Un señor que reina en
la misericordia
DOMINGO TRIGESIMOCUARTO - "C"
SOLEMNIDAD DE CRISTO, REY
Eduardo de la Serna
SOLEMNIDAD DE CRISTO, REY
Lectura del segundo libro de Samuel 5, 1-3
Resumen: David –que ya era rey del sur, es elegido ahora rey del norte con lo que se unifica la región. Pero esto no nace de la ambición de un hombre, sino de la decisión de los “ancianos” y la voluntad de Dios. David pasará a ser entonces el rey modelo, y más tarde el “padre” del futuro Mesías.
Resumen: David –que ya era rey del sur, es elegido ahora rey del norte con lo que se unifica la región. Pero esto no nace de la ambición de un hombre, sino de la decisión de los “ancianos” y la voluntad de Dios. David pasará a ser entonces el rey modelo, y más tarde el “padre” del futuro Mesías.
Por más que en cierto modo el libro de Samuel (y los que conforman toda la “gran historia deuteronomista”) son libros “históricos”, no es menos importante notar que no es el o los acontecimientos históricos lo que nos interesa comentar. La historia –por más “maestra de vida” que sea, al decir de Cicerón- no es “palabra de Dios”. Es decir: no nos interesa en este momento –aunque ciertamente es un tema muy importante, pero también sumamente debatido por los historiadores y arqueólogos contemporáneos de las diversas escuelas- el “David de la historia”, sino lo que, partiendo de los hechos históricos, un (o unos) autor le dice a la elite de su pueblo cuando está por regresar del exilio en Babilonia. Podríamos resumirlo –un poco simplistamente- de este modo: hemos caído muy bajo por culpa de la idolatría (comenzada por Salomón), distinto hubiera sido si hubiéramos seguido fieles como David. Ahora que vamos a empezar de nuevo, ¿qué vamos a hacer? Es por esto que muchos personajes, incluso los mismos David y Salomón son exagerados (aunque sin disimular virtudes y defectos) a fin de presentarlos como modelo y anti-modelo del proyecto a comenzar. David es el rey ideal, “hacer en todo como David” es lo correcto, lo que se pretende, y si lo hubiéramos hecho no habríamos perdido la tierra prometida, no se habría destruido el Templo, etc.
En el texto de la lectura
forma parte del largo acceso de David a ser rey de todo Israel, sur y norte. La
muerte de Saúl desencadenó la sucesión, y el hijo de éste Isbaal (literalmente
varón de Baal, lo cual será cuestionado más tarde cambiándole el nombre por
Isboset, hijo de la vergüenza) es nombrado rey en Israel, el norte. El sur, en
cambio, elige por rey a David (2,1-4a). Una serie de conflictos y política
interna con varios asesinatos incluidos finaliza con el crimen de Isbaal y la
decisión del norte en nombrar también a David rey de su territorio (unos siete
años y medio después de ser nombrado en el sur, según el texto, cf. 2,11; 5,5).
Sin duda este nuevo nombramiento real hace que todo “Israel”, sur y norte quede
unificado y el territorio sea importante (desde Dan hasta Berseba, cf. 3,10).
Pero todo esto no nace de la ambición de un hombre sino de una firme decisión
de Dios que lo ha escogido (5,2; cf. 3,10). Nunca Israel tuvo un territorio tan
extenso –siempre siguiendo los textos bíblicos- y esto se debió a que Dios
estaba con David y éste le fue fiel. Salomón, en cambio, empezó a entregar y
perder tierras (ver 1 Re 9,10-14). Para consolidar el reino, y promover la
unidad entre las dos regiones, a continuación (5,6-12) David tomará la ciudad
de Jerusalén (a medio camino entre ambas) a fin de establecer allí la
"ciudad del rey”, y –luego- el Templo, que él no hará sino su hijo. Lo importante
en que los ancianos en representación del norte, y David en representación del
sur hacen ahora una alianza, y la hacen ante Yahvé. El pueblo está unido y Dios
es testigo.
Sin dudas la imagen de David
rey, de quién el Mesías sería heredero, según algunas corrientes, es tenido en cuenta por la liturgia
para poner el texto en la fiesta de “Cristo Rey”.
