Una misa
Eduardo
de la Serna
Una misa es una celebración litúrgica en la que
Jesús se hace presente en su cuerpo y sangre (su persona) para alimentar la
vida y la fe, la esperanza y el amor de su pueblo creyente. En cierto sentido,
entonces, toda misa – aunque sea celebrada en una pequeñísima comunidad
recóndita – es universal. Algún conocido biblista lo ha comparado con el sol:
solemos decir el sol sale, el sol se pone, pero sabemos que en realidad
nosotros vamos hacia el sol. En la eucaristía (la misa) ocurre lo mismo, parece
que traemos a Jesús a nosotros, pero en realidad nosotros vamos hacia él (X.
Léon Dufour). En este sentido, entonces, si bien en una celebración de la misa
puede pedirse por A o por Z, es la comunidad eclesial toda la que hace suyo (o
no) el pedido.
Sin embargo, hay alguna “misa por…” que merecería nuestra atención o reflexión. Empiezo por
un ejemplo evidente: existe misa “para
pedir la lluvia”. ¿Dios manda (o quita) la lluvia? Sería muy extraño que
eso lo dijera alguien hoy día. Es cierto que en algunos lugares hay sequías
alarmantes, pero muy diferente sería pedir en la misa por la conversión de los
responsables del cambio climático, por ejemplo. Además, me queda un problema:
si Dios mandara o impidiera las lluvias, entonces ¿él es responsable de las
muertes por todo esto, de las inundaciones y los huracanes? ¡En ese Dios yo no
creo!
Y yendo al tema, ¿qué significa celebrar una
misa para pedir por la protección de la
vida humana desde la concepción
hasta la muerte natural? El lema de la celebración
será: "Sí a las mujeres, sí a la vida". Porque quiero
dejar de lado la supuesta buena voluntad, el corazón pastoral y el amor
profundo de quienes convocan a esta u otras misas semejantes. Mi primera
pregunta es ¿cómo se lee la convocatoria? Porque la primera lectura es “una misa contra” y ya me suena raro. Una
misa el día de la mujer y por las mujeres sería hasta bueno, especialmente si
la Iglesia mostrara (¡y habitualmente no lo hace!) respeto por las mujeres,
valorización, y reconocimiento de la igualdad de oportunidades, etc. No lo hay.
Difícilmente alguien podría discutirlo. Así dicho, además, el lema parece
indicar que quienes no están “de este lado” no sólo no defienden a las mujeres
(las cuales no parecen consultadas, por otra parte… ya que parece ser una decisión
del Episcopado en el cual no hay mujeres, que yo sepa) sino que, además, los
opositores no defienden la vida. Insisto… suponiendo la mejor voluntad (y en algunos
casos me cuesta suponerla) creo que muchos, muchísimos, de los convocados,
participarán como cruzados, como guerreros militantes “contra” ... ¿A eso no lo
llaman “grieta”? No… parece que la grieta es de un solo lado.
Insisto lo que he dicho en otra ocasión: ante
un proyecto de ley todos tienen y tenemos derecho a tener diferentes miradas, propuestas
y enfoques. Y en una sociedad laica, lo que nos toca hacer es poner a nuestros “mejores
cerebros” a opinar, debatir (civilizadamente, Albinos abstenerse) y proponer.
Dar razones de por qué esto sí y por qué aquello no. No en vano la Santa Madre
tiene una serie de universidades donde es de esperar haya “cráneos” notables
que pueden sepultar con argumentos irrebatibles las limitadas propuestas en
contrario. Pero si esos tales cerebros no aparecen, y lo que se ofrece es una
multitudinaria marcha fundamentalista, a la que se invitan otros
fundamentalismos, con slogans vacíos que nadie sensatamente cuestionaría
(¿quién estaría contra la mujer y contra la vida? Quién aparte de unos cuantos
eclesiásticos, por cierto, pero eso es otro tema). Si no hemos aprendido de la
procesión del Corpus Christi de 1955
quizás haya que decir, por lo menos, que después no se quejen de las iglesias
vacías. “Las mujeres están dejando la
Iglesia…. debemos actuar antes que sea tarde” dicen los obispos alemanes al
convocar un sínodo que pretende repensar muchas cosas estructurales en la
Iglesia local. Los obispos argentinos podrán convocar en nombre de las mujeres.
Y habrá muchas que acompañarán a Amalia Granata y Cecilia Pando en la marcha
del 8 de marzo. Pero no estaría mal que caminaran las calles del centro de la
ciudad ese día. Verán a muchas, muchísimas mujeres, y muchas de ellas,
muchísimas, con un discurso cada vez más virulento contra la Iglesia. A lo
mejor, una vez más, la jerarquía eclesiástica ha olvidado que no estamos en el Medioevo
y que la sociedad, que se considera adulta, no le pide permiso para pensar y
decidir. ¿Qué la sociedad civil puede equivocarse?, ¿legislar erróneamente?, ¿incluso
decidir aberraciones? Por supuesto. Para eso es que hubiéramos deseado los
cerebros ausentes que alertaran los inminentes desvíos. Se ha legislado
obediencia debida y punto final; se ha legislado acuerdo con los fondos
buitres; se ha legislado desentenderse de los jubilados… obviamente el error es
posible. Error que puede remediarse, en parte en el futuro. Pero no será
aceptando sumisamente la presión eclesiástica que se evitará el error. Las
dictaduras parecen recordarnos otros errores por sumisión. En suma, supongo que
nadie se extrañará que no vaya a Luján el 8 de marzo. Ese día suelo caminar y
escuchar otras voces por el centro de la ciudad.
Foto tomada de https://www.infobae.com/fotos/2017/03/08/41-fotos-de-la-marcha-de-mujeres-a-plaza-de-mayo/
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