Dios quiere reinar en nuestra historia si le damos cabida
DOMINGO TERCERO DURANTE EL AÑO - "B"
Eduardo de
la Serna
Lectura de la profecía de Jonás 3, 1-5. 10
Resumen: La “novela” de Jonás muestra cómo los más impensados pueden convertirse si se les predica la palabra de Dios, mientras otros rechazan la voluntad de Dios guiándose por la propia.
Sin
dudas la conversión de toda la ciudad es el motivo de la elección del texto
teniendo en cuenta el término en el Evangelio del día.
El
libro de Jonás es una suerte de novela, o parábola donde prima la ironía. A
diferencia de todos los profetas, que predicaron insistentemente a su pueblo y
no lograron la conversión, Jonás se dirige a Nínive (¡nada menos que a Nínive,
la ciudad más cruel y terrible de los tiempos bíblicos!) y basta que empiece a
predicar – se necesitaban tres días para recorrerla pero bastó el primer día de
predicación – y todos hicieron ayuno, penitencia (¡hasta los animales!) como
signo de conversión. Jonás, en este caso, es “el malo” de la historia. No
quiere la conversión, sino el castigo y se enojará con Dios porque Él decide
“arrepentirse” del castigo prometido.
En
el contexto histórico, el libro pretende mostrar una imagen amable de los
extranjeros frente a aquellos que los desprecian, o rechazan. La ironía radica
precisamente en eso: mientras muchos repudian a los extranjeros tratándolos de
“perros”, el libro de Jonás muestra a los extranjeros más despreciados
convirtiéndose y mostrando nada menos que a un “profeta” como adversario de la
voluntad de Dios.
Resumen: La tensión entre el tiempo presente y el tiempo nuevo inaugurado por la resurrección de Jesús invita a los destinatarios de la carta a vivir sin fugarse del mundo presente, pero relativizando las cosas teniendo en el mundo nuevo toda la atención.
En
la primera carta a los corintios, Pablo responde a una serie de preguntas que
los corintios le han formulado por escrito (ver 7,1). Usando siempre la misma
fórmula (“con respecto a…”, 7,1.25; 8,1; 12,1; 16,1.12) responde los planteos
formulados. En la unidad litúrgica, Pablo alude a temas matrimoniales: seguir
en la pareja, casarse… El criterio con el que se va a guiar es que es razonable
que cada uno siga “en el estado que tenía cuando fue llamado” (7,17.24). Pero
esto, provocado por la inminencia de la venida de Jesús (vv.26.29.31), puesto
que Jesús está “al caer” (ver 15,51) no tiene sentido otra cosa que dedicarse a
pleno a las “cosas del Señor”, todas las energías deben estar puestas en el anuncio
del Evangelio. Esta tensión afecta todo, lo económico, la alegría o tristeza y
también el matrimonio. El esquema es claro y la referencia al “tiempo” marca el
comienzo y el final de la unidad:
- hermanos, queda poco tiempo (v.29)
- por tanto… los que… (x5: tienen mujer, lloran, alegres, compran, disfrutan) como si no
- Porque la apariencia (sjêma) de este mundo pasa (v.31)
Sin
embargo, el texto no ha de entenderse aislado ya que, caso contraría, estaría
contradiciendo precisamente todo lo que acaba de decir en el texto. Los
estoicos pretenden vivir “en su propio mundo” escapando indiferentes (ataraxia)
de la realidad; los apocalípticos también se fugan del mundo pretendiendo
entrar en el mundo divino; Pablo los invita a tener en cuenta la realidad, pero
teniendo una mirada superadora. Es vivir en este mundo en tensión a un mundo
nuevo.
El
uso de “este mundo” es característico de la literatura apocalíptica, el sentido
es negativo. El mundo actual está habitado por la muerte y el mal en contraste
con el mundo nuevo, eterno y de vida. Los corintios, notablemente
superficiales, parecen convocados por Pablo a hacerse cargo de la realidad
aunque deba ser relativizada (“como si no…”). Ni el matrimonio ni el no
matrimonio son un absoluto, Cristo lo es. Las demás cosas se poseen o no y no
hay frustración por lo contrario.
