Vivir perfectamente la voluntad de Dios
siendo plenos en el Amor
TIEMPO DURANTE EL AÑO – 6 "A"
Eduardo de la Serna
Resumen: utilizando la clásica metáfora de los dos caminos, el sabio insiste –con las metáforas del agua y el fuego- en que la persona tiene ante sí ambas posibilidades, pero sólo una conduce a la vida y es la que dios quiere para los suyos.
En
la literatura bíblica (y también en la cristiana posterior) se hace frecuente
lo que se suele llamar “los dos caminos”.
Es decir, con un cierto dualismo, se propone a la persona la necesidad de
elegir, tiene ante sí dos caminos y debe optar: sean la vida y la muerte, el
bien y el mal, la verdad y la mentira… Es algo particularmente frecuente en la
literatura sapiencial, aunque también en algunos momentos legales (lo cual es
normal ya que la Ley propone el “camino que se ha de vivir para agradar a Dios”
y la sabiduría muestra el camino de los que “saben” vivir. El libro del
Deuteronomio –texto de la Ley- por ejemplo:
«Mira, yo pongo hoy
ante ti vida y felicidad, muerte y desgracia. Si escuchas los mandamientos de
Yahveh tu Dios que yo te prescribo hoy, si amas a Yahveh tu Dios, si sigues sus
caminos y guardas sus mandamientos, preceptos y normas, vivirás y
multiplicarás; Yahveh tu Dios te bendecirá en la tierra a la que vas a entrar
para tomarla en posesión. Pero…» (Dt 30,15-17)
Algo
semejante ocurre en el Salmo 1 (obviamente con el que comienza el Salterio) que
es una “bienaventuranza”
(un modo característico de la literatura sapiencial que viene a decir: “¡qué
suerte tiene el que hace esto…, (o el que evita aquello)!” Allí se contrastan
dos caminos, el de los malvados (repetido 3 veces) y el que “medita la ley”.
El
texto sapiencial de la lectura de hoy (texto tardío en el que empiezan a
identificarse la sabiduría y la ley) presenta precisamente ambos caminos
(incluso ilustrándolo con la metáfora del agua y el fuego señalando que uno
escoge dónde quiere “poner la mano”). Obviamente la libre opción de la persona
ante ambos caminos no implica que Dios sea indiferente. Dios mira y conoce “las
obras” (= el camino, la vida). Nadie puede utilizar su libertad para escoger
destacando que Dios la ha puesto “para que” la escoja. Dios puso ambos caminos,
pero uno es el camino que conduce a dios, del mismo modo que “poner las manos
en el fuego” implica necesariamente quemarse. Con terminología nuestra (es
decir, no es propiamente bíblica) lo que Dios ha puesto es nuestra libertad, no
los dos caminos en el sentido de que el camino “de la muerte” también es
querido por Dios. Nadie puede decir que Dios le “ordenó”, o le dio
“autorización” en ese sentido. Lo que Dios quiere es la vida de sus amigos.
Resumen: Dos sabidurías están en conflicto: la “de este mundo”, la del imperio romano que asesina a Jesús, y la sabiduría “de Dios”, revelada por el espíritu que nos hace conocer lo profundo de Dios. Pablo contrata ambas sabidurías y os hace saber que la “gloria” de Dios brilla en medio de la oscuridad de la cruz.
Continuando
la segunda lectura del domingo pasado, Pablo sigue profundizando el tema de la
“sabiduría”. Pero si en los versículos anteriores parecía que había un
cierto contraste con aquellos que quedaban fascinados por las predicaciones
retóricas, cultas y “bien hechas” (como la de Apolo) contrastándolas con la
cruz, Pablo decide ir al nudo de la cuestión, continuando el tema de la cruz
que es el eje de toda la unidad literaria. Claro que eso no exime a los
corintios que en su superficialidad característica no saben ir a las
“profundidades”, pero Pablo no deja de dar “puntada sin nudo”. Para ello
contrasta dos sabidurías, la “de este mundo”, y la “de Dios”.
Una
nota sobre “este mundo”. El término “mundo” suele tener diferentes lecturas
según los diferentes escritores (y según los diferentes lectores). En el
Evangelio de Juan –por ejemplo- el “mundo” es el ámbito adversario a Cristo,
por eso el diablo es “el príncipe de este mundo”, y por eso en su cruz Jesús
“ha vencido al mundo”, los “suyos” están “en” el mundo, pero “no son” del
mundo, y por eso el reino “no es de este mundo” (pero sí “en este mundo”).
