martes, 17 de junio de 2025

Cuerpo y Sangre de Cristo C

Jesús se da como pan para ser alimento de pobres y despreciados

CUERPO Y SANGRE DE CRISTO "C"

Eduardo de la Serna



Lectura del libro del Génesis     14, 18-20

Resumen: el texto – en una lectura literal - manifiesta la gratitud de uno de los reyes cananeos (en el resto del relato se encuentra la gratitud de otro, el de Sodoma), Melquisedec por la lucha en la que Abram liberó a los cautivos y recuperó las posesiones saqueadas por reyes enemigos. Como signo de gratitud, el rey ofrece a Abram un banquete y le otorga la bendición de parte de Dios.

Una lectura alegórica es una “lectura espiritual”. En ella, se pretende que el texto tiene una posibilidad “material” de acceso al mismo, y otra – superadora - que está oculta y se debe descubrir. O que, conducidos por el Espíritu podemos (o algunos pueden) descubrir. En el fondo, esta lectura encierra una mirada helénica (y [neo]platónica, habitualmente): el cuerpo es “cárcel del alma”, la lectura “espiritual” libera de la cárcel al “alma” del texto encerrado en la “letra”. Este modo de lectura de los textos fue frecuente con el auge del platonismo, y fue habitual en escritores judíos, como Filón, o en escuelas bíblicas cristianas, como la llamada “Escuela de Alejandría” (Clemente, Orígenes). Siendo esta la lectura imperante, cada vez más se impuso en las lecturas bíblicas desde los padres de la Iglesia en adelante. Si bien hubo otras escuelas (como la llamada “de Antioquía”) y grandes personajes que bregaban por una lectura “literal” del texto (es el caso de san Juan Crisóstomo), la “lectura espiritual” se impuso. Grandes personajes, como es el caso de san Agustín, le dieron carta de ciudadanía. Cuando – gracias al aporte del mundo árabe - se empezó a conocer a Aristóteles, otros personajes, como es el caso de Tomás de Aquino valoraron la importancia de la lectura “literal”, pero siempre exaltando como superior la lectura espiritual (aunque, reconociendo que esta debía ser ubicada en el sentido del texto). Recién cuando se empieza a valorar una lectura crítica de los textos gracias al invalorable aporte del mundo protestante, y el tardío reconocimiento del ambiente católico (y los fenomenales aportes de grandes personajes como M. J. Lagrange op y la posterior “carta de ciudadanía” de la lectura crítica por el Concilio Vaticano II) es que la lectura “espiritual” ha dejado su lugar a la lectura crítica del texto. Esa lectura "espiritual" no es la que hoy se pretende como lectura bíblica.


Valga esta introducción para señalar que de ninguna manera tiene sentido bíblico la elección del texto de Gen 14 para ilustrar la fiesta litúrgica del Cuerpo y la Sangre de Jesús. Es el autor de la carta a los Hebreos el que – precisamente en una lectura alegórica - destacará que Melquisedec es figura de Cristo con la finalidad de mostrar un “sacerdocio” en la nueva alianza ya que el Nuevo Testamento no mostraba indicios de ministerio sacerdotal alguno; y entonces – releyendo los textos de Melquisedec, primero el Sal 110 y luego Gen 14 - destacará que el tipo de sacerdocio de Melquisedec es figura de Cristo que es, entonces, el único sacerdote, y lo es para siempre por su “perfección” alcanzada en la resurrección. Precisamente Clemente de Alejandría y Cipriano de Cartago parecen ser los primeros en relacionar a Melquisedec con la Eucaristía. Así dice Cipriano (+258):
Este orden (de Melquisedec] es naturalmente el que procede de aquel sacrificio y por tanto desciende del hecho de que Melquisedec fue sacerdote de Dios altísimo, y ofreció pan y vino y bendijo a Abraham. Porque, ¿qué sacerdote del Altísimo lo es más que nuestro Señor Jesucristo, que ofreció el sacrificio a Dios Padre y ofreció lo mismo que Melquisedec, pan y vino, es decir, su cuerpo y su sangre? [...] Para que en el Génesis, pues, pudiera celebrarse debidamente la bendición de Abraham por medio del sacerdote Melquisedec, precedió la imagen del sacrificio, esto es, la ofrenda de pan y vino. Realizando y cumpliendo eso, el Señor ofreció el pan y el cáliz preparado con vino, y el que es la plenitud realizó la verdad de la imagen prefigurada (Carta 63, a Cecilio).
Después de haber señalado estas cosas, veamos brevemente (ya que el texto no habla de la Eucaristía) algunos elementos de la unidad.

En la antigua teoría de las “fuentes del Pentateuco” (hoy bastante en crisis) no era fácil ubicar el viejo texto de Génesis 14 que no parecía responder a ninguna de las teologías que se atribuían al Yavista, Elohista o Sacerdotal. Hoy, cuando se revaloran particularmente distintas fuentes y las tradiciones orales, tribales, de los santuarios, no se ha avanzado mucho más. 

El contexto es bélico: dos alianzas de reyes (4 por un lado y 5 por el otro) con rehenes y muertos. El tema que interesa al relato es que uno de los rehenes es Lot, el sobrino de Abram (a quién en v.14 llama “hermano”). Con la gente “nacida en su casa” (unos 318) Abram va en búsqueda de los captores, recupera todo lo robado: “Recuperó todas las posesiones, también recuperó a Lot su hermano con sus posesiones, las mujeres y su gente” (v.16). El que toma la palabra es el rey de Sodoma agradecido con Abram (vv.17 y 21) y Abram se niega a recibir como premio la hacienda recuperada (vv.22-24). Pero súbita e inesperadamente interviene otro rey, el rey de Salem, Melquisedec, y su intervención es el texto del día.

Melquisedec es presentado como rey de Salem (que parece ser Jerusalén [Sal 76,3] o al menos una alusión posterior a ella). El título “Dios Altísimo” era uno de los nombres o atributos del dios cananeo “El”, hijo de Hadad, habitualmente llamado Baal, “señor”) que luego se trasladó – como otros atributos - a Yahvé (altísimo, eterno, fuerte; ver Gen 21,33; 17,1). El rol sacerdotal del rey no es extraño en los reyes orientales, y quizás, por los territorios mencionados, los pueblos vencidos, la referencia a Jerusalén, el autor esté aludiendo a David, que actuará de modo sacerdotal (2 Sam 6,17). Melquisedec “bendice”, es decir reconoce la intervención de Dios en el accionar de Abram, lo enaltece, (y por ser de parte de Dios provoca lo que dice, transmite su “poder”) y por eso Abram le da la décima parte del botín conquistado (que según las leyes de la guerra, pertenecen al vencedor, y esto vale también para el botín de esclavos. Esto es lo que al final Abram se niega a aceptar, como hemos dicho). El “pan y el vino” (ver Pr 9,1-6) es signo de un banquete (ver también Sal 104,15; Qoh 9,7; 10,19; Is 36,17; Lc 7,33-34). Agradecido, y con bendición de parte de Dios, el rey de Salem ofrece un banquete a Abram. Luego, finalizando el paréntesis, vuelve a tomar la palabra el rey de Sodoma. 


