viernes, 30 de noviembre de 2018

La impunidad de la maldad insolente


La impunidad de la maldad insolente

(una descarga irónica)


Eduardo de la Serna



Una de las cosas despreciables de cierta clase media, empapada de la historia oficial que nos hizo creer que los argentinos somos blancos, puros e hijos de Europa, es despreciar a todos los que nos rodean. Y, empapados o embriagados de esa mentalidad y esa imagen de superioridad, hoy nos encontramos con el G20. Un montón de personas más o menos importantes vienen a ver lo maravillosos que somos, pareciera. Y, entonces, llega el presidente de Francia, Emmanuel Macrón, y lo recibe la vicepresidenta, que llega tarde y luego le habla un francés que habla con tanta fluidez como el castellano. Es decir, incomprensible. Llega Xi Jinping y la banda musical recibe a otro. Total, los chinos son todos iguales, insinúa un periodista de la elite. Y la ministra autoriza a las fuerzas de seguridad, habituadas a la mesura y autocontrol desde que “cambiamos”, a disparar a matar. Total… total, tan habituados están a decir lo que quieren sin que nadie se los cuestione, a hacer lo que se les ocurre sin que nadie lo discuta que hasta capaz que alguno llegará a comparar el G20 con el Mundial 78. No importa si está parangonando el gobierno con la dictadura cívico-militar y el G20 con el “pan y circo”. Total, todo puede decirse, todo puede hacerse. Mañana, aparecerá don Jaime mostrando los logros, fotos y abrazos con los dueños del mundo que volverán a sus países felices de haber estado en Brasil y conocido el obelisco en medio del Matto Grosso.

Y si de impunidad hablamos, en medio de la administración de justicia conmebolesca y el show del G20, el poder judicial, como cada tanto, hace ostentación impune de su oxímoron. Y – todo junto, para que no parezca demasiado – la Corte de suprema injusticia negó la apelación de Milagro Sala, negó la posibilidad de que peritos independientes (es demasiado eso de ser independiente, ¡caramba!) investiguen la causa Maldonado y aceptó que paguen ganancias los miembros de tan selecto poder de la República si ingresaron al mismo ayer a la mañana. Al mismo tiempo Lucía Pérez descansará en paz porque nada ha ocurrido, ni nadie la ha asesinado ni abusado, Raúl Noro podrá asistir a las audiencias a pesar de su delicado estado de salud y Santiago Maldonado habrá superado su temor al agua sumergiéndose libre, espontánea y felizmente en aguas heladas durante algunos meses.

Y nosotros, entre tanto, rodeados y custodiados para no entrar en la ciudad o movernos por ella y rodeados por la tele basura que nos muestra la pelea de fulana con mengana o zutano con perengano que son temas esenciales sin los que la vida carecería de todo sentido, no tenemos tiempo (ni material periodístico) para pensar. Eso sí, mañana, cuando volvamos a la normalidad (jajaja) y nos encontremos que otros decidieron esto o aquello, que a todos menos a ellos perjudica, notaremos a muchos que llorarán, gritarán, se lamentarán y hasta insultarán a los que, como no queda más remedio, quizás pasado mañana vuelvan a votar.


Dibujo tomado de https://ar.pinterest.com/kariconsi/videos-primer-ciclo-convivencia-y-cuidados-en-la-r/

miércoles, 28 de noviembre de 2018

Cuestión de banderas


Cuestión de banderas


Eduardo de la Serna



El mismo día que se iba a jugar la malograda final-finalísima entre Boca y River fui a comer a casa de una familia del barrio. En la mesa dos invitados que estaban a mi lado hablaban, y el tema fue derivando hacia el servicio militar que uno había hecho. El otro era suboficial retirado de las fuerzas armadas. El ex “colimba” (frase que en Argentina se aplica a quienes hicieron el Servicio militar y que proviene de Corre-Limpia-Barre, ¡notable servicio a la Patria si los hay!) empezó a recordar su pasado y derivó al presente señalando qué importante sería que volviera el “servicio militar obligatorio”, porque allí se aprendía a respetar, a reconocer a las autoridades y – acá mi punto – a “respetar a la bandera”. Esto derivó en el himno nacional, el “oooo oooo” que se canta en actos públicos introduciéndolo y, volvieron a la bandera. Yo, que estaba en absoluto desacuerdo, pero no quería hacer pasar un mal momento a los que me habían invitado que ni siquiera estaban cerca en ese momento, decidí desviar la mirada (para que ni un encuentro visual permitiera incorporarme en la conversación) y la perdí en una bandera de River que flameaba en la casa de enfrente y estaba por cortarse por el viento.

Y me puse a pensar en las banderas, el símbolo y lo significado, y en la capacidad que tenemos los que levantamos ciertas banderas de transformarlas rápidamente en trapos. Y trapos sucios, por cierto.

Si una bandera es un “símbolo patrio”, tengo claro que no conozco nadie que haya hecho más mal a la patria que la dictadura militar con apoyo, complicidad y aplausos de civiles no muy patriotas. El crecimiento atroz de la deuda externa, la extranjerización de los recursos y las empresas, el sometimiento de nuestras decisiones a los “patrones de Occidente” y la “guerra interna” que buscaba eliminar al enemigo (que es el “otro”) no me resultan demasiado defensores de la bandera. Pero, eso sí, la bandera flameaba; el ejército y las demás fuerzas la ostentaban con orgullo.

Y resulta que otra bandera, la del “club de mis amores” (sea este el que fuere), vale tanto que se puede atentar contra los contrarios, sin importarnos lastimarlos, agredirlos y – si es “necesario” – matarlos, cosa que se canta estentóreamente. La bandera vale más que la vida, aunque aquella ya no sea lo que significa, sino otra cosa totalmente distorsionada.
Y hay otras banderas, que tantos (o quizás todos) en uno u otro momento “levantamos” y que, de golpe, se transformó en lo único importante, remedando un triste adagio eclesiástico “extra X nulla salus” (fuera de X no hay salvación).

Y se me ocurrió pensar que una bandera (nacional, deportiva, ideológica) señala identidad. Esto/este soy. Y lo soy con alegría, con pasión, con orgullo. Pero cuando el “esto/e soy” se transforma en “ergo vos no sos”, tenemos un problema. Grosso problema, por cierto. Allí se gestan fascismos, xenofobias, autoritarismos… y dictaduras. Y resulta curioso notar que, con frecuencia, levantamos más de una bandera sobre temas, ideas o militancias diferentes. Y en ocasiones, coinciden en un espacio. No será la primera vez, por ejemplo, que en una peregrinación a Luján haya gente con la camiseta de su equipo favorito, con cantos de su cantante favorito y que no son argentinos. Su fe, su patria, su cuadro, su cantante son todos banderas que confluyen. Y no será la primera vez que en cierta confluencia de banderas haya conflictos. ¿Entonces? En la militancia de los 70 repetíamos la idea maoísta de las contradicciones primarias y las contradicciones secundarias. ¿Cuál de todas las banderas es para mí la fundamental, aquella por la que quiero gastar hasta la última gota de sudor? ¿Cuál es aquella que me identifica hasta los tuétanos? ¿Cuál aquella con la que estoy decidido a discutir, pero respetando totalmente a la “otra bandera” y cuál es la bandera con la que nada tengo ni quiero tener que ver?