Pablo, en general, no habla de “este mundo” fuera de la primera carta a los
corintios (Ga 1,4; 2 Cor 4,4) mientras que aquí lo menciona repetidamente
(x11), 7 veces en esta unidad (1 Cor 1-4). Ya en 1,20 hablaba del “sofista” (el
que debate, única vez en la Biblia) y la “sabiduría de este mundo”; en 2,6 se
contraste esta sabiduría con la sabiduría de “perfectos” (téleios), en 2,8
los “príncipes de este mundo” desconocen esa sabiduría y por eso “crucificaron”
a Jesús, “señor de la gloria”. El que se crea “sabio de este mundo” ha de
hacerse “necio”, porque hay un contraste de sabiduría y necedad con la
sabiduría de Dios (es decir, Dios ve la “sabiduría” con otros ojos). En 5,10
contrasta la realidad del ambiente en el que se vive con cómo deberían vivir
los “cristianos”. Pablo no pretende que “salgan” de “este mundo”, pero sí que
vivan de otro modo diferente (5,10). En 7,31 se contrastan también ambos modo
de vida. El medio ambiente greco-romano, con su modo de vivir, la sociedad es
–para Pablo- “este mundo”. No se trata de un dualismo platónico como pensando
en este “mundo” y el “mundo del cielo”, como ciertas lecturas espiritualistas
parecen pretender. Se trata de llevar una vida que sea evangelizadora para los
contemporáneos. Y estos son judíos y paganos, a ambos se les ha de mostrar una
vida “perfecta” (es decir, que ha llegado a la plenitud alcanzada “en Cristo”).
En
este caso concreto, la sabiduría de “este mundo” es la sabiduría “oficial”, la
que se ha “consagrado” ante los ojos de la sociedad. Y esta “sabiduría” es la
que ha crucificado a Jesús. Son los “príncipes” los que lo han hecho (no se ha
de olvidar que la cruz era una condena mortal que aplicaba el imperio por
intermedio de sus gobernantes. El César y el Imperio (la sabiduría
personificada) son los que no entienden la sabiduría de Dios y los que han
asesinado a Jesús. No se trata de “espíritus” o de “fuerzas del mal”, se trata
de personajes concretos (“padeció bajo el poder de Poncio Pilatos”) de historia
concreta. El imperio romano fue responsable directo del crimen, y estamos
invitados a reconocerlo sabiendo que Dios nos invita a mirar la realidad y la
historia con “otros ojos”.
Esta
sabiduría es calificada de “en misterio”, escondida, predestinada para nuestra
“gloria”, que ningún “príncipe de este mundo” conoció. Es algo “preparado por
Dios para los que le aman” (= conocen).
Una
nota sobre el “misterio”. Ciertas cosas que ocurren e la vida cotidiana son
inexplicables desde nuestra concepción de dios y su obrar, un ejemplo evidente
es la persecución de los fieles. ¿Por qué ocurre que los fieles sean asesinados
mientras que los corruptos triunfen en la vida? ¿Y Dios? Esto es algo
“misterioso”, pero Dios no puede fallar, no puede ser injusto, por lo tanto más
tarde o más temprano se “revelará” el sentido de esto. Lo propio del misterio
bíblico (algo de la historia que no comprendemos por ahora en su sentido) es
que Dios lo revelará en la historia en un futuro (más o menos cercano). En este
caso, esta sabiduría “escondida” es “en misterio” (v.8), pero Dios la ha
“revelado” (v.10) “a nosotros”, a los mismos a los que Dios –para nuestra
gloria- Dios predestinó.
La
cruz “esconde” una sabiduría que sólo puede ser comprendida por “revelación”.
Mientras tanto, permanece “en misterio”. Eso es algo ya preparado por la
escritura: “anunciamos
lo que ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni al corazón del hombre llegó, lo que
Dios preparó para los que le aman” (v.9).
En
realidad, como en otras citas bíblicas de esta unidad, no se trata de un texto
exacto. Varias referencias a las escrituras parecen más bien un “conjunto” (se
ha hablado de un “florilegio” de citas, como eran frecuentes, por ejemplo, en
Qumrán). Es decir, no se trataría de una cita exacta sino de un conjunto o
síntesis (de Is 64,3 y de Jer 3,16), lo cierto es que lo que se destaca es que
sólo por iniciativa divina es posible comprender las cosas de dios. Sion ella,
todo permanece “en misterio”, “escondido”. La cruz es el mejor ejemplo de esto,
sólo los que se abren a la revelación de Dios pueden comprender esta sabiduría.
Resumen: en el medio del “Sermón del Monte” Mateo muestra que Jesús quiere llevar la Biblia a su plenitud viviéndola desde “su corazón”, yendo al fondo de aquello que es la voluntad de Dios. Eso es “cumplir” y “ser perfectos” haciendo realidad el anuncio del Reino.
