Pensando el Jubileo
Eduardo de la Serna
El llamado “Jubileo” es – como se sabe – una
institución bíblica.
Partiendo de la experiencia
pastoral de la misión popular en la diócesis de Quilmes, hace tiempo hice una
breve referencia al Jubileo. Hoy pretendo señalar –
partiendo de lo allí dicho – algunos elementos nuevos y viejos.
Es sabido que el “jubileo”
hace referencia al cuerno del carnero (en algunas traducciones se dice
“trompetas”), el cual es, a su vez un instrumento musical que, al resonar por
todo Israel, indicaba, precisamente, la llegada de esta conmemoración. El
término hebreo es yôbēl, que suele traducirse al griego por sálpigx
(instrumento) o áfesis (jubileo). Como instrumento, en el término griego,
suele estar relacionado con la batalla, como se ve desde Josué (6,5-20) y en otros textos
(cf. Jer 4,5; Ez 7,14; Job 39,25; 1 Cor 14,8) aunque también se utiliza para
convocar a reunión importante (por ejemplo, litúrgica; cf. 1 Cro 16,7; Sal
81,4). Incluso se convoca a fiesta por haber vencido en la batalla (1 Sam 13,3).
En Núm 10,2-10 se distingue el tipo de convocatoria según el sonido del cuerno.
En realidad, entonces, el objetivo es una reunión, sea esta bélica, litúrgica o
social-política. Así, el tiempo definitivo de la reunión con Cristo, Pablo lo
expresa como el toque de una trompeta (sálpigx), propio del final de los
tiempos (1 Tes 4,16; 1 Cor 15,52). El término hebreo, como decimos, se usa en
ambos sentidos, por ejemplo, para la batalla de Jos 6 o para el jubileo de Lev
25 y 27 (fuera de estos textos, el término solamente se encuentra en Ex 19,13,
como instrumento de reunión, Núm 36,4, referencia al jubileo, Jer
17,8, entendido como corriente de agua y en Gen 4,21 como nombre propio,
antepasado de los que tocan instrumentos musicales). El texto de Lev 27 señala la celebración,
mientras que Lev 25 lo explica, por lo que debemos detenernos, precisamente, en
esta unidad literaria.
Simplemente de ha de
distinguir de kéras, cuernos (Gen 22,7; cf. 1 Re 22,11), en sentidos
varios: donde se conserva aceite (1 Re 1,39), pero también los del altar; Ex
27,2; Lev 4,7.18.25…Am 3,14; Jdt 9,8), símbolo del poder (real) cf. Sir 47,11;
Sal 148,14 o de fuerza (1 Sam 2,1; 2 Sam 22,5; Sal 17,3) sentido que utiliza la
apocalíptica (cf. Dn 7-8; Ap 5,6; 9,13; 12,3; 13,1.11; 17,3.7.12.16).
Levítico
25
Como se ve, el tema dice relación directa al sábado
y a la tierra, pero a su vez está estrechamente ligado a la libertad (liberar
la tierra, liberar a los esclavos…). Es interesante señalar que, en el Medio
Oriente, cuando las situaciones económicas eran excesivamente oprimentes, en
ocasiones el rey – para mostrar su “magnificencia” (= gracia) – decretará la
caducidad de todas las deudas; pero, es obvio, la diferencia con nuestro caso,
es que se trataba de algo ocasional e inesperado, no – como en el caso bíblico
– de algo previamente estipulado. El tema, como se ve, en su origen, es
exclusivamente económico-social. Es comprensible, por caso, que alguien
eligiera no prestar o tomar en prenda una tierra si el año sabático era
inminente, y, precisamente frente a eso (y la intervención de Dios) alerta el
texto (vv.18-22). En estos casos, a su vez, se supone la presencia del go’el
(lit. “rescatador”): el pariente que debe rescatar la tierra o al pariente
esclavizado; el jubileo, en este caso, muestra a Dios como go’el de
aquellos que no tienen los medios para ser rescatados. Un pariente debe
rescatar cuando sea posible a su pariente empobrecido (“si se empobrece tu
hermano” es un Leitmotiv de la unidad, cf. vv. 25.35.39.47); el jubileo,
es un evento nacional que ocurre dos veces en el siglo. No rescatar, por
ejemplo, cuando se pudiera, por motivaciones de cálculo económico, es motivo de
vergüenza (cf. Dt 25,8-10).
