¿Qué decimos al decir que la Biblia es Palabra de Dios?
Eduardo
de la Serna
Antes
de hablar sobre la “palabra” es bueno decir algo sobre Dios; el que pronuncia
una palabra. No hace falta demasiada teología para saber que cualquier cosa,
por más perfecta que esta sea, que digamos sobre Dios, siempre será limitada,
parcial, escasa. Dios es “siempre más”. De ahí que se haya dicho, con
frecuencia, que de Dios es más lo que decimos que no es que lo que afirmamos
que es. Es lo que se llama la “teología apofática”; Dios no es visible (invisible),
no es mortal (inmortal), no es mudable (inmutable), etc. En este sentido, si
siempre que hablamos de Dios “nos quedamos cortos” (de ahí la urgencia
permanente de “dejar a Dios ser Dios”) porque pretender atarlo, definirlo,
limitarlo es, evidentemente impedirle ser Dios, algo semejante hemos de decir
de su palabra.
Dicho
esto, creo que es evidente que también sería limitado decir que Dios no habla
fuera de la Biblia. De hecho, hace tiempo que sabemos – siguiendo a los Padres
de la Iglesia – que Dios habla también en la historia. Que en la creación
también habla lo dice la misma Biblia (Sab 13), san Justino hablo de que en
otras partes (él se refería a los filósofos griegos) hay “semillas de la
palabra” y Tomás de Aquino y Melchor Cano hablaron de “lugares teológicos” (M.
Cano habló de “diez lugares” siendo la Biblia el primero). Es decir, en
lenguaje creyente no es sensato amarrar a Dios a nuestros esquemas. Claro que
eso no implica que Dios hable en todas partes (que es como decir que Dios está
en todas partes, como si estuviera Dios en la mentira, en la injusticia, en la
muerte…). De discernimiento se trata, entonces. Por ejemplo, ¿cuáles son los
criterios de discernimiento? ¿quién/es discierne/n? etc. porque obviamente la
parcialidad de uno no es garantía para otro grupo.
Aclarado
esto, o al menos señalado, si hay algo que no decimos al decir que la Biblia es
“palabra de Dios” es que eso implica que no es “palabra (también) humana”. Hace
ya mucho que hemos abandonado la idea de que un ángel dictaba a una persona (siempre
varón, además) que transcribía lo dicho. Hoy tenemos claro que personas
(varones y mujeres), mirando lo que Dios dice en la historia, en comunión con
Dios al que conocen y aman (sin-patía con Dios lo llama el gran teólogo
judío Abraham Herschel), creen que deben decir una palabra de su parte. Y, con
el tiempo (en ocasiones, siglos) el pueblo creyente supo reconocer que ahí,
Dios estaba diciendo algo. En teología se llama “recepción”, es decir, el
pueblo, acompañado por el Espíritu Santo reconoce y recibe como inspirado por
el mismo Espíritu Santo un texto. Eso no quita, de ninguna manera, reconocer
los límites humanos, las intenciones, las propuestas, las ideologías, el
contexto histórico, político, cultural, geográfico que esta persona vivía
cuando puso por escrito, y también las del pueblo cuando lo recibió.
Precisamente por eso, porque es también palabra humana es que todo texto debe
ser sometido a la interpretación, análisis, crítica, preguntas… Ciertamente no
hablamos de un “manual de instrucciones”, sino de un Dios vivo que camina a
nuestro lado, antes de ayer al hablar, ayer al recibirlo, hoy al interpretarlo.
No
dudo que Dios hable en otras partes, lo he dicho, y creo que es indispensable
tener el oído atento, el corazón disponible para escuchar, mirar, sentir-con
esos espacios donde Dios elige comunicarse, pero – porque creo que también, y
en primer lugar, para los creyentes en Cristo, Dios habla en la Biblia – creo que
es cada día más urgente aquello del Pelado Angelelli de tener un oído en
el Evangelio y un oído en el pueblo, o como afirmaba el enorme teólogo luterano
Karl Barth, leer a diario y muy atentamente la Biblia y el periódico. Así
podremos encontrarnos con este Dios vivo y compañero de camino (por eso, si se
me permite una sugerencia argentina, recomendaría que ese periódico no sea ni Clarín
ni La Nación, por salud mental). Así podremos tener los dos pies aptos para el
camino que tantas y tantos necesitan que recorramos con ellas y ellos.
Foto
tomada de http://www.diarioplatense.com.ar/nota.php?Id=7786
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