Lectura de la carta de san Pablo a los cristianos de Colosas 1, 12-20
El texto de Col 1,15-20 ya fue comentado en el domingo 15 durante
el año; repetimos lo allí dicho:
Resumen:
dado que algunos en Colosas han interpretado la persona de Cristo como uno de
los ángeles, el autor de la carta intenta destacar –y el himno introductorio lo
presenta claramente- la primacía fundamental de Cristo ya desde la creación, y
luego en el acontecimiento reconciliador de la creación entera.
Para
comenzar con esta carta que se leerá durante algunas semanas, destaquemos
algunos breves elementos introductorios que conviene tener presentes. Es
muy probable que esta carta no sea compuesta por Pablo sino por un discípulo,
transcurrido bastante tiempo y –probablemente- habiendo ya desaparecido el
Apóstol. Hay muchos indicios que nos invitan a esta conclusión, como temáticas
que indican el paso del tiempo, y respuestas que también parecen propias de
nuevas realidades y una mayor “organización” eclesial.
El
texto que se propone en la liturgia es un gran himno introductorio, donde
encontramos presentados algunos elementos que se desarrollarán más extensamente
–o más claramente- en el cuerpo de la carta.
Algunos
autores proponen que el himno comienza en realidad en v.12, pero es posible que
vv.12-14 sean una suerte de conclusión de lo anterior e introducción al himno,
es decir, un pasaje de transición con elementos comunes a la acción de gracias
y oración inaugural (1,3-11) y al himno (1,15-20).
Texto
primitivo quizás no paulino de origen litúrgico, con interesantes
reminiscencias a los textos sapienciales bíblicos y para-bíblicos (Qumrán
incluido), incorporado por el autor para ilustrar lo que desarrollará a
continuación. Es interesante ver cómo está estructurado el himno para ver cómo
despliega su pensamiento el autor:
1.- Él
es… (hos estin) […] Primogénito (prôtotokos) v.15
2.- pues en él (hoti en auto) todas las cosas (ta panta) en cielos y tierra v.16
3.- todo por él y para él (panta di autou kai eis auton) v.16
1.- Él
es… (hos estin) […] Primogénito (prôtotokos) v.18
2.- pues en él (hoti en auto) toda la plenitud (pan ta plêrôma)
v.19
3.- por
él… y todo para él (kai di autou… ta panta eis auton) en la tierra y los cielos v.20
Esto
nos muestra dos estrofas construidas de modo semejante, la primera poniendo el
centro en la creación (v.15.16 formando inclusión) y la segunda en la
reconciliación (v.20; también presentada como pacificación).
El tema
de la primera estrofa es el papel de Cristo en la creación. Como pretende
destacar la preexistencia y su relación con la creación, el autor recurre a
imágenes propias de la literatura sapiencial: Pr 3,19; 8,22-31; cf. Sab 7,22;
9,2-4.
Pablo
hablaba de los seres humanos como “imagen” de Dios (cf. Rm 8,29; 1 Cor 11,7;
15,49; 2 Cor 3,18) pero también lo dice de Cristo (2 Cor 4,4); la imagen (eikôn, de donde
viene nuestro término “ícono”). El término remite frecuentemente a los ídolos
(cf. Mc 12,16p; Rm 1,23) pero en la carta lo volvemos a encontrar en referencia
a Cristo (el Hombre Nuevo) “imagen” del Creador (3,10).