Obviamente yo puedo hablar por mí, y no pretendo que otros y otras levanten “mis” banderas, aunque crea que “bandera” implica un colectivo (sino sería un DNI). En lo personal creo que tener eso claro puede ayudar a que tengamos claro lo fundamental, discutamos lo importante y relativicemos lo secundario. La vida (“la”, no “mi” vida) parece merecer evaluar sensatamente algunas banderas para no terminar arriando los sueños y las esperanzas.


Foto tomada de https://www.rosarioplus.com/ensacoycorbata/Pueblos-Originarios-tendran-su-bandera-en-la-Sala-de-Honor-del-Monumento-20171005-0039.html

martes, 27 de noviembre de 2018

Comentario adviento 1C

Se acerca la liberación de la esperanza

DOMINGO PRIMERO DE ADVIENTO – “C”

Eduardo de la Serna



Lectura del libro del profeta Jeremías     33, 14-16

Resumen: Jeremías anuncia la llegada futura de un rey que hará la voluntad de Dios y por ello el pueblo vivirá seguro y en paz ya que así también Israel y Judá serán fieles al proyecto de Dios de cumplir el derecho y la justicia. 


Es sabido que el libro de Jeremías es muy desordenado (por ejemplo, la Biblia griega tiene otra numeración de capítulos). En ese contexto, y seguramente bastante tardío (y muy posiblemente no perteneciente al profeta) se encuentra esta unidad aludiendo a las esperanzas futuras. Pero no hay referencia a anuncio alguno de castigo, seguramente porque el “castigo” (= el exilio) ya ha ocurrido.

La unidad elegida en la liturgia es la primera parte del oráculo que finaliza en v.26. La elección y fidelidad de Dios a sus elegidos (Judá e Israel, es decir los reinos del norte y el sur) no está motivada por la fidelidad del pueblo (vv.23-24). Esto ocurrirá en un futuro indeterminado (“vienen días”), fórmula frecuente en los profetas para anunciar castigo o también esperanza.

El texto del anuncio se encuentra casi idéntico en 23,5-6 donde añade que éste será “un rey prudente” y las que estarán a salvo serán “Judá e Israel”, no Jerusalén como en este texto. Quizás este sea una repetición del anterior más centrado en el rey futuro e ideal (como David) que se espera, de allí que se aluda a Jerusalén.

Lo que se señala es que es un “germen”, “retoño” (tsemah) que será “justo” (tsedaqa’). La referencia a un brote de justicia es frecuente en el segundo y tercer Isaías (45,8; 58,8; 61,11; “germen” es el nombre misterioso de un siervo de Dios en Zacarías 3,8; 6,12). Se hace referencia a la intervención de Dios en favor de su pueblo, en este caso “encarnada” en un personaje monárquico que gobernará en favor del pueblo (todo lo contrario de lo que han hecho los reyes de tiempos de Jeremías).

Lo que caracteriza este rey esperado es que practicará “el derecho y la justicia” (mispat-tsedaqa’). Ambos términos, que se encuentran juntos x50 en el A.T. son el sentido fundamental por el cual Dios ha elegido a su pueblo. “Así” debe vivir (“practicar”), cf. Is 5,7. Así lo repite Jeremías (4,2; 9,23; 22,3.15). A causa de este reinado justo, que permitirá al pueblo (Judá e Israel, o Jerusalén) vivir conforme a la voluntad de Dios es que Judá estará a salvo (iesa’) y Jerusalén estará segura (betah). Es interesante notar que ambos términos se repiten en el Sal 44,7 señalando que no están en las armas la seguridad y salvación, sino que – por el contrario – se encuentran en Dios (Sal 86,2).

Esto repercutirá en favor del pueblo ya que Yahvé es llamado “nuestra justicia” (no “mía”, lo que significa “Sedecías” que es el rey con el que Jeremías entra en conflicto, cf. 1,3; al rey se lo menciona x49 en este profeta). En el rey esperado, tan distinto del rey contemporáneo, la justicia, fidelidad a Dios y a su pueblo será un hecho. Ya vienen días.



Lectura de la primera carta de san Pablo a los cristianos de Tesalónica.     3, 12-4, 2

Resumen: la expectativa en la “venida” de Jesús es una tensión que ha de estar marcada por la vida del amor, pero no solamente a los miembros de la comunidad sino también a todo el mundo. Eso debe caracterizar a los seguidores de Jesús.


La venida (parousía) futura e inminente de Jesús es tema recurrente en las primeras cartas de Pablo (1 Tesalonicenses y 1 Corintios; el término también alude a otras “venidas” como la de enviados de Corinto donde Pablo, de Tito, o de Pablo mismo a la comunidad, cf. 1 Cor 16,17; 2 Cor 7,6.7; Fil 1,26; 2,12). Por otro lado, en 1 Tesalonicenses es un término estructurante de algunas unidades a modo conclusivo (2,19; 3,13; 4,15; 5,23). El término “venida” (parousía) tiene su origen en el ambiente político y refiere a la “venida” a una ciudad de una autoridad (no particularmente el Emperador). Esta llegada, en muchos casos esperada, suele hacer a la comunidad el don gratuito (“gracia”) de los beneficios del Emperador (a causa de un desastre o una alianza, por ejemplo). Sin duda el uso por parte de Pablo de estos términos (como también de otros términos provenientes del ambiente político) son claramente contra-culturales y subversivos y así eran comprendidos por sus destinatarios. En 5,2 se identifica la “venida” con “el día del Señor”.

Como se dijo, en 3,13 finaliza la unidad. En 4,1 da comienzo una nueva parte expresada por los términos característicos (“exhortar”, parakaléô) y el vocativo “hermanos”. En este caso, solamente se destaca la introducción (ya que las instrucciones dadas por Pablo están omitidas, vv.3-12). 

La indicación de vivir en el amor (distinguiendo, pero integrando, el amor “mutuo”, es decir entre los miembros de la comunidad, y “hacia todos”, es decir incluyendo al resto de la humanidad) marca la unidad. No sólo el discurso es diferente al de la cultura hegemónica, sino que también la conducta de los miembros de la comunidad ha de serlo (incluso en caso de persecución). 

Lo que Pablo pedirá en la exhortación está omitido en el texto, pero tiene que ver especialmente con no vivir como vive el mundo del cual han salido los que ahora pertenecen al movimiento de Jesús. No vivir cómo viven los de afuera es la expresión visible de la “separación” y es lo que agrada a Dios.



