Una
reflexión sobre el reciente viaje del Papa por Chile y Perú
Eduardo
de la Serna
El reciente viaje del Papa por
las hermanas y queridas repúblicas de Chile y Perú suscitó una importante
cadena de comentarios muy diversos. El diario El Tiempo (Bogotá, Colombia) interpreta el paso por Chile como una
suerte de fracaso (21 de enero 2018) y dice allí Darío Menor Torres: “En su momento histórico más bajo a raíz de
los escándalos de abusos sexuales contra menores cometidos por eclesiásticos, la Iglesia de ese país era la más necesitada
de América Latina en recibir al obispo de Roma”. Empiezo citando un periodista “no
implicado” ya que las voces en Chile y Perú son parte de la información, y las
argentinas son claramente parciales. Y empiezo aquí porque quiero preguntarme varias
cosas a raíz de este viaje.
El periodismo ante la Iglesia, el Papa, sus viajes y
sus palabras
Habitualmente,
la información previa, posterior y en el momento de los viajes de un Papa,
podemos “seguirla” por los Medios de Comunicación. Hay cosas que pueden tener
un sentido simbólico (que el papa ayude a una carabinera que cayó del caballo)
o desconocido (¿por qué cambió dos veces de carro en Perú?) que figuran más
para la galería de anécdotas que para el sentido profundo del viaje.
Dentro
de esa información, como ocurre en todos los casos, una cosa es la transmisión
precisa de hechos y palabras y otra la interpretación de los mismos. En el
primero de los casos, sólo se trata de honestidad o no en la transmisión
precisa: “dijo esto / hizo aquello”; en el segundo, se trata de la posición que
el intérprete toma ante esos dichos o hechos. Posición legítima, por cierto, en
la medida en que esta sea explícita y no quede oculta bajo una capa de supuesta
neutralidad.
En
mi opinión, la inmensa mayoría de los periodistas al hablar de temas
eclesiásticos hacen alarde de una manifiesta y preocupante ignorancia; son
contados con los dedos de una mano – a la que, además, le sobran dedos – los
periodistas que “están en tema”. Creo que suelen hacer un análisis “político”
de un tema que, si bien tiene muchas aristas políticas, no es expresamente
político. Y entonces sus modos de análisis resultan parciales, incompletos, o –
en algunos casos – francamente espantosos.
Si
para el periodismo el Papa es “el jefe de la Iglesia” (y para una inmensa
mayoría lo es), sus palabras son “dogmas”, o la Iglesia es una institución
“vertical y verticalista”, sus análisis serán distintos a los de aquellos que
tengan (tengamos) otra eclesiología. Los dichos del periodista español para El
Tiempo demuestran claramente esta ignorancia y este verticalismo. Si el Papa es
“el obispo de Roma”, el que “preside en la caridad” a la “comunidad eclesial”;
si la Iglesia es una “comunidad de comunidades” en la que hay obispos, curas,
laicos de las más diversas corrientes y opiniones (aunque siempre “en
comunión”) el sentido de los viajes, de las palabras papales y sus gestos, será
sumamente diferente. En lo personal creo que en el periodismo, en estos temas,
hay más pereza por entender, hay más ignorancia disimulada, que verdadero
esfuerzo de análisis.
Y
vuelvo a un ejemplo colombiano. Al terminar el viaje del Papa por Colombia, que
fue considerado un éxito, en general hubo una serie de cosas interesantes de
preguntarse. Una viñeta de Beto Barreto titulada “Balance de la visita”
(publicada en http://dateateweb.wixsite.com/dateatealminuto/a-la-vista) sirve
para formularse con profundidad la pregunta. Hablar de éxito o fracaso debería
dejar bien claro con respecto a qué expectativa. Muchos de los que aplaudieron
la visita, una vez concluida siguieron trabajando militantemente en contra de
la paz, por ejemplo; o poniendo obstáculos a su búsqueda ardua. Otros
criticaron claramente discursos “buenos” pero que al no ser “encarnados” podían
servir para cualquiera, como por ejemplo al denunciar casos de corrupción.
