martes, 28 de mayo de 2024

Comentario lecturas cuerpo y sangre de Cristo "B"

 Una comida anticipo del banquete para todas y todos

SOLEMNIDAD DEL SANTÍSIMO CUERPO Y SANGRE DE CRISTO - "B"


Eduardo de la Serna




Lectura del libro del Éxodo     24, 3-8

Resumen: Moisés, luego de estar a solas con Dios repite al pueblo las palabras que Dios le ha dirigido y el pueblo confirma su aceptación y obediencia. Esto queda confirmado en una alianza en la que la sangre rocía el altar y el pueblo en señal de comunión.


Yahvé entra en diálogo con Moisés a solas y él le transmite sus palabras al pueblo. Ese es el marco narrativo del texto que finaliza con un rito de sangre (v.8). El v.9 continúa lo anunciado en v.2 con lo que el texto litúrgico conforma una unidad.

Cuando el pueblo confirma que cumplirá las palabras de Yahvé (se refiere al Decálogo) Moisés prepara un altar (v.4), un grupo de jóvenes prepara holocaustos (parece que todavía no hay sacerdocio), Moisés rocía con la mitad de la sangre y así, ritualmente preparados, lee ante todos el rollo de la alianza. Ante la lectura, el pueblo repite lo que había dicho comprometiéndose a cumplir todo. Dicho esto, con la sangre restante rocía al pueblo confirmando que es la “sangre de la Alianza” que Yahvé hizo con ellos conforme a las palabras dichas.

El acento, como se ve, está puesto en las palabras de Yahvé, que se repiten con insistencia en el relato y que el pueblo asegura obedecer (y que finalizan mencionadas como “libro de la alianza”, v.7 y Moisés ha escrito, v.4). Esto es lo que conforma una alianza, alianza que se manifestará en la sangre con la que se rocía tanto el altar, que representa a Dios, como al pueblo. 

Una breve nota sobre la sangre en la Biblia. Para la Biblia la sangre representa la vida (o “el alma”, nefes), y por tanto lo más sagrado de lo humano (o animal). Comer alimento con sangre significa entrar en un ámbito sagrado, por lo cual está prohibido. El contacto con la sangre hace impuro ya que lo sagrado y lo profano se estarían tocando, cosa que no debiera ocurrir. Es razonable, entonces, que una alianza (berît) con Dios quede confirmada por la sangre. La sangre partida en dos porciones, una para Dios (= altar) y otra para el pueblo sella la comunión que la alianza manifiesta. Alianza -  acotemos – que no es entre iguales, de allí que Dios ponga normas que el pueblo está invitado a obedecer.


Lectura de la carta a los Hebreos     9, 11-15

Resumen: en el contexto del sumo sacerdocio de Cristo, el autor de la carta a los Hebreos insiste en la eficacia de su ofrenda presentada metafóricamente como “sangre” y “tienda” (haciendo referencia a la cruz y la resurrección) y la eficacia perfecta en contraste con los sacrificios antiguos. 


El texto de Hebreos ha de entenderse en el amplio contexto de toda la homilía, pero sería sumamente extenso hacerlo. Veamos simplemente aquello que hace expresa alusión al tema de la liturgia de hoy.

Jesús ya ha sido presentado como Sumo Sacerdote, único y definitivo, pero señala que se ha “presentado” por dos medios eficaces: por la tienda, por la sangre (vv.11-12). Ambas son, evidentemente metáforas y no es sensato leerlas literalmente: no dice que hay una ofrenda de sangre ni que por la ascensión Jesús “entra” en el cielo. Ambas lecturas, frecuentes en un tiempo, han de dejarse de lado. La idea de la sangre alude a la muerte de Jesús, paso necesario para alcanzar la resurrección (cf. 2,9). Jesús supo transformar el hecho sanguinario de su asesinato en una ofrenda de sí. Es evidente que en la cruz no hay ritual, ni ceremonias… hay un crimen que Jesús vivió como ofrenda. La tienda, parece aludir al cuerpo resucitado de Jesús (es importante notar el rol sustancial que la resurrección de Jesús tiene para la referencia sacerdotal en Hebreos). La alusión remite al Sal 110: “siéntate a mi derecha”. Jesús ha transitado el camino para la comunión perfecta con Dios, camino que abre a todos por su solidaridad con sus hermanos.