Lectura de la primera carta de san Pablo a los cristianos de Corinto     11, 23-26

Resumen: Dentro de un texto más amplio, Pablo alude a la tradición de la cena del Señor. Con firmeza cuestiona el modo de celebrar de los corintios (no por “violaciones litúrgicas” sino por no hacer lo que Jesús quería expresar con esta cena). El sentido del texto, y más aún en su contexto permite entender cómo es la Cena que Jesús quería.


La primera carta de Pablo a los corintios es una – sino la más - de las más “movidas” de las cartas paulinas. En la mayoría de las restantes cartas se puede ver que Pablo enfrenta uno o muy pocos temas que le son consultados, que se han suscitado en las comunidades. En ellas, las informaciones llegan a Pablo por un enviado, una consulta, y las cartas suelen ser más o menos sencillas de seguir en su ilación. Pero la primera carta a los Corintios es muy dispersa, no hay un tema común, parece haber contradicciones en ocasiones, las consultas o planteos por momentos parecen provenir por vía oral y en otras por vía escrita, por momentos pareciera que lo que Pablo enfrenta son simples consultas mientras en otras parecen graves problemas con una ruptura en ciernes. Personalmente creemos que la respuesta a las consultas hechas por escrito precede cronológicamente a los problemas que Pablo enfrenta tras haberse enterado oralmente ya que parecen revestir mayor gravedad. En el cap. 11 (que es el que hoy propone la liturgia) se dice expresamente que Pablo “oye decir” (v.18) que hay divisiones en la comunidad. Y conociendo a los corintios, y viendo otros problemas que van surgiendo en la misma carta, no puede dudarlo (ya sabe que hay “partidos” de Pablo, de Apolo, de Cefas [1,10]…, ya sabe que unos no se preocupan de escandalizar a los débiles [8,7], ya sabe que algunos llevan a sus “hermanos” ante los tribunales [6,1]…). 

Esta unidad está marcada por el verbo “reunir(se)” (vv.17 y 34). En ella Pablo sigue un esquema que se parece a nuestro “ver”-“juzgar”-“actuar”, como veremos. En primer lugar, Pablo presenta la situación que – por lo que ha oído - se vive en la comunidad. Esta primera parte está formada por la repetición del término “no los alabo” (vv.17 y 22) y “ekklesía” (vv.18 y 22) de una forma que se puede graficar como A B B’ A’. El problema que presenta es que “no se esperan” unos a otros. Pero este “no esperarse” en el contexto de una cena significa que unos se embriagan (los que llegan primero, obviamente) mientras que otros pasan hambre (los últimos en llegar) (v.21). Con dureza Pablo les dice que ya no participen de la comida común, que se vayan a sus casas (vv.22.34). No se trata de que “coman en su casa como si nada pasara” porque está hablando de la “ekklesía”, la “reunión”, la “Cena del Señor”. Y precisamente, con toda dureza afirma: “eso no es la cena del Señor” (v.20).

Siendo esta la situación (“ver”), Pablo destacará qué es lo que “el Señor” hizo, qué es lo que es en verdad “la Cena del Señor” (vv.22 y 27 donde se repite 2 veces el término “Señor” en cada uno; “juzgar”). Volveremos en seguida sobre esta parte. Luego de haber narrado cómo fue la “Cena del Señor” con un “por lo tanto” (v.28) empiezan una serie de verbos en imperativo (“actuar”): “examínese”, “espérense”… En esta parte, como es de suponer propone soluciones a lo que ha “visto”, de allí el “espérense”. Es que no esperarse implicaría castigo (vv.30-32.34 que debe leerse a la luz de 10,5-10). Por eso la importancia de reconocer en el pobre (al cual no se esperaba) un “miembro del cuerpo”. Comer y beber sin discernir “el cuerpo” (v.29) supone no discernir que el hermano es miembro del mismo cuerpo eclesial ya que “un solo pan y un solo cuerpo somos porque comemos de un solo pan” (10,18). No reconocer al hermano en la cena compartida no es comer la Cena del Señor porque no se “discierne el cuerpo”, no se reconoce al pobre como hermano, como miembro del cuerpo eclesial. 

Todo esto es el contexto del relato que hoy la Iglesia nos propone como segunda lectura: “qué es” la Cena del Señor (aunque omite el v.27 que alude al “comer indignamente”, cosa que – como hemos señalado - refiere a comer sin reconocer o despreciando al hermano. En este caso, Pablo alude a algo “tradicional” expresado con la fórmula “transmití-recibí” (v.23; ver 15,3). Es una de las pocas veces que Pablo alude a “dichos de Jesús”  (es interesante que fuera de esta, las restantes tres veces que remite a dichos de Jesús, dos también se encuentran en 1 Corintios: 1 Tes 4,15; 1 Cor 7,10; 9,14), en este caso, sus dichos en la Cena. La primera parte de esta unidad tiene las palabras de Jesús sobre el pan y sobre la copa. Luego una breve explicación del sentido del pan y la copa (v.26) y la crítica a comerla indignamente (v.27). Veamos el esquema:

La noche en que fue entregado…

               Tomó pan…        dijo       (interpretación del signo)…  háganlo en recuerdo mío;
también (tomó) la copa… diciendo (interpretación del signo)… háganlo en recuerdo mío:

Por tanto… cada vez…

Sin duda la clave está en tres lugares: la interpretación del pan, la de la copa y la conclusión. Pero nada de esto puede entenderse sin el contexto: “la noche en que fue entregado”. El verbo entregar (paradidômi) es muy amplio (incluso es el verbo que se traduce por “transmití” en este mismo versículo). En Rom 4,25 se repite en alusión a la pasión de Jesús. Pero en 8,32 se afirma que el que entregó a Jesús fue el Padre; en 2 Cor 4,11 se dice que somos “entregados a la muerte por (día) Jesús” ("dia" es por causa de); en Gal 2,20 se dice que el que se entregó fue Jesús mismo “por mí”. “Entregar” en este caso no parece, por ejemplo, una acción de Judas (a quien Pablo no parece conocer; cf. Lc 22,4). “Entregar” puede ser “abandonar a su suerte”, “dejar hacer”, o también “poner en manos de otro/s”. En el caso de nuestro texto, el uso de la voz pasiva (“fue entregado”) permite sospechar que alude a Dios. Por cierto que si este es el caso, está haciendo referencia (como se ve en los textos de Romanos citados) al amor inmenso de Dios por nosotros (hyper hemôn). Por tanto, el contexto de la cena es un contexto de amor, de amor “por nosotros”.

La palabra sobre el pan afirma que es “mi cuerpo por ustedes” (hyper hymôn), sin verbo. Esto con el pan sobre el que dio gracias (eujaristêsas, = eucaristía), pan que es “partido”. El “partir el pan” es propio de los relatos eucarísticos y alude, en el contexto de la pasión al cuerpo fragmentado, “roto” de Jesús en la tortura y la cruz, y en el marco de la mesa, alude a la comida compartida. 