Todo
el Evangelio de Mateo está “impregnado” de citas y referencias a la Antigua
Alianza. Y esto es particularmente notable en el “Sermón del Monte”. Como
Moisés, Jesús sube a un Monte, y desde allí enseña a los suyos. Recién en 8,1
Jesús “bajó del monte” para dar comienzo a una nueva unidad, en la que se
destacará la fuerza del reino que Jesús predica, obrada en milagros.
Lo
que se destaca aquí es que Jesús vino “a dar cumplimiento” a “la Ley y los
profetas”, y luego de señalarlo claramente pondrá una serie de ejemplos para
ilustrar esto.
Una
nota sobre el “cumplimiento”.
Se puede correr el riesgo de entender “cumplimiento” en el sentido de pensar
que Dios ha anunciado algo que se realizará en el futuro inexorablemente. En
este caso, parecería que Dios tiene la historia “digitada”, y la libertad
humana no tiene cabida en ella. Sin duda no es ese el Dios de la Biblia. En
general, los textos bíblicos se han escrito para su presente histórico, y lo
dicho se realiza o no en ese mismo presente. Sin embargo, esos textos son
leídos y releídos una y otra vez (como lo hacemos nosotros en nuestro tiempo,
acotemos) y muchas veces los contemporáneos ven o entienden que lo que hoy
vivimos “también” realiza aquello que se dijo antes. Como que antes se
“cumplió” y hoy “vuelve a cumplirse”. “Cumplir” es un término genérico (polisémico): puede
querer decir que se “cumple” un anuncio, pero también que se “llena” un hecho
(podemos usar la imagen de un vaso), o también que se “obedece” una norma
(“cumplí con mi padre obedeciéndolo”). Cuando mateo dice que “se cumplió lo
dicho por el profeta” destaca que eso, que se había cumplido en otro tiempo,
hoy vuelve a “cumplirse”, “se llena el vaso”. Cuando dice que vino a “dar
cumplimiento” a la Ley y los Profetas parece estar diciendo lo mismo, como
veremos.
Para
entender claramente lo que dice Mateo, es necesario recordar que “la Ley y los
Profetas” es el modo habitual judío de decir “la Biblia”. Jesús vino a “llenar
el vaso”. No vino a anular lo antiguo, sino a darle plenitud.
Una
nota sobre lo “nuevo” (y lo antiguo). Un desafío siempre interesante y variado
en los escritos cristianos de la Biblia es entender –cuando decimos “nuevo
testamento”, “nueva alianza”- cuánto de nuevo se propone y cuánto de antiguo se
mantiene. Es interesante que entre las primeras herejías del siglo II esto fue
decisivo: algunos prácticamente negaban toda novedad (los ebionitas) y otros
negaban todo lo antiguo (los marcionitas). Es decir, un camino que mantenga
antigüedad y mantenga novedad es el que parece justo. Pero sin embargo, también
en esto hay diferentes miradas. Y en las escrituras cristianas se ven variadas
opiniones. La carta de Santiago, por ejemplo acentúa más lo antiguo, mientras
que el Evangelio de Juan acentúa lo nuevo. Mateo parece más cerca de Santiago,
mientras que Pablo está más cerca de Juan. Lo importante, además, es que ambas
miradas están en las Escrituras, y ambas son eclesiales. Es una muestra más del
pluralismo característico de la Biblia judía y cristiana.
Mateo
continúa con el cumplimiento de la ley (ahora entendida como mandamientos)
señalando que aun el “más pequeño” ha de “cumplirse” (en el sentido de
obedecer). Y para entender esto, recurre a una imagen que todos los lectores
conocen: “los escribas y fariseos”. Estos son –a los ojos de todos- sin duda
los más reconocidos cumplidores de la ley. Es decir, Mateo les dice a sus
lectores que “han de cumplir la ley más que los que más la cumplen”. Es cierto
que suelen ser caracterizados por Jesús de “hipócritas”
(23,13.14.15.23.25.27.29) pero esto no es diferente de lo que muchos fariseos
decían de sí mismos en tiempos de Mateo (es decir, que el estricto cumplimiento
de la ley hasta en los más mínimos detalles corría el riesgo –y muchos caían en
él- de hacer las cosas a fin de ser “mirados”, “aplaudidos”, “reconocidos”.
Pero esto era así –precisamente- porque se trataba del grupo religioso por
excelencia. Y a estos alude en texto. Los discípulos de Jesús (de Mateo) deben
cumplir más que estos.