Es
interesante señalar unos ejemplos (y diferencias):
“Por tanto, si se le acerca uno que no quiere ni morir ni vivir a todo trance, sino como le venga dado. ¿Qué le impide acercarse sin temor? Nada. Por consiguiente, si uno está en la misma disposición de ánimo para con la hacienda y para con los hijos y la mujer que aquel para con el cuerpo y, sencillamente, si por alguna locura y sinrazón estuviera en ese estado, de tal manera que en nada apreciara el tener eso o no tenerlo” (Epicteto, Disertaciones 4, 7, 5 [filósofo estoico]; hay también textos semejantes de Diógenes el cínico)
Pero
el contexto, sin duda no es la tensión apocalíptica que es la que da la fuerza
al texto paulino. El contexto, en cambio, no es muy distinto a otros textos
apocalípticos:
Pueblo mío, escucha mi voz, prepárense para luchar contra el mal; sean como extranjeros en la tierra: el que vende, como si huyera; el que compra, como si perdiera; el que comercia, como si no tuviera ganancia; el que construye, como si no fuera a habitar; el que siembra, como si no cosechara; el que planta una vid, como si no vendimiara; los que se casan, como si no tuvieran hijos; los que no se casan, como si fueran viudos; porque los que trabajan, sin provecho trabajan, ya que los extranjeros comerán sus frutos y rapiñarán sus riquezas y destruirán sus casas y llevarán cautivos a sus hijos, pues en cautiverio y hambre engendrarán hijos y los que negocian lo hacen para la rapiña. (4 Esd 16,41-44)
En
este caso encontramos el “como si (no)”. Sin embargo, en este caso poseer es
perfectamente inútil: “los extranjeros comerán los frutos… heredarán…
destruirán…” En Pablo el acento no es la destrucción total sino el nuevo mundo
del creyente comenzado con la resurrección de Cristo y que instaurará en la
historia.
Hay
otros textos que nos permiten vislumbrar más de cerca el horizonte paulino:
“El presente es nada, pero el futuro es grande. Porque todo lo que es corruptible pasará y todo lo que es mortal se irá, y el tiempo presente, contaminado por el mal, será olvidado. Cosa vana es la prosperidad del presente; es el futuro el que es preciso desear. Porque hay un tiempo que no pasa, y habrá una era que permanecerá por la eternidad, a la par del nuevo siglo, que no se corromperá por los que le pertenecen” (Baruc 44,8-10)
El
“como sí” de Pablo tiene toda su fuerza en ambas “puntas”, en el hecho que se
vive y ha de vivir, y la relativización que le viene dada por la tensión con el
tiempo que se aproxima.
Resumen: Después de los textos introductorios el Evangelio comienza a mostrar a Jesús. Y lo presenta en su primera predicación esencial y el llamado a dos pares de hermanos para que lo sigan a reunir (= pescar) a la gente para predicar el Reino.
Después
de tres escenas introductorias, el Evangelio de Marcos comienza su “tema”. Ya
se ha presentado a Juan, el Bautista, Jesús ha sido bautizado y tentado en el
desierto. Ahora comienza, de un modo sumario primero la predicación de Jesús.
Nos encontramos ahora con dos partes bien marcadas (que se repetirán
esquemáticamente otras veces en toda esta primera parte del Evangelio
(1,14-8,30): se presenta el ministerio de Jesús (vv.14-15) y se hace referencia
al grupo de discípulos (vv.16-20).
1.- El arresto de Juan
motiva el movimiento de Jesús hacia Galilea. Es posible, pero no viene al caso,
que Jesús formara parte de los discípulos de Juan y ante el arresto de su
maestro decidiera volver a su tierra. De todos modos, lo que importa en el
texto es que en Galilea Jesús “proclamaba” (kêryssôn) el “Evangelio de Dios”
(v.14). El v.15 destaca cuál es el contenido de esta proclamación, lo que
constituye las primeras palabras de Jesús en todo el Evangelio. Los términos
son demasiados importantes, todos, como para pasarlos rápidamente, aunque no
sea el caso extendernos aquí; veamos: «El tiempo [kairòs] se ha cumplido
[peplêrôtai] y el Reino de Dios [basileía tou theou] está cerca [êggiken];
conviértanse [metanoeite] y crean [pistéuete] en la Buena Nueva [euaggeliô]»
El
griego tiene especialmente dos términos para decir “tiempo”. Uno, jronos, se refiere al tiempo que
transcurre, que es medible (“cronómetro”), el otro es el tiempo señalado,
esperado, anunciado, el kairòs. Se
refiere, en este caso al tiempo que Dios ha establecido para intervenir
(reinar) en medio de los suyos.
Lo que
se dice es que este tiempo establecido se ha “completado”, “llenado”, ha
alcanzado su “plenitud”.
Precisamente
por eso, algo se ha “acercado”. El término puede ser temporal, como en este
caso, o espacial. Judas “se acerca” (14,42), la pasión es inminente. En este
caso lo que “está cerca” es el Reino de Dios.
Para
recibir este reino es preciso la “conversión”. El término necesita ser aclarado
ya que es bastante diferente a la comprensión habitual en nuestro tiempo. La
“metá-noia” está conformada por dos términos: la “noia” (“paranoia”) es la
mente, la actitud mental. La “metá” es lo que viene después. Se trata, entonces
de cambiar la mentalidad, asumir una nueva actitud, emprender una nueva
dirección.
Creer
no se trata de algo meramente “racional”, sino de hacer propio algo (viene
unido a la nueva mentalidad), afirmarse en, hacerse fuerte- Creer es poner las
raíces, es edificar la vida sobre algo. En este caso, en la “buena noticia”, el
“evangelio”.