La palabra sobre la copa (no sobre el vino) destaca la “nueva alianza” que se sella con la sangre de Jesús. Era habitual que las alianzas se “marcaran” con sangre, ya que esta era símbolo de vida, y la vida entera se jugaba y comprometía en la alianza que se realizaba. Sin embargo, esta se cualifica como “nueva” en evidente alusión a Jer 31,31. [aquí radica una de las evidentes diferencias entre los relatos de Marcos y Mateo con el de Pablo y Lucas, los primeros hablan de “mi sangre de la alianza” que es referencia a Ex 24,8 mientras los segundos aluden a la alianza “nueva” de Jeremías. Se ha señalado con probabilidad que los primeros reflejan una tradición de Palestina mientras los segundos una tradición de Antioquía; igualmente Lucas y Pablo aluden a hacer esto en “recuerdo” (anamnêsis)”]. Lo cierto es que también esta interpretación sobre la copa alude a un grupo, con el que se establece la alianza (tanto en Éxodo como Jeremías se refiere al pueblo). 

La frase conclusiva vuelve al conjunto de los destinatarios señalando que hacer esto (comer el pan y beber la copa) tiene connotaciones. En este caso, la consecuencia es que participar de este pan y esta copa significa un “anuncio” [kataggellô]. Este verbo no es frecuente en la Biblia (solo 2 veces en el AT, ambos en 2 Mac. [8,36; 9,17]; 11x en Hch, 1 en Colosenses y las restantes 6x en Pablo: Rom 1,8; 1 Cor 2,1; 9,14; 11,26; Fil 1,17.18). El término se aplica – particularmente en Pablo - a la predicación del Evangelio, al anuncio de la Buena Noticia. El término “Señor” en Pablo refleja al “glorificado por Dios” (ver Fil 2,9-11), de allí que decir que la cena compartida es anuncio de la “muerte del Señor” no omite la referencia a la resurrección. La Iglesia existe para ese anuncio, para mostrar al mundo entero o – para circunscribirnos al texto de la carta - para mostrar a los habitantes de Corinto que Jesús está vivo en el amor mutuo que los discípulos de Jesús se manifiestan. Desentenderse del hermano pobre, despreocuparse de su hambre será un “rito”, una “formalidad”, pero no es la Cena del Señor, su don “por nosotros”; se parece casi a la idolatría (como el paralelo con 10,1-22 parece mostrarlo). No se trata de “milagro”, no se trata de “rito”, se trata de darle a la mesa compartida el mismo sentido que Jesús quiso darle y que sea esta expresión evidente para todos de la solidaridad, la justicia y el reconocimiento de los demás – especialmente los últimos - como verdaderos hermanos y hermanas. Eso sí es la Cena del Señor.


Evangelio según san Lucas     9, 11b-17

Resumen: Lucas modifica el relato de la multiplicación de los panes reforzando los paralelos eucarísticos. Los “discípulos” deben alimentar a la multitud “recostada” con el pan partido que Jesús les ofrece.


La escena conocida como “la multiplicación de los panes” se encuentra narrada varias veces, y la encontramos en los 4 Evangelios. Hay dos relatos en Mateo y Marcos y sólo uno en Lucas y Juan. Las diferencias, allí donde hay dos versiones, son escasas, de modo que es posible suponer un relato común en su fuente. No interesa aquí el hecho histórico, difícil de explicar con los elementos con los que contamos, sino la intención del evangelista – Lucas en este caso - al narrar el acontecimiento. Evidentemente, del hecho histórico al relato narrado por Lucas, hay todavía diferentes instancias: decimos, por ejemplo que hay “un relato común” (oral o escrito) al menos. Suponiendo, además, que Lucas sigue a Marcos por lo menos hemos de señalar que la versión de Lucas ha sufrido numerosas alteraciones. Todavía hemos de suponer más en las narraciones posteriores, como brevemente diremos en seguida. En el Evangelio de Juan (cap. 6), y en el escrito sub-apostólico conocido como la “Didajé” es evidente la relectura de los panes en clave eucarística: 
Te damos gracias, Padre nuestro, por la vida y el conocimiento que nos manifestaste por medio de Jesús, tu siervo. A ti sea la gloria por los siglos. Como este fragmento estaba disperso sobre los montes y reunido se hizo uno, así sea congregada tu Iglesia de los confines de la tierra en tu reino. Porque tuya es la gloria y el poder por Jesucristo eternamente” (Did 9). 

Pero esta relectura ya empezaba a prepararse en los textos sinópticos. Veamos en Lucas, concretamente, de modo especial en el v.16: 

Tomó entonces los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, pronunció sobre ellos la bendición y los partió, y los iba dando a los discípulos para que los fueran sirviendo a la gente”. Si miramos las palabras eucarísticas sobre el pan reconoceremos: “Tomó luego pan, y, dadas las gracias, lo partió y se lo dio diciendo…  (Lc 22,19).
 Veamos gráficamente las semejanzas, sumando la escena de Emaús: 


Relato de la multiplicación 9,16
Relato de la eucaristía 22,19
Relato de Emaús 24,30
Tomó.. los panes [labon… artous]
Tomó el pan [labon arton]
Tomó el pan [labon ton arton]
Los bendijo [eulogêsen]
Dadas las gracias [eujaristêsas]
Pronunció la bendición [eulogêsen]
Los partió [kateklasen]
Lo partió [eklasen]
Lo partió [klasas]
Lo iba dando a los discípulos [edidou tois mathêtais]
De lo dio (a los discípulos) [edôken autois]
De lo iba dando [epedidou autois]

Los términos no fueron elegidos al azar, y la multiplicación de los panes tiene claras connotaciones eucarísticas ya en los Sinópticos (reforzada, o aumentada, como dijimos, en Juan y los escritos posteriores). Sin dudas, los autores parecen insinuar que Jesús sigue multiplicando los panes para nosotros en cada Eucaristía.
Como es habitual en esta parte, Lucas sigue narrativamente a Marcos haciendo pequeñas modificaciones que dan sentido teológico a su relato. En este caso los que hablan con Jesús no son “los discípulos” sino “los Doce”, y se omite la duda de los discípulos sobre lo que costaría alimentar la multitud. Incluso se contempla esa posibilidad. La multitud (ojlos, la “chusma”, la multitud) se sienta en grupos de 50 (se omiten los grupos de 100, que podrían aludir a las Centurias; así es un grupo que alude a los israelitas en el desierto, Ex 18,25). La referencia a los peces queda más opacada aún que en Marcos (lo cual refuerza la mirada eucarística), del mismo modo que el uso de “cuando declina el día” que se dice también en Emaús (9,12; 24,29).
Mirando la escena, Jesús se muestra como anfitrión (véanse Sal 23,5; 136,25; 145,15-16), como lo hizo Dios, Jesús alimenta al pueblo en el desierto (Ex 16; Dt 8,3.16; Sal 78,24-29; 105,40; Sab 16,20-26). La gente se debe recostar, lo que es propio de los banquetes. Pero mientras los “Doce” (vv.12-13) no pueden alimentar a la multitud (el Israel de los últimos tiempos), los “discípulos” (vv.14.16), (por tanto mujeres y varones) reciben de Jesús el alimento para saciar a todos.


el video comentando el Evangelio en
https://youtu.be/CeXtqz6y2q0
o también puede verse en
https://blogeduopp1.blogspot.com/2025/06/video-con-comentario-al-evangelio-de-la_16.html


Clásico mosaico en el Tabgha con motivo de la multiplicación de los panes y los peces. https://www.flickr.com/photos/gabrielbermejo/8359196322

lunes, 16 de junio de 2025

Hace 70 años hubo un día que no ocurrió

Hace 70 años hubo un día que no ocurrió

Eduardo de la Serna



Hoy se conmemoran 70 años del mayor atentado terrorista ocurrido en la Argentina. Atentado silenciado, simulado, negado.

