Cuando la mentira es la verdad
Eduardo
de la Serna
El tema de “la verdad” es
siempre complejo, es arduo, es relativo. Los filósofos hacen miles y miles de
años que debaten el tema sin acordar. Pero, además – y sin pretender siquiera
profundizar un poco el tema – hay que tener en cuenta que también importan los
receptores de la supuesta “verdad”. Verdad que se acepta o no, se “cree” o no.
Una mentira disfrazada y bien maquillada puede “venderse” como verdad y creerse
como tal. De eso viven muchos y muchas.
Por supuesto que para aceptar
algo como verdad o mentira uno debe conocer los hechos, y de cuántos más
elementos disponga más posible es que acierte en la conclusión. Pero, y precisamente
porque en centenares de ocasiones, la verdad/mentira es una mercancía, los emisores
disimularán (o hasta negarán) lo que afecta a sus intereses. Y esta mercancía
puede ser un alimento, un medicamento o un candidato. Y, por supuesto,
vendiendo la mercancía, el vendedor, a su vez, se enriquece. No importa que el
medicamento cure, lo que importa es que se venda.
¿Por qué Clarín y La Nación silenciaron
durante casi un mes los aportantes “truchos” a la campaña de Cambiemos y ahora
que el grito se transformó en aullido hablan de los “aportantes a las campañas políticas”? ¿Qué quieren disimular o esconder
con “todos”? ¿A qué gobernadora quieren blindar? ¿Por qué junto a estas
noticias insisten una y otra vez en la (incomprobada) “corrupción K”?
¿Por qué en la conferencia de
prensa Macri repitió una y otra vez la palabra “tormenta” (una tormenta es
inevitable, sus políticas de gobierno no) y siguió repitiendo que la inflación
va a bajar un 10% sin ningún micro elemento que invite a creerle?
¿Por qué después de ignorar el
tema (o acusar a los kirchneristas por ello) de los aportes truchos de los que
legalmente ella es la principal responsable, Vidal no tuvo más remedio que
echar a la contadora María Fernanda Inza, cuyo nombramiento había sido publicado
el día anterior (es decir, nada importa hasta que estalla)? Fue curioso en su
conferencia de prensa (¿otra?) convocada para hablar de los planes sociales
(sic) como para dejar claro que “al tema de las denuncias no le damos entidad”,
pero, ante la “sorpresiva” pregunta (¿preparada?) del periodista de Radio
Provincia aprovechó para decir lo que “no iba a decir” y descargó tres medidas
que había tomados al respecto (si no le preguntaban, ¿no nos enterábamos de lo
que ocurriría con la efímera contadora?).
“el presidente y el tesorero del partido y los responsables políticos y económico-financiero de campaña serán pasibles de inhabilitación de seis (6) meses a diez (10) años, para el ejercicio de sus derechos de elegir y ser elegido en las elecciones a cargos públicos cuando: a) autoricen o consientan la utilización de cuentas distintas de las establecidas en esta ley para el financiamiento de la actividad del partido político o de la campaña electoral b) no puedan acreditar debidamente el origen y/o destino de los fondos recibidos” (ley 26.215, de financiamiento de los partidos políticos, art. 63).
Pero ambos, Presidente y
Gobernadora, estoicos y firmes, para que quede claro que – al decir del
increíble ministro Frigerio – “no vamos a
apañar a nadie”, repitieron que se ponen “a disposición de la justicia”. Es decir, el implacable juez Claudio
Bonadío y la despiadada Laura Alonso desde la Oficina anti-K (¡no!, perdón,
Oficina Anti-corrupción) le morderán los talones a cualquiera que amague sacar
los pies del plato. ¿Esto es creíble?
Y para no quedar rondando en un
solo tema no quiero dejar de hacer mención a la situación de Nicaragua. Escucho
voces “creíbles” que afirman que las noticias que circulan son ciertas y Daniel
Ortega se ha transformado en un autócrata, o un dictador, mientras que otros igualmente
creíbles afirman que es una campaña de la CIA con el apoyo de USAID y demás
espacios imperiales. Mirando muchos que alertan por la situación debo decir que
resulta creíble. Y no sería la primera vez que un militante guerrillero de ayer
es un traidor a sus luchas pasadas (¿no, Pato?), pero tampoco sería la primera
vez que la CIA despliega una campaña de mentiras para que un golpe por ellos
deseado no sea socialmente rechazado (Pinochet y Videla fueron beneficiarios de
estos “detalles”, por ejemplo). Lamentablemente, ver obispos y curas llorando
en cámaras “no me mueve el amperímetro”. No es la jerarquía lo que me resulta
garante de la “verdad” en estos casos, sino su militancia en favor de la vida y
los derechos. Y no me consta de ellos en estos casos (tampoco lo contrario, por
cierto). Si Romero, Samuel Ruiz, Helder Cámara, Arns o Angelelli lo dijeran
creo que su “militancia evangélica” los avalaría; pero no sería la primera vez
que sectores de la Iglesia son cómplices de luchas antipopulares (¿no,
Christian?).
En la política nacional la
consigna parece ser “hablar de lo que sea”,
no dejar de decir cualquier cosa, total, la gente es desmemoriada y lo dicho
ayer no se recuerda hoy (¿no, Jaime?). La cosa es una suerte de “bombardeo” de “verdades”
(muchas incomprobables, o simplemente mentirosas), la cuestión no es que sean
verdad, sino que sean compradas, esto es, creídas. “El presidente no duerme, preocupado por la pobreza” dijo la
inefable Mirta (la misma que dijo que “el
presidente lloraba”, cuando salimos “campeones” (sic) mundiales de fútbol
en 1978).
Como ya hemos dicho alguna
vez, es posible que la verdad sea “relativa” pero es evidente que los datos no
lo son. La desocupación existe, por eso el Presidente debe decir que “me duele”;
la corrupción existe, por eso deben ponerse “a disposición de la justicia” (en
realidad, del Poder judicial, que no es lo mismo, ¡casi nunca es lo mismo!); la
situación difícil para la mayoría existe, por eso deben decir “tormenta”. Lo
que está claro es que el antiguo “si, se puede” se ha transformado en “no se
puede” otro camino que este que el FMI nos ha impuesto. No se puede, pero que
nadie se de cuenta, así vuelven a comprar.
Foto tomada de https://www.mundifrases.com/refranes/frases/mentira-y-verdad/
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