martes, 20 de diciembre de 2022

Comentario a las lecturas bíblicas, Navidad

Un niño nace, la palabra de Dios se encarna en nuestra historia

NATIVIDAD DEL SEÑOR
25 de diciembre
Eduardo de la Serna


Lectura del libro del profeta Isaías     52, 7-10

Resumen: La venida de un mensajero divino en Sión comunica la buena noticia de la liberación de la opresión babilónica expresada como liberación y consuelo por la donación de la paz, el bienestar y la salvación. Es allí que Dios, y no Marduk, empieza a reinar en Jerusalén.


El así llamado “Segundo Isaías” se dirige a la élite que se encontraba en el exilio en Babilonia. Los sentimientos de los exiliados eran mezclados: castigo divino, “Dios se ha olvidado de nosotros”, “estamos pagando las culpas de otros”, etc. En este contexto de angustia, el profeta viene a cantar la esperanza, que se concreta históricamente en el fin de la situación de angustia y esclavitud. Lo que cuenta en este poema, más que el mensajero son sus pies ya que se detendrá en el tema de la llegada del mensajero y el tema del “camino”. Y el contenido expresado con tres términos cargados de sentido bíblico: paz (salom), bienestar (tôb) y salvación (yesu’á); son bienes sociales, económicos, políticos y espirituales. Hacen referencia a situaciones concretas, y en estos tres términos se sintetiza la felicidad del pueblo que se espera y anuncia. El mensajero no es especificado, y la receptora de las “buenas noticias” es Sión. Todo esto es especificado en que “reina tu Dios”. Ciertamente de este modo se entra en contraste con la realeza de los dioses babilonios. Por ejemplo, así dice el relato babilónico de la creación:

“… tú, Marduk, eres el más honrado de los grandes dioses. Tu decreto no tiene par, tu orden es Anu. Desde este día inalterable será tu sentencia. Ensalzar o humillar estará en tu mano. Tu expresión será veraz, tu mandamiento será indiscutible. ¡Ninguno de los dioses salvará tus límites! Necesitando adorno para las sedes de los dioses, esté el lugar de sus santuarios en tu lugar. ¡Oh Marduk!, ciertamente tú eres nuestro reivindicador. Te hemos concedido la realeza sobre el universo entero. Cuando en la asamblea tomes asiento, tu palabra será suprema” (Enuma Elis IV,4-15).

Los salmos de “Yahvé rey” lo repiten (47,9; 93,1; 96,10; 97,1; cf. Is 24,23). Esto está dicho muy lejos de Babilonia y debe comunicar seguridad a los oyentes. El “rey Marduk” está al caer. Los guardias de los alrededores ven venir la noticia y se propaga por doquier con júbilo indescriptible. Dios mismo está llegando en esta noticia.

La Jerusalén devastada y solitaria a la que se dirige la noticia, recibe dos verbos que son clave de todo el profeta: “consolar” y “redimir”. Tan importante es el primero que el Segundo Isaías es conocido como “el libro de la consolación”. Con ese verbo arranca toda la obra (40,1) y se acumulan ambos en esta unidad: 51,3.12.19 (consolar), 51,10; 52,3 (redimir) pero señalado como algo ya realizado (no futuro, como 40,1). La ciudad en ruinas (v.9) recibe la buena noticia de una promesa ya realizada (lo político es evidente). Para actuar con más libertad, Dios se “arremanga” (v.10; cf. Ez 4,7; Sal 74,11). Si antes el acento estaba en los pies, ahora se ubica en las manos como expresión del obrar de Dios. Y este obrar de Dios, su brazo, su salvación es visto por “todas las naciones”, o por los exiliados en todas las regiones que ven que nadie, sino sólo Yahvé es actor en la liberación de los suyos.

Los vv.11-12 culminan la unidad literaria relacionando con el éxodo, tema también importante en el Segundo Isaías, pero es omitido en el texto litúrgico del día.

Sin duda, la relectura del mensajero entendido como Jesús que viene a “evangelizar” (anunciar buenas noticias) es decisiva en la selección del texto en la fiesta de Navidad.


Lectura de la carta a los Hebreos     1, 1-6

Resumen: Poniendo en una línea de continuidad y superación la antigua y la nueva alianza, con sus mediadores: los profetas y el hijo y los destinatarios: los padres y “nosotros”, el autor de la homilía prepara todo el texto mostrando la novedad aportada por cristo, entendido desde una perspectiva sacerdotal a partir de una lectura cristológica del A.T.