El
“evangelio” es un término sumamente conflictivo. Para el imperio romano (y es bueno
recordar que Marcos está escrito en este contexto, y –además – muy
probablemente a una comunidad en Roma) la “buena noticia”, el “evangelio” es el
nacimiento (o la ascensión al trono) del nuevo Emperador, o también los
triunfos militares del ejército romano. Es este caso, el texto hace una clara
referencia contra-cultural: el reino, el evangelio, el hijo de Dios han de
“creerse” en otro lado muy diferente al que Roma “proclama”. Ya en 1,1 Marcos
nos destacó que la Buena Noticia es reconocer a Jesús como “Mesías e Hijo de
Dios”. De eso se trata lo que ha de ser creído por los destinatarios.
Pero la
clave de todo radica en el “Reino de Dios”. El término es sumamente importante.
Es casi el monotema de Jesús. El término “reino” ciertamente tiene su origen en
el mundo político. Con frecuencia se prefiere “reinado” para destacar que lo
que se resalta es la acción de reinar. En algunas situaciones, en determinados
momentos “Dios está reinando”. Eso es lo que se aproxima. Un rey reina en el
tiempo y espacio en el que se realiza su voluntad (en ese sentido “venga tu
reino” y “hágase tu voluntad” son sinónimos). Pero este “reinado” es
inseparable de cómo es el que reina. Puede tratarse de un déspota, un tirano,
un genocida… o un padre. En ese sentido, no podemos olvidar que el Dios que
Jesús afirma que empieza a reinar es “padre” (= abbá). Dios reina allí donde se
realiza su voluntad de ser padre, lo que es inseparable de la fraternidad y
sororidad que Jesús quiere destacar. La actitud de Jesús se acercar a todos y
todas a Israel, de comer con pecadores, de bendecir niños, de valorar a las
mujeres y centrarse en los pobres muestra que Dios reina allí donde los
despreciados, los últimos son puestos en el centro. Un reino que – es cierto –
todavía no ha llegado en plenitud, pero que en muchos momentos, gestos o
actitudes está presente en nuestra historia.
2.- El
llamado de dos pares de hermanos es el comienzo del grupo que acompañará a
Jesús en la predicación del evangelio.
El
esquema es el frecuente en los relatos de vocación; en este caso tenemos un
doble llamado de un par de hermanos.
+ Relatos de vocación
(cf. 1 Re 19,19-21; Mc 1,16-18.19-20; 2,14)
Mc
1,16-18
|
1
Re 19,19-21
|
|
Quien llama, pasa
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v.16
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v.19
|
Quien llama, ve
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||
Nombre del futuro llamado
|
||
Relaciones de parentesco
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||
Actividad habitual del futuro llamado
|
||
Dicho (imperativo) o gesto
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v.17
|
v.19
|
Objeción y respuesta
|
---
|
v.20
|
Despojamiento
|
v.18
|
v.21
|
Ejecución (seguimiento)
|
v.18
|
v.21
|
Hay
términos que se repiten en el doble llamado resaltando el esquema:
Bordeando el mar de Galilea,
|
Caminando un poco más adelante
|
vio a Simón
|
vio a Santiago, el de Zebedeo
|
y Andrés, el hermano de Simón
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y a su hermano Juan
|
largando las redes en el mar, pues eran pescadores.
|
estaban también en la barca arreglando las redes;
|
Jesús les dijo: «Vengan conmigo, y los haré llegar a
ser pescadores de hombres».
|
y al instante (kaì
euthys) los llamó
|
Al instante (kaì
euthys), dejando las redes, le siguieron.
|
Y ellos, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los
jornaleros, se fueron tras él
|
Hay varios elementos que son
llamativos y al menos brevemente, merecen nuestra atención.
El primero en ser “visto” y
llamado es “Simón”; sin duda la primacía de Pedro en la comunidad de Jesús
invita a destacarlo, en este caso, como el primer llamado (la semana pasada, en
Juan, vimos otro orden).
Los cuatro llamados son
(especialmente tres, excluyendo a Andrés) los que ocuparán un lugar primordial
en el Evangelio y acompañarán a Jesús en la resurrección de la hija de Jairo
(5,37), la transfiguración (9,2), el anuncio de la destrucción del Templo
(13,3), la oración en Getsemaní (14,33)…; pero son ellos, a su vez, los que
malinterpretan el mensaje de Jesús (Pedro, 8,32-33; los hijos de Zebedeo,
10,35).
El acento parece puesto en
la fuerza convocante de la palabra de Jesús, la misma que acaba de anunciar y
proclamar la llegada del reino de Dios; sin motivo aparente (en el Evangelio
Jesús todavía no hizo milagros, no hubo predicación importante.. sólo un breve
sumario), basta con ser llamados e “inmediatamente” los pescadores dejan su
oficio para dedicarse a “pescar hombres” (= varones y mujeres). Es decir,
reunirlos para la predicación del reino.
La invitación al seguimiento
parece incluir “dejar todo” aunque poco después el texto nos traslada a casa de
Simón y Andrés (1,29)…
Foto tomada de adoremosalcordero.blogspot.com
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