Santos Tito y Timoteo, misioneros
Eduardo de la Serna
Si queremos hablar con precisión y no recurrir a leyendas o anécdotas que no tienen garantía de seriedad, no es mucho lo que podemos decir de Timoteo y Tito. Tenemos en el Nuevo Testamento cartas escritas a ellos, pero que no nos permiten saber demasiado acerca de sus vidas, especialmente porque parecen bastante tardías. Para continuar notemos que de Tito no se habla jamás en los Hechos de los Apóstoles, con lo que sólo podemos recurrir a las cartas de Pablo para conocerlo, mientras que de Timoteo tenemos un poco más de información, tanto en las cartas de Pablo como en Hechos. Ambos nombres son característicos del ambiente romano y se encuentran en otras partes (en 2 Macabeos, por ejemplo, se habla de personas con estos nombres), pero intentemos ver un poco más sobre estos personajes, ambos compañeros estrechos de la misión de san Pablo.
De Tito, como decimos, no se habla mucho, pero lo encontramos en momentos importantes: cuando Pablo y Bernabé se dirigen Jerusalén, y aprovechan para realizar allí una Asamblea, llevan con ellos a Tito (Gal 2,1), y se nos dice que era “griego” (no necesariamente oriundo de Grecia; quizás simplemente no judío de habla griega), y que se incorpora al grupo de discípulos sin ser circuncidado (Gal 2,3). Que acompañe a estos apóstoles revela su importancia dentro del grupo. Cuando Pablo empieza a juntar dinero para la muy importante colecta en favor de los pobres de Jerusalén (algo que le fue recomendado precisamente en dicha “Asamblea”, ver Gal 2,10), Tito -con alguien más cuyo nombre desconocemos- es encargado de organizar y preparar todo (2 Cor 8,6); nuevamente se supone a alguien de extrema confianza ya que la tarea era delicada. Finalmente, cuando algunos en Corinto han criticado fuertemente a Pablo o a alguno de sus colaboradores (¿a Timoteo?, 2 Cor 2,5) Pablo decide no ir él en persona para no provocar una ruptura (2 Cor 2,1), y envía a Tito a intentar la reconciliación. Como Tito se demora (2,13), Pablo se preocupa a causa de la suerte de la tarea, pero finalmente cuando se encuentra con él, viene con “buenas noticias” (7,6). Sin duda supo desempeñar hábilmente la tarea de mediador. Ahora Pablo sí puede ir a Corinto (y terminar su encargo de la colecta).
Timoteo -se nos dice- era hijo de una mujer judía creyente (Eunice, según 2 Tim 1,5, aunque este nombre es greco-romano) y un padre pagano (Hch 16,1). No sabemos quién lo incorporó al movimiento de Jesús pero enseguida Pablo lo toma consigo (16,3). Con frecuencia es enviado por Pablo para reemplazarlo allí donde por diferentes motivos él no puede hacerse presente (1 Tes 3,2; 1 Cor 4,17), o planea enviarlo (Fil 2,19). Más de una vez lo encontramos como “co-remitente” de cartas de Pablo, tanta es su autoridad (1 Tes 1,1; 2 Cor 1,1; Fil 1,1; Flm 1). Sin embargo (¿por sospechas de algunos en relación a lo económico?) a veces es despreciado (1 Cor 16,10-11).
Con el tiempo y en la tradición figuraron como “obispos”, como responsables pastorales de comunidades (según 1 Tim 1,3, Timoteo en Efeso y según Tit 1,5, Tito en Creta). Más allá de los datos inseguros, lo cierto es que esto revela una continuidad en el servicio, una suerte de “herederos” del ministerio y pensamiento de Pablo.
Es interesante mirar algunos de los términos que se aplican a ambos: de Timoteo se dice que es colaborador (Rom 16,21), hermano (2 Cor 1,1), hijo y creíble (1 Cor 4,17), trabajador en la obra del Señor (1 Cor 16,10), siervo de Cristo Jesús (Fil 1,1), “de iguales sentimientos (que Pablo) y que se preocupa por los intereses” de los filipenses (Fil 2,19-20); de Tito, que es hermano (2 Cor 2,13), “que tiene el mismo interés (que Pablo) por ustedes” (los corintios; 2 Cor 8,16), compañero y colaborador (2 Cor 8,23). Como se ve, estos términos rebozan afecto, pero además revelan una profunda cercanía misionera con Pablo y un ardiente e intenso trabajo apostólico. Este “trabajo” apostólico es lo que caracteriza a Pablo (por ejemplo 1 Cor 15,10.58; 16,10; 2 Cor 6,5; 11,23.27; Gal 4,11; Fil 2,16; 1 Tes 2,9; 3,5; 5,12), con ese término se refiere a la misión, al esfuerzo, a la dedicación, al entusiasmo, por eso es importante destacar que en este caso de ambos se aplican términos semejantes: co-laboradores, trabajo, iguales sentimientos/interés... De ambos, además, se dice que fueron “enviados” por Pablo (Timoteo: 1 Cor 4,17; Fil 2,19; 1 Tes 3,2; Tito: 2 Cor 12,18; ver 8,6). Podemos verlos enviados a tareas difíciles como profundizar la fe de los tesalonicenses o apaciguar rechazos de algunos corintos, recolectar los fondos de una colecta importante o enseñar el camino de Cristo, y en todos los casos el anuncio de “buenas noticias” (Fil 2,19; 2 Cor 7,6).
La misión es, sobre todo, obra del Espíritu Santo, pero Dios cuenta
para ello con colaboradores, con personas preocupadas por las comunidades. Dios
quiere enviar mensajeros, para anunciar buenas noticias a la humanidad entera.
Timoteo y Tito son buen ejemplo de este trabajo.
Imagen de Timoteo y Tito tomada de https://www.vaticannews.va/es/santos/01/26/ss--timoteo-y-tito--obispos--discipulos-de-s--pablo.html
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