumrán resplandece, el Concilio Vaticano II, para los católico-romanos, etc. quebraron de raíz los intentos de “conocer a Jesús” como “distinto” del judaísmo. El Jesús judío y el Pablo judío fueron indispensables y constituyen los fundamentos sólidos sobre los que hoy uno y otor, y el cristianismo de los orígenes puede ser mejor conocido. Es en esto que la obra de Sanders se ha vuelto indispensable y revolucionaria.

A modo de ejemplo conclusivo señalo tres autores reconocidos por sus estudios paulinos que destacan la importancia de sus escritos:

1.- «La exégesis de Pablo parece hoy una ciudad que devastó un temblor de tierra. Se agitan personas en todas las direcciones, unos evaluando los estragos, otros verificando lo que todavía queda en pie. Cada cual evalúa los cambios todavía por venir, pero ninguno osa todavía recomenzar por miedo a un nuevo temblor...

«El terremoto, en este caso, fue provocado por la aparición en 1977, del libro “Pablo y el judaísmo palestinense” de Ed P. Sanders. La onda expansiva fue tan fuerte que ganó, poco a poco, los campos más remotos de la exégesis Paulina. No es una exageración hablar de un antes y de un después de Sanders. En todo caso, la lectura de los trabajos publicados sobre Pablo en los últimos 25 años, muestra que ningún investigador puede evitar este debate. La investigación debe contar ahora con una emergente de la “nueva perspectiva” sobre Pablo. Esta última designación (New perspectives on Paul) engloba una nebulosa de trabajos recientes, cuyo punto en común es cuestionar el consenso de la interpretación de Pablo, o apoyarse poco o mucho sobre el trabajo de Sanders». [D. Marguerat]

2.- «Pablo está de moda, no solamente entre los investigadores sino también entre el gran público. Una de las razones de este interés es probablemente que la investigación sobre Pablo, después de cerca de 25 años, se agitó bastante y que los artículos de revistas en distintas publicaciones, algunas de gran difusión, llegó a sobrepasar los muros de los seminarios y universidades. De hecho, no exagero en afirmar que la exégesis Paulina "parece hoy una ciudad que devastó un temblor de tierra” (Marguerat). No sería necesario extender demasiado la imagen para concebir una presentación de la situación actual de la investigación Paulina como el trabajo de un perro policial tratando de extraer de las ruinas algún cuerpo herido o algún objeto de valor; o como el de un tractor listo para arrasar arrastrar el tumulto. La zona siniestrada está en obras. Y, se abren canteros; algunos sectores ya están en reconstrucción». [M. Quesnel]

3.- «A partir de finales de los 70´s, el campo de los estudios paulinos ha sido dominado por el surgimiento de una “nueva perspectiva” sobre Pablo, que empezó con una nueva mirada del judaísmo, propuesta por E.P. Sanders. Este autor echó por los suelos las descripciones negativas del judaísmo como una religión de “obras-justificación” (en oposición a la “gracia” del cristianismo).  Sanders demostró que el judaísmo del Segundo Templo fue (casi), desde cualquier ángulo, una “religión de la gracia”, en la que la gente se hacía miembro de la alianza por la gracia de Dios, aun si se les requería permanecer en ella a través de la obediencia de la torah (la ley judía).  Y si Sanders estaba en lo correcto (como la mayoría piensa que sí lo estaba), y si Pablo no argumentaba en contra de un judaísmo “obras-justificación” legalista, entonces eso “puso en el banquillo de los acusados” a un elemento central del luteranismo clásico en su lectura de Pablo, mismo que llegó a su clímax en los escritos de Bultmann y Käsemann». [J. Barclay]

Vaya esto como sentido homenaje agradecido a la obra de Ed Sanders y el compromiso de atreverse a seguir sus huellas.

 

Foto tomada de https://ccjr.us/about/sa/sa-2016

Video con comentario al Evangelio del 2do domingo de Adviento "A"

Video con comentario al Evangelio del 2do domingo de Adviento "A" 


o también en:

https://youtu.be/2aoLLnf1lPo

Eduardo

viernes, 25 de noviembre de 2022

Para Alberto Carbone, solo un abrazo

Para Alberto Carbone, solo un abrazo

Eduardo de la Serna



No voy a contar cuando lo conocí y demás, porque estaría hablando de mí, no de él. Hoy murió Alberto Carbone, ¡un grande! ¡Inmenso!

