Tres tristes tigres…
La experiencia de una
traición
Eduardo de la Serna
Una sociedad, un movimiento que
valora particularmente la lealtad sabe bien que lo contrario – incluso para el
diccionario de la real Academia – es la traición.
El ejemplo emblemático es Judas
(aunque en la Biblia casi nunca se lo llama “traidor” sino “entregador”), y con frecuencia
se lo ha comparado con la actitud de Astiz con las Madres de Plaza de Mayo. La
actitud de un traidor ha merecido mención en grandes canciones populares:
- · “Dice mi padre que un solo traidor puede con mil valientes” (Alfredo Zitarrosa, “Adagio de mi país”)
- · “Si un traidor puede más que unos cuantos, que esos cuantos no lo olviden fácilmente” (León Gieco, “Sólo le pido a Dios”)
La insistencia en la “lealtad”, frecuente
en el movimiento peronista marcaba la tensión dialéctica entre dos lealtades: del
conductor hacia el pueblo y del pueblo al conductor. Eso se celebraba el 17 de
octubre en un encuentro entre ambas partes para “revisar” la lealtad.
Pero las historias, y nuestra
historia, están también marcadas de traiciones y traidores. Traiciones
particularmente graves cuando de dirigentes se trata.
- · Es traición hablar de salariazo y revolución productiva haciendo todo lo contrario.
- · Es traición empeñar la palabra y hacer lo contrario.
- · Es traición no sólo mentir en el debate presidencial sino decir en cada spot publicitario que se compromete a hacer esto, a conservar esto otro, a cambiar aquello, a cuidar esto y no cumplir con nada de ello.
- · Es traición ser jefe de gabinete de un gobierno y hablar mal de él a las espaldas (o en la Embajada gringa, ¿no Sergio?).
Pero también es traición ser jefe
sindical, comprometido en la defensa de los trabajadores y el trabajo (lo cual
ya empieza con un problema de base: ¿quién se ocupa de los desocupados o los
del empleo informal cuando el Estado se desentiende? ) y no dar pasos concretos
en favor de ellos.
- · Es traición negociar un “no-paro” a espaldas de los trabajadores.
- · Es traición organizar una marcha para descomprimir los reclamos y la presión que sube, y adelantar el acto para que no esté “la gente” y presione por el paro.
- · Es traición defender políticas contra el trabajo.
·
En los 90 los gremios de más desocupación fueron
los Estatales, Petroleros y Ferrocarriles. curiosamente los sindicalistas de
estos gremios eran los grandes defensores de Menem.
·
La famosa frase de Perón de que el pueblo
avanzará “con los dirigentes a la cabeza o con la cabeza de los dirigentes” es
una espada de Damocles que en cualquier momento puede volverse sobre ellos.
Pero “poder es impunidad” afirmaba el malogrado Alfredo Yabrán.
En lo personal fui a la marcha de
hoy de la CGT. La cantidad impresionante de gente tiene que haber dolido en las
cúpulas del gobierno ciego, sordo y mudo. Pero, por su parte, les estarán agradecidos – una vez más
– a los sindicalistas por su apoyo:
- · En broma se decía que los sindicalistas quieren hacer un paro pero no lo hacen porque al gobierno no le gusta;
- · O quizás se decidan a hacer paro el 9 de diciembre de 2019 para alertar al nuevo gobierno.
- · O quizás se los podría confundir y lograr que hagan paro diciéndoles que la presidenta es Cristina.
En los 70 muchos veíamos en los
sindicatos (seguramente con exageración) una banda de derecha, casi
paramilitar;
En los 80, también exageradamente
quizás – o en discurso de campaña – Alfonsín habló de un “pacto
militar-sindical”;
Ya aludimos a las amistades de
Menem con los sindicatos más perjudicados por sus políticas de los 90…
Mientras tanto, Moyano solo está
preocupado de su alianza con Angelici (que es Macri) para presidir la AFA.
Y hoy, el triunvirato que preside
la CGT mostró la peor cara de la complicidad o la traición. “El pueblo tiene
paciencia, dijo un señor general”, cantaba Piero en los 70. El problema es
cuando pierde esa paciencia, y hoy se vislumbraron indicios.
Foto tomada de INFONEWS.com
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