Las peras y el olmo
Eduardo de la Serna
Muchas veces se ha dicho que el neoliberalismo funciona (sic) pero
sólo si la población fuera un 10% de la actual. El menemismo o el macrismo eran
“maravillosos” para unos 5.000.000 de habitantes. El resto sobra.
El cartel ostentado pidiendo que “mueran los débiles”, de un cruel
y explícito darwinismo social, puso blanco sobre negro lo que ya se sabía. Y
deja a las claras la actitud que los que se creen poderosos pretenden sea la política
a aplicar durante la pandemia. Hay que recuperar la economía, y si mueren
algunos-varios-muchos, pues son “daños colaterales”.
Esto se vio patente en las políticas aplicadas por Trump, Bolsonaro,
Johnson (hay que ver ahora que “padeció en carne propia” la debilidad cómo
continúa) y las consecuencias de esas mismas políticas en España e Italia… Y en
las recomendaciones del ex presidente argentino al actual, y sus últimas
intervenciones con el neoliberalismo más rancio del planeta.
Recientemente, quizás por eso de que “las papas queman”, un grupo
de grandes empresarios, unidos a los sectores eclesiásticos afines (que los
hay) empezaron una campaña de distribución de cajas para que lleguen a los sectores
más sufridos. Pero – a confesión de parte – esto fue hecho para evitar que haya
saqueos, o desmadres como en el 2001. La solidaridad real, la “com-pasión”, “esa
te la debo”. Además, el periódico lobista de estos ambientes nos aclara bien la
enorme preocupación de los más importantes empresarios y su dedicación al tema:
claramente la intención es mostrar la preocupación social que – por lo tanto –
haría innecesario e injusto un impuesto a los sectores más ricos del país.
Si es cierto – y todo indica que lo es, además de que conociendo el
paño lo más probable es que lo sea – que Clarín tiene bonos de la deuda, es
razonable que se oponga con todos sus cañones (¡que los tiene!, ¡y abundantes!)
a la propuesta del gobierno de reducción, quita y postergación de pagos de la
deuda externa macrista, que los pobres deben pagar mientras “ellos” tienen sus
dineros (¡que los tienen!, ¡y abundantes!) en paraísos fiscales. Y si por la
revista Forbes sabemos que entre las 50 fortunas más grandes del país figuran
los Noble, Hector Magnetto y los Blaquier es obvio que, también, los mismos
cañones atacarán la propuesta de un impuesto (casi miserable en comparación con
el que cobran los “países serios” del mundo) a los más ricos del país (y por
única vez). ¿Cómo se les ocurre si ellos ya dan productos para las cajas a las
que les falta yerba, aceite, sal y otras menudencias, además de productos de “primera
marcas”? … al fin y al cabo, los pobres están acostumbrados.
Si algo es evidente, en momentos de crisis (y este lo es, ¿qué duda
cabe?) es que es indispensable que haya una persona a cargo, que tome las
decisiones y estas se sigan. Se ha comparado la pandemia con una guerra… pues
bien, en esta, uno es el que toma las decisiones. Consulta, escucha, pregunta,
mira, pero después, él/ella toma las decisiones. Es posible (es más, es
probable) que haya pasos errados, cosas discutibles, personas de dudosa honorabilidad.
Y si se puede, es bueno corregir, pero a veces, en medio de la “batalla” no se
puede. Mirar los diarios más leídos de Argentina en estos momentos, por un lado,
me avergüenza totalmente. Sólo falta que también ellos griten “¡que mueran los
débiles!” Pero, además, no se ve ni una sola nota positiva o constructiva.
Especialmente en momentos en que necesitamos estar unidos para enfrentar algo
en el que basta un solo imbécil (¡y los hay en cantidad!) para que todo un
colectivo enorme se infecte y ponga en riesgo su vida. Pero parece que lo único
que importa en cada artículo, cada nota, cada título, cada insinuación es cañonear
bajo la línea de flotación al gobierno (aunque eso implique golpear también al
aliado porteño; la lealtad no figura dentro de sus cualidades).
Nadie dice (yo no digo) que deban callar, que no deban señalar lo
que consideren errado o corrupto (aunque “un burro hablando de orejas”, dirían
en Colombia). Pero el momento en el que estamos exige que esto sea constructivo,
prudente, sensato y mirando el bien mayor, que es la vida. Claro que eso sería
pedirle “peras al olmo”; están acostumbrados a eso. Basta con mirar sus
historias. Nunca una un favor de “la gente”, nunca una en favor de “todos” …
democracia, bien común, justicia… vida son palabras que desconocen, salvo para
vaciarlas de sentido. Ojalá los débiles vivan. Y lo sepan.
Foto tomada de https://www.diariojunin.com/noticias/80576_estados-unidos-sacrifiquen-a-los-dbiles-el-cartel-contra-la-cuarentena.html
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