Evangelio según san Lucas     21, 25-28. 34-36

Resumen: en un día indeterminado los habitantes de la tierra temblarán de susto por los signos cósmicos que se avecinan; pero los que se mantengan fieles y expectantes estarán de pie y con dignidad ante el hijo del hombre que viene a juzgar.


Un texto muy semejante al evangelio del domingo pasado da comienzo al tiempo del Adviento (de hecho, expresamente se omiten los vv.29-33 con la metáfora de la higuera que estaba presente en el texto de Marcos).  

Es evidente que el importante capítulo escatológico de Marcos (c.13) ampliado en Mateo (cc.24-25) es bastante breve en Lucas limitándose a menos versículos. Hay algunos elementos propios de Lucas que merecen destacarse en esta unidad.

La referencia a las señales cósmicas en Marcos, citando Is 13,10 se limitan a ser mencionadas (v.25) pero añadiendo referencia al rumor de las olas aludiendo al salmo que canta la intervención de Dios que responde en la creación salvando y al que se le da gracias por ello (cf. Sal 65,8). Pero (como Marcos) retoma Is 34,4 destacando que eso no exime a los hombres de desfallecer de miedo y angustia por lo que vendrá ante el sacudón de “las fuerzas del cielo”. Es en este marco dramático pero expectante en el que se verá “el hijo del hombre”, personaje al que refería la Primera lectura el domingo pasado. Como allí se dijo, esta figura colectiva (= Israel) en tiempos del NT ya era vista de un modo individual, aludiendo a un personaje (mesiánico) que hará su intervención judicial en la historia. Esa venida puede ser terrible o benéfica depende la actitud de los testigos. La nota de esperanza de Lucas se reafirma con su frase conclusiva (propia de Lucas): “cuando esto empiece a suceder estén erguidos y levanten la cabeza porque se acerca la liberación”. Estar erguido (anakyptô) es precisamente lo que Satanás no permite a la mujer a la que somete hace años (13,11). En Dn 13,35 es la actitud de la confianza en Dios (cf. Job 10,15) o ante los otros (Jn 8,7.10). “Levantar cabeza” es la actitud de la dignidad, del orgullo o la alegría contraria a la opresión (cf. Zac 1,21).El motivo de esta doble actitud es la cercanía de la “liberación” (apolytrôsis). El término apolytrôsis viene de lyô y remite a “desatar”. Se utiliza en Pablo y las cartas de sus discípulos en el sentido de ser “desatados de los lazos del pecado” (Rom 3,24; 8,23; 1 Cor 1,30; Ef 1,7.14; 4,30; Col 1,14 y en Heb 9,15; 11,35). Es la actitud de redimir a los esclavos. El contexto político y cósmico de este texto de Lucas invita a preferir “liberación” (no se hace alusión a los pecados, por ejemplo en toda la unidad, pero si al conflicto).

Luego de la referencia a la higuera (omitida, como se dijo) el acento está puesto en la actitud velante que se ha de tener. Esto supone evitar lo que impide velar (borrachera, embriagueces, preocupaciones) contrastante con la actitud de orar a fin de “mantenerse en pie” ante el hijo del hombre que viene. Invita a estar atentos, tener cuidado (cf. 12,1; 17,3; 20,46), prestar atención (Hch 5,35; 8,6.10.11). Lo que se debe buscar es que el corazón (sede de las decisiones) no esté “pesado” por las actitudes que impiden pensar con claridad: borracheras (sólo aquí en la Biblia), embriagueces (usado en los códigos de vicios por Pablo, cf. Rom 13,13; Ga 5,21) y preocupaciones, o ansiedad (8,14 es una de las actitudes, como lo son las riquezas, que ahoga la palabra sembrada). Estar atentos hará estar “preparados” para la vendida súbita de “aquel día”. El día de Yahvé es el momento decisivo de la intervención de Dios y alude aquí a la venida del hijo del hombre. En Lucas tiene que ver con la llegada definitiva del Reino (10,11-12) que es algo imprevisto (12,46; 17,31; 21,23). Este día será universal (todos los habitantes de la tierra, literalmente “sentados en la faz de la tierra”, seguramente para reforzar el relajamiento y lo improviso de la venida). El “lazo” es la trampa, la captura (Rom 11,9), hay que evitar caer en los lazos del diablo (1 Tim 3,7; 2 Tim 2,26) o del dinero (1 Tim 6,9).

Estar despiertos y en oración permitirá prevalecer y “escapar” de lo terrible que se avecina (todas las cosas por venir) y mantenerse de pie, parados “delante” (14,2; 19,4.28) de este hijo del hombre que viene. 


martes, 20 de noviembre de 2018

Comentario domingo 34B

El reino de la vida y la paz ha comenzado... y se manifiesta

 DOMINGO TRIGESIMOCUARTO – “B”

CRISTO REY

Eduardo de la Serna




Lectura de la profecía de Daniel     7, 13-14

Resumen: Daniel ve en sueños una serie de imágenes terribles, pero finalmente una señala que Dios no se desentiende de su pueblo y podrá vivirse para siempre en un ambiente humano sin opresores ni violentos.


Para comprender el texto litúrgico es necesario mirar bien todo el texto del capítulo 7 hasta su final en el versículo 14, En v.15 comienza la segunda parte en la que Daniel, ante lo que ve queda preocupado y pide explicación de todo esto (7,15-28). El texto litúrgico, entonces, conforma la mirada final de las “visiones nocturnas” (= sueños) de Daniel. El texto señala – como es propio de la literatura apocalíptica que en cuanto tuvo las visiones Daniel las puso por escrito (v.1). Se refiere a cuatro bestias terribles. La imaginación intenta mostrar figuras monstruosas de destrucción con lo que a las imágenes animales (león, oso, leopardo) añade elementos que refuercen lo dramático (alas, costillas…). El acento está puesto en la cuarta bestia que es la más terrible (no tiene imagen, simplemente señala que era terrible, espantosa y muy fuerte, con dientes de hierro, que come, pisotea y tritura… “Era diferente de las bestias anteriores” (v.7). Se destaca que tiene diez cuernos (el cuerno es imagen de poder con lo que tiene pleno poder, pero no interminable; ver Ap 12,3; 13,1; 17,3.7.12.16). Y “estaba yo observando” cuando despunta un pequeño cuerno con su boca decía cosas espantosas (v.8). Sin dudas acá está el acento del presente del libro ya que a continuación se pasa a un “intervalo” donde un Anciano (sin dudas Dios) donde miles y miles lo sirven se sienta en el tribunal y se abren los libros (en la literatura apocalíptica los libros son los libros donde están escritos los nombres de los justos, “libro de la vida”). Entonces la pequeña bestia es aniquilada, las otras bestias despojadas de poder y es ahora donde surge la visión conclusiva del “hijo del hombre”. Este “hijo de hombre” viene del cielo (las bestias venían del mar, v.3) y es presentado ante el “anciano” y recibe “poder”.

