“Yo no fui”
Eduardo de la Serna
Pasados ya unos días
de la aprobación del proyecto de ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo
(IVE) me parece oportuno comentar “en voz alta” algunas repercusiones.
Para empezar, creo
que es sano y razonable la tolerancia y el respeto a quienes opinamos distinto.
No es blanco y negro, buenos vs malos (donde, siempre, los “buenos” somos
nosotros), sino una mirada policromática de opiniones diferentes. El que piensa
diferente no es un enemigo. O no debiera serlo. Por lo que sé, aunque no había
acuerdo con el proyecto, el modo de reaccionar en la Conferencia episcopal
también fue muy diferente. Algunos lo lamentaron (“mediocridad” lo llamaron…
habría otros adjetivos).
No quiero
transformar un tema humanitario en un tema religioso (siguiendo el consejo del
Papa Francisco), pero no podemos negar que muchos así lo vieron. Incluso el
excelente discurso (y sorprendente) de Gladys González, en el Senado, por
ejemplo. Hubo declaraciones de curas, variadas, algunas tolerantes, otras
menos… otras despreciables. Hubo declaraciones de algunos grupos evangélicos
(ACIERA) también.
Sin pretender tener
la razón, sino de aportar razones, que me ayudan a pensar y quizás también
ayuden a otros, quiero comentar algo más a lo que ya dije en los días pasados:
“La mayoría es
celeste” dijeron algunos. Si nos guiáramos por las calles, la realidad dijo
otra cosa. No sé de dónde sacan elementos para semejante afirmación
inconstatable. Hay un famoso poema de Ramón de Campoamor que dice: «Y es que en
el mundo traidor / nada hay verdad ni mentira: / todo es según el color / del
cristal con que se mira». Desde el cristal celeste todo lo es… y desde el verde
todo lo es… Y es verdad que hay celestes, hay verdes, hay verdes claros y
celestes apagados…
“Lamentablemente no
se hizo un plebiscito” (o consulta o referéndum). En abril de 1969 De Gaulle
fue derrotado en un referéndum lo que motivó su frase: “a los referéndums los
carga el diablo”. No puedo olvidar, en mi memoria reciente, la derrota en un
plebiscito de los acuerdos de Paz en Colombia después de 52 años de violencia,
el 2 de octubre de 2016. Con una eficaz y mentirosa campaña, a la que la
derecha de la Iglesia católica se prestó generosamente (llegó a decir que había
“ideología de género” en los acuerdos), se perdió una oportunidad formidable de
dar pasos decididos en favor de la vida. Es evidente, además, que en un plebiscito
depende cómo sea la pregunta, y así más fácilmente se inducirá a la respuesta.
Si la pregunta fuera “¿usted está de acuerdo con el aborto?” la respuesta “NO”
sería abrumadora. Si la pregunta fuera “¿usted está de acuerdo que las mujeres
pobres mueran en abortos clandestinos?” la respuesta probablemente también
sería “NO”.
Unos curas y
periodistas descargaron su violencia femicida. Y no entraré en terrenos
penales, los que desearía. El macho salió a pasear en esos comentarios. Y sin
bozal. No merecen, de mi parte sino desprecio. Así como una vez Lucio Gera, el
teólogo eminente, nos decía que durante muchos años la Iglesia argentina tendrá
que “pagar” por su complicidad frente a la dictadura, creo que esa actitud de
que la “Iglesia oficial” quede siempre del lado de las causas más retrógradas,
es algo que toda la Iglesia deberemos “pagar”. No me refiero a lo que pueda
decir un tonto (aunque en estos tiempos tenga notable difusión). Tontos hay en
todos lados, como las hormigas, decía Diego. Puede haber habido un ignorante
hace siglos que se preguntara si la mujer tenía alma, pero en la Iglesia nunca
se formularon esa pregunta, pero buena cuota puso la Santa Madre al machismo y
patriarcalismo del cual todavía le cuesta salir. Y en la que algunos de esos
tontos eligen vivir encerrados. Y los tontos escriben tonterías, por cierto.
“El gobierno compró
voluntades” afirmaron varios. Pareciera que las mansas y humildes palomas
celestes miraron en respiración zen los acontecimientos. Si de violencia hablamos,
es notable la diferencia que se vio en los sectores opositores a la ley ante
los que la apoyaban. Incluso legisladores lo dijeron en el Congreso. Que – para
todo proyecto de ley – haya diálogos, discusiones, propuestas y contra
propuestas es una obviedad de la democracia. De toda democracia. Y entender
esos diálogos como presiones, compra venta o demás, quizás hable más del que lo
dice que de los hechos, por aquello de que “para el ladrón todos son de su
condición”.
"El gobierno
nos sorprendió con algo que no estaba previsto", afirmaron otros (incluso
ligándolo al FMI, según otros). En lo personal no puedo hacerme cargo de los
que no leen los diarios (bueno… tampoco de los que leyendo ciertos diarios
eligen vivir desinformados), pero ya el 31 de enero de 2020 nada menos que
Infabae informaba que el presidente Alberto Fernández había hablado con el Papa
y puesto que este tema – que ya había sido anunciado – dividiría, de común
acuerdo no lo tocaron en el encuentro entre ambos. El presidente lo dijo en la
campaña, lo dijo el 10 de diciembre 2019, el 1 de marzo 2020… e incluso hizo
referencia a San Agustín y a Santo Tomás (a los que por error calificó de
"Padres de la Iglesia", cuando solo el primero lo es). Ahora bien, si
no lo esperaban, o si fueron sorprendidos, a lo mejor debieran recordar el
famoso dicho del eminente teólogo protestante Karl Barth quien afirmaba que hay
dos lecturas que el cristiano debe tener cada día: la Biblia y el periódico.
En lo personal, no
me hago cargo de lo que dicen muchos, sólo lamento, en algunos casos, que, por
formar parte de la misma institución, todos seamos señalados y despreciados.
¡¡¡Con lo bien que haría que algunos pongan el cerebro en funcionamiento antes
de poner la lengua (o los dedos) en movimiento…!!!
Imagen tomada de https://pxhere.com/es/photo/648234
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