Un comienzo solemne presenta la gran homilía llamada “carta a los Hebreos”; una larga oración de cuatro versículos. El punto de partida es la comunicación de Dios con la humanidad, en el pasado y en el presente obviamente contrastándolos. “De muchas formas y muchos modos en el pasado” (polymerôs kaì polytropôs) en el pasado (pálai) habló Dios a os Padres. Los mediadores de esta comunicación fueron los profetas. En los “últimos días” nos habló “en su hijo”. Ciertamente el contraste pasado -  presente se refuerza por los medios de comunicación escogidos: profetas – hijo. Y los días “esjaton” (= finales) dan sentido a esta novedad. La novedad del hijo viene dada por su ser heredero, a lo que se añade su relación (diá) con la creación (“las edades”) y por una relación tan estrecha con Dios (= Hijo, que en Hebreos es notablemente más elevado que en los primeros escritos cristianos) que no se separa de la “gloria” de Dios y no manifiesta una fracción sino la totalidad de la imagen, es “imagen perfecta”. Así “sostiene” (presente) todo lo creado en su intervención en la historia (pasado). Así se prepara la lectura del Sal 110 que será fundamental en toda la obra, comenzando por la cristología tradicional, de la primera parte del sermón (1,5-2,18) cuanto la cristología sacerdotal que se desplegará en adelante. 

La lectura añade los vv.5 y 6 cambiando el sentido del texto. En el sermón la introducción “de su primogénito en el mundo” alude a la entrada gloriosa de Cristo en el “mundo venidero, del que venimos hablando” (2,5), pero al introducirse en el texto de Navidad se alude a “este mundo” y por tanto cambiando el sentido del texto se refiere a la encarnación, y no a la Resurrección.

La importancia de la antigua alianza entendida como “revelación” y –por lo tanto- como válida, pero superada por la nueva alianza será importante en toda la obra y el motor de su lectura bíblica en toda la homilía, aquí reflejada no solamente en los tiempos verbales e históricos sino en la mención a los “padres” y a “nosotros”. En este caso la importancia de lo antiguo –visto como palabra- y por tanto mediado por los profetas, y la plenitud de la palabra del Hijo. Este movimiento del hijo  desde la preexistencia a la exaltación culmina con una menciona los ángeles, para señalar –y lo repetirá a continuación- la superioridad de Cristo sobre ellos, y la insistencia a sus destinatarios de que son continuación y plenitud del Israel antiguo de la promesa. Es en esto donde cuatro momentos son referidos: la preexistencia, la función sostenedora del universo, la salvación y la exaltación gloriosa (cf. Sab 7,25-26). La traducción de los términos griegos es difícil ya que se pueden presentar diferentes opciones: ¿es reflejo o es irradiación? (apaugasma), ¿es impresión, sello o reflejo? (jaraktêr). La ambigüedad quizás sea adrede y pueda entenderse que Cristo es irradiación o reflejo, e impronta o sello del ser divino. Haciendo eco de la palabra creadora de Génesis 1, la estrecha relación entre el Hijo y el Padre sostiene lo creado por su “palabra poderosa”. La acción expiatoria comienza –sutilmente al principio- a insinuar el tema sacerdotal y sus efectos (1,3; 9,13-14.22.28; 10,2.22; 12,24). Estar sentado a la diestra de Dios es –como se dijo- alusión al Sal 110, tan importante aquí (1,13; 8,1; 10,12).


+ Evangelio de San Lucas 2,1-14 [Evangelio de la noche]

El texto del nacimiento de Jesús en Lucas está introducido por una referencia cronológica (“edicto de César Augusto… siendo gobernador de Siria Cirino”) hasta producido el nacimiento (2,1-7). La escena luego se traslada a unos pastores de la comarca. En este caso, luego de presentados (v.8) un ángel les anuncia el nacimiento (vv.9-12) concluyendo con un breve himno de un coro de ángeles (v.13-14). Los pastores van al lugar del nacimiento y cuentan lo ocurrido hasta que vuelven a su lugar (vv.15-20). El texto litúrgico, como se ve, omite esta última escena.