Los “Tronos, dominaciones,
Principados y Potestades” forman parte del “todo creado en cielos y
tierra”. No es evidente a qué se refiere ya que en 2 Pe 2,10; Jds 8 se refiere
a personajes terrenos. El trono (thrónos) es con
frecuencia un asiento (cf. Mt 5,34; 19,28…) y jamás se encuentra en Pablo ni en
sus discípulos fuera de aquí. El señorío (kyriótês) fuera
de este texto y en 2 Pe y Jds lo volvemos a encontrar en Ef 1,21, un texto que
parece influido por Colosenses. Los “principados” (arjê, por tanto
también principio,comienzo) los encontramos en Rom 8,38 que parece contrapuesto
(por el contexto) a ángeles, en 1 Cor 15,24 junto con “poder y dominación” son
destruidos por Jesús está por encima de ellos (Ef 1,21) al final de la
historia, se manifiesta a ellos y potestades en la Iglesia (Ef 3,10) que son
“fuerzas del mal” (Ef 6,12). Jesús es el “principio” (Col 1,18), la “cabeza” de
todo “principado y potestad” (2,10) y despojados por Cristo (2,15). Las
potestades (exousía,
por tanto también poder, derecho, libertad) en Rom 13,1.3 se refiere a las
autoridades romanas, como se dijo, son adversarios de Cristo (1 Cor 15,24; en
Ef 2,2 tienen que ver con el “príncipe” (arjontes) del
poder y espíritu que actúa en los rebeldes; 3,10; 6,12; en Col 1,13 es “poder
de las tinieblas”; cf. 2,10.15). Como se ve, en general se refiere a fuerzas
supra-humanas, con frecuencia ángeles que obran el mal. En este caso, luego de
haber señalado que todas las cosas fueron creadas “en él”, señala un par de
merismos (construcción retórica que expresa la totalidad señalando extremos
opuestos: cielo-tierra; visible-invisible) y concluye señalando la creación de
estas fuerzas a las que la “herejía colosense”
contra la que el autor reacciona parecen fuerzas rivales de Cristo, o
“complementarias”.
Una
nota sobre la “herejía de Colosas”: La angelología fue muy
desarrollada en el judaísmo tardío; incluso empieza a proliferar una suerte de
culto a los ángeles que será combatido en el N.T. (cf. Col 2,18; Heb 1,5.13).
Pareciera que algunos en Colosas, ante la importancia dada a Cristo por los
cristianos lo han puesto como “un gran ángel” o algo semejante. De allí la
insistencia del autor en relacionarlo con la Creación, y como que “todo” fue
creado “en él, por él y para él”, es “el primero en todo”, y “en él reside la
plenitud de Dios corporalmente” (2,9; cf. 1,19) e incluso los “derrota”.
Como dijimos, la
referencia a antes
que todo alude a los textos
sapienciales de la sabiduría. El
himno presenta a Cristo como preexistente, otro reflejo de especulación
sapiencial del judaísmo helenístico.
En la
segunda estrofa, se destaca que Cristo es “la cabeza del cuerpo, la Iglesia (v.18; cf. 2,19). Muchos autores suponen que «la Iglesia» altera la idea de Cristo
como cabeza del cuerpo cósmico, y que sería un añadido a un texto primitivo.
Pero el tema “cabeza del cuerpo, la Iglesia” es un tema importante en Col
(1,24.27; 2,17.19; 3,15 y en Ef 1,23; 4,15- 16; 5,23). En los escritos
auténticos de Pablo la imagen del cuerpo es usada como metáfora de la Iglesia
(1 Cor 6,15; 10,16-17; 12,12-27; Rom 12,4-5); en este caso no se trata de una
“imagen como un cuerpo” sino del mismo cuerpo de Cristo (tampoco de un “cuerpo
místico”, por cierto) lo cual significa un avance con respecto a Pablo.
Una
nota sobre la escatología de Col (y Ef): como se sabe, Pablo espera para un
tiempo relativamente cercano la venida de Jesús (cf. 1 Tes 4,15-17; 1 Cor
15,51-52). Sin duda que Pablo fue evolucionando en este sentido, especialmente
cuando empieza a ver la muerte suya como algo posible. Pero no parece –en este
caso- que Pablo piense que Jesús demorará su venida sino que él adelantará su
partida. Con el paso del tiempo, la demora de esta venida de Jesús fue un tema
interesante para los cristianos. ¿Por qué se demora? Mientras algunos autores
(emblemáticamente 2 Pe 3,3-10) destacan que se demora expresamente a fin de dar
la ocasión de la conversión; otros (y Colosenses es un ejemplo de ello; también
Efesios o el evangelio de Juan) señalan que nosotros en cierta manera ya
entramos en este ámbito escatológico. Eso se verá claramente en Ef 2,6 donde
“nosotros” ya estamos resucitados, sentados en los cielos “en Cristo”. En este
sentido, la imagen de la cabeza y el cuerpo sirve en cierta manera para
remarcar esta tensión entre lo que se ha llamado frecuentemente el “ya, pero
todavía no”.