No seré yo la persona más adecuada para hacer memoria, pero no quiero dejar de abrazarlo. De brindar con él una vez más. De aprender de él. Siempre.

Lúcido hasta el final. Irónico. Enamorado de Dios y del pueblo. Con un sentido del humor maravilloso.

A veces era difícil de entender porque su mente iba más rápido que sus palabras y, al hablar, a veces se salteaba un paso. Bromeábamos diciendo que había que saber “carbonés” para seguirlo. Pero, cuando esto ocurría, era saber que hablaba con densidad, con su voz baja y pausada. Era de las personas, pocas, con las que, si se estaba en desacuerdo, era muy sensato pensar otra vez las propias posiciones, porque no hablaba de balde.

Viejo cura del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, viejo cura del grupo de Curas en Opción por los Pobres… cura… Simplemente. Un tipo absolutamente querible. Un amigo. ¡Salud!

Tres reflexiones a partir de la muerte de Hebe de Bonafini

Tres reflexiones a partir de la muerte de Hebe de Bonafini



 [1.] Mis diferencias con Hebe de Bonafini

 

Eduardo de la Serna

 

Como ante la muerte de Hebe de Bonafini parece que hay que destacar las diferencias, quiero señalar las mías:

 

+ Hebe era mujer, yo no:

+ Hebe era madre, yo no;

+ Hebe tenía dos hijos desaparecidos, yo no;

+ Hebe era miembro de las Madres de Plaza de Mayo, yo no;

+ Hebe tenía casi 94 años, yo no;

+ Hebe vivía en La Plata, yo no;

+ Hebe es una bandera, yo no…

Estas son algunas de las cosas que me diferencian de Hebe, pero después, compartíamos un camino, una lucha por la verdad, una búsqueda incesante por la justicia, una denodada militancia por hacer memoria. Ella grande, yo no… pero el camino es el mismo.

Los caminos tienen necesidad de señales, indicadores, guías porque, en ocasiones, es fácil perderse. Con Hebe teníamos un faro luminoso, y ese faro sigue encendido. En los caminos suele haber, más en tiempos confusos, cantos de sirenas o voces de mentiras; los mismos que Hebe, con su claridad molesta y estruendosa supo y sabía señalar. No dejes de molestarnos, Hebe; no dejes de sacudirnos la modorra; no dejes de poner nombre y apellido a la mentira y los mentirosos, a la mediocridad y los mediocres. Tendremos que aprender a escucharte de otra manera, pero ¿callarte? Eso, ¡ni la muerte!

 

[2.] Mi enojo con los “peros”

Eduardo de la Serna

 

A raíz de la muerte de Hebe de Bonafini, empecé a ver en los medios las diferentes reacciones, y – de entrada – me molestaron las notas de algunas o algunos que valoraban a Hebe, “pero…” inmediatamente empezaron a señalar algunas diferencias.

Ciertamente no me refiero a aquellas y aquellos que parece que con ella todo era diferencia y en realidad la reacción frente a su muerte parecía un “¡al fin!” o cosas semejantes. En realidad, mirando a estos o estas, eso engrandece aún más a Hebe, si eso fuera posible. Me refiero a los “sí… pero”.

Sin duda, cada quién reacciona como sabe, como puede, como quiere ante momentos importantes, pero, precisamente por eso, debo confesar mi enojo. Por el momento, por la persona, por la causa.

Ya pasaron, ¡afortunadamente!, los tiempos en los que los y las grandes de nuestra historia eran presentados como inmaculados, impolutos y perfectos. Como bronces. Lo que importa, me parece, es la profundidad de la huella que algunos o algunas supieron y quisieron dejar en nuestro tiempo. Imperfectos e imperfectas como todos y todas, lo que importa es el trazo de vida que nos marcaron y marcan. Señalar las diferencias no es sino presentarnos a nosotros mismos en el bando de los inmaculados; ella, Hebe, en este caso, no era tan perfecta como yo / nosotros. Detestable ombliguismo. Y discutible, por cierto.