Y
retomo el texto del comienzo: si la Iglesia chilena está en un momento crítico,
toca a la misma Iglesia (no al “papá” que vive en el exterior venir a arreglar
pelea de hermanos). Toca a la Iglesia (no a los obispos [otro síntoma de
“pereza” periodística hablar de “la Iglesia” cuando habla un obispo], sino
laicos, comunidades, curas y también obispos) analizar las causas y proponer
soluciones. En lo personal, si tengo problemas parroquiales puedo consultar a
otros curas, pero no espero que otro cura venga a mi comunidad a “traer
soluciones”; si hay problemas en mi diócesis, espero que el obispo consulte a
los curas, laicos y comunidades y no que venga otro obispo a “decir qué hay que
hacer”. No entiendo, por lo tanto, que “el obispo de Roma” venga a la diócesis
de “X” a decir qué debe hacerse. Se supone que los problemas, las causas, las
situaciones, las posibilidades, los instrumentos para la solución los conoce
“la Iglesia local”. Creo – en suma – que los viajes papales y esperar de ellos
soluciones, normativas, criterios sólo sirven a una eclesiología que yo rechazo
y cuestiono. Y si se celebra que el Papa hable de “amor”, de “paz”, de
“comunidad”, de “pobres”, de “solidaridad” o críticamente de la “violencia”, la
“corrupción”, la “insolidaridad”, la “indiferencia” es realmente preocupante: que
tenga que venir el papá” a decirnos que tenemos que vivir conforme a lo que nos
dice Jesús de Nazaret que debemos hacer resulta verdaderamente preocupante. Y
además, si es así, es evidente dónde está el problema por el que “la Iglesia
está en crisis”: por no vivir el Evangelio.
El Papa en Chile
Al
ser la Iglesia una comunidad internacional (eso significa “católica”) una buena
pregunta es cuáles son las fuentes de información – del Papa en este caso –
para hablar u obrar. El Papa no tiene posibilidades, sin duda, de conocer a
todos los curas del mundo cuando tiene que elegir a “fulano” para que sea
obispo de la diócesis “mengania”. Alguien (alguienes) le informa/n. Sin duda
una fuente sabida es la Conferencia episcopal del lugar y su embajador en la
región, el Nuncio. Claro que si los obispos del lugar están en crisis (es lo
que se ha dicho del episcopado chileno) la pregunta adquiere doble sentido. Y
cuando las conferencia episcopales son numerosas también cabe saber a quien/es entre
ellos elegir a la hora de estar informado. Este tema vale para Chile y casi
todos los restantes países (quizás no para Argentina ya que el universo de
conocidos para el papa Francisco es más amplio). Siendo que para el consejo de
Cardenales que lo asesoran, el Papa ha escogido al cardenal emérito Francisco
Errázuriz, es de suponer que él será una fuente privilegiada de información
para el Papa. Por tanto, conocer al cardenal puede servir para suponer
reconocer una fuente importante de información papal. Sin duda habrá otras.
Por
otra parte, si el Papa viaja a una región, es de suponer que los temas que
analice, comente, le preocupen sean los temas “pastorales” que para los
informantes del lugar sean los más importantes. ¿Cómo podría el Papa saber de
la existencia de Tal problema si no le han informado? Sin duda hay temas
propios del lugar que – por otro lado – son “generales”: el clero, el
episcopado, la pastoral, la evangelización… Habitualmente estos temas, que son
el corazón de la misión eclesial, no son mencionados por la prensa salvo que
toquen las aristas políticas que les interesan o salvo que orillen escándalos
que “venden”. ¿Qué le importa a la prensa en general, si el Papa habla de
teología, pastoral o Biblia? Lo que trasciende entonces, de los viajes (este,
los pasados o los futuros) es lo que para la prensa (y – en muchos casos – su
pereza) “debe” importar.
El Papa en Temuco
En
una correspondencia con un amigo, un cura de Temuco que tuvo injerencia en la
visita del Papa a la región le decía: “tuvimos
una contra muy fuerte. Amenazas de que se iba a boicotear la actividad, por lo
cual muchas personas tuvieron miedo y desistieron de asistir. ¡Nada de eso hubo!
El ambiente estuvo cargado de alegría y de espiritualidad”.