No es el caso en este lugar introducirnos en el contexto histórico. No sabemos de este edicto de Augusto, y el supuesto censo de Cirino abarcó solamente Judea. El objetivo de los censos – para Roma – es, fundamentalmente, conocer la cantidad de impuestos que se pueden cobrar (esto provoca revueltas entre los judíos, como se ve en Hch 5,37). El gobierno de Arquelao fue un caos y el comienzo de una nueva etapa, bajo procuradores romanos hizo necesario este registro. Tampoco hace sentido que los habitantes de otra región – Galilea, en este caso, que se encontraba bajo el gobierno de Antipas – registrara los ciudadanos. El objetivo temático radica, fundamentalmente en insistir en los orígenes davídicos de Jesús, cosa que se resalta particularmente en v.4.

Es en este contexto que María da a luz al hijo del que estaba encinta. Lucas lo llama “primogénito” (lo cual supondría que luego hubo otros), pero por tal ha de entenderse también la dignidad y los derechos ya que el “primogénito” es el que es particularmente reconocido (por ejemplo, Israel es “mi primogénito”, para Dios, Ex 4,22, y Jesús es el “primogénito” de Dios, Heb 1,6).

Los “pañales” es lo cotidiano en un nacimiento (cortar el cordón, frotarlo con sal y envolverlo en pañales, cf. Ez 16,4). El término fátnê suele traducirse como “pesebre”, o “establo” (como se ve en Lc 13,15; cf. 2 Cr 32,28; Pr 14,4; Job 39,9; Jl 1,17 LXX, Hab 3,17; Is 1,3). El nacimiento en el establo se debe a que no había lugar en la sala (katályma). El término se vuelve a encontrar en 22,11 referido a la sala para comer la pascua. Pero también puede ser albergue (Ex 4,24; 1 Mac 3,45; Sir 14,25), refugio (2 Sam 7,6), comedor (1 Sam 9,22) o morada (Ex 15,13); en Jer 14,8 es un “lugar para hacer noche”, o un “cubil” del león (25,38) o lugar para las ovejas y pastores (33,12). Podría pensarse en falta de lugar a causa del censo, o en que no hay lugar para un nacimiento (especialmente porque esto haría impuro el lugar), pero no es este el centro del relato. No deja de ser interesante que los pastores que vigilan por turnos de noche el rebaño que duerme a la intemperie se dirijan a un lugar donde se espera encontrar ovejas para hallar “al salvador”.

En la jôra (región, país) hay unos pastores. El término “pastor” en los restantes Evangelios sinópticos se encuentra utilizado en sentido metafórico (“como ovejas sin pastor”, “heriré al pastor y se dispersarán las ovejas”). La imagen de Jesús como Pastor se encuentra en el NT en textos tardíos (Heb 13,20; 1 Pe 2,25; 5,4; cf. Ef 4,11). Metafóricamente también se ha utilizado con frecuencia para aludir a los sectores dirigentes, sean políticos o religiosos. En este caso la imagen es realista. Se trata de pastores que cuidan “su rebaño”, por tanto no son contratados (en ese caso se trataría de personas discriminadas y deshonrosas).

La aparición del ángel se enmarca en los elementos característicos: gloria, luz, “no teman”… La “evangelización” del ángel es una “gran alegría” que no sólo será tal para los pastores sino para “todo el pueblo” (panti tô-i laô-i), es decir Israel. El nacimiento “en la ciudad de David” (tema que ya conocíamos) es de un “salvador” (salvación es término habitual en Lucas, “salvador” se aplica a Dios en 1,47; ver 1,69.77; 2,30; y 19,9) que es “el mesías, señor”.

El signo (sêmeion) es un término habitual en Lucas: Jesús es señal de contradicción (2,34), aunque él se niega a darlos a los que los reclaman (11,16.29.30), incluso a Herodes (23,8). Los signos naturales permitirán reconocer el tiempo de Dios (21,7.11.25). El signo que el ángel da a los pastores puede decirse que se caracteriza por lo habitual, casi podríamos señalar que “no hay signo”.

Una multitud de ángeles se suman en la alabanza (ainéô, siempre dirigida a Dios en Lucas-Hechos [x8] y el resto del NT [x2]). El cántico (aunque breve, uno más de los otros que se encuentran en el “evangelio de la Infancia” de Lucas). Se hace referencia a aquellas personas que son del agrado divino y se señala una doble dimensión cielo-tierra. Para el mundo celestial se reconoce la “gloria”, la manifestación majestuosa de Dios, y para “la tierra” se predica la llegada del “Shalom”, la paz como expresión de todos los bienes aguardados. En Jesús se cumplen todos los bienes esperados y la liturgia celestial lo anuncia a los pobres.


