La utilización política de la Biblia
Eduardo de la Serna
Con la seriedad y dedicación que lo caracteriza, Rafa Aguirre ha publicado su último libro: Rafael Aguirre, La utilización política de la Biblia, Estella (Navarra): Verbo Divino, 2024. Su dedicación meticulosa a los estudios bíblicos y la importancia de leerlos en sus contextos sociológicos – pero no para quedarse en una mirada del pasado, sino para que los textos digan algo al presente con miras al mañana – encuentran su síntesis en esta obra. En este trabajo, se detiene en la utilización (en ocasiones antitética) de la Biblia en algunas regiones. A modo simplemente contrastante y de ejemplo de lo que señala, se destacan las lecturas de Martin Luther King y George W. Bush, o el Apartheid sudafricano y Desmond Tutu, o las dictaduras latinoamericanas y la teología de la liberación y las comunidades Eclesiales de Base, etc… son ciertamente, lecturas bíblicas totalmente disímiles, en una misma región. Nuestra memoria presente nos permite recordar el uso de la Biblia por Donald Trump, por Jeanine Áñez o por Benjamín Netanyahu, que también ilustran la tapa de esta obra.
Pero antes de detenerse en las distintas regiones (pp. 45-223), Aguirre
hace una presentación explícita del rol específicamente bíblico-teológico que
juega, en el “centro de la Biblia”, la “tradición exódico-liberadora”,
particularmente en la Biblia hebrea (págs. 17-43). Siendo que este es un tema
central en “la utilización política de la Biblia” del actual presidente de la
Argentina (tema posterior al escrito de Rafa), me permito detenerme brevemente
en esto.
Aguirre destaca dos elementos fundamentales en el camino a la libertad. Por supuesto que él tiene en cuenta – como es adecuado hacerlo – que uno es el “Moisés real” (al que permiten acceder los estudios históricos y arqueológicos), y otro el “Moisés predicado” (el de los estudios bíblicos); es a este último que se dedicará en el texto.
El tiempo de Moisés – que es el punto de partida – con la
salida de Egipto, debe siempre tener en claro que la libertad recién se alcanzará con la llegada a la tierra (algo bíblicamente siempre en proceso de
adquisición; nunca concluido). Sabiendo que una generación se contaba como de 40 años, el texto
deja claro que ninguno de la generación que salió de Egipto entrará en la “Tierra
prometida”. Los constantes y sistemáticos rechazos a la pedagogía de Dios provocan
que Él decida que ninguno llegará a la tierra de la libertad y el descanso, ¡ni
siquiera Moisés!, que también “pecó”. Ciertamente es importante la salida del
Egipto opresor, pero ese paso necesario no es el que constituye la “libertad”. Es
evidente que Moisés da comienzo al proceso de la libertad, un paso
indispensable, pero no es él el liberador, si tenemos en cuenta que la libertad
recién se alcanza cuando se vive un proyecto liberador, el cual – bíblicamente hablando
– es vivir en fidelidad a la alianza que Dios hace con su pueblo. El liberador,
sin ninguna duda, es Dios mismo, no persona alguna, por importante que esta sea.
Pero – y es evidente en la Biblia toda – la ruptura de los lazos de la
esclavitud no significa que siempre el pueblo de Israel viva coherentemente con
ello, por lo que con frecuencia los textos llamarán la atención del pueblo: “recuerda
que fuiste esclavo…” La libertad siempre está “en acto”, y – no puede
descuidarse – siempre existe, además, la tentación de volverse opresores o
esclavizadores. Por eso, “¡recuerda!”
Precisamente porque esa libertad siempre está “en proceso”, es que se
celebra en cada Pascua judía (y cristiana), y, además, diversos textos bíblicos, constantemente actualizan los momentos fundacionales. Es evidente, por ejemplo,
que un discípulo de Isaías pretende mostrar el regreso de quienes estaban en el
exilio en Babilonia, como un “nuevo éxodo”, y no es menos evidente que el
Evangelio de Mateo presenta a Herodes como un nuevo faraón que intenta asesinar
a todos los varones, pero uno, salvado, será a su vez el salvador. Para eso,
debe dejar Egipto, pero asentarse a su vez, en la tierra. Nazaret, en este
caso.
Ya hemos señalado en numerosas ocasiones la absoluta falta de
seriedad y liviandad en la “utilización política de la Biblia” por parte del presidente
Milei; especialmente – pero no solamente – el uso de la tradición de Moisés. No
pretendo ni que él lea estos párrafos, ni tampoco la obra de Rafa Aguirre,
pero, al menos, desearía que a muchos pueda este libro servirles para saber que hay “utilizaciones”
que se alejan totalmente del proyecto de Dios expresado en los textos, y que en nombre de
la libertad parecen más destinados a llevarnos a permanecer 40 años en el
desierto, la aridez y la desesperanza, antes que para ingresar en la tierra del
descanso, de la libertad y de la paz.
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