La eucaristía en una vida nada cotidiana
Eduardo
de la Serna
Notar algunas reacciones de
laicos o de curas en esta Semana Santa “encuarentenada” me resultó
significativo. Apto para pensar en voz alta (sic).
En mi caso, intenté hacer
reflexiones por las redes sociales a fin de que sirvieran a quien fuera. Y me resultó
llamativo la repercusión que tuvo lo que dije con motivo del Jueves Santo. Allí,
frente a tanta gente que escuchaba / veía las celebraciones por radio / TV me
preguntaba por la teología de esto. Somos, la Iglesia, pueblo de Dios. Entonces
me resultaba extraño que los curas pudieran celebrar sin pueblo, mientras el pueblo
no podía celebrar sin curas. Me resulta sumamente infantil. Y dejo de lado
actitudes que, si no son mágicas, se le parecen, como curas con la eucaristía
en un helicóptero, o celebrando en el techo de la Iglesia, o cosas semejantes. Irónicamente
decía que con el ruido de las aspas del helicóptero no se podía oír en qué
momento el cura decía “abracadabra” …
Ver enfermizas actitudes de
gente que corría a la Iglesia y era detenida por las fuerzas de seguridad, un
obispo que pretendía celebrar de todos modos la liturgia pascual (y ante la
orden de suspenderlo reclamaban “libertad de culto”, como si el culto fuera más
importante que la vida), o una secta pseudo católica presentando un recurso
judicial (ironizo: presentar eso al poder judicial argentino es por lo menos,
cómico… la decisión la tomarán en el año 2043 en la que fallarán que los sujetos
tienen derecho a celebrar y las autoridades no podrán impedirlo; no sé si
viviré para verlo).
Esa concepción mágica de los
sacramentos me resulta, por lo menos extraña… Y me quiero servir de un hecho,
no demasiado conocido, aunque sí maravilloso:
(que permanece desaparecido) había
cometido dos “pecados”. Graves, quizás. Siendo cura, estaba dejando el
ministerio, Tenía una pareja y una hija. Y, además, estaba en la diócesis de La
Plata donde fungía de obispo Antonio Plaza. Quién si no hizo nada para evitar
la desaparición de su hermano, nada haría por otros. O, peor... haría todo para
desaparecerlo por su apostasía, o algo semejante.
Según Clara, la hija, uno de los
que estuvo detenido con él, en un Centro Clandestino de Detención, en la Navidad de 1976, cuenta que
“Hacía tanto calor adentro de la (comisaría) 5ª que el piso de ese infierno se mojaba con la transpiración de los cuerpos y el pánico colectivo. El sobreviviente, que se define como ateo, cuenta que Federico tenía guardado un pedazo de pan o algo de la comida.
“Y entonces los trató de acomodar a todos para sentarlos, hizo una oración y les habló de la comunión. De lo que significaba para el mundo cristiano el nacimiento de Jesús. Los hizo calmarse. Agarró el pan, lo bendijo con una oración y repartió un pedazo a cada uno. Dicen que papá tenía una voz grave, muy dulce, no sé cómo tendría su voz, pero les cantó una oración que es sobre la base de un negro spiritual.”
Ciertamente no hubo ritual, no
hubo “celebración”, no hubo palabras “mágicas” de consagración, no hubo vino,
pero no sé si conozco algo más auténticamente eucarístico que esto.
Y entonces, contrastando
actitudes, me preguntaba. ¿Cuáles son hoy las verdaderas eucaristías? Algunos
hasta dicen que esto parece una situación de guerra. Más razones aún para la pregunta.
Pedro Casaldáliga habla de una
"subversiva eucaristía". A lo mejor la creatividad de muchas y muchos
en estos tiempos de encierro o aislamiento se asemejen más a la cena de Jesús y
su vida compartida que muchas acciones mágicas que aliviarán a algunos, y hasta habrá
quienes crean que los ritos son verdaderos encuentros. Otros creeremos que la
vida va y se mueve por otros carriles en los que la esperanza y la entrega en favor
de los demás no precisa formalidades ni ritos, sino que se hace presente “donde
dos o más”, donde el amor estalla y engendra vida. De eso sí quiero “dar
gracias”.
Imagen tomada de http://www.herrieliza.org/la-palabra/comentarios-liturgicos/cuerpo-y-sangre-de-cristo-3-de-junio-%E2%80%93-koinonia
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