Una nota de esperanza
Eduardo de la Serna
Preguntas… ¿respuestas?
- Cuando uno ve que un comunicador, que afirma ser periodista, festeja que se hable de 10.000 posibles casos diarios de Covid-19;
- cuando uno ve otra, que también cree ser periodista, que trata de estar en la cresta de la ola comunicando mensajes presidenciales inexistentes, o hasta tomando bebidas inconducentes;
- cuando uno ve que el poder judicial residual (ese que se resiste a ser reformado) tiene desde actitudes patriarcales y machistas contra periodistas hasta la espeluznante complicidad con el ex presidente, sea no dejando que se audite su teléfono (algo que ni D’Alessio pudo conseguir), hasta que se mencione y procese a sus ex ministros pero él quede impune mirando desde el “país de a libertad” (y la guillotina) …
Cuando uno ve todo esto… y ve pobres esperpentos conducidos de sus
narinas al obelisco, o a abollar cacerolas… uno (yo) tiende a preguntarse:
¿cuánto poder le queda todavía vigente al macrismo? ¿Cuánta perversión más debemos
soportar? Porque, aceptemos, que la perversión que leemos, vemos o escuchamos por
los medios de comunicación sigue existiendo porque estamos llenos de “idiotas
útiles” que bailan en Recoleta, toman cerveza en Recoleta, salen a cacerolear
en Recoleta o hasta manifiestan anticuarentenamente en Recoleta… Eso es normal…
la Recoleta nace en torno a un Cementerio. Está en su ADN. Se podría decir que
canal 13 y TN quedan en Constitución, pero son las ironías de la muerte, que “se
lleva” a Neustadt el día del periodista y a Pinochet el día de los Derechos
Humanos… Se puede decir que la última marcha en contra de la reforma judicial
se pudo realizar en una cabina telefónica y quizás sobraba espacio, salvo para
las cámaras de los mismos de siempre… todo eso es cierto, pero todavía tengo
atragantado el 40% (que quizás hoy sea 25% y – ojalá – mañana 2%). En mí, se
trata del tan mentado amor a la patria. El problema radica en que algunos creen
que esa tal patria radica en su bolsillo, ese que – además – está vacío, no
porque lo vaciaron los delincuentes de la “inseguridad” sino los “republicanos”
del “cambio”, los que viajan al exterior en cuarentena o aprovechan que en la
CABA todos quisieran ser Recoleta. Pero mientras no queden desocupados por 0%
de audiencia los comunicadores de la muerte y quebradas las empresas que los
contratan, seguiré soñando con aquel tiempo maravilloso en que Perón expropió
La Prensa. Solo imaginar esa posibilidad da, en mí, cabida a la esperanza.
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