Jesús enseña mostrando su serena confianza en Dios
Resumen: Dios interviene en la discusión entre Job y sus amigos. Y para resaltar su superioridad que no puede ser medida con esquemas humanos comienza aludiendo a la creación. El mar (tema del texto, y del Evangelio) sólo recibe los límites que el creador le asigna.
No es unánime entre los estudiosos la estructura del libro de Job, pero hay unanimidad – que sepamos – en que toda la larga primera parte del libro (luego de la introducción narrativa) está estructurada en un diálogo entre Job y sus (malos) amigos. La obra concluye con una segunda parte, mucho más breve en extensión, que es la respuesta de Dios a Job por sus intervenciones (no hay consenso en si se trata de uno o dos discursos de Dios). El texto litúrgico de hoy está conformado por la primera parte de este (primer) discurso de Dios a Job. Como se repetirá en 40,6 Yahvé se dirige a Job “desde la tormenta”, y la intención es “poner a Job en su lugar” ya que en sus discursos anteriores pareciera ponerse casi a la altura divina. Las preguntas son ciertamente irónicas: “¿dónde estabas?”, “¿sabes?”, “¿quién?”… La primera pregunta es particularmente irónica: “¿quién es este…?” La referencia fundamental de las preguntas divinas alude a la creación (empieza por la tierra, sigue el mar, los astros… y finaliza con los animales) y es hecha “desde la tempestad”, señalando el ámbito especial de lo divino. La soberanía de Dios sobre el mar es uno de estos temas y colocado hoy en la liturgia como ilustración del texto evangélico. Es sólo una de las muchas preguntas de Dios a Job. El tema central radica en destacar que Dios no puede ser encerrado en esquemas.
Resumen: la unión entre Cristo y los cristianos es tan estrecha que estando unidos a Él estamos ya integrados en un nuevo tiempo que esperamos. La nueva creación, anunciada por los profetas, ya es una realidad “en Cristo”.
Pablo ha dicho cómo se ve él ante Dios. Ahora señala que todo esto es obra de Cristo (lectura teológica). Estamos ante una de las unidades más cristológicas de la carta. Un nuevo juego de opuestos (como el que volveremos a encontrar en Rom 5,12-21) entre uno y todos da sentido a la muerte de Cristo. Es una muerte de uno por (hyper), palabra que se repite seis veces en esta unidad y parece provenir de la lectura cristológica del texto del cuarto canto del Siervo de Is 53 y señala la acción en favor de todos nosotros (cf. Rom 5,6.8). El efecto de esta muerte es la reconciliación (también en Rom 5,6.8). Y porque estamos reconciliados – se reconcilia el mundo, cf. v.19 –, se les confía, a los ministros de la palabra, el ministerio de la reconciliación. La misión del apóstol parece claramente hacer realidad (imperativo) lo que ya ocurre (indicativo) por obra de Cristo: estamos reconciliados, ¡reconciliémonos! Y lo que debe mover (a todos) es el amor, que nos apremia, nos oprime y compele (a anunciarlo a todos) por eso el efecto reconciliador busca que los que viven no vivan para sí, sino para el Señor. Solidarios con la muerte de Cristo, como su muerte es solidaria con nosotros, no debe preocuparnos que se desmorone el hombre exterior; por el contrario, eso significa una muerte a ese hombre y la irrupción de la novedad de Cristo, novedad que es presentada como nueva creación.
+ Evangelio según san Marcos 4, 35-41
Resumen: Cansado de predicar Jesús pide pasar a la otra orilla. En el mar se desata una tormenta mientras Jesús duerme. El contraste entre la confianza de Jesús y la falta de fe de los discípulos se manifiesta en una enseñanza “práctica” que el “Maestro” les dará mostrando su palabra con autoridad.
“Rey Salomón, yo soy un malvado espíritu marino. Me levanto y circulo por la superficie de los mares y estorbo a los hombres que en él navegan. Me pongo en movimiento como una ola y, metamorfoseado así, me lanzo sobre los barcos. Este es mi cometido: recoger riquezas y hombres. Así pues, recibo, remuevo y lanzo a los hombres bajo el mar (…) Tengo otra gloria y cometido: me trasformo en olas, subo desde el mar y me muestro a los hombres…” (Escrito apócrifo, Testamento de Salomón 16 [el rey es presentado como un gran exorcista y confronta con diversos demonios. Pero el libro tiene también influencia cristiana como se ve en el cap. 11 muy semejante al endemoniado de Gerasa]).
