sábado, 19 de diciembre de 2015

Elecciones y caminos

Elecciones y caminos


Eduardo de la Serna



No es lo mismo caminar que elegir. Se camina en una dirección, pero – hasta no llegar a la meta – sencillamente se camina. Obviamente se eligen caminos, y antes se escogen destinos. A veces tenemos mapas o GPS y caminar se hace distinto. No se elimina el esfuerzo, el cansancio y la travesía, pero se gana en confianza o seguridad. Otras veces tenemos dudas, en especial cuando el camino se bifurca y no hay señales. En esos casos, a veces nos salva la memoria, en otras vale la intuición, una pregunta oportuna a alguien confiable o no, o sencillamente aprender del error. A veces podemos volver atrás, en otras no. Claro que volver atrás no siempre es sensato, en especial si el camino es el correcto, a menos que vayamos a buscar rezagados. El camino, como las utopías, sirve para caminar. Evidentemente el que está sentado no corre riesgo de errar el camino y equivocarse, pero ese nunca llegará a ningún lado. En los caminos se encuentra de todo, desde sombra hasta sol ardiente, calor o frío, piedras de tropiezo o piedras para reposar; Odiseo encontró cantos de sirena y cíclopes, y hasta candidatos de Penélope y un perro fiel. 

Elegir es tomar una opción cuando se presenta más de una. Se elige lo que se va a llevar para el camino, se elige compañero de ruta, y hasta, antes, se elige destino y sendero para llegar a él. Es evidente que un camino puede ser más llevadero o molesto, y no sólo depende del caminante. Si para llegar hay de andar a pleno sol, o por camino de montaña, se hace difícil andar, pero es o son irremediablemente esos los pasos que se han de dar. Si uno lleva carga de más o el compañero o compañera de viaje es más una carga que un alivio el camino se hace más difícil. Pero es cierto que a veces uno debe llevar la carga de otros, o puede querer que sean varios los que anden el camino, como es el caso de la madre que transporta la guagua a sus espaldas, o llevar cosas que otros disfrutarán en el destino, se trate ya de un cartero o de un proveedor. A veces molesta llevar una mochila que será imprescindible para hacer un alto, o una lámpara, fundamental cuando llega la noche; no puede sólo pensarse en el momento, sino en el camino por andar. Se trata de elegir, en este caso, entre el caminar ligero o en los otros que se beneficiarán del camino. Elegir es la cuestión, pero no elegir lo más cómodo, o lo personal, o casi sin pensar. Se trata de mirar el camino, mirar el destino y elegir. Elegir lo mejor, para uno, y para otros. Porque el camino no es individual, no hay caminos personales más que la propia vida.

Evidentemente no es tema sencillo y es bueno pensar, o discernir. Porque en la consulta habrá quienes propongan otros caminos u otros destinos como las agencias de turismo. Y habrá quienes vendan las bondades de un camino y busquen evitar que se transiten otros. Obviamente los beneficiarios de un camino, como los mercaderes o los dueños del  lugar, harán lo posible para que sean muchos los que lo transiten ya que obtendrán beneficios de ello. Si hasta no sólo propondrán las bondades del camino sino que harán campaña contra otras calzadas, y hasta habrá quienes arruinen o tapen las señales o propuestas de otros senderos. Se benefician de un supuesto camino único.

Sin dudas lo primero es elegir el destino. Porque a veces los caminos pueden parecer que se dirigen al mismo lugar hasta que una bifurcación revela los sentidos. Y luego elegiremos el camino para llegar al lugar, los compañeros de camino, las dificultades y beneficios, los medios y lo que hay que llevar. De eso se trata todo, “dame la mano, ¡y vamos ya!


Foto tomada de www.rutasnavarra.com

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