Un grupo de aviones de la Marina Argentina descargó por horas en la plaza central de Buenos Aires (la Plaza de Mayo) una cantidad inusitada de bombas. El resultado fueron 308 ciudadanos asesinados, además de 800 heridos. Pareciera que, para los asesinos, esto se trató de daños colaterales en pos de su único objetivo: asesinar a Juan Domingo Perón, cosa que no consiguieron.

Como el antiperonismo en Argentina es poderoso, especialmente en el manejo de los sentidos y la historia, de este poli-crímen casi no se habla salvo en ambientes muy específicos.

Es de señalar que hubo algunas bombas que lo precedieron (por ejemplo, el 15 de abril de 1953), pero algo tan bestial no se ha visto en el país jamás. Evidentemente, para algunos sectores, cuando se habla de la “violencia” en la historia argentina, se remontarán a Unitarios y Federales, a acontecimientos como la “Patagonia Trágica” y, se allí “se salta” a la violencia guerrillera y – a continuación – la represiva de los 70. El “16 de junio” no ha existido, se ha ignorado; niños que visitaban por primera vez la ciudad Capital de la República, pasajeros descuidados en un Trolebús no importaron para la historia oficial.

Curiosamente, en tantos y tantos textos y autores, hubo violencia antes, hubo violencia después, pero el 16 de junio “te lo debo” como dijo un innecesario. ¿Se puede pensar mucho de lo ocurrido después sin tener en cuenta esto? ¿Es pensable, por ejemplo, que las fuerzas armadas combatieran contra su propio pueblo (y, cuando debieron hacerlo contra enemigos externos mostraran estruendosamente toda su cobardía e ineptitud)? Es pensable, lamentablemente, porque ya lo habían hecho. Y, para más… lo hicieron sin ninguna condena civil, social o penal. Ni mediática.

Según me contaba mi mamá, ese día yo debía ser operado de una hernia. Tenía 4 meses y 4 días. Desperté con fiebre y la operación se pospuso. Ella decía que la fiebre me había salvado porque los hospitales colapsaron. Pero, sea lo que fuere, fue la única noticia que tuve en mi infancia de que algo así había ocurrido. Después, ya con más conciencia crítica, me contaron de la quema de las iglesias (no que ocurrieron precisamente a consecuencia de esto, esa misma noche, ni de la quema de la bandera argentina para reemplazarla por una vaticana en una procesión de “Corpus Christi”, 5 días antes).

El antiperonismo es muy poderoso; todavía hoy, 70 años después del crimen terrorista más grande, no hay un repudio generalizado, actos públicos, conmemoraciones más que muy aislados de grupos muy “parciales”.

Es que así ocurre con la violencia. Cuando se habla de “la guerrilla”, se habla de algo perverso y nefasto. Pero si uno recuerda que Martín Miguel de Güemes combatió con guerrillas al ejército español, pues “¡muy bien!”; si se recuerda que Judas Macabeo combatió contra el imperio griego con guerrillas, pues son “¡fuerzas del cielo!” … ¿Cuál es el criterio para afirmar que algunos actos de violencia son buenos (o al menos, justos, o necesarios)? ¡Yo! Siempre ¡yo! Si estoy de un lado son malos, si estoy del otro ¡son buenos! (¡curioso criterio!). ¿Y si miramos “una causa”? Evidentemente también son malos para la causa contraria (para los españoles o los griegos, en el caso anterior). Sabemos que la historia la escriben los que ganan. Por eso “no hay” 16 de junio… por eso hay guerrilleros “malísimos” desde el Che a Camilo Torres, y buenísimos como los cobardes que bombardearon a su pueblo y huyeron raudamente al Uruguay. ¿Y si el criterio para evaluar el terrorismo y las causas naciera del bienestar del pueblo? A lo mejor sería otra cosa, habría otros próceres (y serían destronados muchos), habría otras fechas para conmemorar y, al conocer la historia, por eso de la memoria, la verdad y la justicia, habría caminos nuevos para andar, tropiezos para evitar y acontecimientos que tener siempre presentes para que en la historia tengamos un mañana de paz, de justicia, o, para decirlo con otras palabras clásicas: “una patria socialmente justa, económicamente libre y políticamente soberana”.


post-data

Una nota… (solo nota) sobre el “Cristo Vence” en los aviones

Se escucha decir, con mucha frecuencia, que muchos de los aviones que bombardearon civiles, produciendo más de 300 asesinados y 800 heridos, el 16 de junio de 1955, llevaban en su fuselaje pintada una cruz con una “V” debajo: “Cristo vence”.

Algunas fotos con esa pintada existen y pueden verse de sólo buscarlas, pero lo que me señaló una persona que me resulta muy creíble, es que esas fotos de los aviones no eran del 16 de junio de 1955 sino del 16 de septiembre de ese mismo año, días de la Revolución fusiladora. Los argumentos son estos:

los aviones, que vemos en fotos y filmaciones del bombardeo, aparecieron “de la nada”. Obviamente salieron de aeropuertos, pero el hecho fue clandestino; se esperaba un desfile aéreo. Y después de descargar su odio, los aviones fueron a Uruguay. En las filmaciones no se ve (que yo sepa) ninguna pintada en los mismos.

La marina (los aviones le pertenecían) siempre estuvo más cercana a la masonería, mientras que aeronáutica y ejército se confesaban católicos. De ahí que el “Cristo vence” es más imaginable en estos que en aquellos.

Fotos con el “Cristo Vence” se ven en las fuerzas golpistas de septiembre claramente.

Pero, todo esto es relativo. El Partido Comunista siempre hizo ostentación de su ateísmo, pero participó activamente de la fiesta del “Corpus Christi” cantando “Alabado sea el Santísimo Sacramento del altar”; nada obsta que grupos masones pintaran un “Cristo vence” en el mismo contexto. 

Al menos en algunos sectores de Iglesia se sabía que los bombardeos ocurrirían, como lo recordó el querido Alberto Carbone, que lo escuchó de boca de su párroco ese día: “¡ahí llegaron!”

Las relaciones entre Perón y la Iglesia católica romana estaban en un momento de tensión y ruptura mutua que era evidente desde hacía meses.

En lo personal, entonces, no estoy seguro que los aviones que asesinaron a más de 300 personas tuvieran o no un “Cristo vence” pintado en su fuselaje, lo que sí tengo claro es que la jerarquía católica fue cómplice de esos asesinatos, por aplaudirlos o por callarlos. Y lo que también tengo claro, es que más de 300 cristos fueron crucificados ese día. El sanedrín, con pintadas o sin ellas, gritaba “¡crucifíquenlos!”



