¿Cuánto duele la derrota?
O el espacio de la esperanza
Eduardo
de la Serna
Podemos tener la mejor
noticia de la historia, el mejor relato y un pueblo en fiesta, pero siempre
existe la posibilidad de la derrota. Hay un momento que provoca una grieta en
la historia marcándola en un “antes” y un “después”, pero siempre se lo puede
licuar, diluir, hacer que por una ventana entre otra propuesta, otra alegría
distinta. Un cambio copernicano.
Puede ser que la noticia antigua
fuera para el común, para todas y todos, empezando desde los pobres ahora
incluidos, pero se la puede cambiar por otra que les diga que todos y todas
pueden tener otras noticias, fascinantes, casi mágicas. Pero para que sean
atractivas deben contar con muchas luces, colores, globos y guirnaldas y música
pegadiza. Aunque pocos, muy pocos puedan acceder todos deben creer que
participan; que es para todos. Y cuando empiecen a ver que no llegan se
insistirá que todos tienen las oportunidades de llegar. La alegría se derramará
sobre todos, se insiste con una sonrisa quizás ensayada.
De eso se trata la Navidad,
¿no? Hemos sido derrotados, y un niño que trae una buena noticia para todo el
pueblo es reemplazado por el sacramento mágico de la compra-venta. Una fiesta
de vida y encuentro, de sencillez e inclusión ha sido reemplazada por la fiesta
del Mercado. Una vez más el mercado ha triunfado, y la tarjeta de crédito ha derrotado
a las tarjetas con saludos, los regalos han vencido a los abrazos.
Es cierto que la Navidad,
como fiesta religiosa no ha desaparecido, pero el todopoderoso mercado,
omnipresente “está en todas partes”.
Pero también es cierto que
hay Herodes y Cirinos, Augustos y Arquelaos, niños masacrados y desplazamiento
forzado, pero hay un niño y una familia, un pesebre y unos pastores. Y en el
triunfo de Herodes masacrando niños sobrevive un bebé que será la vida. La vida
sabe colarse por las hendijas, como la luz. Y cuando el mercado todopoderoso
avasalla leyes y pobres, constituciones y derechos la resistencia de la vida
marca un rumbo que es hoy y será mañana.
Cuando la cruz está en el
horizonte como triunfante, la resurrección indica horizontes. Será temprano,
será tarde, será inminente o se demorará, pero los Guido y las Clara Anahí de
la historia revelan que la muerte nunca tiene la última palabra. La Navidad
aparecerá como avasallada por la dictadura del mercado pero hay pesebre, hay
niño, hay pastores y bosta. Hay vida. Y donde hay vida hay esperanza.
Foto tomada de www.mastinesdecaduernas.com
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Cualquiera puede comentar y no será eliminado, aunque no este de acuerdo con lo dicho, siempre que sea respetuoso (caso contrario, será borrado). Pero habitualmente no responderé los comentarios, ni unos ni otros, para no transformar este blog en un foro. De todos modos, podrán expresar su opinión.