jueves, 11 de septiembre de 2025

La mujer de Pedro

La mujer de Pedro

Eduardo de la Serna



En los evangelios que llamamos Sinópticos (por lo semejantes que son): Mateo, Marcos y Lucas, se nos cuenta que “la suegra de Simón / Pedro” estaba “agripada”. Cada uno de los evangelios lo cuenta con diferentes matices, propios de su teología, pero – y es lo que acá nos interesa – lo cierto es que Pedro “tenía suegra”, es decir, ¡estaba casado! (Mc 1,29-31; Mt 8,14-15; Lc 4,38-39). En realidad, aunque no se diga de otros, lo más probable es que todos los compañeros de Jesús lo estuvieran, pero, en el caso de Pedro, se nos dice expresamente que lo estaba.

Señalemos, de paso, que estar agripado, en el mundo antiguo era algo mucho más complicado que en nuestros tiempos, y la muerte era una posibilidad concreta. La curación, por parte de Jesús, entonces, es algo importante, y por eso todos ellos la destacan.

Pero ya llama la atención que después de señalar que los primeros seguidores de Jesús dejan a sus padres (Mc 1,16-20), poco después se nos diga que Pedro y Andrés, reciben a Jesús, con Santiago y Juan en su casa (Mc 1,29). Evidentemente, lo que hay que entender, es qué quiere decir esto de “dejar a los padres”. Más aún, al destacar Jesús la radicalidad del seguimiento (especialmente por la imposibilidad de que un rico pueda hacerlo; cf. Mc 10,25), Pedro le dice al Maestro, nosotros “hemos dejado todo y te hemos seguido” (10,28), y Jesús reconoce el hecho (más aún, la versión de Lucas añade “dejar mujer”, cosa que no estaba en Marcos y Mateo; ver Lc 18,29). Jesús supone, entonces, que sus compañeros han “dejado” todo, lo que supone un abandono de su familia. Pedro, entonces, habría dejado a su mujer.

Sin embargo, tiempo después de la resurrección de Jesús, cuando los discípulos empiezan a predicar por todo el ambiente conocido la novedad de Jesús, Pablo nos dice que “Cefas (es decir, Pedro, en su nombre arameo) y los hermanos de Jesús” viajan con una mujer acompañante (1 Cor 9,5). Sin duda, al menos en el caso de Pedro, se trata de su mujer. Parece que, pasado el tiempo, Pedro y su mujer, cuyo nombre lamentablemente desconocemos, son misioneros itinerantes. ¿Cómo es esto? ¿No habían dejado “todo”?

Veamos brevemente algo del ministerio de Jesús. Es evidente que él ha elegido a algunos, Pedro entre ellos, y que con bastante frecuencia viaja a diferentes regiones predicando la Buena Noticia del Reino (estos viajes misioneros de Jesús los encontramos por doquier en los Evangelios). Y en esas visitas lo acompañan los más cercanos. Todo indica, entonces, que ese “dejar todo” no se trata de una opción definitiva (“dejar para siempre”) sino de una renuncia por un tiempo mientras Jesús y los suyos se dirigen a una u otra parte para predicar, pero que, finalizada esta misión, volvieran a su vida cotidiana a la espera de una nueva misión. Ahora bien, una vez muerto y resucitado Jesús, Pedro y varios más ya no hacen pequeños viajes misioneros por la región para, finalmente, regresar a sus casas, sino que viajan probablemente dejando ya atrás los caminos pasados. Pedro, por lo que sabemos, ha dejado Galilea y luego Jerusalén (ver Hch 12,17) para luego dirigirse a Antioquía (ver Ga 2,11), y, de allí, se ha dirigido a Roma pasando probablemente por Corinto (y las ciudades de los alrededores; ver 1 Cor 1,12). Obviamente no lo hace solo, y la compañía de su mujer es, sin duda, razonable. Como sabemos por los primeros escritores cristianos, finalmente, Pedro será asesinado en Roma.

La mujer de Pedro, entonces, invisibilizada, como suele ocurrir lamentablemente con tantas mujeres de la historia, es una compañera suya en el ministerio. Sea esperando el regreso de los misioneros a la vuelta de la itinerancia, o sea, acompañando a su compañero por las diferentes regiones del imperio. Compañera, misionera, y – sin duda – discípula de Jesús. Anónima, pero discípula y misionera. Nada menos.


Imagen tomada de https://www.religionenlibertad.com/blog/30198/que-sabemos-de-la-esposa-de-san-pedro.html

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Cualquiera puede comentar y no será eliminado, aunque no este de acuerdo con lo dicho, siempre que sea respetuoso (caso contrario, será borrado). Pero habitualmente no responderé los comentarios, ni unos ni otros, para no transformar este blog en un foro. De todos modos, podrán expresar su opinión.