Visto
desde Argentina (¿por qué deberíamos mirarlo “desde” allí? Lo hago como
argentino, pero no creo que sea ni siquiera el lugar más importante para
mirarlo) el “tema mapuche” era tema central. Ciertamente lo fue, visto “desde
Chile”, pero – obviamente – las realidades son bien diferentes. En nombre de
una supuesta “causa mapuche” la situación de violencia es importante. Muchas
iglesias quemadas con lemas tipo “no
respetan nuestra religión, no respetamos la suya”, pero ni un solo
responsable detenido a pesar que hay destacamentos de carabineros por todas
partes, hace pensar en otras posibilidades. Las así llamadas “fuerzas de
seguridad” reciben buenos aumentos de presupuestos, salarios y demás en estas
circunstancias. Uno puede preguntarse, por ejemplo, por qué los atentados son contra
comunidades católicas y no evangélicas, por ejemplo. Para algunos grupos
pentecostales todo lo indígena es visto como “idolátrico y del demonio”,
mientras que – me consta – hay curas que han participado en nguillatunes, por
ejemplo. Conozco curas mapuche que no reniegan de serlo, mientras que los
pastores (me refiero a algunos grupos específicos, no a las iglesias
evangélicas en general) deben purificarse de su pasado. ¿Por qué no se atenta
contra estas comunidades si de “no respetar” lo mapuche se trata? Sospechar de
políticas que favorecen a los apropiadores de tierras, a los poderosos y
críticos de comunidades eclesiales que tienen una cierta cercanía con el
universo mapuche no sería insensato. El tema “violencia”, entonces, es
ciertamente distinto, aunque el gobierno argentino quiera inventar inexistentes
grupos mapuche violentos en Argentina.
Lo
cierto es que el paso del Papa por Temuco fue visto como muy positivo en
general. Sin duda puede haber grupos, más o menos representativos de algunas
comunidades que estén desconformes pero en general el balance ha sido muy
positivo.
El Papa en Iquique
Si
tengo en cuenta el “desde” y el “quien” confieso que a mí me hubiera gustado
alguna referencia del Papa a la masacre en “Santa María”, en Iquique (1907). Si
la hubo no la registré. Las fotos revelan una magra presencia de público. El
tema del que se esperaba que hablara estaría centrado en los migrantes que, en
la zona, son un colectivo muy importante (bolivianos, peruanos, colombianos, venezolanos,
haitianos, dominicanos…). Sin embargo, también hay que anotar que la zona es
parte del territorio anexado por Chile al vencer a Bolivia en la “guerra del
Pacífico”, o “del salitre” (1836-1839) y “palabras claras” hubieran significado
una “toma de posesión” en el conflicto entre ambos países. Lo cierto es que las
fotos aéreas revelan que los participantes fueron pocos en comparación con lo
esperado. Era de esperar que esa foto fuera utilizada – como lo fue – por la
prensa hegemónica argentina en su campaña contra el Papa que hasta ha merecido
una declaración de la habitualmente silenciosa conferencia episcopal argentina.
El Papa y la pederastia
Pero
antes de la presencia en Iquique un tema empezó a sobrevolar fuertemente la
visita papal: los casos públicos y notorios de pederastia por parte de sectores
de la jerarquía chilena y el silencio, a veces cómplice, de parte del
episcopado. Que el Papa se reuniera con víctimas de abusos no resultó suficiente,
el “caso Karadima” y la presencia del
obispo Barros en todas las ceremonias, empañó gravemente la visita papal en
Chile. El cura Fernando Karadima resultó un caso particularmente resonado en
Chile; como ha ocurrido en numerosos casos, lamentablemente, la jerarquía
eclesiástica simuló investigaciones que finalizaban en la nada misma, e incluso
hubo presiones para que la cosa no avanzara en la justicia ordinaria. Se
presentaba a sí mismo como buen discípulo de san Alberto Hurtado (cosa
aparentemente desmentida por Óscar, el propio hermano del acusado) pero era
visto como modelo y ejemplo eclesial: de su comunidad hubo muchísimos curas e
incluso varios alcanzaron el episcopado. Finalmente, luego de sortear varias trabas
