domingo, 22 de julio de 2018

Tormentas y otras metáforas


Tormentas y otras metáforas

Eduardo de la Serna



El sentido lógico de una metáfora es presentar una imagen visual que sea por todos conocida. Una metáfora marítima para un pueblo del desierto sería incomprensible, del mismo modo que lo sería a la inversa. Todos sabemos lo que es una tormenta, aunque – siguiendo la idea – no tengamos, en nuestro país, por ejemplo, idea de lo que son los huracanes. Ahora bien, y tomando este ejemplo, sabemos que el mismo huracán no causa los mismos daños en Haití que en Miami. Sabemos (por los medios) de la capacidad (económica en este caso) de estar preparados para enfrentar el tema, limitar los daños, reaccionar ante los efectos. La tormenta puede ser la misma, ya que esta es inevitable, pero las repercusiones no.

Decir que la actual situación argentina es una “tormenta” (algo que el presidente repitió ¡8 veces! en su conferencia de prensa), si fuera cierto ameritaría la pregunta de qué previsiones se tomaron ante lo que se venía, cómo se intentó limitar la capacidad de daño, cómo se preparó a las potenciales víctimas para evitar los mayores daños que fuera posible. Si fuera cierto que de tormenta se trata, sería interesante tener una lista de daños (y de dañados). Y – si le fuera posible al gobierno – conocer las medidas para paliarlos, pero teniendo en cuenta que los daños afectan especialmente personas, antes que propiedades, cosa que todo indica, el gobierno ignora. Hasta los teléfonos celulares pueden prever hoy una tormenta con varios días de anticipación, si de tormenta se tratara. Pero (y siempre siguiendo la metáfora) todos sabemos que los daños que un huracán causa en Haití son infinitamente mayores en bienes y en vidas que los que causa en Miami (por más que a los medios suelan importarles más los dos muertos “americanos” (sic) que los 150 haitianos, que parecen – además – no ser “americanos”). Si de tormenta se tratara, insisto, basta con un mediocre servicio informativo meteorológico para invitar a los sectores más vulnerables a ponerse a buen resguardo. Pero no… No se trata de una tormenta. Una vez más (y van…) el presidente miente. Se trata de las consecuencias previsibles, esperables y sabidas de la aplicación de un plan económico genocida. Y las víctimas son por todos conocidas: los enfermos, los jubilados, los de trabajo informal, los desocupados, los pobres, en suma. Desde el día uno y la elección del mejor equipo de incapaces de los últimos 50 años se veía venir la “tormenta” que no lo es. La principal diferencia radica en que una tormenta es inevitable. Y precisamente por eso se trata de controlar daños, y demás obviedades. En este caso se trata de algo “causado”. Por supuesto, el gobierno – como es habitual en él – responsabiliza al mundo entero y a la “pesada herencia” (lo cual no tendría sentido si de tormenta se tratara, porque ni siquiera aceptan el calentamiento global y el cambio climático, por lo que no hay siquiera “causas evitables” en una tormenta). Y desde antes de que fueran gobierno se avisó por todos los medios al alcance que si Macri subía al gobierno habría “tormenta”, y lo llamaron “campaña del miedo”.

El tema con esta “tormenta-que-no-lo-es” radica, no sólo en que es buscada y causada, sino en que el control de daños se hará sobre las propiedades que a “ellos” les afecte. No son las víctimas los jubilados y los pobres, los que padecen el frío y los desocupados. A lo sumo esos son “daños colaterales” de su “guerra al populismo” que era ese bienestar en el que nos hicieron creer que podíamos tener calefacción, o trabajo, o salud, o educación superior o hasta vacaciones… O, en el peor de los casos populistas, cuando se preveía alguna “tormenta” había algo que se llamaban “paritarias libres”. Pero ahora arriaron las banderas, en las que no creen, y el barco está a la deriva, que es lo que el Fondo Monetario Internacional desea, porque “hay que achicar el estado para agrandar la nación” (J. A. Martínez de Hoz).

Pero parece que esta “tormenta” ha de ser brava, porque ni siquiera hay un segundo semestre salvador, un túnel de esperanza, o un tercer chanchito previsor; ahora ya es “el año que viene” donde por arte de magia la inflación bajará 10 puntos, y todos seremos felices y comeremos perdices (porque habrá elecciones y quizás algunos al menos tengan memoria y sepan que ni siquiera podemos ver a Nadia en la TV pública; ¡como para prever tormentas estamos!).


Foto tomada de http://www.angelfire.com/nt/huracanes/

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Cualquiera puede comentar y no será eliminado, aunque no este de acuerdo con lo dicho, siempre que sea respetuoso (caso contrario, será borrado). Pero habitualmente no responderé los comentarios, ni unos ni otros, para no transformar este blog en un foro. De todos modos, podrán expresar su opinión.