Antes de seguir es importante una breve nota sobre la apocalíptica: la literatura apocalíptica es sumamente concreta e histórica a pesar de aparentar ser mitológica o de ensueño. Hace referencia a situaciones o grupos concretos de su tiempo pero “disfrazados” de imágenes extrañas. En un contexto de conflicto, persecución y muerte se invita a los lectores a pensar la realidad y mirarla con esperanza: Dios no se desentiende de su pueblo. La destrucción de Jerusalén (año 587 a.C.) hizo que Israel perdiera su libertad, primero en manos de los babilonios, luego de los persas, luego de los griegos ptolomeos y finalmente los griegos seléucidas (= cuatro bestias). Dentro de estos, además, Antíoco IV fue particularmente sanguinario quemando los libros de la Ley, obligando a comer alimentos impuros, prohibiendo las reuniones los sábados, profanando el templo (es la “pequeña bestia” que blasfema). Pero Dios no permanece indiferente, y ante tanta destrucción “monstruosa” finalmente enviará un pueblo “humano” (Israel, el “hijo del hombre”). Y mientras los otros monstruos destructores tienen un poder terrible, pero limitado (diez), cuando llegue el tiempo de Israel su poder “será eterno” y su reino “no será destruido”.

El contraste entre las bestias y el “hijo de hombre” (es obvio que el acento está puesto en la humanidad de este nuevo personaje) es evidente en la misma imagen. Este nuevo grupo – Israel – tendrá “poder, honor y reino” y todos los “pueblos, naciones y lenguas” lo servirán. Sin dudas el contraste es notable, no sólo entre lo terrible y brutal por un lado y lo humano, por el origen desde el mar (lugar de las fuerzas del mal, ver Ap 21,1) y desde “las nubes del cielo”, sino también en el breve tiempo que dura (que durará, porque está escrito en tiempo de persecución, y allí se fundamenta la esperanza) en contraste con el “poder eterno” y “reino no destruido” en el que Israel – como en tiempos de David – reinará y dejará que sea Dios el que reine (el anciano). 

Nota conclusiva sobre el “hijo del hombre”. El hebreo es una lengua “florida”, redundante. Un “hijo de hombre” sin dudas es sencillamente un “hombre” (así se usa, por ejemplo, con toda frecuencia en el libro de Ezequiel). Es evidente que en este caso se refiere a un “grupo humano” en contraste con las bestias, y – por lo tanto, si las bestias eran pueblos opresores, aquí también se refiere a un pueblo, ver v.27: “el pueblo de los santos del Altísimo”. Ahora bien, con la expectativa creciente en la venida de un enviado de Dios (un/el mesías) esta figura del “hijo del hombre” empezó – siempre en la literatura apocalíptica – a tener connotaciones ya no colectivas sino personales. Es en ese sentido que será usado en tiempos de Jesús y es muy posible que él mismo lo haya utilizado (aunque, curiosamente siempre lo hace en tercera persona y el muchos casos en futuro). Así se ve por ejemplo, en el libro apócrifo de Henoc:
Allí vi al que posee el «Principio de días», cuya cabeza es blanca como lana, y con él vi a otro cuyo rostro es como de apariencia humana, mas lleno de gracia, como uno de los santos ángeles. Pregunté a uno de los santos ángeles, que iba conmigo y me mostraba todos los secretos, acerca de aquel Hijo del hombre, quién era, de dónde venía y por qué iba con el «Principio de días». Me respondió así:
—Este es el Hijo del hombre, de quien era la justicia y la justicia moraba con él. El revelará todos los tesoros de lo oculto, pues el Señor de los espíritus lo ha elegido, y es aquel cuya suerte es superior a todos eternamente por su rectitud ante el Señor de los espíritus. Este Hijo del hombre que has visto levantará a los reyes y poderosos de sus lechos y a los fuertes de sus asientos, aflojará las bridas de los poderosos y destrozará los dientes de los pecadores. Echará a los reyes de sus tronos y reinos, porque no lo exaltan ni alaban, ni dan gracias porque se les ha dado el reino. Humillará el rostro de los poderosos y los llenará de vergüenza: la tiniebla será su morada; gusanos, su lecho; y no tendrán esperanza de levantarse de él, porque no exaltan el nombre del Señor de los espíritus. Estos son los que erigen como árbitros a los astros del cielo, levantan la mano contra el Altísimo, pisotean la tierra y moran en ella mostrando iniquidad en todas sus obras. Su fuerza está en su riqueza, y su fe, en los dioses que forjaron con sus manos negando el nombre del Señor de los espíritus, persiguiendo sus casas de reunión y a los creyentes que se apegan al nombre del Señor de los espíritus. (1 Hen 46; ver también 47-49).


Lectura del libro del Apocalipsis     1, 5-8

Resumen: el libro del Apocalipsis comienza con un canto litúrgico donde se canta a Jesucristo y se celebra los efectos de su amor en la vida de la comunidad.



El libro del Apocalipsis está lleno de elementos y cantos litúrgicos lo cual es coherente con esta literatura que pretende establecer una suerte de “puente” entre el cielo y la tierra, Dios y su pueblo (de eso se trata la liturgia). 

El texto parece un coro que puede estructurarse de esta manera:

[lector           "Juan, a las siete Iglesias de Asia:          Gracia y paz a ustedes
de parte de *Aquel que es, que era y que va a venir+, y
de parte de los siete Espíritus que están ante su trono, y
de parte de Jesucristo,       el Testigo fiel,
                                                      el Primogénito de los muertos,
                                el Príncipe de los reyes de la tierra.

[coro            Al que            nos ama
                    nos ha lavado de nuestros pecados con su sangre
                    nos ha hecho reyes y Sacerdotes para su Dios y Padre,

A él la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén".

[lectorÉl viene sobre las nubes y todos lo verán, aún aquellos que lo habían traspasado.                         Por Él se golpearán el pecho todas las razas de la tierra. Sí, así será. Amén.

[el rey Yo soy el Alfa y la Omega, dice el Señor Dios, el que es, el que era y el que                                  vendrá, el Todopoderoso.

La asamblea experimenta el amor actuante (participio presente) y responde con tres coros a los tres atributos de Jesucristo.

