Democracia o división de poderes
Eduardo de la Serna
A mí me contaron que para que haya verdadera democracia es
fundamental que haya división de poderes. La “suma del poder público”, es decir
que una persona o grupo pequeño tenga todo el poder (ejecutivo, legislativo y
judicial) desvía, traslada del “demos”, pueblo, a la “oligos”, pocos, el
ejercicio del poder; es una oligarquía. Dejo de lado que algo razonable entre
los antiguos griegos, y más tarde en Montesquieu, no podría tener en
cuenta la existencia de un “cuarto poder” (que en más de una ocasión es primero
o segundo) que también requeriría la división en cuestión. Pero lo que interesa
en este caso es que esta división es el medio más razonable y adecuado para que
haya “democracia”.
La democracia es el punto. De democracia hablamos.
Es cierto que para los griegos, y luego los romanos, el tal
“demos” era más bien una “oligo”. Por pueblo eran tenidos solamente unos pocos:
el campesinado, los “clientes”, los esclavos, las mujeres y niños, por ejemplo
no eran parte del pueblo. El pueblo eran los “patrones” en una sociedad
estructurada entre “patrones” y “clientes”. Pero también es cierto que a lo
largo de los siglos, la categoría “pueblo” fue adquiriendo una dimensión y
mirada crecientemente mayor. Para entendernos, es la misma imagen para la cual
la ley Sáenz Peña hablaba de voto “universal” y, por ejemplo, las mujeres no
estaban integradas en ese tal “universo”. Esto recuerda la resistencia de
algunos a la ampliación de la posibilidad de votar a jóvenes entre 16 y 18
años, donde, por ejemplo, el arzobispo de Tucumán (¡Tucumán!) dijo que si no
sabían sacarse los mocos, como iban a votar.
Lo cierto, y acá el punto, es que el pueblo es quien
gobierna. Lo hace a través de sus representantes a los que él mismo ha elegido
(¿también el poder judicial?).
Pero resulta que algunos (oligos) no están conformes con lo
que el pueblo ha elegido (¡hace años que no están conformes!) y entonces –
desde hace esos mismos años – empiezan a recurrir al más oligárquico de los
poderes de la república, el judicial. Así, por ejemplo, ha pontificado el
supremo rehén de la República, como justamente lo llama Víctor Hugo Morales,
que “el poder judicial tiene la misión de poner límites a los otros dos” (si
fuera cierto, cosa que dudo, en todo caso cada poder debe poner límites a los
otros dos en un control circular). Pero… ¿Quién controla al controlador de sus
posibles excesos? Porque desde que empezaron a manifestar la tal disconformidad
los “oligos” todo pasa por el poder judicial en lo que se ha llamado
judicialización de la política.
Así se ha llegado al extremo gravísimo que un micro grupo
(casi monos, más que oligos) puede anular la manifestación plena de un “demos”
y los supuestos candidatos electorales celebrarlo. Parece que el demos que
quieren es anterior a la Ilustración Francesa (quizás por eso queman urnas y el
Poder Judicial microscópico anula elecciones por estos actos vandálicos).
Y pienso en el gobierno de la CABA, tan de la nueva política
y el cambio que para tapar el Caso Niembro, y que no se hable de Canal 4 de
Posadas, impide el trabajo de un canal de TV que le es opuesto. Curiosamente
clausuran un garaje, pero nada dicen de un muro que en plena calle Clarín ha
levantado. Claro que son parte de la misma oligos. Y si se les pregunta siempre
responden “no sé”.
En fin… Al menos entendemos de qué “democracia” hablan estos
“oligarcas”. ¿O no?
Dibujo tomado de www.salonhogar.net
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