El jubileo fue, pues, un mecanismo para prevenir esto (los
latifundios) y preservar el tejido socioeconómico de la tenencia de la tierra
por parte de múltiples hogares, con la igualdad comparativa y la viabilidad
independiente de las familias más pequeñas, y sus unidades de tierra.
El
jubileo es
Un
verdadero programa de reforma social, el más radical de cuantos registra el AT
(… su) finalidad principal es la de promover la solidaridad entre los miembros
del pueblo de Dios, impidiendo la ruina completa de las personas endeudadas y
la excesiva acumulación de riquezas en las manos de unos pocos.
Mirando detenidamente el
texto, es interesante que comienza aludiendo a que Dios habla desde el Monte
Sinaí, lo cual remite a la donación de la Ley, y, a su vez, a la libertad – esclavitud,
en obvia referencia a Egipto. En este contexto de libertad, la referencia es al
descanso incluso de la tierra (madre), y que a su vez sea alimento para todos
sin exclusión.
La
libertad precisa seguridad económica y libertad del empobrecimiento e
independencia económica (…) la tierra no es objeto del libre mercado puesto que
la compra o la venta permanecen bajo restricciones teológicas (…; esto incluye
la prohibición de intereses y usura que lleva a la subordinación), YHWH quiere
que los israelitas sean personas libres en su propia tierra (…). (Es evidente
que el endeudado solo puede pagar con su trabajo). Obviamente, el ‘mercado’ por
sí mismo no se preocupa de las personas que son reducidas a la pobreza, y Levítico
25 imparte los criterios de que una sociedad no puede prosperar en su totalidad
si un cierto número de sus miembros han perdido
significativamente su poder económico e independencia.
Sin embargo, estas normas de
vida de Israel, no es evidente que se hayan cumplido lo que no impide marcar el
horizonte de la voluntad de Dios para todo tiempo.
Ahora bien, si esto no se
llevó adelante en tiempos en los que Israel era independiente, ciertamente era
totalmente inaplicable en tiempos de dominación y sometimiento. Los poseedores
de tierra o esclavos, sin duda, no cederían sus beneficios guiados por una
divinidad que desconocen.
En un sugerente artículo sobre
el Jubileo y su aparente referencia en Isaías 61, Severino Croatto afirma
claramente, sobre el Jubileo que “Levítico 25, (es) el único texto bíblico que
trata del tema”.
Por eso concluye:
Cuando
uno vuelve, después de haber trabajado exegéticamente en los dos oráculos
proféticos, a los textos del Pentateuco sobre los años “santos” sabático y
jubilar, encuentra que tienen poco de común con el lenguaje profético. Los
profetas no condicionan la praxis de solidaridad a determinadas fechas fijas
(siete o cincuenta años), sino que la exigen siempre.
Por
otra parte, los contenidos de las instituciones del año sabático y jubilar son muy
diferentes. En el lenguaje, al menos, no se tocan. El sentido fundamental de
los años “santos” es el concepto de “devolver” (de un lado), o “recuperar” (del
otro), trátese de libertad personal, de tierras o de deudas. El sentido nuclear
del mensaje profético es más de fondo, ya que se trata de “no originar” la
esclavitud, la deuda del otro o la pérdida de sus posesiones.
Por
eso los profetas son radicales. Si se mira bien, en la base de la esclavitud, de
la deuda o de la pérdida de una propiedad (casa o tierra) hay alguna forma de
injusticia social. Lo que señalan los profetas, por supuesto que
indirectamente, es que el año sabático o el Jubilar son males menores.
Sea como fuere, una nota
merece destacarse sobre el uso de la “libertad”. En Lev 25,10 se señala que “se
proclamará libertad en la tierra”; el término hebreo no es frecuente y salvo en
Jer 34 (y Ez 46,17) sólo vuelve a encontrarse en Is 61,1. El sustantivo derôr
(que proviene del acádico andurarum) refiere siempre a la manumisión
de los esclavos, y – en su origen – también a la remisión de deudas o retorno
de bienes vendidos a sus originales propietarios.
Como se ve, sea que el Jubileo
fuera una institución nunca aplicada, o si es sólo mencionada una vez en toda
la Biblia, o no lo fuera, lo cierto es que por uno u otro motivo (litúrgico o
profético) hay una clara insistencia en la libertad, la tierra, el descanso, la
solidaridad y la justicia. De hecho, es interesante que en los tiempos de
opresión se haga referencia a “recuperar los sábados” (cf. Lv 26,45; Is
49,8.19; 61,4; Ez 36,3.8-11.24-36; 2 Cr 36,21-22): ustedes no le concedieron
descanso a la tierra, y por eso, ahora los campos quedarán desolados, ustedes
serán cautivos, y la tierra recuperará los sábados perdidos, disfrutando el
descanso que ustedes no le dieron (Lev 26,32-35).