Foto tomada de https://www.eltucumano.com/noticia/actualidad/309803/a-70-anos-del-bombardeo-a-plaza-de-mayo-una-masacre-que-tuvo-como-objetivo-el-asesinato-de-peron?dnd=cat&src=ph&pos=2&dis=desk

Video con comentario al Evangelio de la fiesta del Cuerpo y la Sangre del Señor "C"

Video con comentario al Evangelio de la fiesta del Cuerpo y la Sangre del Señor "C"



o también en

https://youtu.be/CeXtqz6y2q0

Eduardo

jueves, 12 de junio de 2025

Un Dios que no es indiferente

Un Dios que no es indiferente

Eduardo de la Serna



Al igual que los “vicios capitales” no son pecado (aunque así se los llame con frecuencia), creo que lo mismo hemos de decir de los “sentimientos”.

El dicho de Dios a Caín nos permite entenderlo con precisión:

Si no haces lo bueno no la levantarás (la cabeza), pero si no haces lo bueno, a la puerta está el pecado echado. Sin embargo, tú puedes dominarlo. (Génesis 4,7)

El pecado está “a la puerta”, en el “capitel”, de cada quién depende (“puedes dominarlo”) dejarlo entrar o no. Sabemos que Caín no lo hizo.

Esto, en cierta manera, se asemeja a la “tentación”, es decir, algo que nos impulsa a no hacer “lo bueno”. Eso no es, necesariamente, “algo malo”, pero lo prepara. Y es necesario “dominarlo”, precisamente para evitar que “entre”, que traspase “la puerta”.

Obviamente, tanto los vicios capitales como los sentimientos nos impulsan, nos “tientan”, nos preparan a no hacer “lo bueno”, y – precisamente por ello – es bueno evitarlos, es sensato evitarlos.

Que, frente a un acontecimiento, por ejemplo, se sienta algo que no es bueno, no es, de por sí algo malo, pero… Si sintiera alegría o placer, por ejemplo, por la muerte o la desgracia de alguien por el solo hecho de que él o ella me desagrada, ¿cuánto falta para entrar en el terreno de “lo malo”? Puedo no apedrearla, por cierto, pero puedo sembrar odio en otras personas, por ejemplo; o alentar a otras personas a hacerlo… Y, de esa manera puede comenzar un “alud de nieve” creciente que, ciertamente, una vez comenzado, ya no podemos “dominar”. Y habrá quienes se sientan tranquilos por no haber sido quienes sepultaron una casa, conformándose con ser – nada menos – que quienes arrojaron una “pequeña bola”.

Insisto: “sentir” envidia, ira, celos o demás cosas “no buenas” no son necesariamente algo malo, pero la clave está en qué hacemos con ello. Incluso es posible aprovecharlo en orden a “lo bueno” y, así, “levantar la cabeza”. Caín podría haber salido al campo para abrazar a su hermano Abel. Hizo lo contrario.

Curiosamente, Caín – y también Abel – eran personas religiosas. Presentó su ofrenda a Dios (Gen 4,3), pero no es cosa de ritos o de ofrendas, sino de obrar conforme a los caminos que Dios nos propone; reconocer en Abel su hermano, ser su “guardián”, en este caso. Porque, después, el Dios de la Biblia es un Dios que no puede permanecer insensible frente al grito del sufriente, lo que la Biblia llama “clamor”. Y la que ahora “clama” es la “sangre de tu hermano” (Gen 4,10; es interesante que el sustantivo “hermano” se repite provocativamente 7 veces en este breve texto).

Estamos en momentos de mucho odio, desprecio, ira, sentimientos negativos frente a Fulanas o Menganos. Pareciera que “todo” nos invita a “dar rienda suelta” a esos sentimientos que nos hacen andar con la cabeza gacha, sin poder levantarla para mirar a Dios y a las hermanas y hermanos. Se nos repite una y otra vez que “no odiamos lo suficiente”. Se nos invita a celebrar la desgracia de algunas o algunos por el solo hecho de ser objeto de ese odio. Y, “en cristiano”, resulta que Dios nos pregunta por nuestro “hermano” (o “hermana”). Y, con frecuencia, como Caín, nos desentendemos de su suerte.

Estas líneas, pretenden ser una breve reflexión, pero, también, un llamado de alerta. Alerta a quienes odian. Simplemente recordarles que “a la puerta”, acechando, está la posibilidad de dar muerte a hermanas o hermanos, y Dios, no puede, no sabe, no quiere permanecer indiferente ante ello.


Imagen tomada de https://www.ecured.cu/Alud

Los hijos de Coré, el levita

Los hijos de Coré, el levita

Eduardo de la Serna



Aunque se lo mencione con una cierta frecuencia, es muy poco lo que se nos dice en la Biblia de Coré. Pero “poco” no significa insignificancia. Para ser precisos, el nombre Coré se encuentra mencionado 38 veces en la Biblia hebrea, pero – como se dijo – es poco lo que podemos extraer (además que varias personas llevan ese nombre). Para empezar, se encuentra en las Genealogías. Esto, que para el ambiente bíblico es muy importante, nos cuesta mucho entenderlo en nuestro tiempo. Cualquier lector de la Biblia sabe que estas son muy habituales. Y hay dos elementos fundamentales a tener en cuenta para resaltar su valor: la genealogía viene a demostrar que un personaje es realmente judío, es decir, miembro del pueblo de Dios, es decir, que no es pagano. Es decir: es “santo”. Y en el caso de los sectores sacerdotales, demuestra – además  - que el personaje en cuestión es realmente sacerdote de Israel por pertenecer a la tribu sacerdotal. Hay un caso notable en el que unos sacerdotes, que no pudieron mostrar su genealogía, fueron expulsados del Templo (Esd 2,62; Neh 7,64). La primera vez que se menciona a Coré se nos dice que es nieto de Leví (Ex 6,16-24; hay otro Coré, hijo de Esaú, Gen 36,5). Y ser “hijo de Leví” significa sencillamente: ¡ser sacerdote! (levita).

Pero en el cap. 16 del libro de los Números (vv. 1-36) se nos habla de una rebelión de Coré y otros contra Moisés y Aarón. Ellos se saben consagrados, por ser sacerdotes, y reclaman que todos son consagrados y por lo tanto Moisés y Aarón no tienen derecho a ponerse “por encima” de los demás. “¿Les parece poco?” es la respuesta de Moisés (v.9). La consecuencia es la muerte de los 250 que, con Coré, ofrecían incienso (vv.16-17) en “la tienda” (v.36).

Antes de avanzar un poco más es bueno decir unas breves palabras sobre el sacerdocio en Israel. Entre los judíos no existe la “vocación” sacerdotal; todos los que pertenecen a la familia de Leví son sacerdotes (por eso las genealogías), y uno que no es de esta tribu es laico aunque quisiera ser sacerdote. Dentro de estos, según los clanes (y nuevamente importan las listas de descendientes), algunos son sacerdotes y ofrecen sacrificios, otros el incienso, otros dirigen el coro, etc. Lo cierto es que – y acá un punto importante – con el tiempo en que el sacerdocio empezó a ser más importante (incluso empieza a haber un “sumo sacerdote”) empezaron a ser importantes, para el coro del templo, los “hijos” de Coré. Pero ¿no habían muerto también ellos?

