Débora, una jueza
Eduardo de la Serna
Como
es sabido, en la Biblia hay escritos, textos, fragmentos y libros de muy diferentes
tiempos. Esto es especialmente claro en el que llamamos Antiguo (o Primer)
Testamento (o Alianza). Entre los estudiosos se ha sostenido que uno de los
textos más antiguos de toda la Biblia es el llamado “canto de Débora” (Jueces
5). Allí se reflejan algunos elementos muy antiguos a los que prestaremos
atención, pero mirando particularmente el interesante caso de una mujer
profetisa ya desde los inicios del pueblo de Israel.
Presentar
la historia de Israel es un tema difícil, y no es este el lugar para
desarrollarlo, pero notemos, en el texto, que varias tribus andan dispersas en
la actual región de Israel. Si miramos un mapa – como el que suele haber en
nuestras Biblias – notaremos que las tribus (mencionadas en el canto de Débora)
están en diferentes regiones, pero todas del norte del país. Por otro lado,
naciones vecinas representan amenazas y en muchos casos batallas perdidas y
dominaciones. Pero de esos pueblos vecinos que oprimen por momentos a Israel,
el más peligroso históricamente fueron los filisteos, antiguos “pueblos del
Mar”. Estos conflictos históricos los encontramos leyendo el actual libro
llamado de los “Jueces” (palabra que se presta a confusión ya que entre ellos
hay no solamente jueces sino también reyes, jefes, profetas (y profetisas) ...
Uno de estos personajes principales es el caso de Débora.
De
esta fascinante mujer sólo se habla en toda la Biblia en los capítulos 4 y 5 de
Jueces. En Génesis (35,8) y Tobías (1,8) se alude a otras “Déboras” distintas,
y a ella no se la menciona jamás en el Nuevo Testamento.
Siguiendo
el esquema clásico del libro se comienza diciendo que “los israelitas volvieron
a hacer lo que desagradaba a Yahveh, y Yahveh los dejó a merced de” otros
pueblos (ver Jue 2,11; 3,7; 6,1; 10,6; 13,1) en este caso a merced de “Yabín,
rey de Canaán, que reinaba en Jasor. El jefe de su ejército era Sísara”
(4,1-2). El nombre Sírasa no es cananeo y parece provenir de los “Pueblos del
Mar”, precisamente. El sentido que tienen los nombres suele ser muy importante
de tener en cuenta, así que señalaremos entre paréntesis los principales.
Se
nos dice que Débora estaba casada con Lappidot (= rayo), y era profetisa – es
decir pronunciaba palabras de parte de Dios, en este caso a los que la
consultaban – a la vez que administraba justicia a los que iban a ella, que
estaba bajo una palmera (4,5). Ante la situación de opresión, ella manda llamar
a Baraq (= iluminación) y le “ordena” de parte de Dios que ataque a Sísara. Ir
a la batalla con la bendición de Dios aseguraba la victoria, pero hacerlo con
el enviado de Dios a su lado daba más garantías aún. Por eso Barak afirma que
combatirá, pero si Débora lo acompaña. El “problema” radica en que, en este
caso, el honor por el triunfo no caerá sobre el general vencedor sino nada
menos que sobre “una mujer” (4,9).
La
garantía del triunfo, y se repite, es que Yahvé es quien conduce al ejército
(4,14-15), pero “iluminado” por la voz de “una mujer”. La derrota de Sísara
fue total, y huye hasta Harosheth-haggoim (= “plantación de los gentiles”).
Fugitivo, se esconde en la tienda de otra mujer, aliada del rey Yabín, de
nombre Yael. Pero esa “otra mujer” lo mata y lo entrega a Barak cuando este
llega. Desde entonces, gracias a una mujer, y con la ayuda de otra, reinó por
muchos años la paz (5,31), hasta que los israelitas “volvieron a hacer lo que
desagrada a Yahvé” (6,1).
Ante
esta intervención de Dios por mano de una mujer, ella entona el antiquísimo
canto al que hicimos referencia más arriba (5,1-31). Es posible – todavía – que
el canto tenga reminiscencias de cantos de la región como se ve en el lenguaje
arcaico, pero es un himno lleno de música y de júbilo que reconoce la
intervención histórica de Dios por mano de Débora; es un himno de victoria,
como se conocen textos semejantes también en Egipto y Asiria. Todas las tribus
(con la interesante excepción de Judá, que quizás todavía no estaba incorporada
al grupo de tribus, 5,14-18) se destacan y participan con sus propias – y
antiguas – características, y canta también la intervención de Yael (“bendita
entre las mujeres”, 5,24-27), y cómo Dios se preocupa de su pueblo en la
historia.
Es
posible que este antiguo canto se cantara en los santuarios, repetido por los
levitas (la tribu de Leví tampoco es mencionada), y sirviera para recordar en
todos los tiempos que el Dios de Israel no se desentiende de la suerte de su
pueblo.
Muchos
elementos se pueden destacar en estos breves párrafos: para comenzar, la
presencia de enviados de Dios, profetas, desde los orígenes de Israel para
mostrar la voluntad de Dios en la vida cotidiana, desde los casos menores que
Débora debía atender bajo la palmera, hasta la batalla decisiva que alcanza
libertad y paz a su pueblo; también la decisiva importancia que tienen mujeres
en los orígenes mismos de Israel; además, la estrecha relación que tuvo siempre
en Israel la profecía con la política, y finalmente la estrecha relación entre
militancia y fiesta. El canto de Débora permite cantar y seguir cantando que
Dios deja su huella “iluminando” nuestra vida y la quiere seguir dejando, y no
en el paso de generales o ejércitos, sino el paso de aquellos y aquellas que
muchos tienen por débiles, como es el caso de dos mujeres donde Dios actuó y
sigue queriendo actuar en nuestra historia (y nuestra política).
Imagen tomada de https://teolocurso.com/mosaico-sobre-debora-e-jael-encontrado-na-baixa-galileia/
Perdón Eduardo que ponga este comentario en esta excelente nota suya, donde queda un poco desubicado, pero ¿reparó en la escenografía de los anuncios de ayer de Milei? Son doce personas más él. No puede ser coincidencia ¿no? Estos tipos son capaces de cualquier cosa. Abrazo grande, lo felicito por su trabajo. https://www.pagina12.com.ar/697281-una-por-una-las-claves-del-dnu-que-anuncio-milei-por-cadena-
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