Para anunciar el Reino y hacerlo llegar a todos ha venido Jesús
DOMINGO QUINTO - TIEMPO DURANTE EL AÑO - "B"
Eduardo
de la Serna
Resumen: Job se dirige a Dios destacando el sinsentido de su vida ya que no tiene momentos de alivio y parece una muerte anticipada.
Luego
de una introducción narrativa, el libro de Job presenta, poéticamente, un
extenso diálogo entre Job y sus amigos alternando la intervención de uno y la
respuesta de Job en (aparentemente) tres ciclos de intervenciones. Como se
sabe, Job ha padecido el despojo de sus bienes, la muerte de sus seres queridos
y padece, además, una enfermedad insoportable. Todo parece indicar, para la
teología tradicional (representada por los amigos) que Dios castiga a Job por
sus pecados cometidos. El lector sabe bien que eso no es así. El primero de los
amigos (Elifaz, de Temán, caps. 4-5) interviene según su teología y Job
responde (caps. 6-7). Es a esta respuesta que pertenece la sección litúrgica.
A
modo de lamentación Job describe la situación humana mirada sin esperanza,
dirigido hacia el Sheol en un texto que tiene a Dios por destinatario (la
expectativa o confianza en una vida después de la muerte, la resurrección, no
está presente en este libro; es más tardía en la teología judía).
El
texto remarca una serie de oficios duros que tienen remansos de descanso o
placer: la milicia, el esclavo, el jornalero. Job, en cambio, en su terrible
situación no tiene siquiera ese momento. ¿Qué estímulo puede esperar el
sufrimiento constante y sin sentido? Lo que Job puede dejar en herencia es una
vida vacía y sin sentido.
El
v.4 – que por su semejanza con el Evangelio parece ser la razón de su
incorporación en la liturgia (acostarse, levantarse)), es bastante semejante al
Salmo
Job
7,4
|
Sal
77,3-5
|
Al acostarme, digo: «¿Cuándo llegará el día?» Al
levantarme: «¿Cuándo será de noche?», y hasta el crepúsculo cansado estoy de
sobresaltos.
|
En el día de mi angustia voy buscando al Señor, por la noche tiendo mi
mano sin descanso, mi alma el consuelo rehúsa. 4 De Dios me
acuerdo y gimo, medito, y mi espíritu desmaya. 5 Los párpados de
mis ojos tú retienes, turbado estoy, no puedo hablar
|
El
v.5, que se asemeja bastante a una situación de sepultura es omitido por el
texto litúrgico. La situación de Job es una “muerte anticipada”. La vida Job la
vislumbra como un telar (v.6) al que se añaden líneas constantemente, pero que
no verá su final porque la trama será truncada. Ante esta situación, como
ocurre en muchos Salmos se dirige a Dios diciéndole: “recuerda” (Sal 125,6-7;
74,2.18; 89,51; 119,49; 132,1; 137,7) pero la vida es mirada como un “soplo”
(cf. Is 41,29; 44,22; Sab 2,4), Job es “mirado”, pero casi es inexistente o
invisible (vv.8-9).
Resumen: en un mundo que se guía por la retribución y la paga, Pablo voluntariamente elige predicar gratuitamente y sin paga el Evangelio, aunque lo critiquen por ello. Su paga es la misma participación de su vida en el Evangelio.
El
capítulo 9 de la Primera carta a los Corintios parece romper el hilo conductor
que encontramos en 8 y 10 sobre la comida ofrecida a los ídolos. Es posible que
Pablo mismo lo haya añadido en un segundo momento ya que el tema parece ser la
libertad y el ejercicio del apostolado: ¿No
soy yo libre? ¿No soy yo apóstol? (9,1). Algunos parecen cuestionar a Pablo
negando que sea verdadero apóstol (v.2: “si para otros yo no soy apóstol…”).
¿Cuál es el motivo de semejante negativa? El hecho de que Pablo predique
gratuitamente el Evangelio sin pedir nada a la comunidad; por el contrario,
aunque tiene derecho a ser mantenido por la comunidad (derecho a “comer y
beber”), tanto él como una mujer como llevan los demás misioneros (vv.4.5) él
ha escogido trabajar para mantenerse y no pedir nada a cambio. El problema,
para los adversarios, es que Jesús había dicho que “a donde vayan… Coman y
beban lo que tengan, porque el obrero merece su salario” (Lc 10,7; un texto Q).
Si Pablo no hace lo que Jesús dijo, es porque no es verdadero apóstol, evidentemente.
Pablo en cambio se guía por otro criterio: en primer lugar, que no se trata de
un deber del apóstol, sino de un derecho. Derecho al cual él voluntariamente
renuncia.