Números 26,10-11, entonces, aclara los “datos” y afirma que Coré murió, “pero los hijos de Coré no murieron”. Es que, en la liturgia de Israel, expresada de un modo notable en los Salmos, empezaron a conocerse muchos de ellos que se atribuían a “los hijos de Coré”. Para entender bien (porque en muchas Biblias esto no figura) aclaremos esto. El libro de los Salmos es una colección de cantos, lamentos, oraciones (para entenderlo bien podemos pensar en los Cancioneros de nuestras comunidades). En muchos de esos cantos había una especie de “título” que mencionaba autor, tipo de música, instrumento y – a veces – la circunstancia de composición. Pero como estos “títulos” fueron cambiando con el tiempo, en la Iglesia no se los consideró “palabra de Dios” (por eso en muchas Biblias no se los encuentra), aunque sean útiles para entender cómo se fueron recopilando (por eso sí se los encuentra en otras). Lo cierto es que hay 11 Salmos que tienen como título: “de los hijos de Coré” (los Salmos 42, 44, 45, 46, 47, 48, 49, 84, 85, 87 y 88). Aclaremos que no es importante saber si realmente les pertenecen o no, sino reconocer que con el tiempo comienza a haber en Israel un grupo de sacerdotes que se referencia con Coré, a pesar del pecado de su “padre”.

Esto no significa que se disimule la “rebelión de Coré”, como lo repite Sir 45,18: “llena de ira y furor”. Incluso en el Nuevo Testamento lo menciona Jud 11 poniéndolo al mismo nivel de Caín y Balaam (“han perecido en la rebelión de Coré”).

Pero la importancia que se fue dando al sacerdocio en Israel, especialmente al volver del cautiverio en Babilonia (año 500 a. C.), llevó a que, aunque el “padre” haya sido rebelde y castigado por Dios por rebelarse contra Moisés y Aarón en los momentos fundacionales de Israel, se valore cada vez más el sacerdocio y el culto, reconociendo en “los hijos” un lugar, aunque ya no en el incienso sino en los coros. Claro que sobre todo esto el Nuevo Testamento tiene otra mirada, puesto que Jesús y los suyos no son sacerdotes, sino laicos (Jesús es de Judá, no de Leví), pero eso es otro tema para otra ocasión.


Imagen tomada de https://www.iemj.org/es/psaumes-et-psalmodie/

miércoles, 11 de junio de 2025

Será Poder, Judicial ¡jamás! (curas opp)

Será Poder, Judicial ¡jamás!



Los malvados mueven los mojones, roban rebaños y los apacientan; se llevan el asno del huérfano y toman como garantía el buey de la viuda, Los pobres tienen que apartarse del camino y los miserables tienen que esconderse. (Job 24:2-4)

La justicia es representada habitualmente por la imagen de una mujer con una balanza equilibrada en una mano, una espada en la otra y lo ojos vendados. Evidentemente quiere indicar que no se tiende en favor de unos (balanza), que las sentencias son duras, en ocasiones (la espada) y que no se mira a quienes se juzga para favorecer a unos y no a otros (la venda). Pero, ante el enorme descrédito que tiene el Poder Judicial en la Argentina, hasta el punto de ser la institución menos creíble, todo parece distorsionado, y la venda parece manifestar que es ciega ante toda justicia, la espada que es un poder inflexible sin importar nada, ¡ni la verdad!, y la balanza que no se mueve en favor de esa misma justicia que debería impartir.

Sólo cuando el poder judicial es transparente, donde se manifiesta claramente independiente de otros poderes (el mediático inclusive), cuando no parece tendencioso sino verdaderamente comprometido con la justicia y la verdad, este puede ser confiable.

Caso contrario, será Poder, podrá ejercer la fuerza y hasta la violencia, pero la Justicia estará ausente. ¡Totalmente ausente! Un poder judicial, como el que campea en nuestra patria, manifiesta ostensible y obscenamente servir siempre los intereses de los poderosos, no puede esperar, no solo credibilidad, sino tampoco paz social. Afirmar que los miembros del “poder judicial” son, en realidad, serviles a un poder superior parece algo evidente.

Juicios empañados en todas las instancias por la complicidad de los jueces (en todas sus instancias) con el poder político, podrán “dictar sentencia”, nunca justicia; esta les es ajena.

No se trata de estar de acuerdo o no con determinadas personas acusadas, se trata de transparencia y de verdad. Una balanza con pesas falsas, una venda caída y una espada unidireccional ni siquiera se parecen a una caricatura; sólo se parecen a una farsa y a mentira.

Curas en opción por las y los pobres

10 de junio 2025

martes, 10 de junio de 2025

Santísima Trinidad C

 Descubriendo a Dios en su obrar entre nosotros

SANTÍSIMA TRINIDAD (ciclo “C”)

Eduardo de la Serna




Como es sabido, en la liturgia hay celebraciones que podríamos llamar “continuadas” y otras que podemos calificar de “temáticas”. Es decir: los domingos llamados “durante el Año” son domingos donde la lectura del Evangelio va continuando domingo a domingo (con algunas omisiones, debemos decirlo). También continúa la segunda lectura, que por lo general es independiente del Evangelio, mientras que la primera lectura – habitualmente del Antiguo Testamento - se ha escogido en función del Evangelio correspondiente. Pero a su vez, hay celebraciones en las que se rompe la continuidad ya que se celebra un “tema” (sea un tema teológico-litúrgico, como es el día de hoy, o sean temas varios, como puede ser la celebración de santos, por ejemplo). Valga esta introducción ya que las lecturas han sido escogidas con motivo de la celebración de la Santísima Trinidad, pero la Trinidad, tal como la entendemos en nuestra vida eclesial, no se encuentra en la Biblia. Es decir: hay muchos elementos bíblicos que han conducido al reconocimiento de la Santísima Trinidad, pero ninguno donde ésta esté formulada. Esto motivó fecundos debates en la historia de la Iglesia que condujeron a los concilios de Nicea (325) y Constantinopla (381).
Siendo nuestra intención comentar los textos bíblicos no entraremos en temas históricos, pero tendremos en cuenta lo necesario para que nuestra fe nos conduzca hacia la Trinidad.


Lectura del libro de los Proverbios 8, 22-31


Resumen: Los cantos de la llamada "sabiduría personificada", muy frecuentes en la literatura sapiencial empiezan a preparar – en un primer momento como una “licencia poética” - una “nueva persona” junto a Dios desde antes de la creación. Estos textos serán luego tenidos en cuenta para los himnos cristológicos del NT.


En casi todos los libros sapienciales de la Biblia, y en muchos escritos no bíblicos, encontramos una serie de “cantos” donde se exalta a la sabiduría de Dios (ver Job 28; Pr 1; 8; Sir 24; Sab 7-9; Bar 3,9-4,4). Habitualmente esto se hace dando a la sabiduría, en una “licencia poética”, un carácter casi independiente y separado de Dios. A estos textos se los ha llamado de una “sabiduría personificada” ya que si bien no hacen sino cantar la infinita sabiduría de Dios, lo hacen de manera tal que dicha sabiduría parece independiente de Dios mismo. 

