La
Iglesia en crisis… ¡Gracias a Dios!
Eduardo
de la Serna
Hay una serie de noticias, y
hechos que ponen a la Iglesia católico-romana en crisis. Noticias verdaderas
algunas, exageradas otras, parciales algunas, malentendidas quizás… y hasta
falsas. Pero, debo decirlo, en cierta manera esto me alegra.
Y, para empezar, quiero dejar
bien claro, no digo que me alegra lo malo o perverso o torpe que “la Iglesia”
haya dicho y/o hecho. Me refiero a la repercusión “en la Iglesia”.
Ciertamente no podría, ni
quiero, de ninguna manera, ni remotamente, alegrarme por los casos de abusos de
menores o no, de conciencia, de poder, por ejemplo. No podría ni quiero… Ni
debo.
Los casos de abusos (de todo
tipo), son, quizás, los más resonantes, y son gravísimos. El encuentro del Papa
con los presidentes de las conferencias episcopales de todo el mundo, es
reflejo evidente de la gravedad y su repercusión. Y no quisiera creer que dentro
de la Iglesia se dimensiona la gravedad por los costos económicos de los
juicios o la pérdida de fieles por el escándalo. Ojalá se dimensionara por
poner la mirada y el corazón en las víctimas. Aunque no estoy convencido o
seguro que así sea en todos los casos.
Pero hay otras situaciones,
sin dudas. La repercusión que tienen enfoques públicos de “la Iglesia”, las
posiciones frente al matrimonio igualitario, la interrupción voluntaria del
embarazo, el feminismo (y la “perversa” [sic] ideología de género) revelan – o parecen
mostrar (en algunos casos bien resaltados por algunos cristianos doloridos o
también por personas que no quieren a “la Iglesia”, o que son de “afuera” de
ella, o que encuentran una veta económica, o por lo que fuere) una Iglesia
incapaz de estar en el mundo, de saber reconocer que hace ya mucho tiempo ha
dejado de ser “la voz” indispensable para ser escuchada. Me permito dos pequeños
ejemplos bíblicos:
En la primera carta a los
Corintios Pablo enfrenta un problema que se da dentro de la comunidad: un caso
de inmoralidad sexual (del que los de la élite sociocultural de la comunidad de
jacta ante todos). Pablo enfrenta el tema y pide que la comunidad sea, “adentro”,
un testimonio ejemplar para la
sociedad. Y, aclara, él no está hablando de los de “afuera” ya que de ellos se
ocupa Dios, no le toca a él hacerlo, él se ocupa de los de “dentro” (1 Cor
5,1-13).
En el mundo judío, la levadura es símbolo de la
corrupción y el pecado. La imagen es que “un poco de levadura fermenta (= corrompe)
toda la masa”, y por eso el Evangelio habla de “la levadura de Herodes” o de “los
fariseos”, por ejemplo, es decir, su maldad. Sin embargo, Jesús, que es un
provocador en más de una ocasión, dice que el reino de Dios se parece a “la
levadura” (Lucas 13,21). Para entenderlo podemos imaginar la “manzana podrida”;
así como una manzana podrida pudre todo el cajón, así ha de ser el Reino de Dios
que ha que afectar a toda la sociedad. Jesús modificó provocativamente la
imagen para hacernos pensar: nosotros, como sus seguidores, debemos transformar
por “contagio”.
Una “Iglesia” que pretende que su mensaje llegue por
coacción o imposición, y no por contagio, no por mostrar a quien quiera ver, oír,
sentir que los cristianos tenemos “algo para decir”, que deseamos poder
decirlo, ser escuchados, pero no desde “el poder”, no desde “arriba” sino desde
“adentro”, como la levadura, desde “adentro”, como la comunidad corintia.
Tener la actitud de “vengo a decirles la verdad” (es
decir, ustedes no la tienen) provoca ciertamente rechazo y desconfianza. En
suma, creo que buena parte de la crisis que hoy palpamos en “la Iglesia” se
debe a nuestra actitud hacia “los de afuera”. Y esa crisis puede ser muy
positiva. “Crisis” es una palabra
griega que alude a un “juicio”. Otra palabra griega que remite
a un “juicio” es discernimiento. Si la actual “crisis” nos permite “discernir”
nuestro lugar, nuestras palabras, nuestras acciones, pues entonces de esta crisis,
como comunidad, podremos salir fortalecidos. Seremos señalados (por eso de que todos caen en la misma bolsa, más de una
vez somos acusados de pederastas, de decimonónicos, de inquisidores, de
machistas), y es sensato tener la actitud humilde de bajar la cabeza, sentirnos
parte de un colectivo en crisis, e intentar mostrar a la sociedad que de la
crisis hemos salido (o queremos salir) renovados, mostrar que hay “otra Iglesia”
(no mejor, no “la verdadera”, pero sí “otra” que también es “Iglesia de
verdad). Y poder, en nuestro lugar, sembrar o esperar que la levadura fermente
la masa entera. Del resto, que se ocupe Dios.
Foto tomada de https://www.mundopastel.com.ar/8-consejos-para-que-tus-masas-con-levadura-salgan-perfectas/
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