Jesús nos invita a un banquete si somos
hacedores de justicia
Domingo 21º
durante el año – “C”
Eduardo de la Serna
Resumen: a pesar de haber sido con frecuencia interpretado como un texto misionero, Isaías parece estar hablando del compromiso de Dios con el rescate de Israel. Rescatará a los que han escapado a las naciones y los hará volver a Jerusalén (los mismos opresores los llevarán cómodamente) donde serán parte de los hijos de Israel, y darán culto enfrentando al poder sacerdotal centralizado.
La liturgia nos propone hoy la última unidad de todo el libro de Isaías. Una unidad (66,18-24) con dos partes entrelazadas, una en prosa (vv.18-21) y otra en verso (vv.22-24) que presenta innumerables problemas para su traducción e interpretación.
Por
ejemplo: las naciones (= pueblos o
territorios paganos) que se reunirán:
¿serán un castigo divino a Israel (es decir, lo dominarán [oráculo de castigo];
cf. Sof 3,8; Jer 1,15; Am 3,9)? ¿Serán castigadas por Israel (que se salvará
[oráculo de salvación]; cf. Ez 38-39; Jl 4,1-3.8-14; Zac 12,2-9; 14,2-3.12-14)?
¿Debe entenderse de modo “misionero” (= se convertirán)? ¿Se refiere a los judíos
que habitan en medio de los pueblos (la diáspora)? Algunos términos invitan a esta última
lectura: el término “reunir” (cf. Is
56,8; Sal 106,47), la “gloria” (Ex
7,5 y 14,4.8; Ezequiel), los “hermanos”.
No se
dice en qué consiste la “señal” que
Yahvé pondrá, pero parece ser la bandera con la que reunirá la diáspora
(11,10-12; 49,22). Los “escapados a las
naciones” parece referir a judíos en la diáspora. La idea parece ser que
Yahvé “manda llamar” (no literalmente
“envía”; envía por alguien) ya que no “envía” sino que llama hacia Jerusalén a
aquellos que se habían “escapado” (cf. Is 45,20a). En ese caso, se trata del “rescate” de Israel entre las naciones
(algo habitual en todo el libro de Isaías: 2,2-4; 11,10-16; 25,6-10a; 43,5b;
45,20; 49,12.22; 60,4).
A modo
de paréntesis, el texto menciona algunas de las naciones donde habían escapado para refugiarse algunos judíos
(cf. Ez 27,10.12.13; Is 41,1.5; 42,4; 51,5). Se trata de diferentes regiones
del Mediterráneo (parece abarcar desde España a Turquía, de Grecia a África) con
lo que se quiere mostrar la capacidad de “reunir”
que tiene Yahvé a su pueblo que había “escapado” a pueblos e islas remotas que
“no oyeron noticias de mí, ni vieron mi
gloria”. Israel –incluso los de la diáspora- tiene “memoria”.
Los
pueblos que antes los oprimían ahora –cambiando su situación, como 43,5;
60,10.14; 61,5- serán los que transporten a los judíos hacia Jerusalén. El que
habla (Yahvé) se dirige a unos personajes concretos (los judíos de Jerusalén)
comunicándoles que los escapados (los
hermanos de ustedes) se reunirán, y serán transportados por los mismos que
los oprimían. Y serán trasladados por diferentes y cómodos medios de transporte. Curiosamente, especialmente por tratarse de
lugares mediterráneos, que los medios de transporte no sean marítimos (ver
60,9), lo que quizás sea indicio de que el paréntesis de regiones sea de
diferente origen en el relato.
Estos
judíos de la diáspora, como una peregrinación, serán ellos mismos quienes se
presenten como “ofrenda” (no que los
no-judíos, transportadores, sean los que presenten la ofrenda).
Es
posible que en 20b comience a hablar el profeta (v.20a finaliza con “dice Yahvé”, lo cual puede ser indicio
de fin del oráculo). En este caso, con elementos comunes con la primera parte
del versículo (“traer”, “ofrenda”) destaca ahora no sólo que se
dirigirán a Jerusalén, sino también
que tendrán una responsabilidad cultual de presentar las ofrendas.
Una nota sobre los levitas: los
descendientes de Levi ocupan un rol sacerdotal desde los orígenes de Israel.
