Cuestión de banderas
Eduardo
de la Serna
El mismo día que se iba a
jugar la malograda final-finalísima entre Boca y River fui a comer a casa de
una familia del barrio. En la mesa dos invitados que estaban a mi lado hablaban,
y el tema fue derivando hacia el servicio militar que uno había hecho. El otro
era suboficial retirado de las fuerzas armadas. El ex “colimba” (frase que en
Argentina se aplica a quienes hicieron el Servicio militar y que proviene de Corre-Limpia-Barre, ¡notable servicio a
la Patria si los hay!) empezó a recordar su pasado y derivó al presente
señalando qué importante sería que volviera el “servicio militar obligatorio”,
porque allí se aprendía a respetar, a reconocer a las autoridades y – acá mi
punto – a “respetar a la bandera”. Esto derivó en el himno nacional, el “oooo oooo” que se canta en actos
públicos introduciéndolo y, volvieron a la bandera. Yo, que estaba en absoluto
desacuerdo, pero no quería hacer pasar un mal momento a los que me habían
invitado que ni siquiera estaban cerca en ese momento, decidí desviar la mirada
(para que ni un encuentro visual permitiera incorporarme en la conversación) y
la perdí en una bandera de River que flameaba en la casa de enfrente y estaba
por cortarse por el viento.
Y me puse a pensar en las
banderas, el símbolo y lo significado, y en la capacidad que tenemos los que
levantamos ciertas banderas de transformarlas rápidamente en trapos. Y trapos
sucios, por cierto.
Si una bandera es un “símbolo
patrio”, tengo claro que no conozco nadie que haya hecho más mal a la patria
que la dictadura militar con apoyo, complicidad y aplausos de civiles no muy
patriotas. El crecimiento atroz de la deuda externa, la extranjerización de los
recursos y las empresas, el sometimiento de nuestras decisiones a los “patrones
de Occidente” y la “guerra interna” que buscaba eliminar al enemigo (que es el “otro”)
no me resultan demasiado defensores de la bandera. Pero, eso sí, la bandera
flameaba; el ejército y las demás fuerzas la ostentaban con orgullo.
Y resulta que otra bandera, la
del “club de mis amores” (sea este el que fuere), vale tanto que se puede
atentar contra los contrarios, sin importarnos lastimarlos, agredirlos y – si es
“necesario” – matarlos, cosa que se canta estentóreamente. La bandera vale más
que la vida, aunque aquella ya no sea lo que significa, sino otra cosa
totalmente distorsionada.
Y hay otras banderas, que
tantos (o quizás todos) en uno u otro momento “levantamos” y que, de golpe, se
transformó en lo único importante, remedando un triste adagio eclesiástico “extra X nulla salus” (fuera de X no hay
salvación).
Y se me ocurrió pensar que una
bandera (nacional, deportiva, ideológica) señala identidad. Esto/este soy. Y lo
soy con alegría, con pasión, con orgullo. Pero cuando el “esto/e soy” se
transforma en “ergo vos no sos”, tenemos
un problema. Grosso problema, por
cierto. Allí se gestan fascismos, xenofobias, autoritarismos… y dictaduras. Y
resulta curioso notar que, con frecuencia, levantamos más de una bandera sobre
temas, ideas o militancias diferentes. Y en ocasiones, coinciden en un espacio.
No será la primera vez, por ejemplo, que en una peregrinación a Luján haya
gente con la camiseta de su equipo favorito, con cantos de su cantante favorito
y que no son argentinos. Su fe, su patria, su cuadro, su cantante son todos
banderas que confluyen. Y no será la primera vez que en cierta confluencia de
banderas haya conflictos. ¿Entonces? En la militancia de los 70 repetíamos la
idea maoísta de las contradicciones primarias
y las contradicciones secundarias.
¿Cuál de todas las banderas es para mí la fundamental, aquella por la que
quiero gastar hasta la última gota de sudor? ¿Cuál es aquella que me identifica
hasta los tuétanos? ¿Cuál aquella con la que estoy decidido a discutir, pero
respetando totalmente a la “otra bandera” y cuál es la bandera con la que nada
tengo ni quiero tener que ver?
Obviamente yo puedo hablar por
mí, y no pretendo que otros y otras levanten “mis” banderas, aunque crea que “bandera”
implica un colectivo (sino sería un DNI). En lo personal creo que tener eso
claro puede ayudar a que tengamos claro lo fundamental, discutamos lo
importante y relativicemos lo secundario. La vida (“la”, no “mi” vida) parece
merecer evaluar sensatamente algunas banderas para no terminar arriando los
sueños y las esperanzas.
Foto tomada de https://www.rosarioplus.com/ensacoycorbata/Pueblos-Originarios-tendran-su-bandera-en-la-Sala-de-Honor-del-Monumento-20171005-0039.html
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