La UCA informa
Eduardo de la
Serna
Cuando subió el gobierno de Macri, el
grupo de Curas OPP, especialmente a raíz de un apagón informativo que se vio en
sus primeros meses de gobierno, empezamos a publicar quincenalmente una “carta
al pueblo de Dios” tratando de mostrar lo que nosotros veíamos en nuestras
comunidades como consecuencias del modelo económico y político y que era
silenciado. Desde el principio señalamos que “este modelo no cierra sin
represión”, que necesita un fenomenal aparato de propaganda para convencer de sus
bondades a las víctimas, y que la pobreza era y seguiría siendo creciente. Lo
mismo hemos dicho con el modelo actual en los mensajes que hemos publicado. En ellos
señalamos que, si bien, los informes de pobreza de la UCA no nos merecían
demasiado crédito, al menos le reconocíamos que seguía aplicando el mismo
método y criterio que años anteriores. Lo mismo vale para hoy.
Se acaba de hacer público su habitual
informe bimestral y, como es evidente, muestra una pobreza creciente que
alcanza ahora (siempre según la UCA) un 57,4% de los habitantes de nuestra Patria,
es decir, un aumento del 8% [7,9% para ser precisos] con respecto de la
medición anterior. Suele ocurrir que a los curas opp, cada vez que se publican
estos informes, nos llamen de diferentes medios para preguntarnos lo obvio: qué
se ve, cómo se vive en los barrios. La respuesta, también obvia, es que no se
da abasto con los comedores…
La prensa canalla (cómplice) repite la
pseudo-pregunta de por qué no se gritó en los últimos 4 años y se levanta la
voz en apenas 2 meses de gobierno de Javier Milei. Obviamente es una pregunta
que esconde trampa y mentira. Los curas opp fuimos críticos del gobierno anterior,
y los mensajes “están ahí”, pero, no olvidamos que la mitad de esos 4 años se
vivieron en pandemia (la misma que la prensa canalla y sus mandantes se ocuparon
en negar) en la que, nadie puede negarlo, el gobierno anterior actuó de un modo
excelente (y no queremos pensar qué hubiera pasado si hubiera ocurrido en estos
tiempos mileinaristas), y tampoco olvidamos que durante el gobierno anterior sí
llegaba comida a los comedores, sí había paritarias libres y, aunque con dificultad,
la gente del pueblo sí podía viajar y pagar las tarifas. Quizás sea de lamentar
que la ayuda económica que brindó aquel gobierno a las empresas en tiempos del
COVID (ATP) para que no cerraran, no fuera dado a cambio de acciones de las
mismas (lo que, además, acrecentaría el Fondo de Garantías de Sustentabilidad,
indispensable para las jubilaciones y pensiones y que el gobierno actual
intenta rapiñar).
Como digo, la publicación del informe de
la UCA, no nos sorprende en lo más mínimo (sorprendente hubiera sido lo
contrario). Tampoco nos sorprende en lo más mínimo la reacción del titular del
poder Ejecutivo, entre auto-laudatoria (íbamos al 16.000% de inflación… no entiendo
por qué ya que inventó cifras no tiró números redondos tipo 30.000, por ejemplo) y auto-exculpatoria
(la pesada herencia y la “casta”) y la potente andanada mediática que lleva a
muchos a auto-culparse (pagábamos poco [sic], primero toca sufrir [sic], hay de
darle tiempo [¡no!], estábamos mal, algo había que hacer [no esto]). Ya hemos
señalado que creemos que el tema es “el rumbo” que se agrava cuanto más tiempo
pase. En esta dirección no hay posibilidad de que los pobres sean menos, que
descienda la pobreza (salvo por muerte… y no es ironía). Obviamente si se diera
el caso – hipotéticamente – de que nadie comprara, es muy probable que baje la
inflación, como bajó durante la convertibilidad que condujo a la explosión del
país (y un endeudamiento feroz). Seamos claros: los argentinos estamos
habituados a vivir con inflación… y con inflaciones mucho mayores a la actual
(en la dictadura cívico-militar con bendición eclesiástica [444% en 1976] o en
la “hiper” de Alfonsín, por ejemplo [3.079% en 1989]). Muchos creemos que la
inflación es un problema muy importante, pero hay otros tan o más importantes
aún: la comida, por ejemplo. Y la comida fruto del trabajo digno, por ejemplo.
Y tener dónde “tirar” el cuerpo, por ejemplo (Tierra, Techo y Trabajo, al decir
del papa Francisco). También – se dice – un problema gravísimo era la
corrupción. Y no lo dudo en lo más mínimo. Pero la cosa no es frenar todo para
que no haya corrupción, porque sería como decirle a un diabético o un celíaco
que no coman así no tienen más problemas de salud. Se trata, en todo caso, de
transparencia, de control (claro que si el gobierno no cree en los controles
estamos como el perro que quiere morderse la cola).
En suma… cada dos meses la UCA pone en
números (a nuestro modo de ver no totalmente serios, pero no los de este
bimestre sino los desde que hace décadas… no son datos que se acepten en la
academia, pero sirven para la divulgación) lo que vemos en el día a día. Al
menos, celebramos esto, además, porque cada tanto, la prensa en general, aún la
canalla, tiene que mirar a los pobres.
Ayer fue Ezequiel, hoy fue Juan… la
necesidad lleva a la imprudencia como robar cables de alta tensión (es decir,
¡cobre!); en nuestro barrio amanecimos ayer sin tapas de alcantarillado en la
avenida Zapiola, hoy también se llevaron las de Monseñor de Andrea; ayer
entraron y se llevaron todo – rompiendo – en una salita en La Ferrere, hoy en la
Isla Maciel; ayer se llevaron motores en un barrio y hoy una máquina de
escribir vieja en la casa de la Memoria Pancho Soares, Carupá (máquina que era
de Pancho)… Lamentablemente no nos sorprende ni un cachito. Y no creemos que
eso se solucione con más represión o más policías (que sería como concentrar
más la tensión y dejarla que explote por otro lado) … queremos más trabajo
digno, más justicia social, más educación, más platos llenos en las mesas… más…
no menos, Es decir, todo lo contrario de lo que este gobierno provoca, engendra
y grita. Es imprescindible cambiar de rumbo (y dejar de fascinarse con Lali
Espósito, de paso). No necesitamos excusas de jardín de infantes (“ella empezó”)
sino políticas claras en favor de los pobres. Probablemente, para lograr eso,
lo mejor es que renuncie ¡ya! (y se lleve con usted a la vicepresidenta, ¡claro!).
Cuando callen las voces canallas, los pobres se lo agradecerán.
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