Una
nota sobre Pablo y el trabajo: Como es sabido, Pablo trabaja expresamente en
las regiones donde predica. Su trabajo, fabricar y restaurar carpas, le permite
predicar mientras lo desempeña. No es casualidad, seguramente, que Pablo escoja
puertos o cruces de vías romanas para detenerse, lugares donde las carpas
pueden repararse. Basta pensar que un camello recorre unos 30 kms diarios. Los
mercaderes deben, entonces armar y desarmar decenas de veces las carpas en el
trayecto hacia los puertos donde descargan su mercadería. Esto no se hace tan
rápidamente como en nuestros días. Y luego se ha de cargar nuevamente la caravana
para emprender el regreso. Es el momento oportuno para reparar carpas. Como
vemos, Pablo predica mientras lo hace con lo que nuevos convertidos se dirigen
con destino desconocido donde irán propagando el Evangelio. Por otra parte, es
probable que la predicación en el mundo urbano, a diferencia de la predicación
en ambientes campesinos que Jesús realiza, también lleve a Pablo a ver que el
trabajo y no la búsqueda de ser mantenidos es más eficaz para la
evangelización. Finalmente hay un elemento “sospechoso”: Pablo no manifiesta
problemas en recibir dinero de otras comunidades, pero no quiere saber nada de
hacerlo de los corintios. Parece que a “otras iglesias” si les aceptó dinero (2
Cor 12,13), es más, los macedonios – que son notablemente pobres, cf. 2 Cor 8,2
– lo han ayudado (2 Cor 11,9) cosa que también hicieron en la misión a
Tesalónica (Fil 4,16); en cambio, Corinto (que además tiene gente de dinero en
el seno de la comunidad, cf. 1 Cor 1,26; 11,21; Rom 16,24) parece ser diferente
y Pablo pareciera no querer recibir dinero de ellos (la importancia del tema
del dinero en 2 Corintios parece importante para comprender el tema). Su propio trabajo manual pareciera para Pablo
una suerte de “sacramento” de la gratuidad de la predicación y la gracia.
La
necesidad imperiosa, el estar forzado quizás pueda entenderse en la misma clave
de Jeremías que intenta apagar la palabra de Dios pero “había en mi corazón
algo como fuego ardiente, prendido en mis huesos y aunque yo trabajaba por
ahogarlo no podía” (20,9)
Evangelizar
para él es una misión, una “responsabilidad”, un “deber” (vv.16.17). Y poder
predicar es en sí mismo, para Pablo su “recompensa” o “pago” (misthós). El que trabaja merece su paga
y esta es consecuencia del primero (cf. Rom 44; 1 Cor 3,8.14); si lo hago
“voluntariamente” (hekôn) tengo derecho al pago (misthós), si lo hago
“involuntariamente” (ákôn) es una administración (oikonomía) que me fue
confiada (v.17). ¿Cuál es entonces mi pago (misthós; al que no tiene derecho)?
Evangelizar gratuitamente (adápanos, única vez en la Biblia) poniendo el
evangelio sin hacer uso del derecho mío en el evangelio (traducción literal que
permite notar la centralidad del Evangelio para Pablo y mostrando que predicar
es la recompensa-pago que él recibe por hacerlo gratuitamente. Un esclavo, por
ejemplo, recibe un encargo administrativo de su patrón, y no puede esperar
ninguna paga por haberlo realizado. Pablo pasa imperceptiblemente de la
jactancia (kaujaomai) a la paga. Y su paga es no recibir paga. En un mundo de
patronazgo, y de importancia dada a la retribución, no aceptar paga o renunciar
al derecho de ser mantenido, por otra parte da a Pablo una enorme libertad en
el seno de la comunidad. Y eso él mismo quiere destacarlo.
A
continuación Pablo destaca esquemáticamente su ministerio con una serie de
contrastes estructurados de modo concéntrico:
a.- libre de todos… esclavo de todos…
para ganar a los que más pueda
b.- con los judíos, judío para ganar a
los judíos
c.- con los que están bajo la ley,
como quien está bajo la ley – aun sin estarlo – para ganar
c’.- con los que están sin ley, como
quien está sin ley para ganar – no
estando yo sin ley
b’.- débil con los débiles para ganar
a los débiles
a’.- me he hecho todo a todos para
salvar a toda costa a algunos
La
importancia de la dedicación de Pablo al anuncio del Evangelio a todos y su
libertad, el objetivo de “ganar”, que en la última frase se resume como
“salvar”. Con cierta frecuencia, además de “ganar”, lo contrapuesto de “perder”
no es “buscar” sino “salvar” (“quien pierda su vida la salvará”, Mc 8,35; cf.