Señalar
que Jesús es el principio parece ser un juego de palabras entre arjê, principio, referido a la
preexistencia y al rol de Cristo en la creación, y arjê, «principado» que hemos señalado.
Es paulino también la idea de Jesús como el primogénito
de entre los muertos (cf. Rom
8,29; 1 Cor 15,20) en obvia referencia a la resurrección de Jesús y su estrecha
relación con la de la humanidad.
Al
señalar que en él reside la
plenitud parece una versión
abreviada de lo que dirá en 2,9: “en
él reside la plenitud de la divinidad corporalmente”. Los que piensan en un himno
primitivo no paulino, lo relacionan con la plenitud de poder en la
creación.
Pero el
objetivo es la “reconciliación” (apokatallasô, término que sólo se
encuentra en Colosenses 1,20.22 y Efesios 2,16; Pablo utiliza simplemente katallassô, cf. Rom 5,10; 2 Cor 5,18.19.20; cf. 1 Cor
7,11) que es sinónimo de “pacificar” (única vez en el NT; y sólo una vez en el
AT griego, Pr 10,10). Lo que se reconcilia es “todo”, lo que se pacifica (por
la sangre de su cruz) es también “todo” expresado en el merismo “tierra y
cielos” (v.20).
+ Evangelio según san Lucas 23, 35-43
Resumen: Jesús en la cruz recibe las burlas de los que están cerca. Pero no todo es negativo en ese ambiente de sufrimiento. El pueblo simplemente mira, y más tarde, se manifestará arrepentido; y uno de los malhechores reconoce la inocencia de Jesús y le pide que lo “recuerde”, a lo que Jesús le otorga la “salvación” que las burlas reclamaban.
Siguiendo a Marcos, Lucas presenta las burlas de tres grupos a Jesús (es sabida la predilección de Marcos por el “tres”): en Marcos eran los que pasaban (15,29-30), los sumos sacerdotes y escribas (vv.31-32a) y finalmente “también lo injuriaban los que estaban con él crucificados” (v.32b). Lucas, en cambio, modifica un poco su fuente y añade un episodio que le es propio, el del llamado “buen ladrón”. Para empezar, los primeros que se burlan son los “magistrados” (23,35b), luego serán los soldados (vv.36-37). El pueblo, en cambio estaba mirando (v.35a) y se retira golpeándose el pecho en señal de arrepentimiento (v.48). La burla de los crucificados es reemplazada por la burla de sólo uno de ellos y el reconocimiento de la justicia de la pena propia y la inocencia de Jesús por parte del otro. No es improbable que haya una cierta conexión con las tres tentaciones al comienzo del ministerio de Jesús en el desierto.
El primer contraste con Marcos viene dado por la actitud del “pueblo” (láos)
que estaba “mirando” (theôrôn), no “burlándose”. Esta actitud es neutra,
pero –como se dijo- enseguida hablará de “espectáculo” (v.48) y el consiguiente
arrepentimiento. Es notable la diferencia entre el pueblo y sus dirigentes (arjontes).
Como antes los fariseos (16,14), estos ridiculizan a Jesús.
En el comienzo del ministerio de Jesús le dicen “Médico, cúrate a ti
mismo” (4,23), la actitud no ha cambiado. Es verdad que “ha salvado a
otros” (7,50; 8,48; 17,19; 18,42) e incluso es reconocido como “Salvador”
(2,11; Hch 5,31; 13,23). Pero sabemos que hay una estrecha relación entre la
salvación y la fe (“tu fe te ha salvado”) mientras que la burla pretende
un auto-beneficio. Como la “confesión de Pedro” que afirmaba que Jesús
es el “Mesías de Dios” (9,20), lo repiten los magistrados, y añaden “el
elegido” algo que es afirmado en la Transfiguración (9,35). Las tres burlas
en Lucas ponen el acento en la salvación que Jesús debía
procurarse a sí mismo (vv. 35.37.39).
