Estoy
dispuesto…
Eduardo
de la Serna
En el debate que insistentemente
plantean – con frecuencia ofensivamente – quienes afirman que el gobierno
saliente ha creado conflictos, o ahondado una grieta, quiero decir unas pocas
cosas:
Cristina es rica. No
tengo ningún problema en reconocerlo. Y no es algo que me alegre, por cierto.
Claro que es muy distinto afirmar que “se enriqueció en la función pública”. A ver:
si al asumir era dueña del 50% de un hotel que costaba “X” pesos y diez años
después ese mismo hotel cuesta “X”x10 es evidente que aumentó su patrimonio. Como
el de cualquiera que posea una casa, que ahora también cuesta “X”x10. Por
tanto, ese aumento de su patrimonio es absolutamente normal. A lo que además, hay
que sumar el 50% del 50% por ser heredera a partir de la muerte de su marido…
Es decir: no me alegra que sea rica, pero la pregunta que cuenta es si esa
riqueza y crecimiento de su patrimonio es legal o no. No me consta que haya
denuncias (y no me refiero a las periodísticas, y menos aún de ciertos ex
periodistas devenidos en comediantes), me refiero a denuncias judiciales (y
debo reconocer que el poder judicial – además – ha hecho demasiado,
especialmente en los últimos tiempos en que goce de mi descrédito y desprecio
en una buena parte de sus representantes).
Pero además, quisiera que
también incluyan en “enriquecimiento en la función pública” a otros. ¿Clarín no
se enriqueció en la función pública? ¿Macri no se enriqueció en la función
pública? Y, la verdad, creo que mucho más, ¡enormemente más! que lo que acusan
a la presidenta mandato-casi-cumplido de haberlo hecho. Porque hacer negocios
espurios y corruptos con los gobiernos (dictatoriales y democráticos) también
es “enriquecimiento ilícito”, ¿o no?
Cristina fomentó la grieta. No
tengo problema en reconocerlo si me reconocen previamente que “hay grietas y
grietas”. ¿O no es grieta la pobreza? ¿El hambre? ¿La desocupación? ¿La desigualdad?
¿La injusticia social? Porque pareciera que es grieta una y no las otras a las
que considero grietas mayores y más graves. ¿No es grieta la impunidad
cívico-militar? ¿O sí es grieta que se alienten los juicios? ¿Es grieta que se
reconozcan a quienes no pudieron aportar y se les conceda la posibilidad de
jubilarse o es grieta no poder hacerlo? Porque parece que hay una grieta
naturalizada, casi amable y que no es tenida por grieta… Y esto para no ir a
unitarios y federales, peronismo anti-peronismo (palabra reflotada ayer por el
neo-presidente), que pareciera que no es grieta. De aquí a la palabra “impunidad”
no hay más que un paso. Paso que hemos conocido y al que no quiero volver.
El gobierno de Cristina fue
ideologizado. Tampoco tengo problemas en aceptarlo, si se
me reconoce que eso se plantea desde otra ideología. Ya lo he dicho
recientemente, y no voy a volver. Pero pareciera que para los sectores dominantes,
hegemónicos, del discurso único y la historia oficial hay cosas naturalizadas,
normales, y otras que se deben evitar para poder volver a la “normalidad” (otra
palabra que ha regresado). Y, si bien no tengo problemas en aceptar esas cosas,
no estoy dispuesto a aceptarlas alegremente si no me reconocen a su vez lo que
planteo (y que se podría ampliar de modo muy amplio), porque parece que el
ideologizado soy yo, el que ahonda la grieta y no dice nada de la riqueza de la
ex presidenta cuando callan riquezas mayores y peormente mal habidas (si la de
Cristina lo fuera), niegan ideologías y naturalizan grietas. Es que parece que
ahora, con ondas de amor y paz ya no habrá grietas, no habrá ideologías y no
habrá enriquecimientos ilícitos. O – quizás – no más que lo que es “normal” que
haya. “Normal”, obviamente, para “ellos”. Y a eso “no estoy dispuesto”.
Foto tomada de es.dreamstime.com
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