A continuación remarca el contraste entre los sacrificios antiguos y la ofrenda única de Cristo: la sangre de animales – la sangre de Cristo; obras muertas – espíritu eterno (vv.13-14). La eficacia resalta el valor de la ofrenda de Jesús. Y para ello destaca la importancia de la diathêkê (el término significa disposición, y suele traducirse como alianza o testamento). La nueva “alianza” es – como las ofrendas – infinitamente mayor, “perfecta”, definitiva.


Evangelio según san Marcos     14, 12-16. 22-26

Resumen: En el contexto de la pasión, Jesús come con sus discípulos una comida pascual. En ella interpreta el pan y el vino en clave de su pasión inminente dando entrada a la alianza que sella con los suyos y compartirá en el banquete escatológico.


El contexto del texto, la Última Cena, es el del Evangelio leído el domingo de Ramos. En ese marco, como es propio de su estilo, el autor del Segundo Evangelio presenta un esquema en “sándwich”. En este caso se puede estructurar de este modo:


A.- Relato de la traición de Judas (14,10-11)
   B.- Preparativos de la Cena (vv.12-16)
A’.- Anuncio de la traición de Judas (vv.17-21)
   B’.- Cena (vv.22-25)
A’’.- Anuncio de las negaciones de Pedro (vv.27-31).

Como es evidente – y es típico de Marcos – el acento está puesto en que las negaciones y entrega son producidas por miembros del grupo de “los Doce”, es decir, “uno/s que come/n de su misma mesa” (cf. Sal 41,10), unos elegidos para "estar con él" (Mc 3,14); son las escenas del medio, la comida que participa con los que lo negarán-entregarán (escenas de los extremos y centro). Como el texto litúrgico no pretende ubicar el contexto (cosa realizada, como dijimos, en la fiesta de Ramos) sino centrarse exclusivamente en la cena eucarística, se detiene en ella (se añade el v.26 que en realidad es el fin de la cena: “cantados los himnos” y el traslado a un nuevo sitio: “el monte de los olivos”). Tenemos así, dos momentos en el texto:

La Cena está presentada como “comida pascual”, ocurre “el primer día de los ázimos” cuando se mata ritualmente (thyô) el cordero. Los discípulos le preguntan por el lugar de la comida a fin de que el relato (con cierta semejanza a la escena del asno en los ramos, 11,1-7, donde Jesús los envía manifestando saber lo que ocurrirá; ver 1 Sam 10,1-10). Los discípulos “encontraron todo tal como les había dicho” (v.16); entonces “prepararon la pascua”. Seguramente la referencia alude a “almohadones”· ya que era costumbre comer reclinados sobre el costado (v.18). Jesús se encamina hacia su muerte (muerte como la del cordero) sabiendo hacia dónde se encamina.

En la escena de la comida, es interesante notar que los textos han conservado cuatro relatos que en realidad parecieran tener dos orígenes diferentes: Marcos, y Mateo, influido por aquel, que se lo piensa palestinense, y 1 Corintios y Lucas que parecieran tener un origen que se ha supuesto en Antioquía. Un elemento importante que los distingue (no el único) es la palabra ante la copa, que Lucas-Pablo refieren como “nueva alianza en mi sangre” mientras que Marcos-Mateo mencionan como “sangre de la alianza”, frase que está tomada de Ex 24,8 (primera lectura). 

