Un secuestro más, y van…
Eduardo
de la Serna
El diccionario de la Real
Academia Española afirma que “secuestrar” proviene del latín tardío, e indica
reparar, cuidar, confiar, custodiar, alejar a alguien o algo. Es posible
secuestrar una persona, pero también un avión, o una edición de un libro por decisión
judicial. Esto indica que, aunque el término tenga “mala prensa”, no
necesariamente es un término que indica una ilegalidad. Pero, ciertamente, para
que lo sea – es decir, para que se suspenda un derecho, como es el caso de una
publicación, ha de haber una justa razón (por ejemplo, un plagio) y un justo mediador
(por ejemplo, un juez). Quizás podamos hacer una analogía con el uso de la
violencia: sólo el Estado, en determinadas circunstancias, contextos, y con
mesura, equilibrio y justicia puede reaccionar con razonable violencia (por
ejemplo, deteniendo a una persona).
Valga esta introducción para
indicar que al hablar de secuestro estamos destacando que alguien con poder
(justo o no) retiene a alguien o algo. Una de las características que ha de
tener un justo secuestro, por ejemplo, de estupefacientes, ha de ser la transparencia;
todos han de poder saberlo, y si se decide su destrucción, todos han de poder
ser testigos de eso y no que pueda sospecharse que se ha escondido para ser
reutilizado.
- Sin duda es evidente que la desaparición forzada de personas fue y es un secuestro, y que encierra su gravedad en la falta absoluta de transparencia. No se trata de una persona que ha sido detenida y puede ser visitada, por ejemplo, por sus abogados o familiares; se trata de alguien secuestrado del que se ignora –hasta hoy- su paradero.
- Aunque fue criticada por decirlo, la ex presidenta habló hace años de que una empresa privada secuestraba los goles y los partidos de fútbol a lo que solo podían acceder quienes pagaran (¿rescate?). No parece incorrecto.
- La reciente desaparición forzada de Santiago Maldonado nos remite a las peores etapas de nuestra historia. Sin duda se trata de un secuestro, pero, además, sin transparencia alguna.
- La existencia de presos políticos, es decir, personas que son detenidos y separadas sin un justo juicio, también lo son.
Una de las características
fundamentales y fundacionales de las democracias modernas es la necesaria e
indispensable separación de los poderes a fin de que cada uno sea controlado
por los restantes. Es cierto que los poderes no son sólo tres, ya que el poder
económico y el poder mediático también operan, actúan, deciden y no son
controlados (¡no lo aceptan!); una verdadera democracia debiera hacerlo, sin
duda alguna. Pero con un poder judicial cooptado, y un poder legislativo apresado
(quien sabe si por carpetas, dinero o muertos en el placard) es difícil –por no
decir imposible- poder encontrar justicia en eventuales acciones de este gobierno
como el uso de la violencia o los secuestros.
A la suma de secuestros que
este gobierno nos va habituando: el secuestro de la verdad, de la justicia, de
la legalidad, de la libertad ambulatoria (como si de un estado de sitio se
tratara), nuevamente del fútbol, de presos políticos, de un desaparecido, ahora
hemos de sumar el secuestro de los votos. No sólo se manipuló la información de
los resultados para dar la imagen de ganadores en el horario central, sino que
cuando los votos empezaban a revelar otra realidad diferente se suspendió la
información la cual, se dice, se dará recién en diez días. De ahí al dicho
dictatorial “las urnas están bien
guardadas” no parece haber mucha diferencia. O para ser precisos, entre
este gobierno y una dictadura, ¡no parece haberlo! ¡De resistencia se trata!
Dibujo tomado de https://penguinnews700.wordpress.com/2015/08/page/3/
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