Lucas, que había omitido las burlas crueles de los soldados en las torturas
en el pretorio (ver 22,63-65, donde dice “los varones”) añade aquí una burla de
los soldados. La oferta de vinagre (ver Sal 69,22) siendo una alusión menos
evidente que en Mc 15,35-36 quizás refuerce la burla puesto que Jesús había
dicho que ya no beberá “del producto de la vid” hasta llegado el reino
(22,18). La burla explícita, no sólo retoma el reclamo de auto-salvación, sino
que toma también el dicho de la “inscripción” (epigrafê) sobre la
cruz: “el rey de los judíos” el cual se mencionará inmediatamente. Este
“cartel” es algo habitual en los castigos romanos. Cuando el historiador romano
Suetonio cuenta las perversiones de Calígula, por ejemplo dice:
- “Durante
una comida pública en Roma, habiendo arrancado de un lecho un esclavo una
hoja de plata, mandó en el acto al verdugo que le cortase las manos, se
las colgase al cuello y lo pasease así por todas las mesas con un cartel
que dijese la causa del castigo”. (Suetonio, Vida de Calígula
32,2)
Los
cuatro evangelios coinciden en el título en el epígrafe con ligerísimos
matices. Es razonable la pregunta de por qué Pilato (si fue él) pone la
referencia a Jesús, “rey de los judíos” si es que lo ha considerado inocente
(notar que a la pregunta que le formula acerca de si lo es realmente, Jesús
afirma que sí, y entonces Pilato dice que no encuentra “ningún delito
en este hombre”, 23,3-4.14-15.22). ¿Le coloca un cartel indicando que es
ejecutado sin delito alguno? ¿Se trata de una burla? ¿O quizás un llamado de
atención a cualquiera que intentara algo semejante afirmando que cualquiera que
intente mostrarse como “rey” le espera condena del estilo?
Uno de los malhechores lo insultaba (eblasfêmei), y a la común
referencia a la auto-salvación añade lógicamente la propia. Irónicamente, uno
de los “malhechores” sí será salvado, pero no descendiendo de la cruz, sino
permaneciendo en ella e invocando la memoria salvadora de Jesús.
La presencia del pueblo solamente mirando (es decir, no burlándose) y la
del “buen ladrón” ha permitido a Lucas mostrar que no todo lo ocurrido en el
calvario es negativo. La insistencia en el tema del perdón a lo largo de todo
el Evangelio llega aquí a su máxima expresión. No solamente hay una cadena de
personas que reconocen la inocencia de Jesús, comenzando por Pilato, siguiendo
por Herodes, ahora el malhechor y concluyendo con el centurión que lo reconoce
“justo”. Pero además, en la larga escena de la Pasión encontramos
diferentes momentos de curación y perdón, desde la oreja del servidor del Sumo
Sacerdote, hasta el perdón “porque no saben lo que hacen” de aquellos
que lo crucifican.
La respuesta del otro –la gran novedad de Lucas en la escena de las
burlas al crucificado- alude al “temor de Dios” que es una actitud
religiosa de respeto reverencial. Expresamente señala la inocencia de Jesús (la
cuarta vez que se hace en la unidad, cf. las referencias a la inocencia en boca
de Pilato recién señaladas). Expresamente afirma que Jesús “no ha hecho nada
fuera de lugar” (átopon). La condena “justa” (v.41) de los
dos malhechores, y la misma condena (krima) del inocente Jesús se
presentan en claro contraste. Justicia que vuelve a ser reforzada al
reconocerlo el centurión como un “justo” (v.47).
“Recordar” no se trata de un acto mecánico de la memoria, sino de
“hacer presente”, “traer a la memoria” (cf. Gen 9,15; 19,29; Ex 2,24;
6,5; Neh 9,17; 2 Sam 18,18; Ez 21,28; 29,16; 33,13; Tob 1,12; 2,2). No hay
unanimidad en los manuscritos sobre el dicho del “buen ladrón”: Para
simplificarlo puede entenderse como “cuando llegues a (eis)
tu reino” o “cuando llegues con (èn) tu reino”, en el
primero se trata de la entronización de Jesús como Mesías, en el segundo de la
venida de Jesús como poder de rey (se puede decir que el primero se trata del
reino, el segundo del reinado). De todos modos, la idea de “llegar al reino”
es una buena traducción de ambas variantes, teniendo en cuenta el griego
popular de la época. La historia de José y los dos malhechores encarcelados con
él en Egipto parece influir en esta escena: “a ver si te acuerdas de mi
cuando te vaya bien” (Gen 40,14), paralelo que se refuerza más aun viendo
cómo lo relee Flavio Josefo: por ejemplo, el servidor que será “colgado”
(40,19) para Josefo será “crucificado” (anastauroô).
