La izquierda de Milei (y otras)
Eduardo de la Serna
Es sabido, y no hace falta más que recordarlo, que, en
nuestras lenguas, hay muchas palabras “relativas", es decir, de relación:
cerca, lejos, oriente, occidente, antes, después, arriba, abajo, y, por
supuesto izquierda o derecha. Son términos que, para poder comprenderlos
acabadamente, hace falta un punto fijo para relacionarlos: cerca de algo o de alguien…
Por ejemplo, al leer que algo ocurre en “cercano oriente” no es lo mismo si el
lector se encuentra en España o en Argentina, ya que en el primero de los casos
se estaría refiriendo a Israel o Palestina, mientras que en el segundo., se
trataría del Uruguay… Ya se ha hablado, también, del término “Descubrimiento de
América”, por ejemplo, entre otros relativismos.
Es en este sentido que la utilización con pretensiones
universales de ciertos términos o ideas, resulta, al menos discutible, y, en
ocasiones definitivamente falsa. Concretemos: todos, estando en un lugar
solemos tener gente a izquierda y derecha, delante y detrás. Obviamente, por
ser nosotros los que vemos, hablamos, referimos, nos ubicamos en un supuesto
centro. Pero, no es menos cierto que otras personas, también lo pretenderán, y,
por eso mismo, quien está a la izquierda o delante de alguien, se encuentra, a
su vez, a la derecha o detrás de los primeros.
¿Qué sería, entonces, la izquierda para Milei? Dejo de lado
que, evidentemente, se trata de un slogan, o de mera publicidad del miedo,
pero, por ejemplo, afirmar que fue “la izquierda” la que atentó contra Donald
Trump, y siendo que el tirador era un afiliado al partido republicano, en
cierto modo es razonable, Trump, o Milei – como todos (o casi todos) – tienen personas
a derecha e izquierda, delante y detrás… pero en otro sentido – o al menos
desde una perspectiva cuantitativa – es algo muy discutible, el partido
republicano es de derecha.
En sentidos semejantes, son notables las críticas que recibe
intensamente el Papa Francisco, por ejemplo, desde sectores ultra conservadores
(es decir, de derecha) como el deplorable ex arzobispo Viganò o el ex actor Mel
Gibson, entre otros, por, sencillamente intentar descongelar el Concilio
Vaticano II.
La clave para comprender mejor pareciera estar en los
propaladores que se autoperciben en el centro (y el equilibrio… aunque no
parezca haber muchos que afirmen que Milei es alguien equilibrado). No está de
más recordar que tanto el capitán ingeniero Álvaro Alsogaray, como el procesado
ex presidente colombiano Álvaro Uribe afirmaban ser de “Centro Democrático” … Volviendo
a la relación, si Alsogaray, Uribe, Trump o Milei son de centro, ¿cuántos serán
(seremos) los que recibiremos el epíteto – para ellos insultante – de ser de
izquierdas?
Es evidente, además, que – volviendo a lo relativo –
pareciera que para estos sectores “centrados”, es aberrante el atentado contra
Trump (¡que lo es!) pero nada dijeron del atentado contra Cristina Kirchner…
Mirar exclusivamente para (su) derecha invisibiliza a todo un universo que no entra
en su horizonte… y siendo que – en estos casos – son muy pocos los que están a
sus derechas y siendo excesivos los de sus izquierdas, son muchos, ¡muchísimos!,
los que no son tenidos en cuenta (por ejemplo, Milei dijo “soy un presidente
libertario en un país de zurdos”. Y teniendo en cuenta que deplora la
izquierda, y quiere eliminarla, se comprenden así mejor sus políticas).
A modo de mirada relativa… Viganò acaba de afirmar que Jesús
protegió a Trump ante su atentado. Supondré por un minuto que así fue (aunque
queda siempre, en ese caso, la pregunta de por qué no protegió a Kennedy, a
Luther King, y a tantos otros), ¿por qué lo habría hecho? ¿Es porque Jesús está
defendiendo las políticas de Trump (como el ex obispo insinúa) o porque Jesús
quiere mostrar que la violencia política es algo que Él rechaza? Es decir, si
así fuera (y dudo que así haga Jesús las cosas) sería sensato tratar de
entender acabadamente qué y por qué y cómo lo hace y no ubicar a Jesús a la
derecha (porque allí están los que lo dicen), algo que – en todo caso, y siempre
si así lo miramos – sería más razonable ubicarlo “arriba”. O, a lo mejor, sería
más justo, que los receptores, sean lectores o auditorios, tengan bien claro
quién habla o escribe y desde qué lugar lo hace. Prender presentarse como desde
un lugar puro, aséptico, casi inmaculado, es, por lo menos falso, en ocasiones
manipulador y en todos los casos mostrarse como “desde arriba” lo que, una vez
más lo repetimos, es relativo. Otros creemos que hay que ascender al pueblo, a
los pobres para desde allí mirar, pensar, entender… y, desde allí, creer que
algunas derechas han caído muy, muy bajo.
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