Parece que eran –todo a lo largo del territorio- los responsables de los
diversos santuarios. Sin embargo, el rey Josías unificó todo el culto
centralizándolo en el templo de Jerusalén con lo cual los levitas quedaron como
“desocupados” (por culpa de Dios). Desde entonces, los levitas son incorporados
al viejo trío “el pobre [o el migrante], el huérfano y la viuda” (Dt
24,17.19.20.21; 26,12; 27,19; Jb 24,3; Sal 146,9; Is 1,17.23; Jer 7,6; 22,3; Ez
22,7; Sir 35,14) como un cuarteto del que todo judío se debe preocupar (Dt
14,29; 26,12.13). Sin embargo, si algunos fueron incorporados en el servicio
del Templo (en general como “sacerdotes de segunda categoría”; cf. Dt 18,1-8)
luego fueron despreciados, como
descarriados (Ez 44,10). En el texto de Is 66 este rechazo es criticado
y se convierte en un texto de resistencia ante el poder de los sacerdotes del
Templo de Jerusalén.
Es
posible, entonces, que entre los escapados a las naciones también haya levitas
que ahora son incorporados al servicio del Templo como era el viejo deseo de
Deuteronomio, luego conculcado. Pensar
que el autor está diciendo que entre los extranjeros habrá levitas (de la tribu
de Leví, hijo de Israel / Jacob) resultaría extraño e imposible. La referencia
a que los “hijos de Israel” traen
ofrenda en “vasijas puras” en la
“Casa de Yahvé” parece estar confrontando con los que rechazan a los levitas.
Si la presentan es que sigue siendo “pura” (y por tanto no la vuelven impura
los despreciados levitas).
La
buena noticia de que los viejos escapados podrán volver a Jerusalén y serán
plenamente reintegrados al pueblo y al culto marca y resalta la conclusión de
todo el libro de Isaías.
Lectura de la carta a los Hebreos 12, 5-7. 11-13
Resumen: siguiendo el ejemplo deportivo de la semana pasada, ahora destaca que –como buen Padre- Dios nos entrena con esfuerzo y sufrimiento para alcanzar los frutos de justicia y de paz en la vida común. El sufrimiento que la comunidad padece en medio de su ambiente es visto como entrenamiento de Dios que pedagógicamente nos prepara para seguir las huellas de su hijo.
El texto litúrgico es continuación del de la semana pasada. Finaliza en v.13 por la inclusión de la idea de la carrera que comenzaba en v.1. Pero si en vv.1.3 el tema central era la fe, de v.5 en adelante, el tema son las pruebas y sufrimiento que padecen los cristianos, entendidos como pedagogía de Dios; como se dijo la semana pasada, no entiende el sufrimiento como castigo por un pecado (ver 2 Mac 5,17; 7,38; 10,4). Los cristianos –como hijos- sufren pedagógicamente para su corrección (vv.7-8). Todo comenzaba con una lectura ilustrativa de Proverbios 3,11-12, y concluye con una cita de Isaías completada con una nueva referencia a Proverbios (que –además- prepara la siguiente unidad, conclusiva).
Cristo
mismo por el sufrimiento “aprendió” lo que significa obedecer (Heb 5,8), esta
dimensión pedagógica tiene que ver con la filiación (tanto en 5,8 como12,7 la
referencia es al padre que corrige “y azota” a sus hijos).
Los
vv.8-10 (omitidos en la liturgia) aluden a la no corrección de los hijos
“bastardos” que no tiene interés en disciplinar. Si los padres disciplinan a
los hijos, cuánto más deberíamos dejarnos disciplinar por Dios (vv.9-10).
Esta
disciplina es parte del entrenamiento (gegymnasmenois)
que permite alcanzar frutos de paz y de justicia. Esto parece referir a las
relaciones pacíficas en el seno de la comunidad y a la relación armoniosa con
Dios, los hermanos y los bienes compartidos con los pobres (Am 6,12; Pr 11,30).
La paz y la justicia –además- tienen connotaciones mesiánicas (cf. Is9,6-7;
32,17; Sal 72,7; 85,10; ver Rom 14,17;
Sgo 3,18; 2 Pe 3,13): Jesús, Hijo de Dios, es rey de justicia y rey de paz
(7,2), y así deben vivir los hijos de Dios entrenados por su Padre en medio de
un mundo que les es hostil. Esos son los frutos, el testimonio que da la
comunidad mesiánica.
Esta
serie de citas bíblicas y el modo en que las mismas son usadas y entrelazadas
nos permiten ver el sentido que el autor de Hebreos da a las mismas
Antiguo Testamento
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Hebreos 12
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11
No desdeñes, hijo mío, la instrucción de Yahveh, no te dé fastidio su
reprensión, 12 porque
Yahveh reprende a aquel que ama, como un padre al hijo querido. (Pr 3,11-12)
|
5…
como a hijos se les dirige: Hijo mío, no menosprecies la corrección del
Señor; ni te desanimes al ser reprendido por él. 6 Pues a quien
ama el Señor, le corrige; y azota a todos los hijos que acoge.