civiles y eclesiásticas, fue sancionado el 2010 y expulsado. Esto indica, sin
prejuzgar, pero teniéndolo en cuenta como dato, que todo el episcopado de
Errázuriz en Santiago de Chile lo tuvo como cura en su diócesis. Recién su
sucesor Ricardo Ezzati comunicó la decisión tomada por la Santa Sede. Las
condenas de pederasta y efebofilia determinaron la suspensión. Desconozco si ha
sido expulsado del estado eclesiástico. Uno de los obispos que pertenecían
originariamente al “grupo del Bosque” – de donde era párroco Karadima – era el
obispo Barros: auxiliar de Santiago, obispo de Iquique, obispo castrense (y
general del ejército) y recientemente nombrado por el papa Francisco obispo de
Osorno. Algunas de las víctimas de Karadima han denunciado a Barros por
encubrimiento algo que – obviamente – él niega, pero el Papa ha elegido creerle
a éste y afirma que se trata de una “calumnia” y que “no hay pruebas en su
contra”. Quizás el papa hubiera debido recibirlos para escucharlos. Prefirió
escuchar su campana. Sin duda esta actitud empañó – ¡y demasiado! – el paso del
Papa por Chile. Y en ese enturbiamiento, Barros contribuyó particularmente
mostrándose en toda ocasión al lado del Papa. En lo personal no tengo elementos
para afirmar que Barros encubrió o no a Karadima, pero sí creo que
1. El Papa
bien podría haberle puesto nombre a esos abusos para dejar claro que no adhiere
a la complicidad de gran parte de la Iglesia chilena del “santito” condenado;
2. Bien hubiera podido Barros correrse a un costado casi invisible para
favorecer la visita papal. Él (con la anuencia pontificia) eligió lo contrario;
3. No veo cómo un obispo que llega tan cuestionado pueda contribuir (sea o no
responsable de encubrimiento) a desarrollar su ministerio pastoral en la
diócesis;
4. Es posible que “algo pase en adelante y que algunas cosas sean
“manejadas en el silencio”, pero a la hora de evaluar el viaje del Papa” sin
duda la mancha es grande.
El Papa en Perú
El tema ambiental e indígena
Salvando
el saludo protocolar en el aeropuerto a la llegada al Perú, la primera
actividad del Papa no fue una visita “oficial” al gobierno sino a las
comunidades indígenas de la Amazonía (que prepara, por otra parte, un sínodo
regional). Allí el papa enfrentó algunos de sus temas preferidos (el medio
ambiente, los pobres, las culturas) con lo cual se “movió a sus anchas”. La
continuidad con su encíclica Laudato Si
fue evidente, y era de esperar.
La corrupción
Pero
al dirigirse a los ambientes “públicos” hay temas insoslayables que no pueden
quedar en la nebulosa para no repetir el “chiste colombiano” citado más arriba. La casi inminente destitución del
presidente a causa de los escándalos de Odebrecht (que en tantas partes, salvo
Argentina, por cierto) ha causado tanto escándalo y juicios se vio frenada por
el apoyo del fujimorismo. Alberto Fujimori estaba condenado por crímenes de
lesa humanidad y en la campaña hasta su hija Keiko dijo que no iba a
indultarlo. Pero como “amor con amor se
paga” (¡perdón Juan de la Cruz!) a poco de re-confirmado Kuczynski en la
presidencia con tan “notable” apoyo, Fujimori fue indultado. Todos supieron que
se trataba de “devolución de favores”. Si se habla contra la corrupción no
parece que este sea un tema soslayable. Pero la corrupción no tuvo “nombre y
apellido” ni indicios evidentes de dirección.
El episcopado
El
arzobispo de Lima es el cardenal Juan Luis Cipriani (opus Dei). Más que amigo,
cómplice del fujimorismo, algo ya notorio desde su participación en la toma de
la embajada de Japón (1996). En la reciente campaña electoral su postura en
favor de la candidata Keiko Fujimori fue indubitable. Su postura hipercrítica
contra toda teología con tufillo liberador, comenzando por el teólogo Gustavo
Gutiérrez, resulta deplorable. Fue connotada su participación en la asamblea
episcopal latinoamericana en Aparecida (2007) cuando pidió que “no se hable de ‘reino de Dios’ porque era
una categoría sociológica” (sic). Hablar de corrupción hubiera debido
complicar al cardenal, pareciera.
