CARTA ABIERTA AL PUEBLO ARGENTINO Y A TODOS Y TODAS LAS QUE HABITAN ESTE QUERIDO SUELO:
Hace ocho meses saludamos el comienzo de un nuevo período
gubernamental que consolida la vigencia de la democracia en nuestro país. En
ese momento expresamos nuestra confianza de que el nuevo gobierno, fruto de la
unidad de quienes quieren una patria fraterna, justa y solidaria, ayudaría a
nuestro país a superar la profunda crisis en que nos dejó el que probablemente
fue el peor gobierno de nuestra breve historia democrática.
Los propósitos expresados por quienes
recibieron del pueblo el mandato de gobernar el país en este cuatrienio dieron
fundamento a esa esperanza: la atención urgente del hambre que padece gran
parte de la población, el cuidado de la tierra y los recursos naturales, la
superación del endeudamiento masivo e irresponsable obrado por el gobierno
anterior, la necesidad de integración a la Patria Grande, el saneamiento de la
justicia viciada por los intereses políticos y económicos, la transparencia del
gasto público, el fortalecimiento del federalismo… Escuchamos a un presidente
expresar estos propósitos. Confiamos en su sinceridad, en que no se trata de
otro engaño: es lo que Dios y nuestra Patria le demandan.
Sabemos de las enormes dificultades y los
obstáculos que el cumplimiento de esos propósitos encontraría en «tiempos
normales». Las fuerzas de quienes tienen intereses mezquinos siguen vigentes y
son muchos los que no adhieren a este sueño colectivo de felicidad sin
exclusiones. Pero fue entonces que, para multiplicar las dificultades, nos
sorprendió esta pandemia que asola el mundo. Y nos encontramos con un
presidente y un gobierno que privilegia la vida y pone todo su esfuerzo en
cuidarla, como nos enseña Jesús. Hemos podido comprobarlo en el encuentro que
tuvimos algunos de nosotros con el Presidente y los diputados Kirchner y
Valdez, en el que tuvimos oportunidad de presentarles nuestras inquietudes,
sobre todo en lo que hace a la situación del conurbano bonaerense.
Por eso saludamos las medidas
implementadas para paliar las inmensas dificultades que padece la población más
vulnerable de nuestro país: el fortalecimiento acelerado de una salud pública
que había sido descuidada y despreciada, el apoyo a las familias más
empobrecidas, la ayuda a las pequeñas y medianas empresas y otra cantidad de
medidas que, aunque sabemos que siempre terminan siendo insuficientes, han
servido para evitar un desastre mayor.
Y, en el medio de las exigencias de la
pandemia, se han llevado adelante con éxito las negociaciones para lograr un
acuerdo con los acreedores privados internacionales, que permitirá un ahorro
que podrá aplicarse en los próximos años a la recuperación económica y social
de nuestra patria.
Todo esto enfrentando a una feroz e
inmoral oposición de los poderes mediáticos, económicos y políticos que parecen
decididos a no dejar gobernar, en el mejor de los casos, o hacer caer un
gobierno que todavía no ha cumplido un año. Poderes que no pierden ocasión para
generar descontento: difundir mentiras o medias verdades, llamar
irresponsablemente a concentraciones que se han constituido en fuente de
innumerables contagios, mientras permanecen ellos cuidados en sus hogares o
vacacionando en el extranjero.
Como curas que hemos optado por estar
junto a nuestro pueblo, experimentamos día a día las enormes dificultades que
siguen teniendo los más pobres no sólo para llegar a fin de mes, sino, sobre
todo, para poder poner cada día un plato en la mesa. Pero somos también
testigos de la creatividad con la que se tejen iniciativas solidarias para
compartir la mesa de la vida. Llevamos meses sin poder compartir con normalidad
la mesa de la Eucaristía. La Eucaristía no es un derecho: es el don de la Vida
entregada por Jesucristo. Por eso estamos convencidos de que Jesús está
igualmente presente en los lazos de comunión que esa solidaridad está tejiendo.
Porque queremos dejar atrás un país para pocos, soñamos con una Patria para
todos y todas donde los pobres sean los primeros en sentarse a la mesa y puedan
celebrar el pan del trabajo y el vino de una vida plena.
Seguiremos siendo hermanos para acompañar
toda iniciativa a favor de nuestro pueblo. Cuenten con nosotros para ello. Pero
también queremos ser hermanos para expresar nuestra preocupación cuando
sintamos que se traicionan los principios y los ideales que declaró el
Presidente cuando asumió su mando. No dejemos de soñar juntos por una Patria
donde reinen el amor y la igualdad. Busquemos en los clamores de nuestro Pueblo
la voz del Dios de la Vida.
Parafraseando aquella voz que resonó en
la Plaza de Mayo el pasado 10 de diciembre: “Confiemos en el pueblo. El pueblo
no traiciona, sólo pide que lo defiendan y lo representen”
Renovamos nuestro compromiso junto al pueblo
y a los pobres. Nos ilumina el ejemplo de tantos que entregaron su vida al
servicio de la liberación de los pobres en nuestro país y nuestro continente y
en cuya protección confiamos; especialmente tenemos presentes a los mártires
riojanos, los beatos Enrique Angelelli, Wenceslao Pedernera, Carlos de Dios
Murias y Gabriel Longueville, a San Oscar Romero, a monseñor Pedro Casaldáliga,
fallecido este último sábado, y a Orlando Yorio (con quien tanto hemos
compartido).
Grupo
de Curas en la Opción por los Pobres
10
de Agosto de 2020
Hace bastante que no entraba al blogs, siempre que leo, siempre hay algo novedoso y real que me interpela hasta los huesos. Ser parte de la transformación social dentro del organismo donde estoy me da mucha felicidad y gratitud, las políticas públicas y sociales con perspectiva de género que hoy se anunciaron...muestran un cambio, el cual me alegra y preocupa a la vez...porque todo cambio viene acompañado de una crisis, que espero en este caso podamos afrontar y salir adelante...entiendo que esta mirada social y con una integra amplitud de seguir integrando lo diverso, la equidad, los Derechos humanos y todo lo que viene de la mano de las políticas de género van a tener adhesiones y van a tener resistencias...pues éstas últimas son las que me preocupan...la resistencia al cambio, el miedo que la sociedad muestra e impone como mecanismo ante cualquier eje transversal que proponga modificar y actuar en función de ese cambio social...
ResponderBorrarA nosotros, nosotras, nosotres los/as/es cristianos/as/es somos esa semilla que muere y da el fruto de la sabiduría y sabiduría en Abundancia para ser capaces de acompañar, promover y asistir esa cambio social...con las perspectivas sociales que aún quedan por integrar...y las que ya hemos integrado...pero es el qué o la qué tengo al lado, en lo cotidiano, el primero o la primera en anteponer sus mecanismos de defensas como guardia de choque...en el almacén, con barbijo, diciendo o comentando lo que escuchó en los medios de comunicación, y, en lo particular, solo alzo la mirada al cielo, aunque sé q no es ahí donde debo mirar...pero es ahí donde me inspira y tomo aire y vuelvo a empezar...a creer que por esa resistencia multiplicada por cientos y cientos es por quién debo seguir sintiendo la invitación de Jesús a dar fruto en medio de tanta manipulación...en medio de tanta falta de comprensión y compromiso con el otro/a/e que necesita de la luz del conocimiento que germina en mi y todos/as/es que creemos en Dios.