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3 Fortalezcan las manos débiles, afiancen las
rodillas vacilantes. (Is 35,3)
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12
Por tanto, levanten las manos caídas y las rodillas entumecidas
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26 Tantea bien el sendero de tus pies y sean firmes
todos tus caminos. (Pr 4,26)
|
13 y enderecen para sus pies los caminos tortuosos,
para que el cojo no se descoyunte, sino que más bien se cure.
|
El
texto de Isaías le permite tomar la imagen atlética del v.1. Isaías lo decía a
los judíos que debían tener fortaleza que Dios les daba para dirigirse a
Jerusalén; ahora los cristianos deben poner los ojos en Jesús, sentado a la
derecha de Dios (v.2). Así, entrenados por Dios, se pondrán “en estado” para
ganar la carrera de la fe, que Jesús ya logró consumándola.
Resumen: dos momentos –relacionados entre sí con una puerta (estrecha primero, cerrada después)- ponen a los seguidores de Jesús ante el compromiso por la justicia. Todos –judíos y no judíos- están comprometidos con el reino del que están invitados a participar, como un banquete, en la medida en que no solamente escuchen la palabra de Jesús sino que también la pongan en práctica.
Con una de sus frecuentes referencias al largo viaje hacia Jerusalén, que le es propia (9,51; 10,38), Lucas comienza una nueva unidad; el profeta sigue el camino hacia su éxodo. En v.31 hay unos nuevos personajes –los fariseos- que dan comienzo a la siguiente perícopa, con lo que el texto está conformado por los vv. 22-30. El v.30 –por otra parte- es un clásico texto de refrán conclusivo (Mt 19,30; 20,16; Mc 10,31).
El
texto que conforma –como decimos- una unidad en Lucas, tiene paralelos en
diferentes partes de Mateo. La conformación un tanto desarticulada de Lucas
invita a pensar que Mateo ha respetado mejor a su fuente en esta parte; Lucas
la ha elaborado e incluso añadido algunos dichos de su fuente propia.
En
medio de la multitud se escucha la voz de alguien; esto ha sido común en esta
unidad para destacar la palabra profética de Jesús (9,57; 10,25; 11,15.27.45;
12,13.41; 13,1).
Sin embargo, el tema que se le pregunta no
es ajeno a lo anterior, y la pregunta que “uno” le formula, dice relación a lo
que venía destacando acerca de la vigilancia, la venida del reino… sin embargo,
la pregunta es genérica (y probablemente también sea una pregunta “de
escuela”):
La literatura apocalíptica, más negativa y pesimista afirmaba:
“Entonces me respondió y dijo: «El Altísimo hizo este mundo para muchos; el mundo futuro, en cambio, para pocos. Diré ante ti, Esdras, una comparación. De la misma forma que si interrogas a la tierra, ella te dirá que da mucha más tierra para que se haga la arcilla pero poco polvo del cual se extrae el oro; así es el curso del mundo presente. Son muchos los que fueron creados, pero pocos los que serán salvados»”. (4 Esd 8:1-3)
En
cambio el rabinismo decía que “todo
Israel participará del mundo futuro” (Tosefta Sanhedrin 10,1).
Pero
Jesús–como había ocurrido con aquel que le preguntó “¿y quién es mi prójimo?”
(10,29)- se niega a un planteo hipotético y elige implicar al que pregunta en
un compromiso personal.
El
verbo “luchar” (agônizomai) sugiere
conflicto entre los muchos y los pocos. Lucas ha modificado la “entrada” de Q
(cf. Mt 7,13-14); quizás esté aludiendo a la pequeña puerta que se cierra al
llegar la noche en el pequeño pueblo, con lo que sería una alusión alegórica a
la noche en sentido del “crepúsculo de
los tiempos”, la toma de decisión es inminente.
En
v.25, la puerta que estaba abierta, se cierra (el paralelo de Mt 25,10-12
resulta más probablemente histórico en boca de Jesús). El verbo “levantarse” (egerthê) puede entenderse de dos
maneras: “ponerse de pie” (5,23.24; 6,8; 11,8), o “resucitar” (7,14.22; 9,7;
20,37; 24,6.34). si bien el marco nos invita a entenderlo en el primer sentido,
el contexto escatológico quizás permita también la segunda posibilidad de
lectura.
