El peligro de una inyección… la del odio
Eduardo de la Serna
Hace un tiempo, cuando todos parecíamos un poco más relajados, y el
COVID nos daba una tregua, estuve en una cena (al aire libre, barbijos, menos
de 10 personas y con distancia prudencial). Como no podía ser de otra manera,
uno de los temas fue la pandemia y los enfoques fueron variados. No quiero
ahondar en anécdotas para no revolver heridas, pero la vacuna o no vacuna fue
uno de ellos. Algunos, en edad prudencial de hacerlo, no se habían anotado (y
dudo que hasta ahora lo hayan hecho) para acceder a la vacuna. Y, aunque no se
ahondó en razones, creo que bien se podría decir que los negacionistas estaban
infectados de un virus que bien podría llamarse “irreflexivismo”, o
popularmente, “clarinismo”. No hubo argumentos ni razones. Pero eso sí, lo
decían “desde arriba”, como dando por obvio que era razonable y sensato no
hacerlo, como diciendo “¡No!, ¡por supuesto que no!”
Lamentablemente no son los únicos casos que conozco. Pero,
curiosamente, todos ellos tienen el mismo virus, el inoculado desde la prensa
hegemónica. Un virus que hace innecesario dar razones, que vuelve absurdo
justificar lo obvio, porque “lo hegemónico es como natural” al decir de
Gramsci. Después tocará escuchar tonterías y aberraciones canosistas o del
neo-huérfano que estará dando vueltas a todos los dichos para encontrar razones
anti-K por la muerte de su padre. Lo cierto es que el horizonte ‘no-me-vacuno’
que yo conozco es mono-color, responden a un mismo esquema de no-pensamiento
sino de respuesta-regurgitada por la prensa de la destrucción sistemática.
Es verdad, si quisiéramos pensar, que cierto sector accedió al poder
municipal por las muertes de Cromañón, debilitó el gobierno anterior con las
muertes negligentes de Once, disfrazadas de no-controles, accedió al nuevo
poder transformando en asesinato el suicidio de un fiscal y ahora necesita
muertos y más muertos por el Covid. Erich Fromm lo llamó “necrofilia”, es “coronafilia”
en este caso. Y sabemos bien – si queremos mirar – de qué sector se trata. Pero
si se les dice que es sensato inscribirse para la vacunación acusan de “politizar”
la situación (como si no la estuvieran politizando desde el “día cero”).
Es el mismo sector que golpeó unas pocas y focalizadas cacerolas
cuando el presidente amplió las restricciones y cuidados. Y los que hablaban de
“caer en la educación pública”, que no hay que “abrir universidades”, que Aerolíneas
Argentinas (esa que va y viene para traernos vacunas de todo el mundo) costaba
al estado no-sé-cuantos jardines de infantes que nunca se hicieron, los que
tuvieron como enemigos de la patria a los docentes, los que se desentendieron
de la muerte de Sandra y Rubén… esos, ¡sí!, esos hablan ahora de las clases
presenciales. Disculpen si lo que yo creo es que lo que en realidad quieren es
muertos para engrosar las estadísticas que podrían sumarles votos mañana.
Y, a eso, hemos de sumarle algunas declaraciones episcopales (por
ejemplo, los obispos de San Isidro, en una declaración de macrismo explícito) …
Podría decirse que siempre nos movemos en el mismo ámbito, en el
mismo color, en el mismo micro-verso ideológico, pero ¡hacen tanto mal! Porque
los pobres ‘a-mentes’ que no se vacunan porque lo dijo la tele, o el/la periodista
tal, o porque las escuelas, o porque los templos… serán mañana un nuevo número
en las estadísticas. Y desde nuestro lugar no podemos competir con la
omnipresencia de la prensa hegemónica, o sus adláteres episcopales y sus cómplices
políticos, pero, al menos desde la soledad, o desde la prédica en otro
desierto, seguiré insistiendo en que debemos vacunarnos, cuidarnos, responder
por la salud y la vida de los otros. De eso se trata, en este caso, ser
cristiano.
Foto tomada de https://www.elplural.com/sociedad/vacunas-covid-19-top-ten-mundial-candidatas-avanzadas_243578102
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