La comida pascual tiene varios momentos estipulados con bastante precisión en el “seder de pesaj”. El hecho de beber vino (no era frecuente fuera de contextos festivos) se distribuía en cuatro copas, la última de ellos acompañada de una “bendición”. El pan ázimo es partido por el responsable de la celebración y dado a todos los comensales. Luego de una serie de preguntas y respuestas se procede a comer el cordero pascual que ha sido matado en el Templo de Jerusalén. Luego de esto y de la última copa, se canta el final de los salmos que forman el Hallel (Salmos 113-118). Es de señalar que la pascua es una comida de familia (no algo comunitario que se celebra en un templo o una sinagoga), y se celebra sólo en Jerusalén, en las casas, de allí la afluencia importante de peregrinos. 

Varios de estos momentos están resaltados en el texto: la sala para la celebración, la fracción del pan ázimo, la copa, el canto de los salmos y – en Pablo y Lucas – se acota que la copa ocurre “después de la cena”). Es interesante que el mismo Jesús que a lo largo del Evangelio resaltó que el discipulado es un nuevo y más perfecto modo de ser familia en la que el abbá de Jesús es Padre y todos son hermanos, celebra la comida de familia con los discípulos. Él ocupará el lugar del padre.

El acento en el texto, es evidente, está puesto en el pan y el vino haciendo desaparecer prácticamente la cena y el cordero. Y sobre este pan y la copa hay palabras interpretativas que aluden a Jesús, y a su muerte inminente: el pan-cuerpo partido, el vino-sangre derramada.

El pan ázimo, frecuente en la liturgia pascual en la que se elimina cualquier rastro de levadura, es partido. La “fracción del pan” (klaô; cf. Jer 16,7) pasa – en el N.T. – a ser representativa de toda la comida eucarística (o en los textos en los que se alude a ella como la multiplicación de los panes, la comida en Emaús o lo que es característico de la primera comunidad: Mc 8,6; Lc 24,30; Hch 2,46; 20,7.11; 1 Cor 10,16. La relación viene dada con el “cuerpo”, que en la mentalidad semítica refiere a toda la persona en cuanto que se comunica [en la mentalidad semítica no se entiende a la persona humana como en partes, por ejemplo, el mundo helénico habla de “cuerpo y alma”, algo que resulta incomprensible para un judío; éstos al destacar un aspecto: cuerpo, carne, alma, corazón, etc… aluden a toda la persona enfatizando un aspecto, en estos casos persona que se comunica, persona que siente, persona que vive, persona que piensa…]. 

El texto, al mencionar la copa afirma que “dio gracias” (una terminología helénica, el judío “bendice”, como se ve en v.22, pero de aquí viene “eucaristía”, dar gracias; el texto es semejante a la multiplicación de los panes en 6,41 y 8,6). Las palabras, en este caso, aluden – como se dijo – al texto de Éxodo ya comentado. La idea de “sangre derramada” sin duda hace referencia a la violencia de la muerte (ver Gen 9,6; 37,22; Lev 17,4) pero también puede tener connotaciones litúrgicas (Ex 29,12; Lev 4,7.18.25.30.34…). El derramamiento “por” hace referencia al siervo sufriente (Is 52,13-53,12; ver 53,5-6) para justificar a “muchos” (ver Is 53,11-12). “Muchos” es un semitismo para decir “todos”, la expresión es totalizante y no restrictiva (ver Mc 10,45); en castellano "muchos" significa "no todos", lo que distorsiona el sentido.

El texto finaliza (“amén”, = “en verdad”) con un dicho escatológico: Jesús no volverá a beber vino hasta que lo beba “nuevo en el Reino de Dios” preanunciando así el banquete definitivo (Is 25,6-8), que recuerda el texto Q: reclinados en el banquete con Abraham, Isaac y Jacob (Lc 13,28-29 / Mt 8,11-12).

La liturgia finaliza con el canto de los salmos, como se dijo, luego de lo cual Jesús se dirige al monte de los Olivos donde continuará el drama de la pasión.



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