martes, 4 de abril de 2017

Otro elogio... esta vez del bondi.

Otro elogio… esta vez del bondi

Eduardo de la Serna



Hace ya casi dos años, ante el infaltable – e interminable – comentario de que los manifestantes (los “malos”, obvio) “van (a la plaza, a la marcha) por el choripán”, escribí un “elogio del choripán” [http://blogeduopp1.blogspot.com.ar/2015/12/elogio-del-choripan.html]. Pero ahora el tema vuelve a repetirse, no sólo en la boca del cada vez más impresentable Javier González Fraga, que ya había dicho que un “empleado medio” no tenía derecho a tener un celular, una moto o viajar… ahora, quizás para superarse, insistió en que la gente fue en colectivos, por el choripán, una coca y $ 500.

Dejo de lado el absurdo matemático que tan irónicamente mostró Adrián Stoppelman en la radio (hoy 4 de abril) y me quiero detener en la otra parte de la “perversión”: el colectivo.

Es evidente que a determinadas marchas los grupos “selectos”, blancos, lindos y puros pueden ir en su propio auto. Pero no me parece que la cosa vaya por ahí; me quiero detener en algunas experiencias cotidianas… Periódicamente muchas parroquias suelen hacer una peregrinación a Luján (en Quilmes lo hacemos el segundo domingo de septiembre) y – como es fácil de entender – las parroquias ¡¡¡alquilan colectivos!!! Cientos de peregrinos vamos en cientos de colectivos a visitar a la Virgen. Domingo a domingo las canchas de futbol reciben hinchadas, y es habitual ver decenas de gente que van y llenan los alrededores del estadio ¡¡¡de colectivos!!! (basta ver un domingo que juega River las avenidas laterales, o las autopistas laterales), las peñas o los grupos se juntan en sus lugares y las barras van ¡¡¡en colectivos!!! Dentro de unas semanas un joven de mi parroquia se ordenará de diácono, y ya se ha empezado a hablar de que se podría alquilar ¡¡¡un colectivo!!! (o más) para llevar a la gente. ¿Hay algún problema con esto? ¿Es perverso o se deslegitima la peregrinación, el partido o acompañar al amigo por ir en un colectivo? Sinceramente solo el hecho de plantearlo me parece o bien absurdo y desconocedor de la realidad del conurbano, o malintencionado.

Pero que esto lo rescate un mediocre funcionario, o un ex periodista es algo a lo que estamos ya acostumbrados. Pero ahora, además, lo repite el presidente de la Nación. Lo pobre de su discurso, lo banal, mediocre, pueril o caricaturesco – debo confesarlo – no me extrañan en lo más mínimo, pero no deja de ser indignante que se aliente el desprecio de clase. Los pobres – se dice, aunque no se explicite – son una manga de seres inferiores que se mueven al arbitrio de un grupo de perversos como corderos arrastrados. Rebaño puro llevado irracionalmente detrás del olor del “chori”. Con el mismo criterio, pero desde otra mirada, me gusta pensar que otro grupo son una manga de perezosos mentales que se niegan al mínimo análisis y eligen creer (= posverdad) lo que 2 o 3 slogans les repiten y – como corderos, ¡rebaño! – son llevados a seguir y aplaudir modelos de perversión, exclusión, discriminación del pobre, del pueblo, de los “inferiores”.

Como seguidor de Jesús, el mesías de los pobres, no puedo y no quiero mirar “asépticamente” la realidad; quiero mirarla “desde” los pobres. Aunque esto me lleve – sin duda – a pararme “en la vereda de enfrente” de otras marchas. No es el olor del choripán el que me impulsa sino el “hedor popular” (Rodolfo Kusch), no son los colectivos, sino el Evangelio. ¿Podrán entenderlo? Sinceramente lo dudo.




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