Una breve reflexión sobre el tiempo
Eduardo
de la Serna
Es sabido que para los griegos
Saturno es un dios que devora a sus hijos. Esto ha merecido abundantes cuadros
(uno de Goya, por ejemplo). Se refiere al paso del tiempo.
Pero todos tenemos la
experiencia de que, aunque así sea, no es lo mismo un tiempo que otro tiempo.
Para que se entienda: 24 horas son 24 horas en todas partes y en todo tiempo. El
“cronos” (dios griego que se identifica con Saturno) es medible, crono-metrable. Así como un
metro es un metro y un kilo es un kilo en todo tiempo y lugar, una hora es
siempre de 60 minutos. Pero...
Podemos decir que no es lo
mismo cargar un kilo de algo a los 20 años que a los 80, por ejemplo, o caminar
100 metros en esas edades. En ese sentido podemos decir que “el tiempo es
relativo”. No lo es “en sí”, sí lo es “para nosotros”. Pero somos nosotros los
que medimos el tiempo, o los que lo disfrutamos o padecemos…
Podemos decir, por ejemplo,
que no pasa (no se cuenta) el mismo tiempo en distintas situaciones: un mes de
vacaciones pasa “volando” y un mes en una internación “es eterno”.
Toda esta reflexión tiene solo
una intención: ¡qué lento que pasa el tiempo desde las PASO hasta las
elecciones! Menos de 3 meses que parecen una eternidad. En el medio se conjugan
miedos y esperanzas, ansiedades y paciencias. Quiero que llegue ¡ya! sería el
punto. Pero no es ¡ya! sino “mañana”, o peor… falta más de un mes. Y las PASO
pareciera que fueron hace 2 años. Ufff.
Claro que a esto se suman los
temores a la capacidad inmoral de los gobernantes actuales de intentar todas
las trampas imaginables o no, todas las mentiras suponibles o no, todas las corrupciones
calculables o no. Esos temores alientan las ansiedades y hacen que el tiempo
sea más elástico. ¡Por Dios!
Y entre tanto, el
neoliberalismo sigue devorando a sus hijos. En la Biblia son decenas las veces
que profetas o salmos gritan de dolor por los que “devoran a mi pueblo” (Sal
14,4), los que “ponen la carne de
mi pueblo en la olla” (Mic 3,3). Y decenas de veces el salmista grita “¿hasta
cuándo?” (Sal 6,4). ¿Cuánto tiempo más quedará?
La paciencia (que tiene un
límite, como repetía Carlos Mugica al insistir que el pueblo es pacífico) tiene
que ver con el tiempo. Y suele ser frecuente que muchos tiren del hilo
esperando que se rompa (al fin y al cabo, hay que gastar tanta parafernalia israelí
comprada, ¿no, Pato?). También es cierto que cuando llegue este mes
interminable, quedarán otros interminables días hasta el 10 de diciembre en el
que imaginamos al nene caprichoso rompiendo todo, firmando cosas, vendiendo otras.
Tocará, pacientemente, una vez más, empezar todo de nuevo. Por suerte la
esperanza nos grita que ¡vendrán tiempos mejores!
Cuadro de Francisco de Goya,
Saturno devorando a su hijo, tomado de wikipedia
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