Leyendo el texto que nos ocupa, se ve que la sabiduría “canta”, alude a Dios y a su propia creación pero desde antes de los tiempos; creada antes de la creación. Sin duda que la relación al “antes” de la creación tiene como intención mostrar con cuánta sabiduría la creación fue hecha. La aparente independencia es tal que la sabiduría aparece como “un hijo querido”. Pero esto, no sólo no termina aquí, sino que – además - es bueno destacar algunos elementos: en primer lugar, que lo que se destaca de la creación es la inmensidad, la firmeza, (notar que no destaca aquí elementos como la “belleza” o la “hermosura”, lo que sería más propiamente griego, como sí se ve en Sab 13,3.5). En realidad este texto es el segundo canto a la “Sabiduría personificada” en este libro (ver 1,20-33) y propiamente empieza en v.1. En 9,1 comienza una nueva unidad hablando de la Sabiduría en tercera persona. Sin embargo, es a partir del v.22 donde comienza a destacarse la superioridad de la Sabiduría sobre “todo”, lo cual le viene dado por ser anterior a la creación. La Sabiduría aparece como el primer fruto de la creación. No se alude a ningún origen o principio, es “primicia” (que también es “primogénito”). Siendo testiga de la creación, la sabiduría conoce sus secretos. En hebreo (v.30) se utiliza un extraño verbo ’ãmôn que puede ser “arquitecto” (según el griego) o “hijo querido” (coherente con la imagen de generación de los vv.24-25). 

Muchos elementos podrían destacarse en estos versículos. El principal, en lo que hace al tema litúrgico de la fecha, es que estos cantos a la sabiduría personificada fueron muy usados en el NT en los himnos cristológicos. El estricto monoteísmo judío no permitía a los autores neotestamentarios, en un primer ,momento, dar a Jesús un lugar en el ámbito divino, pero estos cánticos permitieron ir vislumbrando, anticipando, en Jesús, elementos que hacen a su preexistencia, a su unión con Dios, a su divinidad. Aunque el NT no llegue a afirmar de un modo “metafísico” la divinidad de Jesús, estos textos le permiten vislumbrarla, anticiparla y preparar el camino para lo que los concilios posteriores proclamarán.



Lectura de la carta de san Pablo a los cristianos de Roma 5, 1-5


Resumen: La importancia de la fe para ser justos ante Dios se expresa en “nosotros” que por Cristo y por el espíritu santo recibimos el amor de Dios “derramado en nuestros corazones”.


La carta a los Romanos está finalizando su primera parte (a la vez que prepara la siguiente). La intención de Pablo en ella es destacar que – sin excepción - “todos” pecaron. El acento del Apóstol no está puesto en destacar la miseria humana, sino la infinita misericordia de Dios: todos pecaron, luego todos son acreedores de la ira de Dios, pero Dios a “todos” les hizo llegar su amor. Esta intervención salvífica de Dios en la historia humana revierte la historia de la humanidad. El texto conclusivo de esta primera parte, en realidad, va de 5,1 hasta el v.11; la liturgia parece haberlo cortado por las referencias a Cristo al principio y al Espíritu al final del texto escogido. En realidad, el texto omitido es el que explica todo lo anunciado (“en efecto…”, v.6), que es la infinita capacidad del amor de Dios por nosotros, aun siendo pecadores. 

Es importante señalar que no es conveniente, al escuchar a Pablo hablar de “Espíritu Santo”, hacer una relación inmediata con la “tercera Persona de la Santísima Trinidad” a la que hacen referencia los concilios mencionados (confusión frecuente, especialmente porque las Biblias suelen poner “Espíritu Santo” con mayúsculas [es de señalar que no existían las minúsculas en los primeros tiempos del cristianismo; estás se crearon más tarde como una suerte de "cursiva"]). Sería anacrónico pensar que Pablo tiene en mente una persona divina. Pero sí tiene claro que “el espíritu de Dios” es "el" don escatológico, el don pleno de Dios para la humanidad, o para su pueblo. El espíritu (la ruah) es la capacidad, la fuerza que Dios da a profetas, reyes, enviados para desempeñar fielmente el encargo o misión que él les ha dado. En varios escritos del AT y escritos apócrifos se afirma que Dios “ha retirado” su espíritu hasta la espera de mejores días. Ese “día” de Dios para los cristianos ha llegado con la resurrección. Es el espíritu de Dios, un espíritu santo, el que se derrama sobre todos los que se han unido plenamente a Jesús glorioso por la fe. Esta fe nos alcanza la justificación (5,1). Dios nos “justifica” porque ese amor de Dios se ha derramado por el espíritu santo. Han llegado, en Cristo, los tiempos definitivos de la historia, el espíritu ha sido donado a todos los creyentes y así se manifiesta plenamente el amor de Dios. 

Sin duda el tema central de esta unidad de la carta se debe ubicar en otra parte: la esperanza y la gloria, la fe y la justificación… sin embargo, el esquema “trinitario” parece haber sido la razón por la que el texto sea incluido en la liturgia. El amor de Dios – el Padre - se ha derramado por el espíritu santo y por nuestro señor Jesús Cristo.



+ Evangelio según san Juan 16, 12-15


Resumen: La relación entre el Padre y el hijo es particularmente insistente en el Evangelio de Juan; particularmente en la cristología del “Enviado”. Hoy, un nuevo “enviado”, el Paráclito refuerza la relación mutua entre ambos.


Ya hemos señalado en semanas anteriores la importancia que Juan da al llamado “paráclito” (puesto que es el tema que se desarrolla en este párrafo, remitimos a ellos, salvo lo específicamente trinitario que destacamos brevemente). 

Una novedad importante (conforme a lo que hemos dicho más arriba) es que el espíritu aparece para los cristianos como “el don” por excelencia. Por eso, por ser “don”, en griego la palabra “espíritu” (= pneuma) es neutra; sin embargo, Juan – como vimos - empieza a aludir a este personaje, “el paráclito” (que es “masculino”, y por tanto “persona”). Vimos, también, que de este personaje se dice lo mismo que en el cuerpo del Evangelio se había dicho de Jesús; así que hay una estrecha relación entre ambos sujetos. Pero – además - dice relación con el Padre. La estrecha relación entre el Padre y el Hijo (“todo lo del Padre es mío”) dice estrecha relación con el espíritu – paráclito en relación a la verdad (“recibirá de lo mío y se los anunciará”; v.15). La clave, sin duda, está en que ambos son enviados, con lo cual Dios sigue presente en medio de los suyos.

Como se ha dicho, el Nuevo Testamento no despliega una teología trinitaria, aunque empiezan a vislumbrarse elementos que conducen a la misma. Esa “revelación progresiva” es lo que se ha llamado la “trinidad económica”. Pablo vislumbra, en el don del espíritu, el don por excelencia de los tiempos mesiánicos. Ese don, enraizado en los textos del Antiguo Testamento, se manifiesta de diferentes modos en medio de la comunidad. Pero este don se ha “derramado” sobre toda la comunidad a partir del comienzo de la llegada de estos tiempos, es decir: la resurrección de Jesús. El rol de Jesús, que cada vez más se descubre central en los nuevos tiempos lleva a la profundización de la pregunta siempre vigente: ¿quién es Jesús? Para ello, jugarán un rol muy importante los viejos textos de la sabiduría personificada donde se pueden atribuir a Jesús – desde los textos bíblicos, y por tanto, sin atentar contra el monoteísmo - la preexistencia y una estrecha relación con Dios donde no se lo termina distinguiendo de sus obras. Esta estrecha relación es particularmente reforzada por el Evangelio de Juan donde ya se señala claramente un rol divino en la persona de Jesús y – por tanto, estando esto ya claro - empieza a destacarse más claramente el rol jugado por el espíritu santo, ya entrevisto – o vislumbrado - como persona, en estrecha o casi idéntica relación con el Padre, como lo es el Hijo.

lunes, 9 de junio de 2025

Un mundo donde vivir valga la pena

Un mundo donde vivir valga la pena

Eduardo de la Serna



En un mundo perezoso que se ha vuelto incapaz de leer, estudiar, pensar, analizar, compartir, debatir, la vida– como en las viejas películas infantiles – se ha estructurado en un mundo de “buenos” y “malos”.