Ahora bien, deteniéndonos en
el sustantivo griego áfesis (que traduce yôbēl, “jubileo” en Lev
25 (15 veces) y 27 (6
veces) y también derôr (de
Lev 25, Is 61 y Jer 34 y Ez 46) en los evangelios suele traducirse por “perdón”
(de los pecados; cf. Mt 26,28; Mc 1,4; 3,29; Lc 1,77; 3,3; 24,47 y en Hechos,
5x. El término no se encuentra jamás en Pablo, por ejemplo). El verbo perdonar,
en cambio (afíêmi) es más frecuente: Mt 47x; Mc 34x; Lc 31x; en Jn 14x, 3x en Hechos y
5x en Pablo.
Pero afíêmi es permitir o no, renunciar,
dejar cosas, personas, situaciones, como por ejemplo los pecados o también
deudas: dejar las redes, dejar a alguien hacer algo, dejar (atrás) los
pecados...
Lucas 4, Jesús en la Sinagoga lee Isaías 61 (+ 58)
El texto de Lucas 4, en el que
Jesús lee el texto de Isaías 61 merece ser brevemente mirado:
El
espíritu del Señor (YHWH) está sobre mí,
Porque
me ha ungido (ejrisén) para evangelizar (euaggelísasthai) a los pobres.
Me ha
enviado (apestalkén) a proclamar (kêryxai) a los cautivos la libertad (áfesin),
a los ciegos la vuelta a la visión (anablépô), envió (aposteilai) a
los oprimidos en libertad (afései),
proclamar
(kêryxai) un año agradable
del Señor (YHWH).
Notemos, a partir de esto
algunos elementos.
Kêrýxai,
“proclamar públicamente”, indica que la salvación entra en vigor por la palabra
(pero no enteramente por los hechos). Para Lucas, “el año” es el advenimiento
del tiempo escatológico, que fue anunciado por la relectura profética del tema
del año del jubileo (Lv 25,8-54). El tema del Ungido del Señor y la mención del
año del jubileo anuncian conjuntamente el complimiento definitivo de la
voluntad divina.
La primera parte está caracterizada por el
verbo ungir (recordar que Cristo se traduce “ungido”, del verbo jríô).
Jesús es el Mesías / Cristo / Ungido para evangelizar a los pobres. Esa “buena
noticia” a los pobres se ejemplifica también en 7,22:
Vayan a informar a Juan lo que
han visto y oído:
los
ciegos la vuelta a la visión (anablépô)
los
cojos caminan
los
con lepra son limpiados y
los
sordos oyen
los
muertos resucitan
los pobres son evangelizados (euaggelízonthai)
En la segunda parte, marcada por el verbo “enviar”
la mención es a la libertad y una doble proclamación, precisamente la libertad
y el año del Señor.
Nuevamente hay una inversión
de la situación de los que están en un contexto dramático: antes, los presos,
cautivos, ahora, cojos, ciegos… y en ese contexto el anuncio de buenas noticias
a los pobres concentra (al comienzo en Lc 4 y conclusivamente en Lc 7) todo el
anuncio del Evangelio y su praxis liberadora.
El cuerno (shofar; a veces traducido por
trompeta) es un instrumento de viento hecho con cuernos de carnero y se suena
para convocar a la asamblea; la convocatoria – en ocasiones depende del sonido
– puede ser litúrgica, política, bélica. En el caso del jubileo se señala
expresamente:
Entonces
el cuerno (shofar) sonará el séptimo mes el día diez del mes, el día de la
expiación sonará el cuerno (shofar) por toda la tierra. (Lev 25:9)
… concluir
que el 26/27 d.C. se celebrara como año santo y que Jesús hiciera alusión a
ello requiere mucha fantasía. En primer lugar, está la predicación de la salvación
a los pobres, como en 6,20 y luego, la concepción de Jesús como profeta (…).
Para Lucas, por lo tanto, es particularmente importante la adición de Is 58,6
"para poner en libertad a los oprimidos (mismo término también para
"remisión, perdón"), que Jesús no pudo haber encontrado en el texto
de Is 61,1...; Jesús no sólo anunció la remisión de los pecados y la
libertad (como el Bautista, 1,77; 3,3), sino que las trajo (ver 24,47). La
primera palabra que escuchamos pronunciar al Jesús adulto es "hoy".