Jonás 1 | Tempestad calmada |
4 Pero Yahveh desencadenó un gran viento sobre el mar, y hubo en el mar una borrasca tan violenta que el barco amenazaba romperse. | 37 En esto, se levantó una fuerte borrasca y las olas irrumpían en la barca, de suerte que ya se anegaba la barca. |
5 Jonás, mientras tanto, había bajado al fondo del barco, se había acostado y dormía profundamente. | 38 Él estaba en popa, durmiendo sobre un cabezal. |
6 El jefe de la tripulación se acercó a él y le dijo: «¿Qué haces aquí dormido? ¡Levántate e invoca a tu Dios! Quizás Dios se preocupe de nosotros y no perezcamos.» | 38 Le despiertan y le dicen: «Maestro, ¿no te importa que perezcamos?» |
5 Los marineros tuvieron miedo y se pusieron a invocar cada uno a su dios | 40 Y les dijo: «¿Por qué estáis con tanto miedo? ¿Cómo no tenéis fe?» |
15 Y, agarrando a Jonás, le tiraron al mar; y el mar calmó su furia. | 39 El viento se calmó y sobrevino una gran bonanza. |
¡Despierta ya! ¿Por qué duermes, Señor? ¡Levántate, no rechaces para siempre! ¿Por qué ocultas tu rostro, olvidas nuestra opresión, nuestra miseria? Pues nuestra alma está hundida en el polvo, pegado a la tierra nuestro vientre. ¡Álzate, ven en nuestra ayuda, rescátanos por tu amor!
Los que a la mar se hicieron en sus naves, llevando su negocio por las muchas aguas, vieron las obras de Yahveh, sus maravillas en el piélago. Dijo, y suscitó un viento de borrasca, que entumeció las olas; subiendo hasta los cielos, bajando hasta el abismo, bajo el peso del mal su alma se hundía; dando vuelcos, vacilando como un ebrio, tragada estaba toda su pericia. Y hacia Yahveh gritaron en su apuro, y él los sacó de sus angustias; a silencio redujo la borrasca, y las olas callaron. Se alegraron de verlas amansarse, y él los llevó hasta el puerto deseado.
Se desviaron del camino de tu corazón, [cayeron] presas de destrucción. Como consejero de Belial está su corazón […] en [la reunión] de impiedad, envueltos en la culpa. Yo como navegante en una nave [abandonada] a la furia del mar. Sus olas y sus mareas rompían contra mí; [me azotaba] un viento de perdición, [andaba] desconcertado, sin rumbo. No había brisa que me consolase, ni sendero por donde dirigir mi camino sobre la superficie del mar. El abismo repetía el eco de mi angustia. Llegué hasta las puertas de la muerte. (1QH 11,21-24; también 14,22-24).
Mc
1,21-28 |
Mc
4,35-41 |
Jesús, entonces, le conminó (epitimaô) diciendo: «Cállate (fimoô) y sal de él». (v.25) |
El, habiéndose despertado, increpó (epitimaô) al viento y dijo al mar: «¡Calla, enmudece! (fimoô)» (v.39) |
¿Qué es esto? (v.27) |
¿Quién es éste… (v.41) |
Manda hasta a los espíritus inmundos y le obedecen». (v.27) |
…hasta el viento y el mar le obedecen? (v.41) |
En la conclusión Jesús se dirige a los compañeros. La pregunta es por qué no tienen fe. Y esa falta de fe se manifiesta en el miedo (que contrarresta con la calma de Jesús). La cobardía continúa todavía en la reacción: “se llenaron de gran temor” donde se formulan una pregunta clave: ¿quién es este? Narrativamente, esta queda sin respuesta. Queda abierta para el lector. La tormenta es ocasión para enseñar acerca de la “confianza” (cf. Mc 11,22-23, si hay fe los elementos naturales se someten). La respuesta a esa pregunta (ya insinuada en 1,1) se irá descubriendo todo a lo largo del Evangelio (8,29; 15,39). Se trata de una fe en camino hacia la cruz.
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