El acento está puesto en el rey-reino que tiene características particulares. Lo primero que se dice de “aquel” que “es, era y va a venir” hace referencia a su muerte (martys pistós, un testigo creíble), a la resurrección (el primer nacido de entre los muertos, “primogénito) y ser “príncipe de los reyes” (Sal 89,28) y a estar “sentado junto a Dios”:
Dijo el Señor a mi señor: Siéntate a mi derecha hasta que haga a tus enemigos estrado de tus pies. El Señor extenderá desde Sión el poder de tu reinado: ¡domina entre tus enemigos! (Sal 110:1-2)


El coro, entonces, canta lo que el amor actuante de Jesús ha provocado en ellos: liberar de los pecados (con su sangre, no parece referencia al Bautismo sino a los efectos de la muerte de Jesús). La sangre “compra” (5,9), “lava” (7,14), “vence” (12,11), y como el vino (del lagar, 14,20) la beben los asesinos (16,6) y embriaga (17,6). Y el efecto es ser “un reino y sacerdotes”. Esto vuelve a repetirlo en la primera gran visión (cc.4-5) en 5,10: “con la sangre del cordero ‘compró’ hombres de “toda raza, lengua, pueblo y nación haciendo un reino y sacerdotes”. De hecho, los muertos en fidelidad resucitarán y serán “sacerdotes” y “reinarán” con él “mil años” (20,6). Es interesante que en Apocalipsis este ser sacerdotes, que es propio del pueblo de Dios (como en Ex 19,5), es inseparable del reino. 

La referencia al “traspasado” (ver Jn 19,37) remite a Zac 12,10: 
“…derramaré sobre la casa de David y sobre los habitantes de Jerusalén un espíritu de gracia y de oración; y mirarán hacia mí. En cuanto a aquél a quien traspasaron, harán lamentación por él como lamentación por hijo único, y le llorarán amargamente como se llora amargamente a un primogénito”.


Con la auto-presentación de Jesús como “principio y fin” (alfa y omega, cf. 21,6; 22,13 y 1,17; 2,8; Is 41,4; 44,6) y como el que “es, era y va a venir” (cf. 4,8) retoma el comienzo cerrando la unidad.



Evangelio según san Juan     18, 33b-37

Resumen: en diálogo con Pilato Jesús contrapone dos mundos, dos modos de vivir. El de la vida, la luz, la fe sobre el que Él reina, y otro reino, de este mundo, en el que reina el diablo, la violencia, las tinieblas y la muerte.



El Evangelio de Juan tiene una serie de características que lo diferencian de los restantes evangelios. Una de ellas es que en la Pascua no encontramos un “juicio” religioso a Jesús (con Caifás, en los Sinópticos). Podemos afirmar que en realidad todo el Evangelio constituye un juicio en el que Jesús presenta testigos. Pero que los seres humanos están auto-juzgándose a sí mismos según sea su respuesta ante Jesús. Creer o no creer es en realidad el verdadero juicio.

El encuentro con Pilato se caracteriza con constantes entradas y salidas de Pilato al encuentro de los que entregan a Jesús (los judíos, que quedan fuera del pretorio para no quedar impuros y poder comer la pascua) y Jesús que está dentro. Estas entradas y salidas marcan pequeñas unidades que concluyen con la entrega para que sea crucificado. En su primera salida Pilato pregunta por la acusación y le afirman que Jesús es un “malhechor” (kakòn poiôn) por eso lo han “entregado”. Al entrar (este segundo momento constituye la lectura del día con la omisión de v.38a) la consulta no es por el “mal que ha hecho” (como en Mc 15,14 y los paralelos) sino si es “el rey de los judíos”. Este será el tema del diálogo entre Jesús y el procurador.

La primera parte de la respuesta de Jesús “dices esto por tu cuenta o lo han dicho otros” es doblemente irónica. Más adelante señalará Juan que los judíos afirman “no tenemos más rey que el César” (19,15; con lo que proclaman que Dios no es su rey, cosa característica de la fe de Israel; cf. Sal 47,9; 55,20; 146,10; Is 52,7); de hecho según los sumos sacerdotes es Jesús quien ha dicho que es rey, ya que ellos no lo reconocen (19,21). Si es “rey de los judíos” lo concreto es que “tu pueblo” te ha entregado. El verbo “entregar” (paradídômi) en 6,64.71; 12,4; 13,2.11.21; 18,2.5; 19,11; 21,20 se aplica a Judas; en 18,30.35 se refiere a los “judíos”; en 19,16 Pilato lo entrega “a los sumos sacerdotes” para que fuera crucificado. Sólo en 19,30 la entrega tiene una connotación positiva ya que Jesús “entrega” su espíritu.

Jesús, entonces, comienza a aludir a su “reino” como “no de este mundo” con lo que – y Pilato comprende correctamente – Jesús se autoproclama rey pero de un modo distinto. Para empezar, es un reino de no-violencia. Su gente no “combate” (agônizomai) para evitar que Jesús sea “entregado” a “los judíos” (v.36). No es la lucha lo propio de los servidores-guardias (hypêrétai) de Jesús.

Lo característico de Jesús es lo contrario de “este mundo” (kosmou toutou) ya que este es de los judíos (8,23), ya que Jesús vino a un juicio que tiene relación con creer o no en él (9,39), el que no ve la luz tropieza (11,9), rechaza esta vida mirando la vida eterna (12,25) ya que “este mundo tiene por príncipe” al diablo (12,31; 16,11). La hora de Jesús es su paso al Padre (13,1). Los discípulos de Jesús “no son de este mundo” (15,19). En Juan, entonces, se hace referencia a dos mundos, pero no se refiere al mundo “celestial” y al “secular” sino a los que reciben a Jesús y los que lo rechazan, y– por tanto – rechazan su invitación al amor. El “mundo este” es el ambiente hostil a Jesús y obviamente en el que Jesús no reina. Este mundo es el espacio de la muerte y la violencia.

Sin ser del mundo, Jesús vino al mundo a hablar en nombre de Dios (6,14; 11,27; 16,28). Pero los seres humanos prefirieron las tinieblas a la luz (3,19), y ese es – como se dijo – el “juicio” (9,39) para que el que crea no siga “en tinieblas” (12,46) porque vino “a salvar” (12,47). En los adversarios, en cambio, el que viene es “el príncipe de este mundo” (14,30). 

A esto Jesús lo llama dar “testimonio de la verdad” y “ser de la verdad” (v.37). La verdad, en la Biblia, no es una palabra que es conforme a la realidad, sino que es la conformidad a la alianza. Por “verdad” se ha de entender “fidelidad”, “lealtad” y también “amor”, por eso se puede “caminar en verdad” o “ser de la verdad” (por eso la verdad hace libres, 8,32), por eso el diablo es “padre de la mentira” (8,44) y homicida. Lo contrario de ser mentiroso es “guardar la palabra” de Dios (8,45). Esto es lo que Jesús testimonia (martyreô) ya que es testigo de Dios (3,11.32) y de que las obras “del mundo” son perversas (7,7). Dentro de los múltiples “testigos” del juicio al que hicimos referencia más arriba, Juan ha venido para ser testigo “de la luz” (1,7.15.32.34; 3,26.28; 5,33), la samaritana da testimonio (4,39), las obras del Padre (5,36; 10,25; 12,17 [la vida de Lázaro]), el mismo Padre (5,37; 8,18) y las Escrituras (5,39) y el mismo Jesús lo da de sí mismo (8,13.14) y también lo hará el Paráclito (15,26) y los discípulos (15,27) especialmente el discípulo amado (19,35; 21,24). 