Pero
¿cómo se puede cumplir más que los que más la cumplen? Precisamente llevándola
a “plenitud” (plêroô,
v.17), haciendo “perfecta” (teleios, v.48) la
ley. Es decir, la ley puede cumplirse simplemente haciendo eso que está mandado
u omitiendo aquello que está prohibido, o puede “llevarse a plenitud” yendo “al
corazón” del tema propuesto o prohibido. Es a esto que dedicará Mateo los
próximos versículos; tema que concluirá precisamente con la misma idea en Mt
7,12 (donde vuelva a señalar que “esta es la Ley y los Profetas” mostrando cómo
se “cumple”). Veamos brevemente esto:
¿Cómo
se “cumple” (= obedece) plenamente “la ley y los profetas”? Obviamente
conociendo todos los mandamientos (613 mandamientos en tiempos rabínicos) y
obedeciéndolos. En muchas escuelas todo esto se “resumía” en “no hacer a los
demás lo que no quieres que te hagan”. Obviamente de esa manera “no robarás,
“no prestarás falso testimonio”, “no matarás”… Pero para ir “precisamente al
corazón”, Mateo va más allá y ya no dice “no hagas” sino “haz”, “todo lo que deseen
que les hagan los hombres, eso háganselo ustedes a ellos; por esto es la ley y
los profetas” (7,12). Esto es la síntesis de todo lo que presenta, en
ejemplos, el evangelio de hoy (y el del próximo domingo).
A
continuación Mateo va a presentar una serie de “antítesis” formuladas como “han
oído que se dijo… pero yo les digo” (vv. 21.27.31.33.38.43 [los dos últimos
pertenecen al próximo domingo]).
Una
nota sobre la cantidad de “antítesis”. Mirando las citas parecería que se trata
de seis antítesis, sin embargo, la 3ª (la del divorcio) presenta diferencias
con las anteriores, no solamente en su formulación diferente (“también se
dijo…”) sino en que en este caso no lleva a “plenitud” un mandamiento –como en
las anteriores- sino que en realidad anula una prescripción (el derecho a
divorciarse). Por otro lado, este texto –que se encuentra en el texto Q (cf. Lc
16,18) también se encuentra en Mt 19,1-12 (en este caso, tomado de la fuente
Marcos. Esto parece indicar que el texto fue agregado más tardíamente a las
cinco antítesis, probablemente a raíz de que el tema de la relajación moral manifestada
en los divorcios fue un tema importante en la comunidad de Mateo, y por eso lo
añadió (con una excepción en caso de adulterio, v.32) a fin de regular el modo
de vida de la comunidad.
Se
puede comentar una a una las antítesis (solo diremos una pequeña nota) pero no
se ha de olvidar que Mateo más que presentar una “nueva ley” pretende llevar
“la Ley” a plenitud, es decir ir al “corazón” de todo, eso es “ser perfecto”
(5,48). Pablo también lo afirma al decir que “el amor es la ley en plenitud (plêrôma)” (Rom
13,10), “toda la ley alcanza su plenitud (plêroô) en este
solo precepto: Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Ga 5,14).
Los
mandamientos que han de alcanzar plenitud son “no matarás” (v.21), “no cometerás
adulterio” (v.27), “no perjurarás” (v.33), “ojo por ojo, diente por diente”
(v.38; = “no te vengarás”), “amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo”
(v.43). En estos casos, el “más allá de la ley” está en “no enojarse” (v.22),
“no mirar con deseo” (v.28), “no jurar” (v.34), “no poner resistencia al mal”
(v.39), “amar a los enemigos” (v.44). Luego de presentar estos mandatos
superadores, pasa a ejemplificarlo con “casos” (“si…”, vv.23.29.46 y cf.
34.39). En estos casos, como hemos dicho, el mandato del divorcio es diferente,
no solamente porque anula (es decir, no la lleva a “plenitud”) directamente la
cláusula de divorcio de Dt 24,1 sino que no presenta una normativa superadora
(obviamente por haberlo anulado).
- - evitar el insulto (la ofensa al hermano) y no dar motivo justo de enojo, antes bien reconciliarse, son superadoras de “no matar”;
- - evitar la búsqueda y el deseo adúltero es superador del mismo adulterio;
- - evitar los juramentos porque la credibilidad lograda hace que “el sí sea sí, y el no sea no” vuelve esos juramentos innecesarios;
- - evitar el “espiral de la violencia” lo quiebra de raíz y lo deja “desarmado”;
- - evitar el odio deja a los “enemigos” sin argumento y nos hace parecernos a Dios.
Es
por eso que esta sub-unidad concluye con “sean perfectos” (es decir vivan de
modo perfecto, haciendo “perfecta” la ley y los profetas, es decir “ir al
corazón”, a la novedad que Jesús viene a traer en su predicación del Reino)
como es “perfecto el Padre del cielo” (5,48).
Foto
tomada de www.portadastw.com
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