Son pocas las veces en las que alguien se dirige a Jesús llamándolo por
su nombre: 4,34; 8,28; 17,13; 18,38; cf. Mc 1,24; 5,7; 10,47, se trata de
personas que precisan “salvación” (es bueno recordar que “Jesús”,
abreviatura de Yehoshua, significa “Yahvé salva”).
“Hoy” es sumamente frecuente en Lucas (como se ha visto en varias
ocasiones): 2,11; 4,21; 5,26; 13,32.33; 19,5.9; 22,34.61, es el momento preciso
de la salvación, de la intervención de Dios. ¿Qué significa “paraíso”?
En el NT sólo lo volvemos a encontrar en 2 Cor 12,4 y en Ap 2,7. Ap 2,7 alude
expresamente a que allí se encuentra “el árbol de la vida” (cf. Gen
2,9); el texto de 2 Cor parece aludir al “séptimo cielo”. La mayor parte
de las veces que el término se encuentra en el AT griego la referencia es
también al jardín que Dios preparó a la primera pareja (Gen 2,8). Es habitual
en la mentalidad escatológica judía que los tiempos ideales futuros se piensen
semejantes a como fueron los tiempos ideales de los orígenes; de allí que un/el
paraíso es visto como tiempo ideal:
“Cuando haya consolado Yahveh a Sión, haya consolado todas sus ruinas
y haya trocado el desierto en Edén y la estepa en Paraíso de Yahveh, regocijo y
alegría se encontrarán en ella, alabanza y son de canciones”. (Is 51,3)
Así se pueden ver también en varios textos apócrifos:
- “Fiel es el Señor con los
que le aman de verdad, con los que aceptan su corrección, con los que
caminan cumpliendo sus mandatos en la Ley con que ha ordenado nuestra
vida. Los santos del Señor vivirán por ella para siempre, el paraíso del
Señor y el árbol de la vida son sus santos…” (Salmos de Salomón
14,1-3)
- “En ese día serán
asignados los dos monstruos, el femenino llamado Leviatán, para morar en
el abismo del mar sobre las fuentes de las aguas, y el masculino
denominado Behemot, que ocupará con su pecho el desierto inmenso llamado
Dendayn, al oriente del Paraíso donde moran los escogidos y justos, donde
fue recibido mi antepasado, el séptimo varón desde Adán…” (1 Henoc
60,7-8)
- “Él (el mesías
sacerdotal) abrirá ciertamente las puertas del paraíso y apartará
de Adán la espada amenazante. A los santos dará a comer el árbol de la
vida, y el espíritu de la santificación estará sobre ellos. Él atará a
Belial y dará poder a sus hijos para pisotear los malos espíritus. El
Señor se regocijará en sus hijos y pondrá sus complacencias en sus amados
para siempre…” (Testamento de Leví 18,10-14; aunque esta obra es vista
por muchos autores como un escrito de gran influencia cristiana).
El “buen ladrón” ha recibido el solemne “amén” de Jesús
asegurándole su participación (“salvación”) en el hoy escatológico y presente a
la vez, así participará del reino al que Jesús se encamina. Así como a los que
han “perseverado en las pruebas” les dispone “un reino” (22,29-30). Entrar en
la gloria (Lc 24,26), y entrar en el reino, ¿son semejantes? (cf. Dt 7,13-14)
¿Hay alusión a la venida de Jesús (= parusía) como a la que se alude al decir “venga
tu reino” (11,2)? Sin dudas los lectores de Lucas saben que en el “hoy”
de la cruz, Jesús “entró” en su reino y arrastró consigo al ladrón que
sabe reconocerlo.
Cuadro tomado de www.enbetel.org
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