Marchar, parar, resistir
Eduardo de la Serna
Después del 6 7 8 que el gobierno gestó con sus políticas se impone
una evaluación. Algunas ya les hice señalando que el gremio docente fue votante
de Macri. “Marcharon los votantes de Macri”, y es de esperar que mire – en su
justo reclamo – más allá de su propio “campito”. Y que la movilización de la
CGT se vio empañada con la traición. “Tres tristes tigres”. Finalmente marcharon
las mujeres. Marcharon y pararon.
Una cantidad impresionante de personas, en su gran mayoría mujeres
hicieron oír su voz.
Como era de esperar en algo tan heterogéneo, además de las
consignas convocantes (“Ni una menos”, “vivas nos queremos”) hubo
varias recurrentes (creo que la que más se repitió, fuera de las “oficiales”
era “mujer bonita es la que lucha”, puedo equivocarme). Otras muy
personales desde cartones pintados a cuerpos pintados. Aparte se ha de sumar
los grupos más o menos pequeños con familiares, amigos, conocidos de las
víctimas de femicidios, travesticidios y otras violencias aberrantes
acompañados de nombres y fotos. Algunas más provocativas, otras más del estilo
slogans. Pero lo cierto es que miles y miles de mujeres (y varones que hemos
hecho nuestra su causa, sus clamores, sus dolores y sus esperanzas) se hicieron
ver. Se hicieron oir.
Aclaro de entrada que esto no significa que – quizás – coincida en
un 100% con sus reclamos. ¿Y?
- Si los femicidios eran hace 2 años uno cada 30 horas y ahora hay uno cada 18 horas, ¡no podemos callar! (inclusive había una señora con un cartel hecho a mano: “una mujer es matada cada 30 horas”, me dieron ganas de hacerle notar que – lamentablemente – la noticia era desactualizada, preferí callar).
- Si una mujer cobra un 25% menos que un varón por hacer el mismo trabajo ¡no podemos callar!
- Si la mujer para una inmensa mayoría de varones es una propiedad, o una “cosita” ¡no podemos callar!
- Si aumenta (y sigue la impunidad) ante la trata, especialmente de mujeres ¡no podemos callar! Y podríamos seguir… son decenas las cosas que no podemos callar.
- Y para no escaparle al tema: ¿no es verdad que las mujeres económicamente pudientes se practican abortos en clínicas privadas mientras las mujeres pobres son víctimas de las situaciones más vulnerables, y que ponen en serio riesgos sus propias vidas?, ¿eso no merece – para empezar – medidas urgentes?
Por eso, y más, marcharon y pararon. Y marché.
Los medios, habitualmente mediocres (o cómplices) pusieron el
acento en los desmanes de un pequeño grupo al terminar el acto. Yo ya me había
ido, así que no puedo dar mi testimonio. Pero señalo:
- Todo indica (y una foto lo demuestra) que sea antes o después, un provocador – de dudosos antecedentes – fue a agredir con una bandera del Estado Vaticano. Algo innecesario (o necesario porque parece que logró su objetivo);
- Si hubo algunas provocadoras de desmanes quiero señalar que día a día Babi Etchecopar provoca desmanes orales en la radio y eso no habla mal del periodismo (claro que además de Babi hay otros muchos, pero el periodismo sigue siendo una noble profesión a pesar de los Majules, Lanatas, Pagnis, Morales Solás y tantos otros). Los desmanes de unos no manchan las luchas de muchos. Y si alguien critica el acto de ayer por algo que se habría hecho, antes haría bien en criticar mil otras cosas. Los desmanes a los que la policía nos está acostumbrando cada vez más también ameritarían el mismo argumento: si hubo desmanes todo el colectivo queda manchado. A lo mejor por eso cantaban “lo sabía / lo sabía / a los violadores / los cuida la policía”.
Fui a la marcha. Espero volver a la próxima. Y saludo a todas las mujeres
(y varones que hacen suyas las luchas de aquellas) que en la calle, el
periodismo, la ciencia, y hasta la teología quieren visibilizar lo que miles y
miles de años ha invisibilizado y hoy grita cada vez con más fuerza. Aunque
allá lejos, otra “gritadora” y sus compañerxs siga presa política pero ayer
recorría las calles de la ciudad en fotos, carteles y pancartas.
Foto tomada de clarín.com
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