La Iglesia debe ser profética
Eduardo de la Serna
Ha pasado
hace décadas el tiempo en el que por “profetismo” se entendía una visualización
del futuro. Es claro que los profetas, en la Biblia – de ella hablamos – son aquellos
y aquellas que dicen una palabra de parte de Dios a un tiempo concreto. En una
situación determinada, en la que el pueblo y sus dirigentes dudan el camino a
seguir, o simplemente lo siguen, Dios no permanece indiferente a su pueblo y “habla”
por la boca de sus “mediadores”. Habla fortaleciendo el camino andado, o
corrigiendo desvíos o directamente rechazando propuestas contrarias a su proyecto
para el pueblo.
Hay un
punto de partida claro: Dios quiere que su pueblo viva “el derecho y la
justicia” (mishpat we tzedaqá, en hebreo) como se expresa por
doquier en los textos bíblicos. Entonces, cuando los dirigentes o el mismo
pueblo no dirigen sus caminos en esa dirección, los profetas no dudan en
hablar, aun arriesgando su vida o su seguridad (los ejemplos, en la Biblia,
huelgan). Es verdad que por doquier existen los “falsos profetas”, aquellos que
afirman que “hablan de parte de Dios” cuando en realidad Dios no les ha mandado
hacerlo. No es fácil el discernimiento, por cierto, pero a veces el tiempo,
otras veces la concreción de lo señalado, y, en otras, elementos varios, revelan
la fidelidad o no aquel o aquella que hablan la palabra de Dios.
No es el
caso señalar los criterios, que son variados según los momentos históricos y políticos,
pero lo cierto es que existen. Jesús mismo, en el evangelio de Lucas señala un
elemento para sus contemporáneos: el
insulto y la ofensa fue el padecimiento de los profetas, mientras que los
aplausos fueron frecuentes a los falsos profetas (6,22-23.26).
Pero el Nuevo Testamento, que se encuentra en el
período histórico-teológico judío de la “ausencia de profetas”, no teme en
afirmar desde el comienzo, que ese tiempo ha terminado: Dios ha abierto las “compuertas”
del cielo, el espíritu ha descendido, y con Jesús comienza un nuevo tiempo.
Todos los seguidores de Jesús, que también han recibido el mismo espíritu de
Dios, son, ¡deben ser!, proféticos. La Iglesia toda lo es y debe ser.
Los Padres de la Iglesia continuaron esta imagen
repitiendo, por ejemplo, que, desde el bautismo, todos somos “reyes – profetas –
sacerdotes”.
No se trata de “mandar” sobre “el mundo”. ¡No! La
Iglesia está llamada a decir una palabra, de parte de Dios, para todos, todas,
todes sus miembros. Pero, además, al vivir conforme a la voluntad de Dios, el
derecho y la justicia, el ser capaces de arriesgar la vida por los otros por
amor, como el de Jesús… al vivir de esa manera, “ser luz de las naciones”,
mostrar a todos que “otro mundo es posible”.
Como Iglesia (como miembro de ella) no pretendo que
los que no se sienten parte de ella hagan lo que yo creo que es bueno, lo que
se “debe”. Sí pretendo que así vivan mis hermanos y hermanas, y que, además,
viviendo de esa manera, los “de fuera” vean un modo alternativo, y ojalá, mejor
de vivir. Un modo de vida que ¡vale la pena!
Pero eso no significa que la Iglesia (y no me
refiero a individuos, sino al colectivo, en especial al colectivo “jerárquico”)
siempre sea profética. No han sido, no son y no serán pocas las veces que se “extingue
el espíritu” y se “desprecia la profecía” al decir de san Pablo (1 Tes 5,19-20).
Hay momentos de la historia en los que no es sensato
callar. Ya en la dictadura cívico militar con bendición eclesiástica, la
Conferencia Episcopal creyó que era “tiempo de callar” (tempus tacendi,
decían, porque parece que en latín es más adecuado). Y la sociedad entera,
cristianos y no, se escandalizó de ese profetismo apagado y espíritu extinguido.
Y parece que, luego de esto, muchas veces, el cuerpo eclesial jerárquico se ha
resistido a hablar (insisto que no me refiero a personas aisladas).
Esta semana se reunió, como lo hace siempre dos veces
al año, la Conferencia Episcopal. La situación del país parece extremadamente
grave como para callar. Habló, por ejemplo, la Federación Argentina de Iglesias
Evangélicas (FAIE), habló el llamamiento Argentino-Judío, hablaron artistas,
docentes, y hasta los seguidores de Taylor Swift… ¿los obispos argentinos?
¡Silencio! ¿El profetismo? ¡Te lo debo!
Foto tomada de https://www.freepik.es/fotos-premium/huellas-pie-luz-sol-horizonte_49531512.htm
Gracias padre por traer luz y voz a esta Iglesia que con su silencio hace tanto daño!
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