Tengo
un “problema” con Micaela…
Eduardo
de la Serna
El femicidio de Micaela me
despierta una importante cantidad de sentimientos. Todos en la misma dirección:
ira, rabia, tristeza, impotencia… todos menos uno.
Creo que es una obviedad
señalar que ante una muerte (por sencilla y natural que esta fuere) la reacción
será mucho más intensa según fuera la relación con el/la muerto/a. Es decir, en
principio, nadie se conduele ante la muerte de un desconocido, mientras que el
dolor crece cuanto más conocido/a y querido/a fuera el o la muerto/a.
Creo que esto es evidente y es
por esto que se insiste con el dicho “todos somos”, frase que apunta a “acercar”
a la víctima a los que la desconocían: ahora la conocemos, y todos somos porque
todos podemos ser. Esta relación con el dolor también es evidente ante la
(perversa) pregunta periodística a los familiares de una víctima ante un delito
aberrante. Es razonable que la respuesta habitual sea “ojo por ojo”, “pena de
muerte”, “represión”, etc…
Y acá viene mi “problema”: no
conocía a Micaela, pero al saber su historia mi dolor y tristeza y mi bronca e
impotencia crecen cada vez más. Y crecen porque veo que Micaela “era del
palo”, y entonces la veo “cercana” con lo cual la bronca crece. Y veo
textos excelentes escritos por varios militantes (y lamentables dichos de
cómplices de la dictadura como Chiche Gelblum).
Y mi “tema” tiene que ver con
esto: no creo que el tema central sea que Micaela fuera militante, que
trabajara en los barrios, que repitiera que “fueron 30.000”, que pusiera el
cuerpo y el tiempo con los pobres. No es el tema, porque si la víctima hubiera
sido una superficial burguesa, una con minifalda hasta el ombligo, una “rubia
tarada”, igualmente deberíamos indignarnos, irritarnos, y sentir nuestra
impotencia. Nadie, absolutamente nadie tiene derecho sobre otra persona, nadie
tiene derecho sobre su cuerpo por más minifalda que use, hora de la noche en la
que ande o “cosita” que les parezca. Y nunca más debe ocurrir que una mujer sea
víctima de quien cree que puede ejercer poder, sentirse propietario o abusar
impunemente sobre ella.
Sin duda que al escuchar las
declaraciones de los papás de Micaela se entiende muy bien por qué ella fue
quién fue, su entrega, solidaridad y compromiso. Pero aunque no lo fuera
deberíamos gritar “¡ni una menos!” y “todos somos”.
Vaya mi abrazo y mi oración
por Micaela, mi saludo a sus papás y familiares, pero también a todos los
familiares y oración por las víctimas que fueren. Y ojalá aprendamos, tomemos
conciencia (en especial los responsables de los Medios de comunicación), ojalá
haya un poder judicial que no nos avergüence y que nunca más alguien se haga el
distraído y se guíe por el “no te metás” ante cada ruido, cada llanto o
cada moretón de los que seamos testigos. Sólo así el “ni una menos”, el
mismo que ostentaba Micaela en su camisa, será una realidad entre nosotros.
foto tomada de http://www.lagaceta.com.ar/nota/725135/actualidad/convocan-marcha-para-reclamar-contra-femicidio-micaela.html
Daniel
ResponderBorrarDe acuerdo con la nota. Considero que la población debemos luchar por "NI UNA MENOS" todas sin excepción merecen ser respetadas y cuidadas.
Siguen en peligro mientras el poder judicial y el político continúen sin tomar medidas rápidas y responsables para dar soluciones y seguridad para que esto no ocurra más a ninguna.