Lc 6,9; 1 Cor 1,18; 2 Cor 2,15; Sgo 4,12). El objetivo de la evangelización
para Pablo son los destinatarios de la predicación, su meta es que se salven –
ganar a los más posibles. Y de ese modo Pablo es “partícipe” del Evangelio,
buena noticia, y puede “ganar a Cristo” (Fil 3,8).
Resumen: Marcos nos presenta un día en el ministerio de Jesús lleno de pequeñas imágenes que muestran como a “todos” llegan los beneficios de su predicación y la vida que trae.
Después
de la presentación general del Evangelio y el llamado de los primeros
discípulos, Marcos presenta a sus lectores “un día en la vida de Jesús”. Un
sábado. Como hemos visto la semana pasada, este comienza con la expulsión de un
demonio en la sinagoga. El día continúa en la lectura de hoy donde se destacan
los momentos del día: “cuando sale de la sinagoga” (v.29), “al atardecer”
(v.32), “de madrugada” (v.35) finalizando con un sumario: “y recorrió toda Galilea”
(v.39). Como hechos concretos sólo tenemos la curación de la suegra de Simón
(vv.29-31) ya que el resto son más bien generalidades (algo muy frecuente en
Marcos), e incluso sumarios (v.34.39).
La
curación de la suegra de Simón tiene algunas características interesantes. Se
trata de un milagro que podemos calificar de “particular” (otro, la
resurrección de la hija de Jairo, si bien ocurre en el interior de la casa,
luego se manifiesta a todos (5,39-43). Los cuatro discípulos recién llamados al
seguimiento son mencionados: la casa es de Simón
y Andrés, y se dirige a ella, a la salida de la sinagoga, con Juan y Santiago. Lo que nos dice el
texto de la suegra de Simón es que “yacía
afiebrada”. La imagen de una persona acostada (el verbo “yacer”,
katákeimai, se utiliza en varios sentidos, desde estar “recostado en la mesa”
cf. 2,15; 14,3, hasta un paralítico en su camilla, cf. 2,4) por estar
“afiebrada” y que es curada volvemos a encontrarla en Hch 28,8, pero aquí Pablo
“impone las manos” para lograr la curación. Jesús levanta (êgeiren) a la mujer yaciente “tomándola
de la mano” (kratêsas tês jeirós).
Esta imagen volvemos a encontrarla en Marcos en 5,41: Jesús toma de la mano a
la hija de Jairo, y le dice que se “levante”
(égeire) y en 9,27 ante el endemoniado que deja al niño duro “hasta el punto
que muchos decían que había muerto” (v.26) que Jesús lo “levanta” (êgeiren) tomándolo de la mano. En Marcos, entonces, ambas
elementos se reúnen: Jesús toma de la mano a alguien que está “como muerto” (o
muerto) y lo “levanta”.
El
verbo levantarse (egeirô) es un verbo
muy frecuente en los Evangelios, y se aplica incluso para levantarse de la cama
(4,27) o de haber dormido (4,38), pero también se habla del paralitico yaciente
(2,9.11), del mendigo sentado (10,49), de “levantarse (en armas)” (13,22) y de
la resurrección (6,14.16; 12,26; 14,28; 16,6). El contexto de la enferma
acostada puede decir simplemente que se levantó por haber sido sanada, pero el
uso de “tomar de la mano” y “levantar” a quienes están en relación a la muerte
(muertos, tenidos por muertos o “yacientes”) puede también destacar que Jesús
“levanta” a la humanidad moribunda, que la resucita. En “un día en la vida de
Jesús”, presentarlo como aquel que “nos resucita” bien puede ser parte del
mensaje central del Evangelio y le da un “plus de sentido” a un milagro realizado
“en privado”.
El
hecho de que, levantada, la mujer se pone a servirlos
puede querer indicar simplemente que la curación es real (como cuando Jesús
pide que den de comer a la niña muerta, 5,43) y no una ilusión (cf. Lc 23,43).
Así
presentado el texto nos señala que Jesús solía curar enfermos, expulsar
demonios (vv.32.34.39), hacía oración (v.35) y predicaba (v.38). Ya que “su fama se extendió por todas partes
en la región de Galilea” (v.28) le llevaban “todos los enfermos y endemoniados” (v.32) y la “ciudad entera estaba agolpada a la
puerta” (v.33), cuando se retira “todos
lo buscan” (v.37) y Jesús se dirige también “a los pueblos vecinos” (v.38) y recorre “toda Galilea” (v.39); es interesante notar la frecuencia de
la totalidad en el texto. El que toma la iniciativa de “perseguir” (katadiôkô,
única vez en el NT) a Jesús es “Simón y
los que estaban con él”, que por el contexto parecieran Andrés, Santiago y
Juan, los únicos discípulos que hasta ahora conocemos.
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