Una viuda de Sarepta
Eduardo
de la Serna
El
capítulo 17 del primer libro de los Reyes nos habla del profeta Elías, pero
dedica una buena parte (desde el v.9 hasta el final del capítulo) a su
encuentro con una viuda que tiene un hijo. Se nos dice muy poco de esta mujer
(ni siquiera sabemos su nombre) pero hay varios elementos a tener en cuenta.
Elías
tiene un gran conflicto con el rey Ajab. La raíz del problema está en la
influencia que tiene Jezabel, su esposa, en la corte, y la proliferación de la
idolatría que el libro de los Reyes atribuye a la reina (sobre Elías y sobre
Jezabel ya hemos escrito). Lo cierto es que una sequía muy grave se
desata sobre el pueblo y no lloverá hasta que Dios lo provoque (v.1). Como dijimos, Jezabel
era hija de un sacerdote de Sidón (Fenicia). Lo interesante es precisamente el
contraste, porque, ante la sequía, Dios envía a Elías a Sarepta, tierra de Sidón
(v.9). Es decir, una mujer de Sidón va al encuentro de un varón en Israel
(Jezabel y Ajab) y un varón israelita va a la tierra de Sidón al encuentro de
una mujer (Elías y la viuda). El contraste estará entre ambas actitudes. Para
el texto bíblico, lo que caracteriza a Jezabel es que no se deja guiar por la
palabra de Dios sino por los ídolos. Ahora una mujer de Sidón escuchará la voz
de Dios pronunciada por el profeta.
Las
escenas entre la viuda y Elías son dos, y en ambas lo que importa es la palabra
que el profeta pronuncia y que la mujer escucha.
En la
primera, Dios “manda a una viuda” que alimente al profeta (v.9), pero ese
mandato de Dios es pronunciado a la mujer por la palabra de Elías: “Así dice el
Señor, Dios de Israel…” (v.14; notar lo de “Dios de Israel” dicho a una fenicia y en tierra no judía…
No se supone que una fenicia acepte lo que diga “ese dios extranjero”). Ella se
marcha “a hacer lo que le dijo Elías” (v.15).
En la
segunda escena, el hijo de la viuda, enferma y muere (v.17). La mujer atribuye
la muerte a un castigo de Dios (“recordar mis culpas”, v.18), cosa que también
Elías piensa (v.20). Pero él intercede por el niño ante Dios: se recuesta tres
veces sobre él (una imagen para comunicar la energía vital) y pide a Dios por
que la vida “vuelva” al niño (v.21). La voz del profeta es escuchada por Dios y
puede entregarle el hijo a su madre. Ella finaliza afirmando que “¡Ahora
reconozco que eres un profeta y que la palabra de Dios que tú pronuncias se
cumple!” (v.24). Nuevamente la palabra del profeta está en el centro del
acontecimiento.
En la
primera escena la mujer confía en la palabra del profeta y le da de comer lo
único que le quedaba para ella y su hijo porque por su intermedio Dios le dijo
que “El cántaro de harina no se vaciará y en la aceitera, el aceite no se
agotará hasta el día en que el Señor envíe la lluvia sobre la tierra”
(v.14). En la segunda escena la mujer entrega el cadáver de su hijo al profeta
quien se lo devuelve vivo. La palabra del profeta es palabra de Dios. Una mujer
de Sidón, en tierra fenicia, supo escucharlo. En tierra de Israel un rey no ha
escuchado la voz del profeta sino la de su mujer de Sidón y, la sequía, la
falta de alimento, la muerte de ganado y gente (ver 18,5) fueron la
consecuencia. En tierra de Sidón, una mujer ha escuchado la voz del profeta de
Israel. Es interesante, por el contraste, notar que la viuda de Sarepta obedece
algo aparentemente imposible (que no se acabaría el aceite y la harina, del que
solo quedaba muy poco, hasta que volvieran las lluvias) porque “Dios lo dice”,
según lo afirma el profeta.
Esta
situación es retomada por el Evangelio de Lucas para mostrar que el ministerio
de Jesús es universal, no sólo para el pueblo de Israel (Lc 4,26). Los textos
nos muestran que lo principal no es el ámbito de pertenencia, las raíces que
podamos mostrar u ostentar, sino la capacidad de escucha de la palabra de Dios
pronunciada por intermedio de aquellos que Él ha enviado. Y muchas veces Dios
elige hablar en los lugares o por intermedio de las personas más inesperadas.
Imagen tomada de https://www.delamanodedios.org/post/la-provisi%C3%B3n-de-dios
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Cualquiera puede comentar y no será eliminado, aunque no este de acuerdo con lo dicho, siempre que sea respetuoso (caso contrario, será borrado). Pero habitualmente no responderé los comentarios, ni unos ni otros, para no transformar este blog en un foro. De todos modos, podrán expresar su opinión.