A esto se refiere con “escuchar su voz”, como la voz del viento-espíritu (3,8), ya que escuchar la voz (recibirla, creer en ella) conduce a la vida (5,25) como la voz del pastor da vida a las ovejas (10,3.27).

En suma, la vida y la muerte juegan su suerte en la Pascua de Jesús. Los que no escuchan su voz, los de la mentira, los de la violencia, los que lo entregan a la muerte, las tinieblas quedan del lado de “este mundo” y su “príncipe”, mientras que en el otro se congregan los de “la verdad”, los que escuchan la voz de Jesús, los de la luz. Sobre estos Jesús reina y sobre estos entrega su espíritu.




Foto tomada de depressaoepoesia.ning.com

sábado, 17 de noviembre de 2018

Carta abierta a Patricia Bullrich


Carta abierta a la ministra Patricia Bullrich


Señora ministra

Desde que asumió el impresentable gobierno del que usted forma parte, su cartera, y usted particularmente, han adquirido un protagonismo que me atrevería de calificar de detestable. Demasiada sangre tendría usted sobre su conciencia, si es que la tuviera, desde la de Santiago Maldonado y de Rafita Nahuel a la de Pablo Kukok, por ejemplo. Demasiada tontería ha dicho usted (y otros de su gobierno) sobre la violencia visual, simbólica y efectiva que ejercen las fuerzas a su cargo.

Imagino que usted quiera purgar sus “pecados de juventud” y exorcizar un demonio inexistente, pero ¿sabe? Hay un país, hay un pueblo, hay “gente”, como les encanta a ustedes decir. Y, claro, hay una Constitución Nacional, una ley y unos códigos (pero bueno, esto es algo nimio que ustedes ya están habituados a bastardear, negar o saltear).

Claro que, ¿sabe?, como tiene una chequera abultada y – como tantos en su gobierno – están de los dos lados del mostrador, han comprado armamento casi como para una guerra nuclear (claro que, como es habitual en ustedes, guerra que es contra su propio pueblo) y quizás quiera seguir jugando a matar y celebrar que “vamos ganando”.

Y casi no pretendería que recuerde el preámbulo de la Constitución con eso de “todos los habitantes del mundo que quieran habituar suelo argentino” porque es evidente que para ustedes no es lo mismo un Lewis, un Benetton, un Rattazzi o un Macri – apellidos que resultan detestables o abominables para algunos; quizás muchos – que bolivianos, paraguayos, venezolanos o turcos. Y, peor todavía, si osaran u osasen andar por la calle en sentido contrario a la gendarmería.

Tampoco pretendería que usted entienda, amante como es de Netflix, que la ficción es una cosa diferente a la realidad. Sólo en las películas (que son publicidad del American Way of Life, por si no lo sabe) todos los musulmanes son malvados, perversos y terroristas. Quizás – si lograra entender mi razonamiento – me diría que algunos lo son. Y se lo concedería si usted me reconociera que son infinitamente menos los musulmanes terroristas que los capitalistas genocidas. Y, para peor, con este perverso poder judicial que ha olvidado lo que la justicia significa, ya me imagino a algún juez y fiscal relacionando a cualquier hermano islámico con el atentado a las torres gemelas. Sepa, señora ministra, que el islam es una religión de Paz, como lo son prácticamente todas las religiones. ¿qué hay fundamentalistas? No lo dude. Los argentinos tenemos y vivimos – en el presente, por ejemplo – la experiencia traumática de padecer un fundamentalismo de Mercado que asesina y mata, al decir del Papa Francisco (y perdone usted que cita a un personaje que tan malas reminiscencias les provoca).

Pero parece que ahora en su delirio tremendo quiere usted jugar el papel de policía. Y amenaza (en realidad, ha amenazado protocolarmente a toda la ciudadanía desde que asumió) recomendando, incluso, no estar en la ciudad cuando ocurra el G20. Señora ministra ¿no tenemos derecho los que abominamos de muchos de los nefastos personajes que pisotearán territorio argentino a manifestar nuestro desacuerdo y rechazo? Junto con el feriado que el impresentable presidente ha declarado, ¿se declara también suspendida la Constitución Nacional? ¿Seremos detenidos, maltratados, torturados y agraviados quienes queramos manifestar nuestro desacuerdo? ¿Nos acusarán de poner una bomba en la casa de un desprestigiadísimo juez por circular por las calles con el Código Penal? ¿No sería bueno que nos digan, en este paréntesis de humanidad, en el que el sometimiento quedará ejemplificado y visualizado, cuáles son los escasos derechos de los que podremos tener beneficios los argentinos en estos días donde quede visibilizada la sumisión y el vasallaje?

Releyendo el excelente libro de Michael Moore, Estúpidos hombres blancos (2003), encuentro una carta abierta al presidente Bush. Allí, luego de una serie de elementos muy interesantes, le formula tres preguntas: ¿George, eres capaz de leer y escribir como un adulto? (pp.59-61), ¿Eres un alcohólico? En caso afirmativo ¿cómo afecta esa condición a tus funciones como comandante en jefe? (pp.61-64) Y ¿eres un delincuente? (pp.64-67). Me permito remitirla a esas preguntas y las reflexiones que la acompañan. En mi caso personal, tratando de ponerme en su lugar, le reconozco que me sería muy complicada la vida: un pasado que quisiera negar, compañeras y compañeros que no están, cercanía con traidores, complicidad con desfalco a jubilados y hasta cierta responsabilidad, dicen, en el suicidio de un fiscal… Debe ser duro. Pero, ¿sabe? Tenemos un país, habemos unos ciudadanos, tenemos derechos, no solo deberes, y – si necesitara usted ocuparse de sanar sus “cositas”, le sugeriría – perdone la intromisión – una buena terapia. No es conveniente que descargue usted los excrementos que la habitan contra una ciudadanía y un pueblo. Piénselo, si sabe, si puede. El pueblo tiene paciencia, pero puede hacer tronar el escarmiento.


Eduardo de la Serna


Foto tomada de http://www.treslineas.com.ar/multiples-fallas-ministerio-conducido-patricia-bullrich-n-1456462.html

miércoles, 14 de noviembre de 2018

Una breve nota sobre la "ideología de género"


Una breve nota sobre la “ideología de género

Eduardo de la Serna



Antes que nada, quiero señalar que creo que el tema de la que algunos llaman “ideología de género”, si se lo quiere mirar con seriedad, profundidad y respeto, es un tema muy extenso y muy amplio. Un buen análisis ameritaría gente preparada, respetuosa, abierta al diálogo y la discusión. Y no soy yo quién pueda hacerlo (no es un tema en el que me haya metido a investigar).