Y un mundo así armado “debe” buscar la desaparición de los malos para que sobrevivan – o vivan pacíficamente – los “ciudadanos de bien” … Y esa desaparición debe ser de cualquier modo posible.

Ya pasaron las épocas donde un atentado era algo “sorprendente”, como el caso de Kennedy, Reagan o Juan Pablo II, y ahora, pareciera que la muerte es algo que es de esperar, sea Bolsonaro, Miguel Uribe o Cristina.

Por supuesto que, en ocasiones, es “suficiente” con que esa muerte sea simbólica. Que “los (o las) malos(as)” desaparezcan de la escena, con un cajón o bolsas mortuorias, guillotinas, o “poniendo el último clavo del ataúd con ella dentro”, o – si no – sencillamente “preso” o “presa”, lo que parece una suerte de “mal necesario”, o de “efectos colaterales”.

Y, no es de extrañar, entonces, que eso lo viva la misma sociedad. No se trata, entonces, de violencia, por ejemplo, en ocasión de robo, sino sencillamente de eliminar a alguien por el solo hecho de que me molesta, me enoja o estamos en desacuerdo. Y, tristemente, las noticias no son pocas en este sentido: femicidios, asesinato de ex (o parejas de ex) lamentablemente pareciera que las hay todos los días.

Pero esto no pareciera algo difícil de entender si el presidente de una república (con todo lo que esta responsabilidad conlleva) en otro país critica abiertamente al presidente del lugar, y lo hace con insultos y ofensas, si diputados o diputadas rehúyen el debate, bueno, importante, necesario, para reemplazarlo por insultos o chicanas. ¿Por qué no podrían hacerlo personas del común, de la calle, de a pie? Es cierto que pareciera que algunos/as de “esos/as” parecen presuponer que a ellos les está permitido lo que a otros les está vedado, y esto vale para desde la evasión impositiva hasta los insultos, o incluso hasta la misma muerte.

Y mirando esto, y sin entrar en otros debates, también y siempre necesarios, ¿y si probamos con la democracia? Tengo muchas críticas a este sistema de gobierno (aunque también tengo claro que no hay un solo modo de ejercerlo) … pero tengo más claro que es, por lejos, el mejor que hoy por hoy conocemos. Insisto, entonces, creo que empezar por la democracia (lo cual, por supuesto, – y dolorosamente en ocasiones – significa saber perder) puede contribuir a establecer las bases (¡“Las Bases”!) de un sistema de convivencia y gobierno. Creo que por ahí habrá caminos de paz, de justicia, de vida… ¡de humanidad!


Foto tomada de https://es.besoccer.com/noticia/el-abrazo-entre-boca-y-river-mas-especial-por-maradona-921107

sábado, 7 de junio de 2025

Acerca de los caminos (día del periodista)

Acerca de los caminos

(día del periodista)

Eduardo de la Serna



En la Argentina celebramos o conmemoramos hoy el “día del periodista” por ser aniversario de la fundación de la “Gazeta de Buenos-Ayres” por parte de Mariano Moreno (1810).

Un periodista, un periódico, un período… Se trata de quienes nos informan “acerca de” (peri) los “caminos” (hodos). Ciertamente, los modos de información varían con el tiempo; antes de “la Gazeta” la gente también se informaba, por cierto. Existieron los telégrafos, la radio, la televisión, internet…

En nuestro tiempo hiperconectado, es decir, desinformado, los indicadores de caminos son incontables. Y no siempre es fácil saber, con una mínima certeza, a dónde conducen los caminos propuestos. El problema radica en la “credibilidad”. “Fe” y “camino” muchas veces van juntos. Confiar en el GPS no siempre es seguro, no siempre es el mejor, o el más corto de los caminos posibles, por ejemplo. No deja de ser interesante preguntarnos y saber de dónde se informan los que a su vez nos informan…

Es razonable – no siempre bueno – que las diferentes usinas de información propongan, exalten, visibilicen a ciertas personas para la difusión de información. Lo que sería, al menos justo, es que esas tales usinas, no se presenten o autoperciban como “independientes” sino como partes de una tendencia (tendenciosas); razonable o no, justa o no, veraz o no. No suele ocurrir.

Es en esa misma dirección del camino, que se propone como modelo de “periodista” a Fulana o Mengano. Y, obviamente, eso será coherente con la tendencia del propositor. No siempre ser un “comunicador (o comunicadora) eficaz” significa ser “bueno” o “buena” …

Y entró el negocio… Y, como “poderoso caballero es don dinero”, muchos Medios de Comunicación suelen mostrar caminos que conduzcan a la “compra-venta” (ironizo, porque el dinero ya no está en la compra-venta; ya no se trata de que las personas trabajen sino de que trabaje el dinero [sic]). Y, entonces, lo que se comunica no es un buen camino para el caminante sino para el informante. Cosa distinta, por cierto.

Precisamente la hiperconectividad – desinformante provoca la duda, “¿cuál?” y el individualismo infantil responderá “¡la que me gusta que lo sea!” A eso se lo ha llamado “postverdad”: la verdad no existe, es “verdad” (sic) lo que yo quiero o lo que me gusta que lo sea. Así las cosas, y entonces, con el poder omnímodo de las grandes usinas de información, todos (o casi todos) creen como “verdad” lo que ellos les muestran, y entonces “es evidente que…” tal o cual cosa ocurrió (o no ocurrió), o no me afecta que pase, o tal persona es tal o cual cosa. “Todos” lo saben porque las usinas de difusión de caminos muestran que “es por ahí”. Basta con mirar, por ejemplo, la reacción (o falta de reacción para ser más precisos) ante el genocidio en Gaza, la imagen positiva que tienen personajes desquiciados y desquiciantes, la desinformación sobre lo que ocurre en lugares “que no importan”, como es el caso de “África” (dicho así, como si fuera todo igual, todo lo mismo… y baste con recordar que “África” es mucho más grande que toda América central y del sur juntas) … Sabemos lo que quieren que sepamos, y buscar “la verdad” ya no importa porque “la verdad no existe” (con lo que derrumbamos siglos y más siglos de filosofías, teologías, arte, y demás cosas “innecesarias”).

Dicho esto, y creyendo que hoy quedan pocos “periodistas” ante la abundancia de “publicistas”, “operadores”, “ocultadores”, vaya un reconocimiento. Ojalá sigan siendo “creíbles” para que podamos descubrir juntos caminos, podamos ver metas y “seguir andando, nomas” (Angelelli).


Imagen tomada de https://es.wikipedia.org/wiki/Gazeta_de_Buenos-Ayres