Lucas
añade al dicho de los que quedaron fuera “hemos comido y bebido”. Este tema es
muy frecuente en Lucas y merece una breve nota. Jesús viene a “comer y beber
con pecadores” (7,34), y es criticado frecuentemente por ello por quienes se
tienen por justos (15,2; 19,7). Pero esas comidas no han de entenderse en el
sentido de que “todo es igual”. Son llamados a la “conversión” (5,32); a esos
mismos pecadores, se les da una y otra vez la oportunidad de un cambio de
mentalidad; no es innecesario tener presente que en contexto de comida con
pecadores, Jesús repite la idea de la conversión (5,32; 15,7.10). Es a esa
lucha a la que se invita a todos (también a quienes se creen justos). El
Evangelio de hoy presenta –precisamente- esta última oportunidad, el momento en
que la puerta del banquete se cierre. Lo mismo ha de decirse con la enseñanza
de Jesús (a la que alude el primer versículo del relato de hoy, v.22). Jesús
quiere enseñar a todos en su largo camino, pero eso no implica que todos hayan
recibido ese mensaje (8,5-8.11-15).
Algunos
rabinos usaban la fórmula “no te conozco”
como fórmula de excomunión. El contexto escatológico da otro sentido diferente
a 11,9-10 al golpe de la puerta, aquí ya “no se le abrirá”.
El
texto con el que continúa la frase del dueño de casa está tomada del Salmo 6.
Es interesante notar ciertos matices:
Sal 6,9
(hebreo)
|
Sal 6,9
(griego)
|
Mateo
7,23
|
Lucas
13,27
|
Aléjense
de mi todos los que hacen el mal
|
¡Retírense
(apóstête) de mí, todos los
hacedores (ergazómenoi) de
iniquidad (anomían)
|
apártense (apojôreô) de mí, los hacedores (ergazómenoi) de iniquidad! (anomían)
|
¡Retírense (apóstête) de mí, todos los que hacen (ergátai) injusticia! (adikías)
|
Como
se ve, Mateo es más parecido al texto griego en la segunda parte (hacedores e
iniquidad) y Lucas en la primera (retírense, todos). Lo que cuenta es la
realización de la justicia de la que se han alejado los que quedan fuera del
banquete; para lograr esto es que les había indicado que “luchen”.
El
conjunto “llanto y rechinar de dientes” se encuentra al comienzo de la oración,
con lo que la resalta. La frase es común en Mateo (8,12; 13,42.50; 22,13;
24,51; 25,30; en Mc 9,18 una idea semejante alude a un endemoniado) pero sólo
se encuentra aquí en Lucas, lo cual es indicio de que la ha recibido de Q. a la
mesa con los patriarcas, Lucas (cf. 6,25) añade a los profetas, lo que es un
tema importante en su obra y ya no alude solamente a los “comienzos” sino a la
“historia” de la salvación. La peregrinación a Jerusalén es tema habitual en
los profetas (Is 11,11-16; 60,1-22; cf. 49,12; Mi 4,1) y es algo que empieza a
cumplirse en pentecostés (Hch 2,5-13). Para reforzar su universalismo, Lucas
añade “del norte y el sur”.
Y
empezará el “banquete del reino”. El verbo anaklinô
se usa de acostarse (Lc 2,7), y puede indicar “reclinarse”, lo que es propio de
los banquetes (12,37; Mt 8,11; 14,19). Se trata del banquete del reino que
había sido frecuentemente anunciado (cf. Is 25,6-8). El alimento a la multitud
lo anticipa (9,12-17), lo ilustra en parábolas (14,15-24) y vive
sacramentalmente (22,14-30), continúa en las comidas con el resucitado
(24,28-35.36-43; Hch 10,41).
Con
clara connotación sectaria y escatológica, la comunidad de Qumrán espera algo
semejante (aunque para pocos, ciertamente):
“Ésta es la asamblea de los hombres famosos, los convocados a la reunión del consejo de la comunidad, cuando engendre Dios al mesías en ellos… entrará el mesías de Israel y se sentarán ante él los jefes… el sacerdote bendecirá la primicia del pan y el vino… y después el mesías extenderá su mano hacia el pan…” (Regla de la Comunidad, 1QSa 2,11-21).
Literalmente dice: “miren, hay últimos que
serán primeros, y hay primeros que serán últimos”. El dicho –como se ha
señalado- es un dicho “errante” y lo encontramos en varias partes de los
sinópticos. En este caso alude a la no participación en el banquete de aquellos
que se suponía eran “parte”, y no alude –en este caso- a la participación de
los paganos y la exclusión de los judíos, sino a la participación y/o exclusión
de unos y otros, de “todos”.
Dibujo
tomado de www.artelista.com
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