Sé que hay muchas y muchos investigadores con muchas y muchos puntos de análisis, teorías, enfoques que – si se quiere ser serio y no dogmático, o caricaturesco – harían necesario un buen debate.

Quiero señalar tres elementos previos:

+ Hace años pude escuchar un video de un obispo peruano, Héctor Vera Colona, Opus Dei, obispo de Ica, hablando de lo terrible que representa la ideología de género (“es lo peor que nos puede pasar” repitió el cardenal Cipriani, Opus Dei). Quizás respondiéndoles, el ministro de Cultura (Perú), Salvador del Solar, afirmó que en el nuevo Currículo Nacional “la ideología de género no existe”.

+ Hace menos años, en Colombia, se realizó un plebiscito para apoyar o no los Acuerdos de Paz con la guerrilla de las FARC. Algunos obispos, y especialmente, el “auto-percibido obispo” Alejandro Ordoñez (Fraternidad Pio X), entonces procurador general de la Nación, hicieron campaña en contra de dichos acuerdos señalando que tenía “ideología de género” (incluso recuerdo haber discutido con una señora uribista que afirmaba que los acuerdos apoyaban el matrimonio igualitario. Yo los había leído íntegramente y le afirmé que eso era falso, pero no me creyó. Ni siquiera existe la palabra “matrimonio” en todos los acuerdos). La Conferencia Episcopal colombiana esperó el fracaso de los acuerdos para afirmar que no había tal “ideología de género” en los textos.

+ Ahora podemos escuchar un video dizque explicativo de un cura, Gustavo Lombardo (Instituto del Verbo Encarnado) en una casi payasesca “conferencia” mezclando absolutamente todo. Que haya un chiflado que se crea Napoleón no transforma a los profesores de historia en perversos, ¿no? Y dejo de lado las tonterías teológicas del sujeto (¡”se pueden probar históricamente los milagros y la resurrección”, afirmó el gracioso!). Para cerrar su “ideológica” intervención termina citando al pbro. Alberto Escurra. Pareciera que citar a Goebbels le pareció demasiado.

Para empezar, me resulta curioso que toda la derecha, que antes veía demonios y serpientes en el marxismo, encuentra ahora un nuevo enemigo en la “ideología de género” (aunque Lombardo las relaciona, para ser justos… “La izquierda”, demoniza). Además, en su “emboyeré” [maravilloso término guaraní que indica mescolanza, confusión, “tohu wabohu”] ideo-pseudo-teológico mezcla la supuesta ideología de género con cualquier cosa que aluda a género, con lo que dinamita hasta la gramática. Casi nadie en su sano juicio, por ejemplo (es decir casi nadie que no sea de estas derechas) cuestiona una teología de género; nadie niega que hay elementos que son construcciones culturales; nadie ignora que hay diferentes miradas, filosofías, teologías, antropologías, sociologías, salvo quienes creen en el discurso único de la “sana teología”, que es la de ellos y no otra. Y nadie ignora – salvo los miopes bonsái ideo-teológicos – que, viviendo en una sociedad plural, los cristianos podemos presentar y decir una palabra (aunque en lo personal, si esa palabra la dijera Lombardo, la UCA o el Dr. Albino, yo “paso”) pero que sería sano, respetuoso y razonable escuchar las de otros.

Por ejemplo, yo no sé si estaré o no de acuerdo con Judith Butler, pero creo que sería muy sensato escucharla, leerla y comentarla. No es una “tontita” que anda por el mundo tirando slogans perversos (eso me resulta más acorde con los tres casos arriba citados), propone ideas (¿alguien no?), y, si no estuviéramos de acuerdo, sería lógico argumentar alternativamente. Escuchar tonterías, como las del cardenal Sarah, prefecto de la congregación para el Culto y los sacramentos, que existen "dos fuerzas diabólicas: el ISIS o Estado Islámico y la teoría del género" (mayo de 2016) no contribuyen al diálogo, ciertamente. Y, en nuestro caso, no ayudan en nada a que, si el tema se tratara o debatiera, alguien manifestara interés alguno en escuchar lo que los cristianos tenemos para decir.

Lo cierto es que mirando quiénes son los que hoy levantan las banderas de la lucha contra la “ideología de género” debo decir que “ideológicamente” me siento en las antípodas. Pero, como dije, no es un tema que haya profundizado (aunque me llame negativamente la atención quiénes son los “enemigos” de la ideología en cuestión, lo repito). Como dice un compañero: “no estoy dispuesto a meterme en la cama de los demás”. Y – añado – no estoy dispuesto a tratar a nadie como “tontos” (infantilizados) que necesitan que nosotros les digamos lo que está bien y lo que está mal. Sí creo que es bueno que, quienes están seria y respetuosamente preparados para ello, dialoguen y presenten miradas que ayuden a pensar juntos y con todos, un mañana mejor para todos, todas y todes.


Imagen tomada de https://www.planetadelibros.com.ar/libro-el-genero-en-disputa/230762

martes, 13 de noviembre de 2018

Comentario domingo 33B

Los signos y los conflictos muestran el camino del Hijo del Hombre

DOMINGO TRIGESIMOTERCERO - "B"


Eduardo de la Serna


Lectura de la profecía de Daniel     12, 1-3

Resumen: la batalla entre dos bandos llegará  a su fin y el “jefe del ejército celestial”, Miguel, salvará a su pueblo luego de un tiempo de angustia. Y los que fueron fieles y están inscritos en el libro, “brillarán como los astros” y se levantarán de la muerte.

El libro de Daniel está concluyendo (los capítulos 13 y 14 son añadidos en la Biblia griega). El acento está puesto en un libro en el que se han inscrito los nombres de algunos y es posible que se inspire en Jer 30. Se trata del “libro de la vida” que en la literatura posterior desempeñará un papel importante (Sal 69,29; Fil 4,3 y Ap 3,5; 13,8; 17,8; 20,12.15; 21,27; 22,19). Son frecuentes los registros con nombres (cf. Ex 32,32). El autor pretende aquí dar una respuesta, o comienzo de una, sobre el tema de los muertos. El gran problema, propio de la literatura apocalíptica, es el de los muertos provocados por los enemigos a causa de su fidelidad. ¿Cómo es posible que los muertos sean matados si nosotros sabíamos que los justos serán bendecidos por Dios (entre otras maneras, con una larga vida)? ¿Cómo es posible que los malos triunfen? Esto es visto como un “misterio” (término frecuente en la literatura apocalíptica), algo que no podemos comprender del plan de Dios en la historia, pero que en algún momento se “revelará” (recordar que “apocalipsis” significa “revelación”). Dios revelará lo que ocurre con los justos, incluso después de muertos. [Para ser precisos no todos los apocalipsis esperan una resurrección de los muertos, pero sí es el caso de muchos, y entre ellos del texto de Daniel que toca comentar].