Y no me refiero a que “todo muerto es bueno”, ¡que no!, sino a que una vez muertos ya no tiene sentido el debate por “A” o por “J” sino mirar el sendero que hayan dejado. O la autopista, en este caso. Debo repetir que me molestaron los que quisieron señalar diferencias, e ironicé sobre eso, oportunamente. Una mujer de carne y hueso, con virtudes y defectos se levantó como verdadera madre de la matria, marcando caminos, indicando rumbos, despertando dormidos. Los “peros” pueden enriquecer en vida, pero ser mediocridad en la muerte. Y mediocridad y mediocres, al parecer, abundan.

 

[3.] La muerte no tiene tanto poder

Eduardo de la Serna

La supervivencia después de la muerte fue siempre un tema en las culturas, las religiones, las filosofías… No es este el espacio para introducirnos en el tema, especialmente para los católico romanos que, mirando la muerte de Jesús y lo que llamamos su “resurrección”, creemos que lo que viviremos será algo “por el estilo”, es decir, un paso de la humanidad a la vida divina, regalo de Dios a sus amigas y amigos.

En muchos espacios, esta supervivencia se concentra en la “memoria”, un hacer presente, un “tener vivo/a” en nuestra mente y corazón a la persona “recordada”. Pero en ambientes de militancia, pareciera que hay “algo más”. Al mencionar por nombre a alguien se escucha el grito de los participantes: “¡presente!” y, se agrega, además, “¡ahora y siempre!” Pareciera que se trata de algo más que de mera memoria, aunque la incluya. Se trata de un modo nuevo y existencial de presencia. Se trata de un modo extraño de presencia que empuja nuestro presente, se trata de palabras y actitudes que siguen resonando.

En realidad, se suele hablar de los “legados” (es decir lo que alguien “deja” o “transmite”) que dejan personajes que han marcado huella. Pero un legado es una lectura de la historia. Es decir, un dejar que hablen en el presente, se trata de saber escucharlos, no es mera “arqueología”. En ese caso, estos personajes, que nos “legan” memoria y vida siguen presentes, siguen hablando. Ciertamente, hablan para quienes quieren y se atreven a escucharlos. Ese legado es un modo claro de un nuevo modo de presencia.

Pero para otros, la memoria no pasa de un simple recuerdo. Casi como una sombra. La desmemoria suele ser más un vicio social o cultural, y – en ocasiones – una política activa de negación. De esos muertos, para esos desmemoriados, solo quedan tumbas (cuando nos permiten tenerlas, ciertamente). El olvido es un arma política, debemos reconocerlo, en algunos ambientes.

Pero estamos quienes no le concedemos a la muerte la última palabra. No tiene tanto poder. Si puede hacernos llorar, también puede, incluso, lograr, en algunos casos, el olvido, o la caricatura o la deformación; pero, para quienes han hundido firmemente sus pies en el barro de la historia, la muerte es solamente una máscara. Sólo los cultores de la muerte pueden creer que algunos o algunas se han callado definitivamente. Otros creemos que ellos siguen hablando, aunque de otro modo; ¿alguien cree, por ejemplo, que la muerte puede callar a Hebe? Tocará aprender sus nuevos modos, sus nuevos gritos, sus nuevos desafíos. Una mujer que fue primero madre de unos pocos hijos, (Jorge Omar, Raúl Alfredo – desparecidos – y María Alejandra), con el tiempo madre de 30.000 y hoy madre de la matria, difícilmente se calle. Y si no la escuchamos, será que no hemos afinado el oído. En ese caso, el logro de la muerte no será haber llevado a Hebe, sino habernos ensordecido. Pero la palabra, el camino, las huellas de Hebe tienen la capacidad de despertar a quienes duermen, de impulsar a los perezosos y de levantar a los caídos. La muerte no tiene tanto poder porque Hebe sigue hablando. Y sigue molestando a pesar que haya quienes sigan prefiriendo que en nuestra historia los que la habitamos “no hagamos olas”. Otras, como Hebe, son amantes de tempestades.



Fotos tomadas de un encuentro de curas OPP con Hebe y las Madres en la Isla Maciel en junio de 2017.