+ el Evangelio de la víspera (Mt 1,18-25) coincide con el Evangelio del domingo pasado, 4to de Adviento


Principio del santo Evangelio según san Juan [Evangelio del día]     1, 1-18

Resumen: Un himno antiguo canta la presencia de Dios en medio de la historia. Juan lo retoma destacando que eso ocurre desde “el principio”. En nuestra historia, Dios eligió plantar una carpa para moverse con nosotros en la vida.

El conocido “Prólogo” del Evangelio de Juan constituye la lectura del día, aunque –como veremos- no es evidente que todo el texto aluda a Cristo. 

Para comenzar, llaman la atención las dos referencias en medio del himno a la figura de Juan, el Bautista (vv.6-8 y v.15) y tienen toda la apariencia de haber sido insertadas en un momento posterior (de hecho, la lectura breve del texto omite estas partes). Se ha propuesto –y parece muy probable- que el autor que introduce el himno en el Evangelio (quizás en la última etapa de la redacción) conozca un himno cristológico primitivo al cual le realiza algunos añadidos, un “Himno a la palabra de Dios”. En este sentido, el himno primitivo cantaba la palabra de Dios activa en la Creación (vv.1-5; cf. Gen 1), la palabra enviada por Dios en la historia de su pueblo, por ejemplo en los profetas (“fue dirigida por Dios la palabra al profeta X…”, cf. 1,9-13) y finalmente esa palabra se hizo carne en la historia en el envío de Jesús (vv.14.16-18). Tres momentos, entonces marcan que Dios no se ha desentendido de la humanidad en la historia, pero –como se ve- recién en el tercer momento el himno primitivo habría hecho expresa referencia a Jesús como la palabra viva que Dios dirigió. 

Ahora bien, este himno primitivo fue tomado y reelaborado por el Evangelio, y la incorporación del Bautista en diferentes momentos provoca que esa “palabra” de Dios sea vista como el mismo Jesucristo desde el primer momento. Cristo es “palabra de Dios” desde siempre, y no ya desde la Encarnación Al releerlo ya desde antes de la Creación la palabra –que ahora es Jesús- estaba “junto a Dios” y “era Dios”. El término “palabra” (lógos) es sin duda el término clave, y parece que debe entenderse en continuidad con la palabra de Dios en la historia de su pueblo, manifestada en las escrituras, y no en el sentido que le daban los griegos o los gnósticos (para estos, el “logos” tenía otro rol que es bastante diferente del que podemos encontrar en este himno). 

Hay una serie de términos que se encuentran en el relato que son claves en todo el Evangelio y sería muy extenso detenernos en ellos (por ejemplo, luz – tinieblas, vida, creer, gloria, verdad, etc.); especialmente teniendo en cuenta que la Navidad es la razón de su incorporación en la liturgia. El v.14 parece ser fundamental en este tiempo y el motivo de su incorporación:

«Y la Palabra se hizo carne, y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como unigénito, lleno de gracia y de verdad».

La palabra “acampó” (skênóô) está relacionada con la “gloria de Dios” (doxa) en la referencia a la “tienda del Encuentro” en el desierto, donde Dios se hace presente a su pueblo (Ex 40,34.35; Lev 9,23; Núm 14,10; 16,19; 17,7;  20,6); también se dice en relación a la Sabiduría (Sir 24,8). Allí el pueblo podía encontrarse con Dios, ahora esta gloria se manifiesta en la presencia de Jesús como palabra hecha carne. Es probable que la insistencia en la carne (sarx, Mt x5, Mc x4, Lc x2; Jn x13) tenga que ver con una posición conflictiva con los espiritualistas de la comunidad que terminan negando la carne en nombre de la novedad aportada por Jesús, pero esta “desencarnada”. Lo que viene por esta palabra encarnada es la “gracia” y la “verdad” (gracia en Juan sólo se encuentra en el prólogo, vv.14.16.17) que superan la ley dada por Moisés (v.16). Esta gloria le viene dada por su condición de “unigénito” (monogenês). Pero la novedad también viene dada por el uso del “nosotros” (antes se expresó en tercera persona), los lectores y oyentes somos introducidos en este mundo nuevo por la encarnación. La carpa puesta por la palabra no nos deja fuera o como espectadores sino que actúa en nosotros y “hemos recibido” (v.16).


el video con comentario al Evangelio (uno de los posibles; Lucas 2) del día de la Navidad
https://blogeduopp1.blogspot.com/2022/12/video-con-comentario-al-evangelio-de.html
también se puede ver en 
https://youtu.be/zhHKcBGGBCw

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