La
profecía que Jesús lee tiene una clara e inconfundible temática de justicia
social que encaja con el Magnificat de María (1,46-55) (…) Lucas
modifica el recipiente de la buena noticia a los pobres, los “ciegos” y los
“oprimidos” (4,18-19). Es una alteración que alarga el círculo de los
mencionados en Isaías especificando los destinatarios de buenas noticias.
En este contexto, además, en la referencia al Padrenuestro es interesante
destacar un detalle.
Mateo 6,12
|
Lucas 11,4
|
Perdónanos
nuestras deudas [ofeílêma]
|
Perdónanos
nuestros pecados [hamartías],
|
como
también nosotros perdonamos a nuestros deudores [ofeilétais]
|
porque
también nosotros perdonamos a todos los que nos deben [ofeílonti].
|
Es interesante por un lado el paralelismo entre
“pecado” y “deuda”; ciertamente el primero en particular relación con el
proyecto de Dios, mientras el segundo dice especial relación a las y los
hermanos. Como por ejemplo, se ve en la parábola del rey que ha perdonado una
gran deuda (Mt 18,28.30.34) o el administrador que estafa a su antiguo patrón
(Lc 16,5.7). Las deudas, en estos casos son claramente económicas.
Y acá una pequeña reflexión final:
Es propio del Dios de Israel destacar que nuestra
relación con él no se manifiesta en el culto o el templo, sino en la relación
con el hermano, relación de “derecho y justicia”. “Después” sí (cf. Jer 7,7; Os
6,6…) viene el tiempo de la celebración. Esta es una manifestación de que
quienes participan de un acto litúrgico son miembros vivos de un pueblo de
hermanos. Y esto sigue vigente en el Nuevo Testamento: para Pablo, una
celebración “eucarística” en la que los ricos no esperan a los pobres para
celebrar juntos, “no es la cena del Señor” (1 Cor 11,20); el encuentro con Dios
se hace patente, visible, “sacramental”, en el encuentro con las hermanas y
hermanos, “a mí me lo hicieron” (Mt
25,40.45). Del mismo modo, las “deudas” con Dios (= pecados) y su perdón (áfesis)
se hace patente en el perdón de las deudas (concretas, también económicas) con
los hermanos y hermanas.
Centrar – entonces – el
Jubileo exclusivamente en el tema del perdón de los pecados resulta parcial y
limitado, además que parece centrarse en la relación intimista e individualista
“entre Dios y yo” descuidando toda la dimensión comunitaria (= eclesial) de los
Evangelios.
Como
Elías (1 Re 13,1-6; 17,17-24) y Eliseo (2 Re 4,8-37; 5,1-19), la misión
profética de Jesús incluye no solamente la proclamación de buenas noticias sino
también curaciones, que hacen visible la irrupción del reino de Dios.
No hay
evidencia que el Año de Jubileo se haya practicado alguna vez, pero los ideales
que ofrece de distribución equitativa de la tierra y los recursos y la
condonación de las deudas permanecen en los tiempos. El Jesús de Lucas
enseñando sobre los peligros de la acumulación de riquezas es eco de los
ideales del Jubileo, y sus discípulos procuran una equitativa distribución de
sus bienes (Hch 2,33; 4,34) (…) La proclamación de Jesús de buenas noticias a los
pobres, liberación de los cautivos, la vista a los ciegos y la libertad de los
oprimidos comienza a ser realidad en la enseñanza de Jesús y sus discípulos, la
predicación y sus acciones. El intento de poner en práctica estos ideales es un
desafío para las subsecuentes generaciones de creyentes. Las feministas pueden escuchar en la
declaración de Jesús un grito conjunto para obrar en la erradicación de la
pobreza que afecta, primordialmente, a mujeres y niños (…) Nos compromete a
educar a los que son ciegos a prácticas y sistemas que oprimen a todos/as a
obrar para cambiar esas prácticas y estructuras. Esas acciones llevarán a la
plenitud los ideales anunciados por Levítico 25, el profeta Isaías y Jesús.
Siempre es importante señalar
que, si Lucas destaca que la situación de los pobres cambiará, y eso es una
buena noticia (= Evangelio), su doble obra indica que cuando la comunidad vive
conforme al proyecto de Jesús de fraternidad y sororidad, “no hay pobres”, “no
hay necesitados” porque los bienes se ponen en común. Ahora bien, puede
señalarse que la reapertura de los ojos ciegos se hace concreta en la
conversión, en la cual los creyentes “ven” el camino del Reino y “siguen” al
Señor, pero ¿cuándo los presos son liberados? ¿cuándo los oprimidos son libres?