El papa y la pederastia
Como
en tantas partes, la pedofilia ocupa un lugar importante en el descrédito
eclesiástico y en los temas que se espera que el Papa hable con claridad. Como
ocurrió en Chile, un caso muy connotado fue el del fundador de los sodalicios
de vida cristiana Luis Fernando Figari (invitado personal del papa
Benito XVI a la asamblea de Aparecida). Es curioso que, como ha ocurrido en
otros casos como Marcial Maciel (Legionarios de Cristo), Roberto José Lettieri
(Toca de Asis), Carlos Buela (Verbo Encarnado) se trate de grupos religiosos
ultra conservadores, con un discurso muy rígido en lo concerniente a lo sexual,
con poderosa influencia en las conciencia de personas débiles que terminan accediendo “libremente” a todo lo que el fundador propone. De allí a los abusos
no hay más que un pequeño paso que sencillamente han traspasado. A Figari lo
sucedió Germán Doig (+ 2001); había comenzado el proceso de beatificación
abruptamente clausurado por denuncias de abusos sexuales. Como en el caso de
Karadima, Figari ha sido sancionado al interno de la Iglesia, “condenado” a
oración y penitencia (sic). No deja de ser interesante notar que los sodalicios
llevaron adelante toda la secretaría de la asamblea episcopal de Aparecida (2007)
y que su llegada a la Argentina (2005) se debió – según ellos mismos lo afirman
(http://sodalicio.org/el-sodalicio-de-vida-cristiana-en-argentina/) – a una
invitación del entonces cardenal Jorge Mario Bergoglio. Nuevamente los “abusos”
no tuvieron “nombre y apellido”.
Conclusión
Si debo señalar algo del viaje
papal y miro lo que dicen sus adversarios (hoy, 21 de enero 2018, Julio Blank y
Eduardo van Der Kooy en Clarín, y días pasados Loris Zanatta y Joaquín Morales
Solá en La Nación) debo señalar que celebro su viaje y las cosas positivas –
¡muchas! – que encuentro en él. La insistencia en los pobres, en una iglesia
más evangélica que dogmática, los gestos numerosos de cercanía y humanidad, su
lenguaje desacartonado, algunos reconocimientos (el del obispo chileno Enrique
Alvear es un gran ejemplo) y los temas elegidos me resultan muy significativos
y constructivos.
Debo repetir lo que ya dije
varias veces: no quiero que el Papa viaje (ni este ni otros), salvo cuando de
acontecimientos internacionales se trata como asambleas, congresos, etc… Y por
tanto, no celebro este ni otros viajes. Creo que no dejan demasiado (el caso
colombiano que señalé es evidente) y creo que:
1. Las fuentes de información
del Papa en los lugares a visitar no me parecen, en muchos casos, lo
suficientemente amplias como para que haya una acabada comprensión de los
problemas, las situaciones y las propuestas de solución.
2. Creo que en algunos casos,
por no visibilizar complicidades eclesiásticas quizás, las cuasi-denuncias son
lo suficientemente ambiguas para que nadie se sienta implicado y hasta los más
sospechados puedan afirmar estar de acuerdo con él.
3. Creo que algunos casos
parecen más de márquetin que de una profunda convicción. En el caso de
pederastia, lamento sospecharlo. En la iglesia parece no haber una acabada
comprensión de la distinción entre pecado y delito. Hay cosas que son pecado y
a su vez delito, hay otras que son lo uno y no lo otro… En el caso del pecado,
esto es en la reconciliación del pecador con Dios, la absolución sacramental es
el paso necesario. Pero en los casos del delito se trata de algo que la
sociedad civil debe evaluar, juzgar y – eventualmente – condenar. La pederastia
es uno de estos casos. El “caso Grassi” en Argentina resulta harto evidente: ya
condenado en todas las instancias, sigue en ejercicio del ministerio en la
prisión. No espero que sobre esto se pronuncie el obispo de Roma (no quiero que
lo haga), pero sí el obispo de Morón. Pero en la Iglesia parece primar a veces
una actitud corporativa antes que evangélica que contribuye notablemente a su
descrédito.
En suma: el Papa pasó por
América del Sur. No visitó (afortunadamente) la Argentina. Y muchísimas cosas
positivas, algunas negativas y otras en nebulosa quedan para el análisis;
análisis que cada quien puede hacer, es de esperar que señalando claramente
“desde dónde” lo hace. Y – sobre todo – espero que el pueblo de Dios de América
Latina, los pobres del pueblo, encuentren, en comunión con el Papa, una
comunidad eclesial que nos permita y ayude a vivir el Evangelio de Jesús
denunciando claramente todo lo que se opone a que Dios reine en la justicia y
el derecho; y anunciar un nuevo mundo posible, de hermanas y hermanos que
juntos caminamos a la vida en abundancia que Dios sueña para nosotros.
Foto tomada de https://radiomitre.cienradios.com/el-vaticano-confirmo-las-fechas-de-la-visita-del-papa-francisco-chile-y-peru/