Esta situación es imaginada como una lucha entre dos ejércitos, el ejército del mal (en el caso de Daniel, los griegos seléucidas que matan a los que se mantienen fieles a Israel; en el caso del Apocalipsis los romanos que intentan imponer por la fuerza el culto al Emperador) y el ejército del bien y la vida. La lucha será dura y el “pueblo” padecerá mucha “tribulación” (thlipsis) hasta que llegue Miguel y lo salve. Él conduce el ejército y la lucha con el Diablo (que en la literatura apocalíptica tiene muchos nombres: Satanás, Belial, Belzebul, serpiente antigua, etc…; ver Ap 12,7 [es extraño a la Biblia pensar que Satanás pelea con Dios, y es casi idolátrico. La lucha – simbólica, apocalíptica – es entre dos ejércitos conducidos por dos generales y – evidentemente – la Biblia no ve a Dios como un general sino, en este caso, como un rey]).

La novedad, en este caso es que los muertos – imaginados como durmientes – se levantarán (anístêmi; cf. Ez 37; Is 26,19; 66,23-24). Algunos se transformarán en estrellas o astros y brillarán por toda la eternidad. Pero esto todavía es algo que ha de esperar un tiempo (“en aquel tiempo”, “entonces”) que anticipadamente la literatura apocalíptica simplemente “revela”.


Lectura de la carta a los Hebreos     10, 11-14. 18

Resumen: el contraste entre la ofrenda de cada año de los sacerdotes antiguos y la ofrenda “de una vez para siempre” de Cristo revela al autor de la carta la eficacia y perfección de su sacerdocio definitivo.


La carta a los Hebreos sigue contrastando el sacerdocio antiguo con el único sacerdocio nuevo de Cristo. La frase clave es que esto es “de una vez para siempre”. El contraste viene dado entre las ofrendas, “muchas veces los mismos sacrificios”, de los sacerdotes antiguos y el “único sacrificio” de Cristo. Para el autor, la repetición constante (cada año) revela la ineficacia. 

Una nota sobre los “sacrificios”. El término “sacrificio” es muy ambiguo y se presta – o puede prestarse – a malos entendidos. En su origen significa que algo “es hecho sagrado” (sacrum faciens). Un cordero, por ejemplo (que es un animal apto para el sacrificio, ya que no cualquiera lo es; algunos dicen que es como una suerte de “comida de Dios” y lo que no se puede comer, por ser impuro – un cerdo, por ejemplo – tampoco puede presentarse en sacrificio. Quizás sea exagerado pero es ilustrativo) para ser hecho sagrado ha de presentarse en el Templo y – se está pensando especialmente en el sacrificio de corderos para la fiesta anual de la Purificación en la que el Sumo Sacerdote entra por única vez en el año en la parte exclusiva del Templo llamada “Santo de los Santos” – y es quemado íntegramente para que el humo llegue hasta Dios. El sacrificio es sangriento y para ello el cordero es “transformado”. Propiamente hablando, es evidente que la muerte de Jesús no fue un sacrificio sino un crimen. Nadie realizó ningún ritual en la ejecución, nadie presentó a Dios la ofrenda. Lo que hubo fue un juicio (fraudulento, por cierto) y una pena de muerte. El autor de Hebreos, que hace una lectura espiritual, o simbólica, lo interpreta en esa clave como tal. Sin duda que puede decirse que Jesús “hizo santa” su ofrenda de vida, su auto-donación, pero propiamente hablando no se trató de sacrificio.

El hecho de que los sacrificios se repitan manifiesta que no han quitado el pecado. Precisamente la donación de sí de Cristo ha quitado definitivamente el pecado de la humanidad. Obviamente, si ya no hay pecado, ya no hay necesidad de ofrenda. 

Y, culmina, esto “perfecciona” a los que “santifica”. El término “perfeccionar” es muy frecuente en la carta (x9) y en Núm 3,3 – la versión griega de LXX – se aplica al sacerdocio de “los hijos de Aarón” (literalmente dice que “hizo perfectas las manos”). En 10,1 había dicho que la Ley, que es sombra, “nunca puede hacer perfectos a los que se acercan”. Ahora destaca que mediante una única ofrenda “lleva a la perfección a los santificados”.


Evangelio según san Marcos     13, 24-32


Resumen: usando imágenes tomadas de la literatura apocalíptica (venida cósmica del hijo del hombre) y de la vida cotidiana (brotes de la higuera) Jesús anuncia la inminencia de su venida lo que invita a la comunidad a tener una actitud de confiada esperanza.

Como es habitual a fines del año litúrgico las lecturas hacen referencia al fin de los tiempos, a la venida de Jesús. El clima es de “conflicto” (thlipsis). El acento del texto litúrgico viene puesto en el “después” de las diferentes etapas que ha venido señalando el discurso; el personaje futuro esperado en muchos textos apocalípticos, el hijo del hombre (cf. Dan 7,13), aparecerá en medio de imágenes cósmicas también frecuentes en las imágenes apocalípticas del fin, o del “día de Yahvé” (cf. Jl 2,10; 3,15; Is 13,10; 34,4; Ez 32,7-8; Am 8,9; y en el NT: Hch 2,20; Ap 6,12-14; 8,12; 9,2) llegando entre nubes con gloria y poder (cf. 8,38; 14,62; Mt 10,23; 1 Tes 4,13-18; cf. Dn 7,13). La idea está puesta en que lo antiguo ya no cuenta porque la novedad inaugurada por el hijo del hombre señala el comienzo del mundo nuevo; la transformación que se avecina es absoluta y el hijo del hombre pretende reunir junto a él a los elegidos, término que alude a Israel (ver Dt 30,4-5; Is 11,11.16;27,12; 60,4-5; Ez  39,27; Os 11,10-11 Zac 2,6-112 [LXX] y apócrifos como 1 Henoc y 2 Esdras) reunidos de los cuatro vientos de la tierra.

La imagen de la higuera sirve para aludir al breve tiempo intermedio entre las flores y el fruto para aludir al tiempo limitado que habrá entre la destrucción del Templo anunciada en 13,2 y la venida del Hijo del hombre. La parábola invita al discernimiento; hay que saber leer los signos de los tiempos.

Esta generación” sin duda alude a la contemporánea a Marcos, no a Jesús. Es esa la que tiene delante de sí la credulidad o incredulidad frente a Jesús.

Por eso la comunidad está llamada a la vigilancia ya que nada permite saber el momento (ni el Hijo). La actitud vigilante es la característica de los tiempos finales, pero no la de la búsqueda de señales de la llegada sino la de la espera confiada en la venida. Los ángeles, en Dn 12,11-13 parecen querer calcular el tiempo del fin (1290 días en v.11 y 1335 en v.12), como también en Dn 9,24-27 donde la historia parece dividida en períodos. La apocalíptica es útil para vislumbrar imágenes del futuro, pero no es útil para saber todo, tiene sus límites.