Pensar – como se ha hecho – que se hace alusión, por ejemplo, a las
liberaciones milagrosas de Pedro y Pablo de las cárceles (Hch 12,1-19;
16,25-40) parece ignorar las prisiones y muertes del Bautista, de Santiago y
del mismo Jesús. Probablemente deba entenderse, en este caso, en un sentido más
programático que referencia a situaciones concretas.
Notas
conclusivas:
La Iglesia católica romana
celebra jubileos cada 25 años. Se corre – es habitual en todo lo humano – el
riesgo de distorsionar su sentido siempre desafiante. Notemos algunos
elementos:
Perdón: el
perdón no se trata solamente de “perdón de los pecados”. Es de todo lo que ata
a las personas que deben ser desatadas (es interesante la relación entre perdón y
atar-desatar en Mt 18,15-20), como es el caso de las deudas; deudas de
personas, deudas de países. Es evidente que las deudas suelen estar en el
origen de las esclavitudes (ver Mt 18,25). La relación deuda – esclavitud –
perdón – libertad es propia de los tiempos jubilares. El perdón es de los
pecados y las deudas porque es en la relación entre las personas donde se hace
patente nuestra relación con Dios.
Esclavos: La
esclavitud, se dice, es cosa del pasado. Pero es evidente que sigue vigente de
modo más o menos disimulado. No solamente los endeudamientos, sino el
empobrecimiento, la utilización de las personas y los abusos, el
aprovechamiento de las distintas formas de poder que tienen cautivas a muchas
personas. Además de las adicciones (que ciertamente esclavizan limitando, a
veces al extremo, las libertades personales, sean las adicciones a consumos
problemáticos, al alcohol, el juego, los celulares)… La libertad no es sino
aquello que todas las personas pueden decidir con plena convicción y
posibilidades de escoger lo contrario o lo diferente. La libertad de todas las
esclavitudes es característica indispensable del tiempo jubilar, y sin ella
todo sería espiritualismo o ficción.
Kerygma: por
una lectura bultmaniana y ya descartada, se ha entendido el kerygma como
el primer anuncio de lo fundamental, que luego sería ampliado por la
catequesis. El verbo kerysso significa anuncio, y en Lc 4 indica
claramente que se proclama libertad a los cautivos y que se proclama un año que
es favorable al proyecto de Dios (vv.18.19). El kerygma es la
liberación, es el anuncio de buenas noticias (Evangelio) a los pobres.
Presentar un kerygma que ignore o deje de lado la situación de los
pobres y la voluntad de Dios de que su situación cambie, es, nuevamente
espiritualismo y ficción.
Año de Gracia – profetas: Es
evidente que en un año jubilar – haya o no jamás ocurrido – alguien ha sido
esclavizado, alguien se ha empobrecido, y se procura remediar su situación, pero
sería ciertamente preferible que dichas cosas nunca hubieran ocurrido. La
predicación de los profetas marca caminos en este sentido, pero cuando las
personas nos alejamos de Dios y sus proyectos (= pecado) Dios mismo nos brinda
los caminos para restaurar el orden fracturado. El jubileo, entonces, es esa
posibilidad a la que sería de desear nunca se hubiera llegado. El camino
sistemático de implantar “el derecho y la justicia” (mispat wetzedaqa)
debería ser el modo de vida pretendido, aunque en ocasiones provoquemos lo
contrario “derramamiento de sangres y clamores” (mispaj wetze’aqa) (Is
5,7). Pero aún en estos casos, Dios no se desentiende de su pueblo y le tiende
la mano a la conversión, al cambio de mentalidad.
Tierra – techo – trabajo:
desde hace tiempo el Papa Francisco ha insistido en las “Tres T”: techo,
tierra, trabajo. Probablemente estas tres “utopías” sean características de un
tiempo jubilar, también utópico, en la que no haya esclavos, sino trabajo
digno, no haya latifundios, sino que cada quien tenga su tierra, no haya
migraciones forzadas (y millones de muertos por su causa) sino que cada quien
tenga su techo, su hogar… su vida plena.
Quizás mirando todo esto, el
acento del próximo Jubileo no esté puesto en cosas incomprensibles o sin
sentido, y seamos capaces de celebrarlo en la recomposición de una vida siempre
más humana y – por ello – más divina, y, además, que no se ata a ritos sino a
una praxis de libertad y de fiesta, de ojos abiertos y de buenas noticias a los
pobres.